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Con mi voz sonora: Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)
Con mi voz sonora: Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)
Con mi voz sonora: Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)
Libro electrónico459 páginas5 horas

Con mi voz sonora: Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)

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Este estudio sobre las campanas históricas santiaguinas devela aspectos relacionados con el sonido nacional (tanto en su experiencia colonial como republicana) y con el impacto social de los toques de campana a lo largo de la historia de Chile, vinculando su sonido a conceptos tales como el tiempo, la fe, el poder, la celebración, la ciudad, lo público y lo privado. Además construye una aproximación a las campanas “desde fuera de las torres” que permite su conocimiento como medida temporal, como medio de comunicación masivo, como complemento de fiestas y ceremonias de la muerte, y como instrumento de manipulación espiritual y política.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 may 2018
ISBN9789563571400
Con mi voz sonora: Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)

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    Con mi voz sonora - Eduardo Sato Besoaín

    Con mi voz sonora

    Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)

    Eduardo Sato Besoaín

    Ediciones Universidad Alberto Hurtado

    Alameda 1869 – Santiago de Chile

    mgarciam@uahurtado.cl – astevens@uahurtado.cl – 56-228897726

    www.uahurtado.cl

    ISBN libro impreso: 978-956-357-140-0

    ISBN libro digital: 978-956-357-141-7

    Registro de propiedad intelectual Nº 289008

    Este texto fue sometido al sistema de referato ciego externo.

    Dirección editorial: Alejandra Stevenson Valdés

    Editora ejecutiva: Beatriz García-Huidobro

    Dirección Colección de Música: Juan Pablo González

    Diseño de la colección y portada: Alejandra Norambuena – Gabriel Valdés

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    Diagramación interior : Francisca Toral R.

    Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.

    Mucho podría decirse acerca de la misión importante que las campanas desempeñan en los actos de nuestra Sacrosanta Religión; pues, ellas tienen diversos acentos según expresan alegría, majestad, o tristeza, los cuales no acierta a describir con propiedad mi pobre inteligencia.

    Cuaderno de todos los toques de campanas, así ordinarios como extraordinarios que se tocan en esta Santa Iglesia Metropolitana de València, escrito por el campanero Rafael Aguado Romaguera en el año 1912

    Las palabras CON MI VOZ SONORA forman parte de la epigrafía de una de las campanas de la Catedral de Oviedo, fundida en 1678. La cita completa dice lo siguiente: CON MI BOZ SONORA SIRBO EN ESTE SVELO A LA QVE EN EL CIELO ES EMPERADORA. También se usó esta expresión en La Revista Católica: Las campanas, esas habitadoras de las alturas cuya voz sonora está destinada a conmover el pueblo […] (La Revista Católica, Semana Santa, 25 de abril de 1849, Nº 178).

    En memoria de Alberto Besoaín Indo (1917-1994)

    Agradecimientos

    A Luis Merino, porque gracias a sus consejos pude disfrutar la realización de este trabajo.

    A Francesc Llop i Bayo, por su generosidad e interés en las campanas de Santiago.

    A Andrés Núñez, Álvaro Núñez, Sebastián Jatz, Gonzalo Barra, Nicolás Sandoval, Tomás Brantmayer y Fernanda Ortega, por su disposición a escuchar y tocar las campanas de Santiago.

    A los sacerdotes, religiosas y funcionarios a cargo de la Antigua Iglesia de las Agustinas, Basílica del Corazón de María, Basílica de Lourdes, Basílica de la Merced, Basílica del Perpetuo Socorro, Capilla del Cementerio General, Catedral de Santiago, Colegio de La Salle, Cuartel General de Bomberos, Ex Congreso, Monasterio de Capuchinas, Monasterio del Carmen de San Rafael, Museo Histórico Nacional, Museo de La Merced, Parroquia de Lo Abarca, Parroquia de los Capuchinos, Parroquia de la Estampa, Parroquia de Santa Filomena, Parroquia del Niño Jesús de Praga, Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Ñuñoa, Parroquia del Sagrario, Recoleta Franciscana, Recoleta Dominica, San Agustín, Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio, San Isidro, Universidad San Sebastián, y especialmente a Carlos Olivares (del templo de Santo Domingo), Eduardo Carrasco (del templo de San Ignacio), y los Hermanos Manuel Alvarado Sánchez O.F.M. (Guardián del Convento de San Francisco) y Miguel Ángel Correa Eulufi O.F.M, por permitirme conocer y tocar las campanas de sus templos e instituciones.

