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El protagonismo popular chileno: Experiencias de clase y movimientos sociales en la construcción del socialismo (1964-1973)
El protagonismo popular chileno: Experiencias de clase y movimientos sociales en la construcción del socialismo (1964-1973)
El protagonismo popular chileno: Experiencias de clase y movimientos sociales en la construcción del socialismo (1964-1973)
Libro electrónico532 páginas7 horas

El protagonismo popular chileno: Experiencias de clase y movimientos sociales en la construcción del socialismo (1964-1973)

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Este libro analiza las distintas formas de participación política popular en el gobierno de Salvador Allende. Superando la interpretación que postula la existencia de dos revoluciones de signo diferente, una "revolución desde arriba" y otra "desde abajo", Márcia Cury estudia el protagonismo popular desde la hipótesis de la "reapropiación del proyecto socialista" por los trabajadores, en el contexto de un acuerdo más amplio -con intelectuales, profesionales y partidos políticos de izquierda- sobre su necesidad y madurez. Para ello, rastrea en las memorias y testimonios individuales y en registros históricos los elementos que impulsaron a los sectores populares a un proyecto de transformación de las estructuras del país, relevándose la idea de la identidad de clase.
IdiomaEspañol
EditorialLOM Ediciones
Fecha de lanzamiento1 mar 2018
ISBN9789560010438
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    El protagonismo popular chileno - Márcia Carolina de Oliveira Cury

    FAPESP.

    Agradecimientos

    Es con gran compromiso y también con gran alegría que vengo a publicar este trabajo en Chile. Este es el resultado de la investigación que originó mi tesis de doctorado defendida en el Programa de posgrado en Ciencia Política del IFCH, en la Unicamp, Brasil. Ciertamente no hubiera alcanzado ese resultado sin la participación, directa o indirecta, de varias personas que contribuyeron a lo largo de las distintas etapas de su ejecución. Con la calurosa acogida de todos, en el período de investigación tuve la oportunidad de conocer Santiago y las memorias de trabajadores que nos llevan a un episodio crucial en Chile y Latinoamérica.

    Agradezco a Fapesp y Capes, agencias de financiación de Brasil, que hicieron posible concretar la investigación que dio origen a este trabajo.

    Agradezco a la gente de LOM ediciones, que tanto se dedicó para tenernos ese resultado tan primoroso.

    A Fernando Velo, que gentilmente cedió su bello registro histórico en arte fotográfico para componer este libro. A los amigos y colegas investigadores de Chile, sin los cuales una parte fundamental de este trabajo no hubiera sido posible; entre ellos, Andrés Cabañas, Alexis Cortés, Boris Cofré, Héctor Orellana, Lucas Ochsenius y Sandra Castillo Soto.

    A aquellos empleados que, con tanta disposición, me ayudaron en el trabajo de investigación en la Biblioteca Nacional de Chile, el Archivo Nacional y la Biblioteca del Congreso Nacional.

    A los profesores Michael Hall, Robert Sean Purdy y Márcia de Paula Leite, cuyos comentarios en la defensa de tesis contribuyeron mucho a la elaboración de esta versión final; al profesor Mario Garcés, por ayudar en todo, desde la bibliografía hasta los primeros contactos con la periferia santiaguina; al profesor Rolando Álvarez, por sus tan importantes contribuciones, y al profesor Julio Pinto. A mi tutora Evelina Dagnino, con quien tanto aprendí, por las lecturas reflexivas, orientaciones y observaciones siempre precisas.

    A mi madre, amiga a toda hora; a mi familia y a mis amigos, que, aunque distantes, fueron fundamentales.

    Mi agradecimiento especial para las mujeres y hombres que con amabilidad me recibieron y me confiaron sus experiencias a través de las entrevistas que me concedieron. Tendré siempre un profundo agradecimiento y admiración por esas personas que lucharon por un ideal.

    Agradezco a mi Vinícius, tan esencial, por todo lo que es, por todo el amor y todo lo que me proporciona, que es sencillamente lo mejor que tengo.

