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Multimillonario Al Mando: Dirigiendo a los Jefes – Serie, #12
Multimillonario Al Mando: Dirigiendo a los Jefes – Serie, #12
Multimillonario Al Mando: Dirigiendo a los Jefes – Serie, #12
Libro electrónico237 páginas3 horas

Multimillonario Al Mando: Dirigiendo a los Jefes – Serie, #12

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¡El jefe ha vuelto! Del autor más vendido, Lexy Timms, llega un romance multimillonario que hará que te desmayes y te enamores de nuevo.

Jamie Reid lleva una vida que la mayoría consideraría perfecta. Ella tiene un esposo por el que la mayoría de las mujeres moriría, tres maravillosos hijos y una familia que comienza a sentir que podría durar toda la vida. Incluso su madre, que alguna vez se creyó irredimible, parecía estar haciendo un intento sincero de cambiar su forma de ser y reencontrarse con sus hijas. Todo sería perfecto, si solo su vida ideal no se cayera repentinamente a su alrededor.

Cuando la relación de su cuñado Mark con su esposa embarazada se deteriora profundamente, las consecuencias impactan a toda la familia. Las decisiones de Mark amenazan a Alex a distanciarse una vez más. Christine, lidiando todos los días con la tensión en el club de golf, parece estar volviendo a sus viejos hábitos. Su cambio de actitud ha comenzado a afectar el desempeño en el trabajo de su esposo Paul —asesor senior de Raid Enterprises—, llevando al estresado Alex, al límite. Jamie, apuntalando los restos desmoronados, no está segura de poder manejar la tensión.

¿Podrá arreglar las crecientes grietas, o su familia se desmoronará justo cuando finalmente se habían unido?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento3 jun 2020
ISBN9781071546000
Multimillonario Al Mando: Dirigiendo a los Jefes – Serie, #12
Autor

Lexy Timms

"Love should be something that lasts forever, not is lost forever."  Visit USA TODAY BESTSELLING AUTHOR, LEXY TIMMS https://www.facebook.com/SavingForever *Please feel free to connect with me and share your comments. I love connecting with my readers.* Sign up for news and updates and freebies - I like spoiling my readers! http://eepurl.com/9i0vD website: www.lexytimms.com Dealing in Antique Jewelry and hanging out with her awesome hubby and three kids, Lexy Timms loves writing in her free time.  MANAGING THE BOSSES is a bestselling 10-part series dipping into the lives of Alex Reid and Jamie Connors. Can a secretary really fall for her billionaire boss?

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    Multimillonario Al Mando - Lexy Timms

    Multimillonario

    Al Mando

    Dirigiendo a los Jefes: Libro 12

    Por Lexy Timms

    @Derechos reservados 2018 Lexy Timms

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o ingresada a ningún sistema, ni transmitida, de ninguna forma ni por ningún medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro) sin el permiso previo por escrito de ambos, el propietario de los derechos de autor y el editor de este libro.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, los personajes, los lugares, las marcas, los medios de comunicación y los incidentes son producto de la imaginación del autor o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con una persona real, viva o muerta, eventos, o situaciones es total coincidencia.  El autor reconoce la condición de marca registrada y los propietarios de marcas registradas de varios productos referenciados en este trabajo de ficción, que se han utilizados sin permiso. La publicación/uso de estas marcas comerciales no está autorizada, asociada o patrocinada por los propietarios de marcas registradas.

    Multimillonario al mando

    Libro #12 de Dirigiendo a los jefes

    Todos los derechos reservados.

    2018 por Lexy Timms

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    https://books2read.com/u/mq8Ee3

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    Dirigiendo a los Jefes - Serie

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    El Jefe También

    Quién es el Jefe Ahora

    Amo al Jefe

    Yo hago de Jefe

    La Esposa del Jefe

    Empleada por el Jefe

    Hermano del Jefe

    Asesor Senior del Jefe

    Por Siempre el Jefe

    Navidad con el Jefe

    Novela de Navidad

    Multimillonario al Mando

    Multimillonario Gana Millones

    Multimillonario en el Trabajo

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    Multimillonario al Mando - Reseña

    Del autor más vendido, Lexy Timms, llega un romance multimillonario que hará que te desmayes y te enamores de nuevo.