    A María Elena Troncoso y Carmen Pizarro, del archivo de la Catedral de Santiago.

    A la Biblioteca del Seminario Pontificio Mayor de los Santos Ángeles Custodios.

    Índice

    Introducción

    PRIMERA PARTE

    Capítulo I

    Función y connotación de las campanas dentro de la Iglesia Católica

    Capítulo II

    Influencia española y creatividad latinoamericana en las campanas coloniales de la Catedral y otros templos de Santiago

    Capítulo III

    Las campanas industriales de la Catedral y otros templos de Santiago

    Los toques de campana y su relación con la ciudad de Santiago

    Capítulo IV

    Los toques coloniales y su recepción en la ciudadanía

    Capítulo V

    La secularización de Santiago

    Capítulo VI

    Los toques de la Catedral y otros templos de Santiago en el siglo XIX

    SEGUNDA PARTE

    Capítulo VII

    Clasificación de los toques: según su función y según su presencia o ausencia dentro de las ordenanzas de Marán y Valdivieso

    Capítulo VIII

    Morfología de los toques

    Consideraciones finales

    Anexos

    Fichas de las campanas

    Bibliografía

    Fuentes de imágenes

    Introducción

    Hasta la aparición del presente trabajo, el estudio de las campanas históricas santiaguinas constituía aún un terreno bastante inexplorado, aunque no del todo desconocido por investigadores locales. El creciente interés por develar aspectos del sonido nacional (tanto en su experiencia colonial como republicana) no había tocado aún en forma consistente lo relativo a las campanas y todo lo que a ellas concierne. A excepción de escasísimos artículos especializados, la totalidad de las investigaciones disponibles consideran la figura de la campana como un tema suplementario a otro de mayor envergadura, como podría ser la historia de la construcción de algún templo¹, o los complementos que rodeaban los rituales de la muerte en la Colonia², entre muchos otros casos en que la alusión a las campanas no pasa de ser una mención pasajera.

    Dentro de esta serie de referencias se pueden encontrar documentos dedicados tanto a la fabricación e instalación de las campanas, como a la contextualización de los toques (aunque no siempre estos dos aspectos son tratados en textos diferentes). Al respecto, especial mención merece el trabajo de Arturo Fontecilla Larraín Campanarios y toques de campanas de antaño³, que aborda aspectos relativos al instrumento, los toques y su contexto, constituyéndose hasta ahora en el trabajo de enfoque más integral al respecto. Pionero en la investigación del tema, con su texto Larraín intenta plasmar un panorama general del mundo de las campanas durante el período colonial, recurriendo para ello a descripciones de las campanas, los toques y el efecto que su sonido provocaba en los habitantes del Santiago de aquel entonces (para ese efecto narra una serie de historias de carácter novelesco).

    Los textos que aluden fundamentalmente al contexto de los toques son por cierto los más numerosos⁴. Así ocurre con trabajos de Eugenio Pereira Salas⁵, Jaime Valenzuela⁶, María Antonia Benavente⁷, Sol Serrano⁸ e Isabel Cruz de Amenábar⁹. A grandes rasgos, en estas investigaciones se estudió el impacto social de los toques de campana a lo largo de la historia de Chile, vinculando su sonido a conceptos tales como el tiempo, la fe, el poder, la celebración, la ciudad, lo público y lo privado. En conjunto, esta multiplicidad de investigaciones construye una aproximación a las campanas desde fuera de las torres que permite su conocimiento como medida temporal; como medio de comunicación masivo; como complemento de fiestas y ceremonias de la muerte, y como instrumento de manipulación espiritual y política.