    Prólogo

    El trabajo de Márcia Cury, desde la perspectiva de la historia social, organiza su estudio en torno a la experiencia de los trabajadores, que inscribe en la historia social del siglo XX chileno. Para Cury, la experiencia de la «clase trabajadora» se desenvuelve en el sindicalismo, asociado a los centros productivos, pero también en la vida cotidiana del barrio, la «población» y las tradiciones comunitarias. Su noción de clase trabajadora y de «experiencia» de la clase, bebe de las aportaciones del historiador inglés E. P. Thompson, el que revolucionó la historiografía social al insistir en las capacidades de «agenciamiento», las luchas y la cultura de los propios trabajadores.

    Cury reconoce que en la historia de los trabajadores chilenos se produjo, desde fines del siglo XIX y a lo largo del XX, una permanente relación e imbricación entre los movimientos sociales y los partidos políticos, que no solo hay que reconocer a propósito de la historia de movimiento obrero, sino que más allá de ella, en la movilización y las luchas de los pobladores. Esta afirmación podría considerarse poco novedosa, ya que configura una cierta tradición en los estudios de los movimientos populares en Chile; sin embargo, la novedad de la propuesta analítica de Cury es que busca reconocer en esta historia una «lógica popular de actuación»; es decir, el despliegue de prácticas identitarias de los trabajadores y trabajadoras chilenas.

    Desde esta perspectiva, la Unidad Popular marca un hito trascendental en la historia de Chile, en el sentido del desarrollo y la expansión de nuevas prácticas en los más diversos grupos populares en el campo de producción y de los «cordones industriales», de las tomas de sitios y la vida comunitaria en los barrios, de la distribución a través de las JAP y los Almacenes Populares –cuando el desabastecimiento amenazó a la Unidad Popular–, de las Universidades reformadas a fines de los sesenta y de los estudiantes. Este despliegue de prácticas expandió la democracia y modificó tradicionales relaciones de poder, pero al mismo tiempo tensionó las relaciones con el gobierno, que los trabajadores, de todos modos siguieron sintiendo como «su gobierno» o «el gobierno popular». Es muy interesante, en esta línea, cómo los trabajadores, tanto en la fábrica como en el barrio, iban desplegando sus propias visiones acerca del socialismo y de la toma del poder, que no siempre correspondían a la visión de las vanguardias políticas. El pueblo ponía más énfasis en sus luchas que les permitían garantizar la autonomía de sus nuevas prácticas sociales.

    En una suerte de balance de la Unidad Popular, Cury indica agudamente, al finalizar el último capítulo de este libro: «A partir de su lógica de actuación –que no solo no se limitaba a, sino que también rompía con patrones definidos por los actores institucionales–, los trabajadores consiguieron en muchos aspectos ir más allá de la propuesta inicial de la Unidad Popular». Y agrega: «Si, por un lado, apostar a la estabilidad de sus instituciones democráticas significaba la construcción de un proyecto innovador pautado en la realidad política chilena; por otro, el historial de actuación de la clase trabajadora, que la coloca como sujeto fundamental para la democratización del país, no era menos importante. Ese aspecto constituyó un límite importante del proyecto político de la UP para conquistas más transformadoras que alterasen las relaciones de propiedad, pero, sobre todo, las relaciones sociales, y que previesen una nueva construcción democrática».

    La historia que sigue a la Unidad Popular es por cierto conocida: la de una cruel y prolongada dictadura que buscó poner fuera de la historia a los trabajadores y los movimientos sociales populares. Estos resistieron de variadas formas a la dictadura y prepararon el camino para el retorno de la democracia. Sin embargo, el mayor límite de la democracia recuperada no fue solo la adaptación al capitalismo neoliberal, sino que desconocer el papel fundamental de los movimientos sociales como sujetos colectivos capaces de contribuir a una genuina democratización social y política del país. Chile, de este modo, no termina de encontrarse con la historicidad de su propio pueblo, objeto de reflexión y análisis del trabajo de Márcia Cury.

    Mario Garcés D.

    Historiador

    Miembro del Comité Editorial de LOM ediciones

    Prefacio

    El periodo de gobierno de la Unidad Popular bajo la presidencia de Salvador Allende (1970-1973) fue, sin duda, uno de los procesos políticos más destacados en la historia de la izquierda latinoamericana, y a lo largo de los años inspiró un número significativo de análisis. Gran parte de estos análisis privilegió la dinámica institucional del periodo, los partidos políticos, sus disputas y la articulación del golpe militar que dio fin a este periodo.

