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El arte de ser abuelos
El arte de ser abuelos
El arte de ser abuelos
Libro electrónico275 páginas6 horas

El arte de ser abuelos

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Este es un libro pensado para abuelos que quieren ser más felices en el día a día, en las relaciones consigo mismos, con sus hijos, con sus nietos y demás personas de su entorno. Abuelos que quieren participar y disfrutar en la tarea de formación de sus nietos, sin por ello renunciar a las propias ocupaciones, diversiones y necesidades.Un libro para abuelos que al estar con sus nietos, en el fondo siguen educando y transmitiendo valores, pero de distinta forma a la que lo hicieron con sus hijos. Un buen libro para regalar a las personas mayores en su oficio de ser abuelos.
IdiomaEspañol
EditorialPPC Editorial
Fecha de lanzamiento1 jun 2013
ISBN9788428823111
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    El arte de ser abuelos - Franco Voli

    Cultiva el hábito de ser feliz. Tú mismo tienes que hacerlo.

    Nada ni nadie puede hacerlo por ti.

    No hay un camino para la felicidad. ¡La felicidad es el camino! Así, aprovecha todos los momentos que tienes. Los aprovechas más si tienes a alguien especial para compartir, lo suficientemente especial para pasar el tiempo... Y recuerda que el tiempo no espera a nadie. Por tanto, deja de esperar... de esperar hasta que termines o vuelvas a la Facultad; hasta que pierdas o ganes cinco kilos; hasta que hayas tenido hijos o hasta que se hayan marchado de casa; hasta el viernes por la noche o hasta el lunes por la mañana; hasta que hayas comprado una casa nueva o hasta que la hayas pagado; hasta el próximo verano, primavera, otoño, invierno; hasta que mueras; hasta que nazcas de nuevo. ¡No hay hora mejor para ser feliz y hacer felices a los demás que AHORA MISMO!

    La mente a veces se queda estancada. Por tanto, tenemos que continuar trabajando los diversos temas una y otra vez. Sin embargo, cuando hemos estado practicando y hemos adquirido la destreza, entonces nos quedamos más tranquilos y seguros. La serenidad se hace nuestra naturaleza. Podemos comprobar que hemos mejorado mucho en nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás. En cuanto una persona ha aprendido a nadar, nunca puede desaprenderlo, incluso aunque no lo haya hecho durante mucho tiempo. De forma semejante, con la práctica, la mente aprende a reconocer cómo soltarse. Así que, cuando hay un acontecimiento, la mente, sin esfuerzo y de forma natural, reconoce las propias habilidades y las aplica a su día a día.

    INTRODUCCIÓN

    Este libro está escrito para los abuelos ¹ que queremos:

    En otras palabras, vamos a descubrir que es importante poder ser unos abuelos contentos y ser conscientes de serlo para poder ser unos abuelos fantásticos que marcan una diferencia en el entorno familiar en que se mueven.

    Nos vamos a dar cuenta también de que conseguirlo es algo que depende en gran parte de nosotros, si aceptamos que podemos ser efectivamente unos abuelos fantásticos y nos motivamos para actuar al respecto.

    Todos tenemos mucho que aprender, empezando por el amor, la comunicación, las relaciones, la empatía y otras asignaturas que no hemos aprendido suficientemente en el pasado. Por ejemplo, con respecto al amor, no hemos aprendido a amarnos a nosotros mismos como medio de poder amar a los demás. Tampoco hemos conseguido sobresaliente en paternidad; aunque lo hayamos hecho de la mejor forma que sabíamos.

    El objetivo que nos proponemos ahora es el de aprender a hacerlo mejor como abuelos, y el mejor camino es buscar la forma de hacerlo mejor como personas. Las experiencias que tuvimos como padres en realidad pueden ayudarnos a aprender a ser unos abuelos que marcan una diferencia muy positiva en la vida de nuestros nietos y, en esta nueva etapa de nuestras vidas, volver a serlo también en la vida de nuestros hijos.