    Entre las referencias que hacen alusión a la campana en su dimensión física¹⁰, solo se puede contar con el libro de Eugenio Pereira Salas Historia del arte en el reino de Chile¹¹, en el que se documenta el trabajo de fundición de los hermanos jesuitas de Calera de Tango y la obra de Silvestre Morales como proveedor de campanas para la Catedral de Santiago hacia el año 1790 (entre otras alusiones más pasajeras). Se trata entonces de un enfoque basado en el estudio del objeto y su fabricación, sin adentrarse en consideraciones sonoras. Otros estudiosos, como Miguel Laborde (1987)¹², Gabriel Guarda (1997)¹³, o Emma de Ramón (2002)¹⁴, han abordado la campana fundamentalmente desde el punto de vista de su instalación en un determinado templo.

    Resulta significativo el hecho de que la mayor parte de los textos en que se alude a nuestro tema de estudio no hayan sido escritos por musicólogos, sino por historiadores del arte local o de la sociedad chilena en sus distintos períodos. La excepción está dada por el trabajo de Malucha Subiabre El lenguaje de las campanas en la comunicación masiva colonial, en el que se señalan los alcances sociales del uso de las campanas en la época colonial, usando como fuente principal el Reglamento sobre uso y toques de Campanas del obispo Francisco Marán¹⁵. A ello podemos agregar el Inventario de campanas históricas de Santiago, realizado por quien escribe entre los años 2006 hasta la fecha. En este se procede a una revisión general del patrimonio campanario de la ciudad bajo la forma de diversos inventarios, que constituyeron una gran fuente de información para el presente trabajo¹⁶.

    Esta evidente escasez de investigaciones musicológicas ha traído como consecuencia lógica un desconocimiento de la campana desde dentro de las torres, es decir, en cuanto instrumento sonoro y en cuanto a las características particulares del repertorio de ese instrumento. Aún no habían sido investigados de manera consistente aspectos relativos a la fabricación, la instalación, las dimensiones, la epigrafía y la sonoridad de las campanas. Tampoco se tenía una idea más o menos acabada de la naturaleza de los toques, su clasificación y morfología (aspectos esenciales para tener en cuenta a la hora de emprender una reconstrucción de estas sonoridades). En fin, si bien se contaba con una serie de fuentes que permiten formarse una idea más o menos clara de las implicancias sociales de la campana a lo largo del período bajo consideración, aun los aspectos relativos a la organología del instrumento y la morfología de sus toques permanecían en gran parte ignorados. En ese sentido, un estudio que pretenda aportar verdaderas novedades al conocimiento del asunto debe necesariamente considerar la revisión de estos aspectos, cuyo conocimiento constituía una gran deuda de la disciplina para con un instrumento que tan enorme importancia revistió para múltiples generaciones de ciudadanos.

    La elección de la Catedral como caso central de estudios obedece a razones hasta cierto punto obvias. Es conocida la importancia musical que revistió esta iglesia durante todo el período colonial y durante la primera mitad del siglo XIX antes verse eclipsada por el febril auge de la ópera italiana. Como han señalado diversos investigadores nacionales, la capilla musical de la Catedral (con su Maestro de capilla, Sochantre, seises y orquesta) constituyó por larguísimo tiempo el único espacio de la ciudad donde el ejercicio de la música adquirió ribetes profesionales, más allá de la mera diversión del salón¹⁷, o de la actividad musical existente en los conventos de Santiago¹⁸.