    Lo que distingue al estudio de Márcia Cury es su punto de partida: la voluntad de investigar a los protagonistas menos conocidos de ese proceso: los trabajadores chilenos y sus prácticas políticas. En esa perspectiva, este estudio se alinea con una conocida escuela, aquella de la «historia vista desde abajo», que busca revelar la actuación de sujetos ignorados o relegados a segundo plano por la historia dominante.

    Desde este punto de partida y mediante una investigación cuidadosa, Márcia rescata y analiza la experiencia vivida dentro y fuera del espacio de trabajo de los sectores urbanos de Santiago, constituida por las luchas de los trabajadores en pro de los derechos sociales, su visión del mundo, sus prácticas políticas y su vinculación estrecha con la izquierda a lo largo del siglo XX.

    En su análisis, trabaja con la hipótesis de «la reapropiación del proyecto socialista» por los trabajadores. Esta reapropiación no implica la existencia de una doble revolución, una revolución «de abajo» y una revolución «de arriba», como defienden algunos autores. Eso se debe a que claramente «se compartían proyectos políticos» entre los sectores populares, trabajadores y movimientos sociales por un lado, y los partidos de izquierda por otro, un compartir consolidado a lo largo de las décadas. La autora demuestra que ese compartir se caracterizaba tanto por el consenso como por la existencia de tensiones y conflictos.

    La influencia mutua entre ambos fue lo que hizo posible la movilización de proyectos que consolidaron una tradición de izquierda en el país y, ante todo, la inserción de reivindicaciones políticas y sociales de los sectores populares en la agenda política nacional, que contribuirían a una mayor democratización de la sociedad chilena. De esta manera, el análisis cuestiona la rígida y simplificadora dicotomía entre autonomía y subordinación, utilizada con tanta frecuencia en el estudio de las relaciones entre movimientos sociales y gobiernos y partidos, mostrando la complejidad de esas relaciones.

    La manera como los trabajadores chilenos pensaron las propuestas del Gobierno de la Unidad Popular y las articularon con sus formas de organización y actuación estaba fuertemente marcada por las experiencias que constituirían aquella clase, y acarreaban una lógica propia de acción. Su trabajo reconstituye los principales aspectos imbricados en esas experiencias históricas que hicieron posible su movilización durante el gobierno de izquierda.

    Esa lógica propia se expresó en las presiones para la ampliación y la profundización del proyecto original de la Unidad Popular, en especial en lo referente a la participación directa de los trabajadores. En sus variadas formas de actuación, en las ocupaciones de fábricas, en el enfrentamiento cotidiano dentro de las relaciones de trabajo contra los patrones y jefes, contra representantes del Gobierno o líderes de la alta cúpula sindical, en los cordones industriales, en los comandos comunales, en las políticas de abastecimiento y control de precios, en los movimientos de pobladores y trabajadores rurales, los trabajadores desencadenaron un proceso de avance en las transformaciones propuestas por el Gobierno que complementó el proceso revolucionario, pero que también divergió de él. Esa dinámica colectiva en busca de la creación y ampliación del «poder popular», según la autora, superó en gran medida los planes de la Unidad Popular.

    El accionar de esos sujetos y sus consecuencias fueron rescatados con esmero por la autora, mediante una investigación meticulosa de las fuentes documentales y orales. Más de tres décadas después, las entrevistas con trabajadores y participantes del proceso registran, entre los meandros de la memoria, la riqueza de la experiencia que vivieron, así como las contradicciones del periodo.

    La magnífica narrativa que los lectores van a encontrar en este libro no es solamente el rescate de uno de los procesos políticos más importantes en la historia de la izquierda latinoamericana. Mucho más que eso, es un análisis que contiene elementos de extrema relevancia para reflexionar sobre los esfuerzos y los proyectos de transformación hacia una sociedad más igualitaria, y en especial sobre las relaciones entre sus diferentes sujetos. La relación entre gobiernos, partidos y movimientos sociales se torna una dimensión crucial en esa construcción democrática, y este estudio, con seguridad, deberá contribuir para aclarar los dilemas que esta implica e inspirar a los que por ella luchan.