    Según varias fuentes, incluido el psicólogo y escritor Erich Fromm, el amor es un arte que todos tenemos dentro, pero que necesitamos refrescar para que podamos ser verdaderamente eficaces en nuestra vida de relación. Hay que aprender sobre el amor como se aprende sobre un arte –El arte de amar–; esto incluye lo teórico y lo práctico y nuestra propia intuición en la aplicación del amor en nuestras vidas.

    Las personas queremos ser amadas, pero si no averiguamos nuestra propia forma de amar y si no aprendemos nosotros mismos a amar de forma incondicional, nos limitaremos a considerar el amor desde la perspectiva de cómo nos quieren los demás y cómo queremos que nos amen. Esto nos limita y no es suficiente para ser abuelos felices, que es lo que queremos ser.

    Para este fin, los abuelos podemos decidir cómo queremos que sea nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos con nuestros nietos, con nuestros hijos y con los demás miembros de la familia, para transmitir el amor que tenemos dentro. Para ello, podemos hacer una labor de autoconocimiento y una revisión que nos abran a superar barreras emocionales y aprender algunas dinámicas interactivas de comportamiento, lo más grato y lúdico posible, sobre cómo llegar a ser un modelo y un ejemplo de persona para nuestros nietos.

    Mediante el ejemplo podemos motivar actuaciones positivas de nuestros hijos con nosotros y con sus propios hijos, y de nuestros nietos con nosotros y con sus padres. Servirá para la mejora de las dinámicas de relación intra e interpersonales dentro de la familia nuclear y extendida.

    Muchos de nosotros necesitamos sanar situaciones emocionales anteriores que pueden interferir en las relaciones mutuas y crear insatisfacción e incluso resentimiento en alguna de las partes.

    Muchos abuelos de hoy ya no son lo que eran cuando eran padres. Han aprendido, directamente de la vida, formas distintas de relacionarse y comunicarse, y están abiertos a buscar con sus nietos alternativas mejores a las que utilizaron con sus hijos.

    Los que sienten este empuje interior desde la conciencia de no haberlo hecho tan bien en la educación de sus hijos se pueden sentir motivados desde su cariño e interés hacia sus nietos a buscar ahora la forma de hacer algo para conseguir una convivencia en que cada miembro de la familia se motive a hacerlo lo mejor posible. Cuando mejoramos las relaciones con nuestros hijos conseguimos que las nueras y los yernos acaben sumándose ellos también a esta revisión emocional, y se abran a entrar en la alianza, aportando su colaboración incondicional.

    Una labor de revisión emocional propia y de parte de nuestros hijos y sus parejas ayuda a sanar viejas heridas y a mejorar las relaciones mutuas cuando no resulten ser lo suficientemente abiertas para facilitar la convivencia y el afecto mutuo extendido a toda la familia. A abuelos, padres y nietos, como familia, nos interesa escoger ser aliados en una tarea común tan importante como enseñar convivencia dentro de la educación de los niños para que puedan sentirse bien consigo mismos y con los demás como primer paso para ser felices.

    Aprender a educar

    Aprender a educar a los niños para que lleguen a ser personas optimistas y estén contentas en su vida de acción y relaciones es una asignatura que nuestra sociedad tiene todavía pendiente. Estamos motivados a educarlos para que tengan éxito y dinero y más cosas que les pueden ayudar en su vida, pero hemos dejado de lado el hecho básico de que aprendan cómo ser felices en su vida y en sus relaciones, y queremos educarlos para que aprendan a serlo. Se trata de un aprendizaje que, al igual que otros, necesita una comprensión previa

    1) de que podemos ser más felices si nos lo proponemos,

    3) de lo que es la educación para ser más felices,

    4) de lo que es la formación de la persona para que pueda aceptar y utilizar este aprendizaje.

    Si comprendemos cómo se forma la personalidad humana desde la infancia y aceptamos que la comunicación para relacionarnos mejor es un elemento que necesitamos aprender para que las relaciones funcionen, vamos a ser capaces de hacer una buena labor formativa como abuelos.