    Este intenso cultivo del sonido no solo se limitó al interior del templo, sino que también consideró lo relativo al toque de las campanas. Por sobre la rica actividad campanaria que existió en otros templos, conventos y monasterios de la ciudad, eran las campanas de la Catedral las que jerárquica y sonoramente estaban a la cabeza de todo ese gran coro de bronces, que acompasaba la vida cotidiana, orquestaba celebraciones y comunicaba noticias dentro de la ciudad, durante la Colonia y el siglo XIX. Era ahí donde tenían lugar los toques en mayor número, complejidad e importancia litúrgica y política. Eran esas campanas las que notificaban al pueblo la muerte de reyes y el nacimiento de príncipes; las que en primer lugar anunciaban la celebración de la Pascua al resto de la ciudad, y las que solemnizaban la procesión del Corpus Christi y la elección de presidentes de la República, entre una miríada de otras celebraciones, fastas y nefastas, que se sucedían a lo largo del año. También sus campanas sobrepasaban (y aún sobrepasan) en número y tamaño a las de otras iglesias de la ciudad. Era, en suma, el centro campanario con más intensa actividad y con mayor potencia sonora. A la vez, era también la personificación más importante del sonido público de la iglesia, que trascendía al interior del templo y se esparcía por la ciudad, entre calles, patios y habitaciones. Asimismo, dentro de sus torres puede aún distinguirse la curva seguida por la campana histórica chilena desde mediados del siglo XVIII a fines del siglo XIX. Tanto el artesano colonial como la industria decimonónica han quedado plasmados en ese conjunto de campanas como en ningún otro templo de la ciudad. De ahí que su elección e importancia como caso central de estudio caiga por su propio peso. Pese a ello, no es posible plasmar un panorama general de nuestro tema de interés sin consultar la experiencia de otros templos de la ciudad. De una u otra forma, todos los puntos acá tratados tuvieron repercusión en las demás iglesias de Santiago, que deben ser entendidas como parte integrante de una amplia red sonora que se vio modificada a lo largo del siglo XIX por diversos factores.

    El marco temporal propuesto guarda relación con una serie de sucesos y procesos acaecidos durante aquellos años (1789-1899), que desde diversos puntos de vista resultaron esenciales para el devenir de las campanas de la Catedral y del resto de la ciudad. A la vez, estos acontecimientos permiten sustentar la hipótesis propuesta para esta investigación (que será expuesta a continuación).

    Esta serie de hechos se inicia el año 1789 con la construcción del primer campanario de la actual Catedral, a manos de Joaquín Toesca y Antonio Ipinza. Paralelamente, ese mismo año se inicia la renovación del cuerpo de campanas del templo a manos del artesano local Silvestre Morales. Estas primeras campanas y sus respectivos toques serían regulados el año 1795 por una disposición del rey Carlos IV, que pretendía regular el uso de las campanas en tierras americanas, y que tendría acogida en el entonces obispo de Santiago, Francisco de Borja José de Marán, quien —basándose en ese documento real— dictara una ordenanza sobre los toques de campanas como una forma de disponer su uso dentro de la ciudad y especialmente dentro de la Catedral de Santiago¹⁹.

    Ya dentro del siglo XIX se puede identificar una serie de medidas que contribuyeron de modo diverso a la conformación de las instalaciones campanarias tal como las conocemos hoy. A la fundición de otras campanas durante la primera mitad del siglo se suma la demolición del antiguo campanario de Toesca para ser reemplazado por una nueva torre, levantada en 1875 por el constructor Juan Murphy bajo la supervisión del connotado arquitecto Eusebio Chelli. Esta segunda torre sería también demolida el año 1898, cuando el Arzobispo Mariano Casanova emprendiera la mentada reforma de la Catedral a cargo del arquitecto italiano Ignacio Cremonesi. Este dispuso la construcción de las actuales torres del templo con la instalación de la actual campana mayor (1899), la más nueva del conjunto. Por otro lado, en 1872, el arzobispo de Santiago Rafael Valentín Valdivieso dicta una nueva ordenanza para regular el toque de las campanas en la ciudad, esta vez debido a razones muy diferentes a las de su predecesor.