    Evelina Dagnino

    Introducción

    La victoria de la Unidad Popular (UP) en 1970 significó más que la elección de un nuevo presidente y trajo grandes expectativas e inspiración a la comunidad intelectual y a la izquierda latinoamericana. Una vez concluidas más de cuatro décadas desde el golpe militar que puso fin al gobierno de Salvador Allende, todavía hay aspectos que deben debatirse acerca de la «experiencia chilena». Un elemento fundamental para incluir en este debate es la gran participación de los trabajadores chilenos, cargados de sus pasiones políticas, en torno al Gobierno que propuso la construcción del socialismo sin romper con los mecanismos institucionales vigentes en el país.

    La coalición electa en 1970 congregaba diferentes fuerzas de la escena política chilena y reunía a los principales partidos de la izquierda nacional, como el Partido Comunista (PC), el Partido Socialista (PS) y otros representantes, como el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), grupo proveniente de la Democracia Cristiana, además del Partido Radical (PR), que había representado uno de los liderazgos fundamentales del centro político y al cual, posteriormente, se agregó la Izquierda Cristiana (IC).

    El proyecto de la Unidad Popular, apostando a un historial de estabilidad política y una imagen de país políticamente maduro y democrático, aspiraba a la construcción del socialismo en los marcos de la institucionalidad mediante amplias transformaciones estructurales en la sociedad chilena. En la coalición prevalecía la concepción de que ese proceso requería una etapa de transición gradual que conduciría al socialismo mediante políticas de ampliación democrática, de carácter antioligárquico y antiimperialista.

    El Estado intervendría de forma directa en la economía y realizaría transformaciones destinadas a la socialización de los medios de producción. En ese ámbito, el programa aspiraba a separar sectores de la economía en áreas diferenciadas de gestión. Se incluía en esa propuesta la apertura de canales de participación de los trabajadores, que tendría lugar a través de sus organizaciones, en especial la Central Única de Trabajadores (CUT).

    La propuesta de avanzar rumbo al socialismo por las vías institucionales se presentó como una gran innovación en la izquierda, pero la gran movilización engendrada por los trabajadores entre los años 1970 y 1973 puede considerarse la faceta más creativa y transformadora del gobierno de la Unidad Popular, en especial porque superó las propuestas de participación de la UP y amplió las formas históricas de organización popular, que ya se pautaban por la solidaridad y por su conciencia de clase.

    Con esa perspectiva, lo que se busca en esta obra es contribuir a la comprensión del proceso de construcción del socialismo en Chile, abordando el gobierno de la Unidad Popular más allá de sus propuestas, acciones y desdoblamientos en el ámbito institucional o de su trágico desenlace, que tanta relevancia ha merecido en esa disputa por la memoria histórica del país. La propuesta es comprenderlo a partir del protagonismo popular experimentado en sus diferentes dimensiones, valorando la experiencia vivida por los trabajadores.

    Las principales expresiones del protagonismo de los trabajadores se dieron con su intensa participación en los canales creados por el Gobierno, pero sobre todo mediante manifestaciones que superaron el proyecto inicial de integración. Sus acciones se dieron en el movimiento de los pobladores, que consistía en la lucha de los trabajadores por vivienda y mejoras estructurales de los barrios periféricos; en el fenómeno de los cordones industriales, que se caracterizan por la articulación política de los trabajadores localizados en cinturones industriales instalados, en su mayoría, en la capital; en las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAP), que luchaban para combatir el mercado negro y el desabastecimiento generado por los sabotajes y las huelgas patronales; en los comandos comunales, que constituían organizaciones de articulación política de los diferentes frentes de actuación de los trabajadores y que resultaron en experiencias locales de gérmenes de poder popular; y por último, en el enfrentamiento contra la explotación en lo cotidiano del trabajo, en acciones que intensificaron los conflictos de clase a lo largo de aquel proceso.

    Ante su actuación, ¿qué intereses defendía la clase trabajadora? ¿Sería la revolución socialista, tal como se pregonaba en los folletos partidarios, con la ocupación del poder del Estado? ¿Responder al llamado de la izquierda? ¿Sería el control de los medios de producción asumido a través de la ocupación de las fábricas? ¿Conseguir la constitución de una asamblea popular que, aliada al poder institucional, ampliara los espacios de decisión del Estado? ¿O tener por primera vez sus derechos básicos atendidos de manera íntegra?