    De esta forma podremos aprobar, en esta etapa de nuestra vida, la asignatura de abuelos fantásticos que estamos empezando.

    Aprender a ser abuelo, desde esta perspectiva, es placentero y divertido si queremos que lo sea. Para ello, sin embargo, necesitamos estudiar, comprender y utilizar los recursos personales, sociales, intelectuales y afectivos por el solo hecho de ser personas que existen en cada uno, empezando por nosotros.

    Yo, en mis tiempos, no lo hice lo suficientemente bien como padre, y mi mujer tampoco como madre. Empezamos a preocuparnos y a estudiar la asignatura de ser padres solo después de no aprobar, y entonces, al enterarnos de que había formas mejor de hacerlo, nos pusimos los dos a trabajar y estudiar frenéticamente para recuperar el tiempo perdido. Era un poco tarde, ya que nuestros hijos ya habían crecido; sin embargo conseguimos salvar todavía bastante del naufragio de nuestro barco familiar. No obstante, no pudimos evitar un gran número de disgustos previos que nos hubiéramos ahorrado de haber buscado antes formas alternativas de ser unos padres y unos educadores más efectivos, afectivos y conscientes.

    El precio más elevado lo pagaron nuestros hijos, que, por su parte, tuvieron que superar muchas más dificultades en su vida de las que hubieran tenido si nosotros hubiéramos estudiado antes formas de cómo ser padres, para ser más felices nosotros y nuestros hijos.

    Todos los abuelos, en principio, somos buenos abuelos. La «abuelidad» es un «sitio» muy especial para poder dar amor incondicional a otra persona por el solo hecho de ser nuestro nieto.

    Más o menos, todos los que conocimos a nuestros abuelos tenemos buenos recuerdos, y a veces hasta recuerdos entrañables, de ellos o de algunos de ellos.

    Lo importante es estar abiertos a querer a nuestros nietos de forma consciente y a querer ayudarles a desarrollarse como personas buenas, eficaces y de éxito. Al mismo tiempo, si esto no se cumple, necesitamos estar en la onda de aceptar a nuestros nietos por cómo son y por el solo hecho de ser. Son nuestros nietos y les queremos.

    Para ser abuelos, en principio no hacen falta libros o conocimientos especiales. La mayoría tenemos nuestras experiencias y a menudo simplemente actuamos por instinto.

    Sin embargo, como hemos dicho, en este libro estamos hablando de ser unos abuelos fantásticos que marcan una diferencia importante en el desarrollo de sus nietos, y esto requiere romper algunos esquemas y buscar y adquirir unos nuevos conocimientos y experiencias sobre el arte de relacionarse y comunicarse.

    Con este fin, y para abrirnos y motivarnos a actuar al respecto, muchos necesitamos llevar a cabo una revisión emocional personal que nos descubra que ser más felices en el aquí y ahora depende de nosotros. Posiblemente necesitemos aprender nuevas formas de comunicarnos con nosotros mismos, nuestra pareja, nuestros nietos y nuestros hijos, para conseguir que todos juntos hagamos posible la creación de una convivencia que funcione.

    Una buena convivencia entre todos facilita y permite el desarrollo de una personalidad sana, autorrealizadora, positiva, comunicadora, respetuosa y aceptadora en nuestros nietos, además de ayudarnos a mejorar la forma como lo hacemos nosotros y nuestros hijos.

    Actuación de los abuelos

    La contribución educativa del abuelo, inspirada en valores auténticos, puede tener una relevancia considerable para el desarrollo personal y la riqueza de la socialización del niño.

    Los nietos aprenden valores de varias fuentes, empezando por los padres. El abuelo necesita ser consciente de la posición moral, intelectual y emocional de sus nietos, aceptando sus valores y perspectivas, y no tiene que imponer a los nietos los suyos, tratando de plasmarlo a su imagen y semejanza.