    Estas fechas se relacionan con el caso específico de la Catedral y sus instalaciones campanarias. No obstante, la inserción de la investigación dentro de esos años coincide con el paso del régimen colonial al republicano y las consiguientes transformaciones que ello implicó para el devenir de las campanas de Santiago desde todo punto de vista. La hipótesis que esta investigación pretende demostrar propone que entre fines del siglo XVIII y fines del siglo XIX, tanto la fabricación de campanas en Santiago, como la naturaleza de sus toques y su impacto sobre la ciudadanía, experimentaron un proceso de cambio gradual, producto de diversas transformaciones culturales acaecidas a lo largo del siglo XIX. Este proceso habría estado constituido tanto por elementos novedosos, propios del nuevo escenario político/social, como por remanentes de la antigua tradición colonial. De esa manera, puede sostenerse que los períodos históricos poseen una continuación más allá de las fechas administrativas que los delimitan.

    El libro se encuentra estructurado en dos grandes secciones. La primera de ellas comprende seis capítulos, en los que se da cuenta de consideraciones espirituales, morfológicas y contextuales relativas a las campanas, focalizándose en el escenario santiaguino.

    El Capítulo I tiene un carácter introductorio, y examinará (a grandes rasgos) la función práctica y la connotación espiritual de las campanas para la Iglesia Católica; revisión general (y un tanto alejada del escenario santiaguino), pero indispensable a la hora de comprender la experiencia del fenómeno en tierras locales.

    Los capítulos II y III constituyen una caracterización organológica de las campanas históricas locales. El Capítulo II abordará la fabricación de campanas durante el período colonial. En términos generales, ello implica una revisión de la influencia española en la materia y de cómo esta dio lugar a un tipo de campana distintiva del período: de fabricación artesanal y particulares características morfológicas y sonoras. Asimismo, se estudiará el ocaso de esta especie de campana, durante la segunda mitad del siglo XIX, como consecuencia del proceso modernizador que experimentará el país hacia la década de 1840. El Capítulo III está destinado a estudiar el advenimiento de la fabricación industrial, así como también las características morfológicas de las campanas fabricadas por estas nacientes fundiciones. En consecuencia, con la hipótesis planteada se revisarán los posibles puntos de correspondencia y divergencia entre dichas campanas industriales y sus antecesoras coloniales.

    Los capítulos IV, V y VI se relacionan ya no a aspectos morfológicos, sino contextuales. En otras palabras, constituyen un examen de la relación dinámica del sonido de las campanas con la ciudad de Santiago, tanto en su versión colonial como en la republicana. En el caso del Capítulo IV, tendrá lugar un breve estudio de la idea colonial, que concibe la ciudad como un gran espacio sagrado en el cual el sonido de las campanas desempeñaba tareas fundamentales, de orden espiritual pero también práctico. Por su parte, los capítulos V y VI consultarán la experiencia de las campanas en la ciudad republicana, progresivamente laica y progresivamente hostil a la presencia del bronce en el paisaje sonoro²⁰ del nuevo escenario urbano. En conjunto, estos dos últimos capítulos permiten comprender la extinción (prácticamente total) de los toques que tuvo lugar a lo largo del siglo XX.

    La segunda parte del libro, constituida por los capítulos VII y VIII, está destinada al estudio de las dos ordenanzas sobre toques de campanas, promulgadas por los obispos Marán (1795) y Valdivieso (1872). En el Capítulo VII, se procederá a la clasificación de los toques expuestos en dichos documentos. Esta clasificación comprende dos aspectos: su función dentro de la iglesia (litúrgica o no litúrgica), y (en consecuencia con la hipótesis planteada) los posibles puntos de permanencia y cambio en el repertorio de toques señalado en ambas ordenanzas (adoptando para ello una clasificación específica). El Capítulo VIII, en tanto, se abocará al estudio de la morfología de los toques. En primera instancia, se procederá a la descripción detallada de cada una de las formas de toque mencionadas en las ordenanzas para luego, utilizando los mismos criterios de clasificación según permanencia y cambio expuestos en el capítulo anterior, detectar posibles puntos de correspondencia y divergencia en la morfología de los toques a lo largo del período bajo consideración. Finalmente, se agregarán, en forma de anexos, las dos ordenanzas (transcritas de manera integral), así como también un inventario de las campanas de la Catedral de Santiago.

