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El universo mítico de Macu
El universo mítico de Macu
El universo mítico de Macu
Libro electrónico117 páginas1 hora

El universo mítico de Macu

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Información de este libro electrónico

Macu es una niña pequeña que vive en la época de los años ochenta del siglo xx, y su vida transcurre entre la realidad cotidiana y un universo imaginario donde habla con seres especiales que le ayudan a resolver los problemas que la vida cotidiana le plantea.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 jul 2018
ISBN9788417435981
El universo mítico de Macu
Autor

Inmaculada Lerma Lerma

INMACULADA LERMA LERMA nació en La Gineta (Albacete) en el año 1979, vivió allí su infancia y adolescencia y estudió en el colegio público Mariano Munera y en la Universidad Laboral de Albacete realizó sus estudios de ESO. En su juventud se trasladó a vivir a la capital a Albacete y allí realizó su Licenciatura en Humanidades en la Universidad de Castilla La Mancha y en la actualidad es profesora de secundaria de Lengua Castellana y Literatura.

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    El universo mítico de Macu - Inmaculada Lerma Lerma

    Inmaculada Lerma Lerma

    El universo mítico de Macu

    El universo mítico de Macu

    Inmaculada Lerma Lerma

    Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © Inmaculada Lerma Lerma, 2018

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

    universodeletras.com

    Primera edición: julio, 2018

    ISBN: 9788417435332

    ISBN eBook: 9788417435981

    A todos los niños y niñas,

    y en especial a los que fueron

    niños y niñas en los ochenta.

    Capítulo 1

    Las tres brujas de la guardería

    Un buen día la madre de Macu decidió, que sería beneficioso para su hija llevarla dos horas al día a la guardería, para que se fuera acostumbrando a tener relación con otros niños en un ambiente distinto al de casa. Así que aprovecharon la media hora de almuerzo de papá, que al vivir y trabajar en el mismo pueblo se podía permitir el lujo de almorzar en casa, para que subiera a Macu a la guardería al terminar su almuerzo y luego, algunas veces la recogía su madre, otras su abuelo y excepcionalmente era otra vez papá el que iba a buscarla.

    Su padre solía llevar una cazadora negra de cuero y la subía en su bicicleta de ciclista, ella se sentaba encima de la vareta de en medio y se sujetaba con las manos puestas en el manillar fuertemente, agarrada justo como le explicaba su padre y levantaba las dos piernas hacia arriba para no meterlas en una rueda. La postura era bastante incómoda pero tardaban sólo cinco minutos en llegar, por lo que se podía aguantar, además a Macu le encantaba ese trayecto porque siempre iba fantaseando conque era ella la que conducía la bicicleta, y por eso se lo pasaba muy bien.

    Cuando llegaban, alguna de las señoritas encargadas de la guardería estaba asomada a la puerta, pues eran muy pícaras. Rosario, era la más protectora con Macu, la que mejor la comprendía y cuidaba. A Macu le gustaba el olor de la crema de sus manos, y pensaba que nunca había visto a una persona más buena que ella. Asunción que tenía el pelo largo, lacio y tan negro como el carbón, era muy inteligente, sabía muchas cosas sobre la vida y hablaba despacio vocalizando exageradamente y remarcando todas las consonantes. Y, finalmente, Mª Angustias era la más graciosa, aunque a Macu no le hacía ninguna gracia cuando la hacía rabiar, porque le decía cosas para chincharla. Pero a pesar de todo, a Macu no le gustaba ir a la guardería.

    Un día su padre llamó a casa, a primera hora de la mañana, para avisar de que ese día no bajaría a almorzar, porque le había surgido una reunión muy importante en el trabajo, y por lo tanto, tampoco podría llevar a Macu a la guardería, pero que en su lugar iría su abuelo.

    Tardaron en pasar, simplemente unos cuantos minutos, cuando sonó el timbre de la puerta, Macu salió corriendo hacia el recibidor, su madre iba tras ella.

    —¿Quién es? ¿quién es? —Iba preguntando Macu impacientemente por el camino.

    —No lo sé, Macu. Voy a ver. Déjame que abra la puerta.— Replicó su madre asomándose por la mirilla. —¡Anda, mira, si ya está aquí el abuelo!

    Macu se puso muy contenta, aunque no sabía si su abuelo iba a conocer el camino de la guardería, y no sabía si iba a saber llevarla.

    —¡Y viene con el primo! —añadió su madre con tono de sorpresa.

    —¡Hola! —dijo el abuelo muy sonriente y contento.

    —¡Qué! ¿Le han dado trabajo a usted esta mañana? —Le preguntó la madre de Macu.

