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Sentirse bien en el aula
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Libro electrónico217 páginas2 horas

Sentirse bien en el aula

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Información de este libro electrónico

Para el profesor, por la importancia social de la labor que desarrolla como educador de miles de alumnos a lo largo de su carrera, sentirse bien consigo mismo y con los demás puede considerarse no solo un derecho, sino también un deber. En esta obra se examinan teorías, dinámicas y técnicas para mejorar sustancialmente la convivencia en el aula desde la perspectiva de la búsqueda del sentirse bien del profesor.
IdiomaEspañol
EditorialPPC Editorial
Fecha de lanzamiento25 abr 2014
ISBN9788428826600
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    Vista previa del libro

    Sentirse bien en el aula - Franco Voli Ferrari

    «Convivencia no es decirle al otro lo que hace mal,

    con la expectativa de que corrija lo que le hace sentirse

    mal, sino decidir lo que ambos necesitamos y podemos

    hacer para sentirnos bien, y ayudarnos mutuamente

    a actuar para conseguirlo.»

    Quiero expresar un agradecimiento muy especial a mi mujer,

    Ann, que llevó a cabo una investigación exhaustiva sobre

    muchos de los temas tratados y los puso a punto conmigo

    en los cursos que impartimos juntos. También a Catalina Quiroz

    y Juan José Roca, que durante años han colaborado conmigo para promover la concienciación de los profesores a ser ellos mismos

    un modelo de autoestima y convivencia en el aula para sus

    alumnos. Igualmente agradezco a todos los participantes

    en nuestros cursos sus aportaciones y sugerencias con respecto

    a varios temas tratados en este libro.

    INTRODUCCIÓN

    LA IMPORTANCIA DE SENTIRSE BIEN

    PARA EL EDUCADOR

    El tema básico de este libro es el de ver cómo se puede motivar y ayudar al profesor a sentirse bien consigo mismo y con los demás, sea cual sea su situación emocional. La razón de esta búsqueda y propósito es que, cuando la persona se siente bien consigo misma y con los demás, en general tiende a abrirse a las posibilidades y a la mejora de sus propias relaciones intra e interpersonales. Y esto es un factor prioritario si queremos crear situaciones de convivencia sostenida en el aula. Esto quiere decir que, desde la perspectiva del sentirse a gusto consigo mismo y con los demás, todos tenemos la posibilidad de crear unas buenas relaciones en nuestra vida personal y profesional, actuando directamente sobre la búsqueda de nuestro bienestar. A su vez, nuestro bienestar depende mucho del bienestar de la gente que nos rodea y, por tanto, si queremos sentirnos bien con nosotros mismos de forma sostenida, necesitamos contribuir a generar bienestar también en las demás personas de nuestro entorno.

    1. El derecho y el deber de sentirse bien

    Partimos de la convicción de que todos los seres humanos, por el hecho de serlo y de tener uso de razón, cada uno con más o menos dificultades, según nuestra situación emocional, tenemos el derecho de sentirnos bien por ser personas en aprendizaje y crecimiento continuos. De nosotros depende decidir si queremos reclamar este derecho en nuestra propia actuación personal y profesional.

    Si para todos sentirse bien es un derecho, para los profesores, por la labor que desarrollan, sentirse bien consigo mismos y con los demás no es solo un derecho, sino también un deber; un deber evidentemente muy placentero, pero de todas formas un deber. Como educador de miles de alumnos a lo largo de su carrera, el profesor que quiere ser un educador eficaz y afectivo y marcar una verdadera diferencia en la formación personal –además de en la preparación académica– de estas miles de personas, necesita asumir como suyo este derecho y este deber.

    Una de sus primeras tareas al respecto es la de concienciarse a sí mismo de que el aprendizaje es placentero si se acepta que lo sea. En este sentido, aunque a menudo no nos demos cuenta de ello y a veces no lo llevemos a cabo, también la convivencia en el aula es un aprendizaje que depende del grado de bienestar que el profesor ha sabido crear en sí mismo y en sus alumnos. La labor que el profesor desarrolla en su aula para practicar y enseñar convivencia desde la perspectiva del bienestar común, le puede ayudar notablemente a conseguir su propia satisfacción y crecimiento personal. Le da la posibilidad de recibir en el aula, de forma continua y directa, un feed back o retroalimentación de refuerzo sobre su propia labor y resultados.