    Esos elementos de la problemática de la acción popular y su articulación con el proyecto socialista todavía no fueron suficientemente abordados en la bibliografía sobre el socialismo chileno. En un campo aún más restringido, se consideraron los movimientos de trabajadores situados fuera de los escenarios políticos tradicionales o el movimiento obrero organizado únicamente de forma marginal, y solo ahora están siendo retomados por la historiografía.

    En las últimas décadas, diferentes autores analizaron las características de la «experiencia chilena», concentrándose particularmente en el conflicto político institucional entre los partidos actuantes en el periodo, las disputas ideológicas internas de la Unidad Popular y la articulación del golpe militar. Tales abordajes adoptados para el estudio del sistema político realizaron grandes aportes y análisis fundamentales para comprender aquel proceso. Analizan el significado de la presencia de la izquierda en la construcción del Estado democrático en Chile, el funcionamiento del sistema político del país y las disputas institucionales que resultaron en la «experiencia chilena» y sus desdoblamientos. Esas investigaciones arrojaron luz sobre el «tema verdaderamente prohibido en la sociedad chilena», como describe Peter Winn¹. Incluyen, entre otros, los trabajos de Tomás Moulian, Manuel Garretón y Alfredo Jocelyn-Holt Letelier², de la historiografía y sociología de Chile, y de Alberto Aggio³, de la historiografía brasileña.

    Las investigaciones que abrieron una nueva perspectiva de análisis del periodo de la Unidad Popular ofrecieron contribuciones esenciales en la medida en que se inclinaron hacia la participación de otros actores políticos y sociales, en especial hacia la movilización de los trabajadores. Esa contribución tuvo inicio fuera de Chile, para ahora ganar fuerza dentro del país. Entre los principales análisis se destacan los trabajos de Hugo Cancino, Ingrid Seguel-Boccara y Franck Gaudichaud⁴.

    Entre los investigadores chilenos, existe un importante «movimiento» por retomar los temas sociales en la historiografía del país después de la tentativa de silenciamiento impuesta por el régimen militar. Los nuevos trabajos orientados hacia una historia social y política brindan estudios sobre los diferentes movimientos populares, desde sus orígenes, ampliando los análisis más allá de un movimiento obrero estricto, pero sin dejar de lado la historia partidaria y la vinculación de los movimientos sociales con la izquierda nacional, a fin de rescatar la dimensión política de las identidades populares⁵.

    Sobre la participación popular durante el gobierno de Salvador Allende, aún hay pocos trabajos en el país andino. Es importante destacar la investigación de Sandra Castillo Soto, orientada hacia el significado político de los cordones industriales⁶. El trabajo de Mario Garcés trae a la historiografía el tema del movimiento de los pobladores, su historia de organización y politización, destacando su importancia fundamental en el ejercicio de la presión política sobre el Estado por el reconocimiento de sus derechos. El trabajo de Boris Cofré aborda, en particular, la experiencia de los pobladores del campamento Nueva La Habana, que vivieron un proceso de organización y politización revolucionario durante el periodo de la UP, dirigido por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)⁷.

    La investigación que brindó como elemento innovador el análisis del proceso mediante «los ojos y las palabras» de los trabajadores, para transmitir la realidad de su experiencia, fue la obra de Peter Winn, que originó uno de los principales aportes para la interpretación de la relación de los trabajadores con el Gobierno de Unidad Popular. A través del análisis de la actuación política de los obreros de la fábrica textil Yarur, que culminó en la ocupación y gestión de la fábrica, Winn presenta una rica interpretación que integra entrevistas y fuentes documentales, para mostrar las experiencias cotidianas vividas por los trabajadores con elementos que permearon la formación de su identidad política⁸.

    Dentro de esa nueva propuesta de investigación, que busca retomar la historia de los trabajadores en sus diferentes formas de expresión, el presente trabajo busca contribuir al análisis de la trayectoria y la identidad de la clase trabajadora chilena, que culminaron en la movilización del periodo de la Unidad Popular, su momento de mayor expresión.

    La intención es colaborar con una interpretación del proceso de la Unidad Popular en la perspectiva de «la historia vista de abajo», o sea, que muestre cómo se dio la participación popular, pero a partir de sus propios términos; analizar la acción de los trabajadores, entendiéndola como motivada e influenciada por su visión del mundo, sus experiencias, y a partir de sus vivencias en el interior de una sociedad; y comprender la acción política de los trabajadores como sujetos históricos cuyas acciones no pueden ser reducidas a la idea de manipulación por grupos políticos; tampoco de individuos disociados en búsqueda solo de ganancias individuales, sin identificación con una lucha más amplia.