    PRIMERA PARTE


    ¹ Las alusiones de Gabriel Guarda o Eugenio Pereira Salas al asunto son en ese sentido muy ejemplificadoras: Uno de los elementos más visibles en su volumen sería lo referente a las torres [de la Catedral de Santiago]: Toesca alcanzó a dejar una, provisoria, para colgar las campanas […] (Guarda 1997: 181); […] el obispo encomendó al maestro Ignacio Tarifeño la construcción de una torre [para la Catedral] provisional con madera de ciprés y algarrobo, donde se subieron con dificultad, tres campanas hechas con cobre de Coquimbo y un esquilón, trabajo de Juan de Meléndez y su ayudante Nicolás de Agustín (Pereira Salas 1965: 121).

    ² Como en el caso de María Antonia Benavente: Las oraciones eran lacrimosas por el alma del difunto, las que eran estimuladas por el toque de plegarias de las iglesias vecinas (Benavente 2005: 96).

    ³ Fontecilla Larraín 1945.

    ⁴ Esto aun considerando que el grupo de publicaciones que ahonda en el tema más allá de la mera mención es bastante reducido. Los textos aquí citados son aquellos que prestan una mayor utilidad a la presente investigación.

    ⁵ Pereira Salas 1963: 5-29.

    ⁶ a) Valenzuela 1992: 238-252. b) Valenzuela 2010: 69-84. c) Valenzuela 2013.

    ⁷ Benavente 2005: 93-104.

    ⁸ a) Serrano 2008. b) Serrano 2011: 139-157.

    ⁹ a) Cruz de Amenábar 1995. b) Cruz de Amenábar 1998.

    ¹⁰ El Trabajo de Serrano (2008) también hace alusión a la naturaleza física de las campanas, aunque de modo más superficial.

    ¹¹ Pereira Salas 1965.

    ¹² Laborde 1987.

    ¹³ Guarda 1997.

    ¹⁴ De Ramón 2002.

    ¹⁵ Subiabre 2008.

    ¹⁶ a) Sato 2006-2017. b) Estos inventarios han sido publicados digitalmente en la página oficial del grupo de campaneros de la Catedral de València www.campaners.com, dirigida por Francesc Llop i Bayo. Francesc Llop i Bayo (València 1951) es doctor en Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid. Su labor como estudioso de las campanas ha considerado investigaciones sobre los campaneros valencianos y de Aragón, asi como también la realización (por encargo del Ministerio de Cultura) del inventario de campanas de todas las catedrales de España. Fruto de estos y otros trabajos, ha puesto en marcha los grupos de campaneros de la Catedral de València (1988), y más recientemente de la Catedral de Pamplona (2011). También ha propuesto y coordinado la restauración de las campanas de diversas catedrales españolas: Sevilla, Castelló, Jaca, Murcia, Málaga, Calahorra, El Pilar de Zaragoza, Pamplona, Huesca y Santiago de Compostela.

    ¹⁷ Al respecto véase: Pereira Salas (1941) y Marchant (2013).

    ¹⁸ Al respecto véase: Vera (2004, 2010).

    ¹⁹ Véase Anexo Nº 1.

    ²⁰ El concepto de paisaje sonoro ha sido patentado por Barry Truax para definir una parte integrante de lo que él ha denominado Sistemas de comunicación acústica (Truax 2001: 45). Por sistema de comunicación acústica se entienden los procesos básicos a través de los cuales funciona el sonido (Truax 2001: 49). Estos procesos, capaces de abarcar