    —¡Sí! —contestó el abuelo riéndose. — ¡Mira qué trabajo me ha salido tan laborioso! ¡Venga, vámonos que no lleguemos tarde!

    Macu les dio un beso a su abuelo y a su primo que era un año más pequeño que ella. No le hacía mucha gracia la idea de tener que compartir a su abuelo con nadie, porque lo quería para ella sola. Pero claro, eso no podía ser porque también era el abuelo de sus primos y de su hermano. Así que se cogió de la mano que le quedaba libre a su abuelo y así se fueron los tres andando hasta la guardería.

    Esa mañana hacía un buen día muy soleado, por el camino Macu preguntó preocupada:

    —Abuelo.

    —¿Qué?

    —¿Tú te conoces el camino de la guardería?

    —Pues, no me lo sé muy bien.— Contestó riéndose el buen hombre.

    —¿No te lo sabes?— Volvió a preguntar Macu todavía más preocupada.

    Su abuelo retorció la cabeza dejando escapar entre sus labios encubridores las muecas incipientes de una sonrisilla picarona y las siguientes palabras:

    —No, no me lo sé, me parece que no me acuerdo.

    Macu se quedó pensativa retorciendo la boca y cucando los ojos y ya exclamó por fin:

    —¡No te preocupes abuelo! Si no te acuerdas del camino, nosotros te lo decimos.

    —¡Vale!— dijo el abuelo sin parar de reír. —A ver ¿por dónde hay que ir?

    —Pues ahora por allí— dijo su primo señalando con el dedo, y continuó:

    —Luego allí, tuerces por allí, y al volver esa calle ya es todo recto hasta el final.

    —Sí, es así. ¿Ya te lo sabes, abuelo? —preguntó Macu.

    —Sí, sí. Ya me lo sé.

    Macu no sabía por qué su abuelo se reía tanto. Y preguntó:

    —Abuelo, ¿por qué te ríes tanto?

    —Ea, no sé, porque me da la risa.

    Entonces se quedaron callados, como si un ángel hubiera pasado por allí, y Macu empezó a prestar atención al ruido que hacían los zapatos de su abuelo cuando rozaban el asfalto gris con la suela. Era un ruido que a Macu le gustaba.

    —Abuelo.

    —¿Qué?

    —Me gusta el ruido que hacen tus zapatos.

    —¡Ah! ¿Sí?

    —Sí, hacen un ruido muy bonito.

    —Ah, no me había dado cuenta.

    Macu iba andando embelesada, sintiendo el roce de la mano suave y arrugada de su abuelo, sintiendo el roce suave de la lana de la chaqueta de su abuelo en su pelo que se le enganchaba y sintiendo el cosquilleo que le subía por el cuerpo al escuchar el roce de la suela de los zapatos de su abuelo y también, el roce suave del sol sobre sus pequeños ojos guiñados.

    —¡Mira ahí está la guardería!— exclamó su primo sacando a Macu de la abstracción en la que se había sumergido.

    Una de las señoritas de la guardería que tenía la cabeza asomada a la puerta gritó hacia adentro:

    —¡Salir chicas que vienen Macu y Juanmi! ¡Venir, vamos a recibirlos! ¡Vienen con su abuelo!

    En tres segundos ya estaban las tres asomadas a la puerta. Y Macu dijo entre dientes:

    —Ya están ahí las tres brujas de la guardería.

    —¿Qué?— replicó su abuelo. Y añadió riñéndola: —¡Eso no se dice!

    —Sí, eso no se dice.— Repitió Macu con tono de conformismo. Agachó la cabeza, se despidió con un beso y fue a pasar a la guardería, pero la señorita Mª Angustias la detuvo y le preguntó:

    —Macu ¿te gusta venir a la guardería?

    —No.— contestó ella mirando de reojo para el suelo y con cara seria.

    —¿Por qué no te gusta venir aquí?— continuó preguntando Mª Angustias.

    —Porque aquí estáis todos locos.— respondió Macu con tono serio y uniforme.

    Mª Angustias como siempre explotó a reír a carcajadas cogiéndose la tripa con la mano compartiendo risas con el abuelo. Siempre estaba compartiendo risas con alguien a costa de Macu y por eso Macu le tenía manía.

    —¡Anda pasa Macu!— agregó Rosario empujándola hacia adentro suavemente.

    Aquel día, cuando su abuelo la dejó allí, junto con su primo, parecía que iba a ser un día rutinario y normal, como todos los días, pero Macu no sospechaba que pasaría algo tan especial que lo recordaría siempre, durante toda su vida.

    Capítulo 2

    El gato que habla

    A la guardería sólo iban niños, no iba ninguna niña, rara vez había estado alguna niña, y los niños allí, normalmente jugaban de una manera que a Macu no le

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