    Jamie Reid lleva una vida que la mayoría consideraría perfecta. Ella tiene un esposo por el que la mayoría de las mujeres moriría, tres maravillosos hijos y una familia que comienza a creer sería duradera. Incluso su madre, que alguna vez creyó imposible de salvar, parecía estar haciendo un intento sincero de cambiar su forma y reencontrarse con sus hijas. Todo sería perfecto, si solo su vida ideal no se cayera repentinamente a su alrededor.

    Cuando la relación de su cuñado Mark con su embarazada esposa se deteriora intensamente, las consecuencias impactan a toda la familia. Las decisiones de Mark amenazan a Alex con distanciarse de nuevo. Christine parece estar volviendo a sus viejos hábitos, al tener que lidiar todos los días con la tensión que se vive en el club de golf. Su cambio de actitud ha comenzado a afectar el desempeño en el trabajo de su esposo Paul —asesor senior de Raid Enterprises—, llevando al límite al ya estresado Alex. Jamie hace intensos esfuerzos por apuntalar los desmoronados restos, pero no está segura de poder manejar la tensión.

    ¿Podrá arreglar ella contener las crecientes fisuras de su familia, o ésta se desmoronará justo cuando por fin se habían unido?

    Contenido

    Dirigiendo a los Jefes - Serie

    Encuentra a Lexy Timms:

    Multimillonario al Mando - Reseña

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Capítulo 19

    Capítulo 20

    Capítulo 21

    Capítulo 22

    Millonario hace millones - reseña

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    Capítulo 1

    ––––––––

    La primavera estaba en camino. Las largas y frías noches de invierno se estaban volviendo más cortas, y el mundo había vuelto a resplandecer de color. Brillantes verdes, rosas pasteles y amarillos acentuaban el vecindario. Cuando Jamie respiró, pudo saborear el verano que ya venía.

    Finalmente.

    Entretener a los niños durante el invierno no había sido fácil. Todos habían estado encerrados en la casa. Salir significaba abultarse en abrigos, y los niños se habían manejado muy bien durante las caminadas, pero no habían logrado quemar toda la energía. Por ello, el verano era más que bienvenido.

    Y también iba a ser un gran año. Jamie podía sentirlo en sus huesos. Erica estaba embarazada, tenía unos seis meses, y todo iba bien. Jamie no podía esperar el día que pudiera tener reuniones de juegos con los primos. Además, Christine estaba felizmente casada, que era todo lo que Jamie quería: ver feliz a su hermana.

    Markie chilló en su cuna, y Jamie sonrió, levantándose de la cama. Se puso la bata alrededor de los hombros, caminando hacia el cuarto donde Markie ya se había levantado agarrado de la cuna, con sus regordetes dedos alrededor de los listones. Estaba a punto de comenzar a caminar; ya estaba bien sólido de pie.

    —Buenos días, mi ángel, —dijo Jamie, levantándolo de la cuna—. ¿Tienes hambre, mi niño grande?

    Markie agarró el cabello rubio de Jamie en dos pequeños puños. —¡Mmm, mamá mamá!

    —Oh, cariño, no, —dijo, tratando de abrir sus dedos con una mano. ¿Qué pasa con los bebés que les encanta agarrar el pelo?

    Después de un intento fallido de liberarse de sus puños, Jamie caminó hacia la cocina y lo colocó en su sillita, inclinándose y liberándose con ambas manos.

    —Pequeño pícaro, —dijo cuando abrió las manos y lo besó en la frente—. ¿Qué quieres desayunar? —Abrió la nevera y sacó varios envases con puré de comida para bebés que había preparado durante la semana. Markie estaba empezando con los sólidos. La transición era un poco irregular, pero después de quitarle el biberón a los mellizos, este no era un gran reto.

    —¡Mami! —Lillian llamó desde la habitación de los mellizos. Estaba despierta, y si estaba levantada, Benton la seguiría. Los dos seguían exactamente la misma rutina. Hacía todo más fácil y difícil al mismo tiempo.

    —En la cocina, cariño, —contestó Jamie, que ya se dirigía a la habitación de los mellizos. Lilli y Benton tenían ahora pequeñas camas, por lo que podían bajarse fácilmente si así lo deseaban.