    cualquier manifestación sonora, están organizados dentro de tres categorías esenciales: habla, música y paisaje sonoro. A su vez, cada una de estas categorías presentaría un modelo de funcionamiento común que entiende la organización de los sonidos como origen de una estructura que a su vez dará lugar a un significado particular que se interpreta por los auditores. En palabras del propio Truax: En el nivel más básico de cada sistema encontramos que el sonido es de algún modo organizado, a través de la estructura de esa organización el significado puede ser inferido (Truax 2001: 55). El término espacio sonoro fue adoptado por el campanólogo Francesc Llop i Bayo en su artículo Paisaje sonoro, espacio sonoro (1987). El autor lo ha definido en los siguientes términos: Propongo llamar espacio sonoro a todo el sistema de sonidos producidos por un grupo humano organizado, en sus actividades a lo largo del tiempo y del territorio por los que se mueve ese grupo. Este sistema sonoro estaría formado por sonidos de origen natural y social, estando relacionado no solo con los modos de vida del grupo y con su visión del mundo, con su cultura, sino también con su modo de organizarse, así como con sus relaciones con el medio natural y con su nivel tecnológico (Llop i Bayo 1987).

    Capítulo I

    Función y connotación de las campanas dentro de la Iglesia Católica

    La campana en cultos previos y diferentes al cristianismo

    Antes de abordar el caso santiaguino, y como una forma de clarificar aspectos intrínsecos a nuestro objeto de estudio, es necesario examinar —aún de modo muy somero— la función y connotación de las campanas dentro la Iglesia Católica.

    El uso de campanas con fines religiosos no constituye una práctica exclusiva del cristianismo, sino una costumbre común a distintos cultos, que encontraron en el sonido del bronce una serie de atributos espirituales. En Egipto, las fiestas de Osiris eran celebradas con el sonido de múltiples campanas¹. Los griegos las utilizaron con fines domésticos (anunciar la venta de pescado en el mercado o la apertura de este), pero también consta que fueron empleadas ritualmente por los sacerdotes de Proserpina y Cibeles, y por el culto mistérico de los Cabiros, que asignaba a su sonido un valor purificador. Lo propio hizo Roma, donde las campanas tuvieron igualmente múltiples funciones. El así llamado Tintinnabulum fue indistintamente utilizado para anunciar actividades cotidianas (como la apertura de los baños) o acontecimientos excepcionales (como la proximidad de un eclipse o la conducción de criminales a su ajusticiamiento). Asimismo, se empleó como amuleto para proteger bestias, como complemento de procesiones y como objeto sagrado de sepulcros y templos².

    En Oriente, ya entre los años 1500 a 1000 a. C., se desarrolló su uso y fabricación en China, y hacia el siglo V a. C. tenían un importante papel en las orquestas que tocaban durante los rituales confucianos. En la India las adoptaron hacia el siglo VI a. C. para sus rituales védicos (en forma de crótalos o bien de campanas tradicionales), y aún persiste la costumbre de colgar campanillas en los tobillos de los danzantes y en la entrada de los templos, donde son tocadas por los devotos para invocar las deidades de su culto³. En Oriente se creía firmemente en una poderosa esencia espiritual de las campanas; de ahí el prodigioso desarrollo de este instrumento en estas tierras, que conocieron la fabricación de enormes campanas y de espléndidos juegos de campanas afinadas muchos siglos antes que en Europa⁴.

    Por mandato divino, la tradición judía se valió de campanillas como una forma de amuleto destinado a proteger a los sumos sacerdotes al momento de ejercer su ministerio:

    En la parte inferior [de la túnica del efod] pondrás granadas de jacinto, de púrpura y de carmesí, alternadas con campanillas de oro, todo enrededor […] Arón se revestirá de ella para su ministerio, para que se haga oír el sonido de las campanillas cuando entre y salga del santuario de Yavé, y no muera⁵.