    Necesita aceptar a los niños como son y aprender de ellos al mismo tiempo que les ayuda a comprenderse mejor con la ayuda de sus propios valores.

    Los abuelos podemos desarrollar una relación basada en la comprensión y el amor mutuos. Por consiguiente, tenemos que ser capaces de escuchar y comprender la posición de nuestros nietos creando un dialogo permanente sobre la esencia de ser personas. Por ello, si queremos contribuir a la educación de los niños y queremos transformar la relación en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento mutuos, tenemos que ponernos al día sobre el significado de la educación y sobre las pautas de formación de la personalidad de nuestros nietos.

    Para conseguirlo, por nuestra parte, necesitamos mantenernos activos, cultivando intereses y relaciones sociales, autoeducándonos (por ejemplo, podemos frecuentar cursos de las Universidades de Mayores) y aprovechando nuestros propios potenciales creativos. Tenemos que sentirnos cómodos con nuestra edad y con la realidad en que vivimos, sin ampararnos en recuerdos del pasado ni en expectativas del futuro, sino vivir plenamente el presente aceptándolo y desarrollándolo cada día.

    Los abuelos necesitamos también ser conscientes de que no tenemos la responsabilidad de educar a nuestros nietos. La tarea de educar, y por consiguiente la perspectiva disciplinaria de la relación dentro de la convivencia familiar, está en manos de nuestros hijos.

    Nosotros tenemos la mejor parte, la de ayudar a nuestros nietos a encontrar su propio yo, la de compartir con ellos, escucharlos y ser para ellos modelos de personas adultas que puedan ser tomados como puntos de referencia en su formación como personas.

    En nuestras relaciones con ellos podemos hacerles ver la importancia de vivir y actuar en el presente, en el aquí y ahora. Nos dejamos, en todo lo que podamos, de traumas del pasado y de expectativas sobre lo que queremos que sea el futuro de nuestros nietos. Este futuro es cosa de ellos. Nosotros nos limitamos a darles, a menudo con nuestro ejemplo, algunos conocimientos vitales que les pueden ser útiles en sus relaciones y en su propio desarrollo.

    Cuando hemos hecho una revisión emocional en busca de nuestra propia felicidad, les podemos ayudar a ser felices ellos mismos y a ayudar a su vez a los demás a conseguirlo. Contrariamente a lo que les puede parecer a muchos, esto de disfrutar todo lo que podamos como personas no es en ningún caso una forma de egoísmo o egocentrismo. Ser felices nos permite ayudar a los demás a serlo, empezando con nuestros nietos.

    No nos dejemos desmotivar por el miedo a la crítica. Si queremos marcar una diferencia en la vida, nuestra y de nuestra familia, como hemos visto, necesitamos romper muchos de los esquemas de convivencia que hemos utilizado hasta ahora, y esto posiblemente va a ser causa de incomprensión dentro de nuestro entorno, y quizá con nuestros propios hijos.

    La revisión emocional que sugerimos nos protege contra esta posible incomprensión. A tal fin tiene que ser lo más sencilla y placentera posible; algo que nos va a ayudar a definir y aplicar en nuestras relaciones los cambios que pensamos nos pueden ayudar en la búsqueda de nuestra felicidad y en la de nuestra familia.

    Las informaciones y sugerencias que vamos a proporcionar en este libro se dirigen a mejorar nuestra convivencia y, a partir de ahí, nuestra propia vida.

    Prepararnos para la tarea de ser abuelos fantásticos requiere una aplicación práctica en la vida de todos los días. Una vez en el camino y comprobado que podemos cambiar lo que pensamos que nos hace falta cambiar, ya estamos abiertos para continuar creciendo, incrementando nuestros conocimientos y nuestra motivación para ser abuelos felices. Es una práctica que podemos ir haciendo a lo largo de nuestra «abuelidad» gracias a los resultados de más lecturas, de una nueva interpretación de nuestras experiencias actuales y del pasado, y todas las informaciones que podamos conseguir dentro de la gran oferta que existe actualmente sobre el aprendizaje del amor, del bienestar emocional, del «bienser», de la educación, de los rituales sociales y de la propia felicidad.