    —¿Dormiste bien, pequeñita?

    —Sí. Tengo hambre.

    —Por supuesto. Busquemos a tu hermano y comeremos todos juntos.

    —Bennie está durmiendo. —Lilli se frotó un ojo con el dorso de la mano.

    —Entonces despertémoslo, —dijo Jamie y llevó a Lilli de regreso al cuarto.

    Cuando ella entró, Benton estaba ya sentado en su cama. Le dirigió a Jamie una pequeña sonrisa, la cara más traviesa de todo Texas, y se cubrió, escondiéndose.

    —¿Dónde está Bennie? —Le preguntó Jamie a Lilli en tonos exagerados.

    Benton se rio.

    —No creo que esté aquí, ¿verdad, Lilli?

    —¡Se está escondiendo! —Lilli gritó, pateando sus piernas. Jamie bajó a Lilli y su hija corrió hacia la cama de Benton.

    —¡Lo encontré! —gritó, saltando sobre él.

    Jamie caminó hacia Benton y le hizo cosquillas, y Benton estalló en una carcajada que resonó por toda la habitación, un sonido que Jamie deseó poder envasar y conservar para siempre.

    —Vamos, no podemos dejar a Markie solo en la cocina por mucho tiempo, —dijo y tomó una mano de cada uno de los mellizos, llevándolos a la cocina.

    Puré de bebé para Markie y cereal para Lilli y Benton, era el menú de la mañana. Jamie se sentó a la pequeña mesa de niños con los mellizos y comió un tazón de muesli y yogurt con miel.

    Mientras comían, los niños balbuceaban sobre cosas pequeñas, y Jamie los miraba. Ella daba de comer a Markie, mientras comía su propio desayuno a intervalos. Cuando los mellizos se salieron de control, jugando con su comida o amenazando con tirar cosas, ella los detuvo con una palabra firme, pero la mente de Jamie seguía a la deriva.

    Estaba pensando en su madre.

    Había pasado un tiempo desde que su madre había dejado de ser parte de su vida. Y ella no conocía a los niños. Jamie no había querido correr el riesgo de que una mujer tóxica como ella, entrara en la vida de sus hijos.

    Pero su madre había estado pidiendo una segunda oportunidad. Quería intentar arreglar las cosas. Lo que fuera que significara eso. La madre de Jamie le había causado tantos problemas a ella y a Christine que era difícil dejar todo eso atrás y dejar que su madre regresara como si nada hubiera pasado.

    Todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no? ¿Pero una tercera, cuarta, o quinta? Jamie no estaba segura de cómo se sentía al permitir que su madre volviera a su vida. No estaba segura de estar lista para eso todavía. ¿Y cómo podía proteger a sus hijos?

    Era una decisión difícil de tomar. El primer instinto de Jamie era mantener a sus hijos lo más lejos posible de su madre. Pero la mujer seguía siendo su madre. No siempre era fácil alejarla. Y a veces, poder reconciliarse era todo lo que Jamie quería.

    ¿Pero a qué precio?

    —¡No! —gritó Lilli y arrojó su cuchara a Benton, quien inmediatamente se echó a llorar.

    —¡Lillian! —gritó Jamie e inmediatamente volvió al presente. Ella no debería ausentarse tan profundamente. —Eso es muy, muy grosero.

    Lilli también comenzó a llorar. Jamie suspiró y presionó su mano contra su frente. Como los mellizos lloraban, Markie también comenzó a llorar.

    —Está bien, estás castigada, —le dijo Jamie a Lilli—. Tres minutos. —Un minuto por cada año; y Lilli tenía tres. Era mucho tiempo para un niño pequeño, pero Jamie no quería darles nalgadas a sus hijos a menos que fuese necesario.

    Lilli solo lloró más fuerte. Se suponía que las lágrimas suavizarían el corazón de Jamie, y por lo general lo hacían. Pero fue grosera y lastimó a su hermano. La maternidad era difícil. Pero a veces ser estricta era la única opción.

    Markie comenzó a gritar y Benton, que solo había estado lloriqueando, comenzó de nuevo.

    —Toc-toc, —tocó Brianna desde la puerta principal.

    —¡A tiempo!

    —Aquí, —respondió Jamie, y Brianna entró a la cocina.