    Somos conscientes de que se trata de unas declaraciones de principio bastante fuertes y que pueden chocar con las convicciones de muchas personas, acostumbradas a verse a sí mismas y a los demás como víctimas de un sistema que no considera a las personas como autores de su propia realidad. A lo largo de los capítulos de este libro examinaremos distintas formas de abordar el tema. Descubriremos cómo hacerlo de forma placentera y motivadora para llegar a conseguir los resultados que nos interesan con respecto a nosotros mismos y a nuestros alumnos.

    No se trata de algo nuevo. Posiblemente cada lector ya está haciendo algo o mucho de lo que se le propone. Siempre ha habido y hay educadores que han trabajado estos temas de forma natural y espontánea, consiguiendo probar, directamente en acción, que sentirse bien consigo mismo y con los demás en un contexto escolar es posible, merece la pena y se puede enseñar. Estos educadores han aprendido ellos mismos y han enseñado y enseñan a sus alumnos a conseguir los mejores resultados de su propia actividad y esfuerzos. Han aprendido y enseñan a transformar expectativas en decisiones que ayudan a transformar en realidades. Esto les ha permitido y permite crear situaciones en el aula que evitan o limitan frustraciones y enfrentamientos con el fin de la creación de la convivencia y del bienestar emocional de todos.

    De la forma en que lo han aprendido y aprenden, estos educadores son capaces de enseñarlo, modelándolo en su familia y en el aula. Así como ellos lo han hecho de forma natural y espontánea, ya que es parte de su filosofía de la vida, los que no tienen esta apertura natural pueden aprenderla y practicarla en su día a día. Enseñar convivencia en el aula, desde esta perspectiva, puede ser un incentivo y una ayuda importante para conseguirlo. Pueden aprender a ser tolerantes y practicarlo, a ser empáticos, comprensivos, a estar dispuestos al dialogo, motivados en buscar y encontrar soluciones, asertivos, pro-activos y muchas más características que definen a la persona con autoestima y que coinciden con las de las personas que se sienten bien consigo mismas y con los demás.

    Así pues, en este libro buscamos la forma de aprender a conectar con:

    Una vez que hayamos asumido que estos conceptos y actitudes pueden formar parte de nuestra propia forma de ser, y que lo podemos hacer y enseñar a nuestros alumnos como algo que es parte de la esencia del ser humano, ya hemos dado un paso importante para practicar el sentirnos a gusto con nosotros mismos y con nuestro entorno. Se trata de una labor continua que adquiere cada día más una consistencia mayor.

    Mientras escribo estas páginas, mis colaboradores y yo continuamos trabajando el tema en nosotros mismos y nos sentimos cada día más motivados para compartir nuestras experiencias y reflexiones al respecto. Estamos profundamente convencidos de que, si queremos que el sistema educativo sirva para mejorar la convivencia intra e intergeneracional, se necesita crear programas que sirvan de motivación para estos objetivos. Necesitamos conectar con nuestra racionalidad cognitiva, para que nos motive a actuarlo en nuestra realidad, en cuanto se trata de una posibilidad a nuestro alcance. Para conseguirlo, necesitamos modificar algunas o muchas de las pautas de comportamiento relacional que vayamos viendo cómo no nos han funcionado de forma satisfactoria hasta ahora. Cuando nos damos cuenta de lo que nos limita en la consecución de satisfacción y éxito nuestros y de los demás –alumnos nuestros incluidos–, podemos motivarnos, cada día más, para sustituir lo que no nos sirve.

    Este es el concepto que está en la base de este libro y es un mensaje que queremos dirigir directamente al profesorado como elemento de reflexión y acción en su vida personal y profesional.

    2. Revisión de lo leído (método ORID)

    Después de cada capítulo formularemos al lector una serie de preguntas para que pueda centrarse en lo que ha leído y revisar su interpretación y la posible aplicación a su propia realidad. Para ello vamos a utilizar el método ORID ¹, que enfoca las preguntas dirigidas a nosotros mismos desde cuatro distintas perspectivas naturales.

    Las preguntas se enfocan respectivamente sobre:

    O (de objetivo): la información recibida a lo largo del capítulo leído.

    R (de resonancia): la resonancia emocional que ha motivado en nosotros lo que hemos leído.

    I (de interpretación): la forma en que hemos interpretado y cómo interpretamos ahora lo que recordamos.

    D (de decisión): las decisiones que nos vienen a la mente al revisar el evento y nuestras correspondientes emociones.