    A primera vista puede parecer algo demasiado complicado y difícil, pero en realidad, una vez que hayamos empezado a hacer los primeros cambios en nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos, veremos cómo todo forma parte de una apertura consciente a reconocer en nosotros y en nuestros familiares la esencia básica del ser humano como personas.

    Como en todas las actividades humanas, la parte racional y la parte emocional intervienen en la toma de decisión con respecto a lo que podemos hacer cada uno para ser unos buenos abuelos.

    Directamente referido a los abuelos no hay mucho escrito. Sin embargo, hay una gran cantidad de material didáctico con respecto a la paternidad que nos puede aportar interesantes sugerencias indirectas sobre cómo ser abuelos. También hay mucho material disponible sobre lo que se puede hacer para llevar a cabo una revisión emocional que funcione. Solo se necesita decidirse a estudiar los temas que nos interesan y compartirlos con nuestros hijos.

    También podemos compartirlos con más abuelos si queremos formar un grupo de apoyo. Con este objetivo hay centros y cursos en que las personas jubiladas pueden conversar y dialogar sobre las mejores formas de aprender a ser abuelos y a sentirse bien en la tarea. Personalmente creo que se debería instituir una Facultad dedicada al tema de la «abuelidad» feliz en todas las universidades para mayores.

    En esta asignatura se podrían aprender formas para ser abuelos que marcan una diferencia en cómo funcionan sus familias y que disfrutan haciéndolo. La tendencia generalizada es la de pensar que es algo natural que se aprende de como lo hicieron con nosotros nuestros padres y nuestros abuelos, además de aprovechar nuestras propias experiencias personales dentro del día a día.

    Esto es verdad hasta cierto punto: actualmente se han definido y comprobado dinámicas de relación y educativas, estrategias y comportamientos que difícilmente se nos ocurren de forma natural y que es importante poder adquirir desde un aprendizaje teórico de cómo hacer las cosas de la forma más eficaz.

    Hay técnicas de comunicación, de autodisciplina, de creación de límites, de refuerzo emocional, de realce de la autoestima, de solución de problemas y conflictos desde el gano/ganas, de escucha activa, y más contextos educativos en general. Conocerlos nos permite a los abuelos decidir sobre la marcha la mejor forma de relacionarnos con los niños y, de paso, con nosotros mismos para que podamos llegar a ser modelos de personas felices, teniendo en cuenta las perspectivas teóricas y las situaciones personales de cada familia.

    Las sedes de las propias Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPAS) pueden ser un interesante punto de encuentro y referencia para discutir temas de la «abuelidad» activa. Ya los tocaremos más adelante.

    En definitiva, los abuelos pueden jugar, y en realidad desempeñar, de forma positiva o negativa, según los casos, un papel muy importante y hasta casi irreemplazable en el desarrollo del niño. Podemos facilitar su comprensión del mundo y de sí mismo como mejor persona y mejor ciudadano.

    Además de servir como sustitutos honoríficos de los padres ausentes o muy ocupados, lo que presupone hacerse cargo de su educación durante partes –a veces importantes– del día, los abuelos podemos representar para nuestros nietos una fuente constante de cariño incondicional y al mismo tiempo de aprendizaje como nietos y como personas.

    Nosotros lo comprobamos con nuestro nieto de siete años en la mejora de su comportamiento y sus actitudes cuando vino a estar con nosotros durante tres meses sin la presencia de sus padres.

    Nuestro hijo nos había avisado de que el niño era muy difícil y que debíamos esperar rabietas frecuentes cuando no hiciéramos lo que él quería.

    Nuestra presencia, sin embargo, le sirvió, ya desde el principio, para agrandar su horizonte, enseñándole que existen otras personas significativas además de los padres y profesores, y que existen perspectivas más agradables y motivadoras

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