    —¿Qué pasa? —preguntó, mirando a Jamie. Jamie agradeció que Brianna le preguntara primero a ella en lugar de consolar de inmediato a los niños.

    —Lilli está castigada y debe irse a la silla de la reflexión ¿no es así Lilli? —dijo Jamie, en lugar de responder. Lilli hizo un puchero y corrió hacia la esquina con ojos enojados, obedeciendo a mamá. Jamie se volvió hacia Brianna. —Ella lastimó a Benton. Y Markie rompió en llanto.

    —Oh, cariño, —dijo Brianna—. Déjame cuidar de él y tú cuidas de Benton.

    Jamie asintió con la cabeza. Brianna era un salvavidas. ¿Quién hubiera sabido que tener una niñera sería una bendición?

    No le tomó mucho tiempo calmar la situación solo con dos de los niños. El tiempo de reflexión de Lilli había terminado. Le pidió perdón a Benton después de que Jamie hablara con ella, y lo abrazaron. Y por algún milagro, Brianna consiguió que Markie terminara todo su puré, hasta el último bocado.

    —Voy a cambiar a este jovencito, —dijo Brianna, levantando a Markie de la sillita.

    —Y vamos a poner una película, —dijo Jamie.

    Después de colocar la película para los mellizos y de que Brianna regresara, Jamie fue a su habitación. Tenía que hacer mandados. Agarró su teléfono y notó un mensaje de texto de Alex. Ella sonrió. Estaba ocupado, pero su esposo era un amor. ¿Quién enviaba un mensaje de texto justo después de las 5 a.m. para decirle a su esposa que la amaba y que no quería despertarla antes de irse a trabajar? Ese era su esposo. Ahora, si tan solo no le acumulara trabajo en la oficina para el día siguiente cuando ella volviera.

    Ella le devolvió un corazón y luego se vistió en un tiempo récord, se puso un mínimo de maquillaje y se pasó un cepillo por el pelo antes de volver con los niños para despedirse de ellos. No lloraban ni se quejaban, lo que hacía un poco más fácil irse y dejarlos.

    Estaban en buenas manos con Brianna. El clima estaba mejorando, para que pudieran salir al parque, y Brianna era excelente en mantenerlos entretenidos. Jamie no tenía idea de cómo la joven chica los tranquilizaba tanto. Ella solo tenía el toque mágico.

    ***

    Después de un largo y ocupado día, Jamie regresó a casa a tiempo para que Brianna se fuera. Los niños ya estaban bañados y había comido, y estaban felices de verla. Jamie comenzó a preparar la cena para que estuviera caliente cuando su esposo regresara.

    Justo después de las seis, Alex llegó. Los mellizos saltaron y corrieron hacia él.

    —¡Papi!

    —Ahhh! ¡Un ataque de osos! Alex gritó y dejó caer su maletín, arrodillándose para poder abrazarlos a ambos. Se rieron y chillaron, y Alex fingió que habían logrado derribarlo al suelo. Jamie se echó a reír, mirando a su familia.

    —¿Dónde está mi hombrecito? —preguntó Alex, caminando hacia Markie, que jugaba con bloques en la alfombra. Levantó a Markie y lo abrazó antes de atraer a Jamie para un beso.

    —Y mi niña grande, —dijo con un guiño—. ¿Cómo estás?

    Jamie se echó a reír cuando se apartó de él. —Tu niña grande podría necesitar un poco de atención y cariño después del día de hoy. Pero estuvo bien. —Él le dirigió una sonrisa, y recorrió su cuerpo con sus ojos haciendo sonrojar a Jamie. Tenía sobrepeso cuando se conocieron, pero Alex se había enamorado de ella de todos modos. Ella había perdido peso, sabiendo que lo estaba haciendo por ella, porque él la aceptaba sin importar nada. Pero verse bien para Alex era un gran aporte a auto confianza.

    Con Alex allí, Jamie podía concentrarse en terminar la cena sin tener que dividir su atención y, tan pronto como ella les sirvió, Alex fue a cambiarse el traje. Los tres niños estaban estacionados alrededor de la mesa del comedor en sus sillas, los mellizos comían solos y Alex alimentaba a Markie mientras hablaban.

    Cuando terminaron de cenar, Alex y Jamie pusieron a

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