    Asimismo, según el libro Números, Dios en persona ordenó a Moisés la utilización de trompetas de plata como forma de convocación, protección y alabanza. Principios esenciales que siglos más tarde regirían el uso de las campanas cristianas:

    Yavé habló a Moisés diciendo: Hazte de dos trompetas de plata […] que te sirvan para convocar la congregación y para hacer mover el campamento […]. Los hijos de Aarón, los sacerdotes, serán los que toquen las trompetas, y estas serán de uso obligatorio por siempre en vuestras generaciones. Cuando en vuestra tierra saliereis a la guerra contra el enemigo que os atacare, tocaréis alarma con las trompetas, y servirán de recuerdo ante Yavé […] para que os salve de vuestros enemigos. También en vuestros días de alegría, en vuestras solemnidades y en las fiestas tocaréis las trompetas, y vuestros holocaustos y vuestros sacrificios pacíficos serán para vosotros un recuerdo cerca de vuestro Dios⁶.

    La adopción de las campanas por la Iglesia Católica, su uso y desarrollo

    La intensa persecución que marcó los orígenes del cristianismo impidió cualquier convocación exterior a este culto que se difundía oralmente y dentro de un ámbito enteramente privado. Según San Ignacio de Antioquía, los encargados de esta función eran los así llamados cursores, personas de confianza que daban aviso a las comunidades cristianas de sus celebraciones⁷. La aceptación del ejercicio público de la religión cristiana —el año 313 a instancias del edicto de Constantino— puede considerarse el primer paso que permitiría el sonido público de dicha iglesia dentro de la ciudad. Este concepto se materializaría en diversos dispositivos previos al uso de las campanas: trompetas, a imitación de la tradición israelita; timbales que se golpeaban el uno contra el otro; planchas labradas que se hacían sonar golpeadas por un mazo; grandes vasos de madera que se percutían con martillos, y matracas o molinetes, cuyo uso persistiría en las celebraciones de Semana Santa⁸.

    Según varios liturgistas, el uso de campanas con fines cristianos habría sido si no fundado, al menos difundido por San Paulino de Nola⁹, obispo de la Campania, quien se cree fue el primero en dotar a su iglesia de una campana para convocar a la adoración. De ahí que hasta hoy se le considere universalmente como el santo patrón de los campaneros¹⁰.

    Es difícil saber si la historia asociada a San Paulino es cierta o es solo una leyenda. De hecho, en la minuciosa descripción que el obispo hizo de la Basílica de San Félix, por él construida, no se hace alusión a ninguna campana¹¹. También es difícil saber de qué clase de campana se trataba. Las campanas cristianas más antiguas conservadas, como por ejemplo la de San Patricio (a quien se atribuye la introducción de la campana en Irlanda alrededor del año 432), no eran fundidas (el arte de la fundición sufrió un cese tras la caída del Imperio romano), sino fabricadas por el remache de láminas de hierro (a la manera de un cencerro o campana de vaca)¹². Como sea, desde el momento en que una campana se colgó y se tocó con el fin de convocar a los fieles a los ritos litúrgicos, se asentaba el principio esencial de su relación con la Iglesia. Relación que con el paso del tiempo conocería un prodigioso desarrollo, hasta el punto de convertirse no solo en un eje regulador de la vida espiritual, sino también de la vida cotidiana.

    A fines del siglo VI, los benedictinos italianos comenzaron a construir campanas fundidas (primeramente como campanillas de mano y luego en formatos más grandes) que, debido a su mayor potencia sonora, reemplazaron a las primigenias campanas de hierro remachado¹³. Su uso se extendió progresivamente por toda la Europa cristiana, que las asumió como parte fundamental de la vida religiosa. Ya en las constituciones de San Cesáreo de Arlés (513) y en la regla de San Benito (540) se habla de las señales a cargo de las campanas¹⁴. Lo propio se lee más tarde (615) en la Vida de San Columbano, quien dispusiera: Quadam dite ministro suo campanam súbito pulsare, cujus sonitu fratres excitati Eclessiam protinus sun ingressi¹⁵. Las campanas marcaban no solo el paso de las horas canónicas¹⁶; también comenzaron a utilizarse como señal y complemento sonoro de diversas celebraciones: misas, servicios fúnebres y una larga serie de festividades que se sucedían a lo largo del año litúrgico (además de otras funciones domésticas).

    La enorme prosperidad que experimentó la vida religiosa a lo largo de los

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