    Estas preguntas nos permiten conectar de forma estructurada con nuestros recuerdos y emociones de ahora y del momento de la lectura. Nos ayudan a darle al contenido del libro una percepción e interpretación objetiva y subjetiva al mismo tiempo, que nos permite reflexionar individualmente o en grupo sobre lo que nos ha llamado la atención del tema tratado. De esta forma nos facilita la toma de decisiones sobre actuaciones futuras que decidamos llevar a cabo, creando referentes basados, a veces, en hechos y sentimientos realmente vividos, y en algunos casos en situaciones virtuales imaginadas o visualizadas.

    El ejercicio:

    Es importante que esta revisión la hagamos por escrito, ya que de esta forma podemos tener más tranquilidad y tiempo para responder. Así que tomemos bolígrafo y papel, y manos a la obra (sin ansiedad ni agobio).

    Las respuestas a las preguntas tienen que ser elaboradas con el mayor número de detalles y, una vez terminadas, podemos leerlas en voz alta, fijándonos en cómo nos sentimos cuando las escuchamos de nuestra propia voz. Esto nos ayuda a reconocer, ampliar y reforzar las ideas, soluciones e intuiciones que se nos hayan ocurrido a lo largo de las páginas que hemos leído.

    CAPÍTULO 1

    EL PORQUÉ DE LAS LIMITACIONES INDIVIDUALES

    Uno de los problemas del sistema educativo es que todavía no ha aceptado plenamente que la educación escolar no se dirige simplemente a enseñar contenidos. Su mayor tarea es la de formar personas, en la escuela y desde la escuela, que tengan una suficiente auto-disciplina y una responsabilidad consciente de sí mismas y de sus acciones. Una vez que se hubiera aceptado oficialmente que este es el objetivo fundamental de la escuela, tendríamos la posibilidad de aclarar lo que se puede hacer y lo que hay que hacer para poner a los profesores en condiciones de actuar en este sentido en sus aulas.

    Actualmente, esta labor es terreno reconocido de las familias, y la mayoría de ellas aparentemente consiguen, como lo han hecho nuestros padres en el pasado, unos resultados socialmente aceptables. Lo que dificulta las cosas es que, en los diferentes niveles educativos, existe una minoría de alumnos que manifiestan comportamientos conflictivos. Estos, aunque se trate de una minoría, crean dificultades para los profesores y perjudican la consecución del bienestar emocional que todos deseamos dentro de las aulas. La situación de estos alumnos nos lleva a reflexionar sobre la posibilidad de que el problema sea más amplio y que, en términos generales, por debajo de la conformidad de la mayoría de los alumnos con el sistema, exista en la escuela una actitud de supervivencia más que de bienestar y convivencia compartida.

    Nos preguntamos si la escuela, en lugar de ser un centro de aprendizaje placentero, no se ha transformado para los alumnos en un mal mayor o menor, según los casos; algo que hay que aguantar, pero que no es fácil o incluso no es posible disfrutar. Esto se refleja en actitudes reactivas en lugar de acciones pro-activas que lleven a crear relaciones abiertas y satisfactorias. El sistema no motiva para crear situaciones de convivencia creativa, y las dinámicas de relación que se desarrollan en el aula se basan, demasiado a menudo, en la mortificación de los egos más que en el realce del yo de cada uno.

    Por esta razón, este libro, además de querer ser un elemento de reflexión, busca ser también un manual para motivar acciones prácticas por parte de los lectores que quieran conseguir resultados de forma inmediata. Quiere transmitir algo que mantenga viva su atención en las posibilidades de contribuir a una transformación del sistema y que les motive a llevar a cabo en su aula la búsqueda de nuevas perspectivas educativas que mejoren comportamientos y relaciones en el ámbito escolar.

    Pensamos que con la colaboración de todos podemos conseguir una estructura del sistema que permita crear la base de una buena convivencia, desde el bienestar compartido, en nuestras vivencias de todos los días, y no solo en el aula.

    1. No se enseña la importancia de sentirse bien

    En este momento podemos preguntarnos por qué la mayoría de las personas no conseguimos sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás de forma natural. La respuesta básica es que a menudo no nos lo han enseñado desde niños, ya que, a su vez, no se lo habían enseñado anteriormente a nuestros educadores, padres y profesores. La mayoría de las personas no hemos aprendido de nuestros mayores a enfocar nuestra atención consciente hacia la búsqueda del sentirnos a gusto con nosotros mismos y con los demás como un objetivo natural, legítimo y alcanzable para los que se lo propongan.

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