    Lo que el lector tendrá más adelante es una interpretación basada en que la historia de la clase obrera debe analizarse en conjunto con la reflexión de cómo la sociedad se organiza históricamente para evitar un «autoaislamiento en relación con el resto de la historia». El otro elemento fundamental es evitar producir una historia de la clase trabajadora como «versión oficial de la historia», limitada a las actividades y debates ideológicos de sus organizaciones institucionales, como los partidos políticos, sin considerar sus bases militantes⁹.

    Por lo tanto, es fundamental mirar más allá de la escena política «formal» para ver cómo los trabajadores expresaron sus esperanzas¹⁰. No obstante, al mismo tiempo en que no es posible limitarse a sus acciones dentro de los órganos de representación, no es posible excluirlas, en especial en Chile, donde la identidad de clase y la política estuvieron históricamente ligadas. Por tal motivo, se torna importante profundizar en el análisis de la participación de la clase trabajadora en el transcurso del proceso de gobierno de la Unidad Popular, principalmente en lo que se refiere a la intersección de sus manifestaciones con las acciones y los discursos político-ideológicos de la izquierda chilena que están presentes en las acciones de obreros desde el inicio del siglo XX.

    De esta manera, la propuesta del presente trabajo está en sintonía con el abordaje analítico de la obra de E. P. Thompson, que durante décadas ha dado apoyo teórico a los trabajos sobre la clase trabajadora que buscan aprehender no solo las formas de lucha institucional, sino también captar las múltiples formas del proceso histórico de formación de la clase trabajadora y la expresión de su identidad¹¹. Por lo tanto, además de los elementos partidarios, se valoran las múltiples experiencias de la clase trabajadora chilena en lo cotidiano, el trabajo y sus entidades, para aprehender los elementos que conformaron su identidad y sus motivaciones políticas.

    Los discursos proferidos por ellos, el lenguaje utilizado, en especial para diferenciarse de sus opositores, y las tomas de fábricas, propiedades públicas y privadas, terrenos urbanos y rurales, sin importar si eran convenientes para la racionalidad del proyecto gubernamental, expresan ese sentimiento de identidad colectiva en defensa de sus anhelos y en contra de intereses antagónicos. De ese modo, busco analizar las condiciones de trabajo y las experiencias en común, fundamentales para la formación de una identidad de clase centrada en compartir intereses. Busco demostrar la capacidad de los hombres y las mujeres «que tomaron decisiones colectivas dentro de determinado contexto, que articularon intereses comunes»¹².

    Propongo pensar en las experiencias de los trabajadores como una historia marcada por la diversidad, pero, al mismo tiempo, por prácticas que expresan identidades culturales y valores compartidos forjados a partir de experiencias en común, como una clase en sentido social. Si bien los diferentes movimientos populares tuvieron sus especificidades, como el movimiento de los pobladores, que a lo largo de las décadas luchó por vivienda y mejoras en los barrios populares, desarrollando una identidad específica dentro de esa clase, o el movimiento obrero, cuya organización se pautó principalmente por el sindicalismo, presento una visión más global y los elementos comunes de las experiencias de esos trabajadores como expresiones de una clase que terminó profundizando aquel proceso revolucionario, pautados por ideas y proyectos compartidos.

    Para analizar la relación de los trabajadores chilenos con el gobierno de la Unidad Popular, considero un aspecto fundamental: no se puede dejar de lado la importancia de la tradición socialista en aquel país, que se distinguió por el cuestionamiento de la situación histórica de dependencia y desigualdad, y para la inclusión de reivindicaciones políticas y sociales de los sectores populares en la agenda política nacional, aspectos que devinieron en la movilización de proyectos que consolidaron una tradición de izquierda entre los chilenos. De esta manera, no se puede minimizar la importancia del papel desempeñado por los partidos y los proyectos políticos de izquierda en el comportamiento y la movilización de los sectores populares involucrados en aquel proceso, lo que exige una mayor comprensión de la complejidad que constituye la identidad de los trabajadores.

    Debido a eso, y más importante aún, es necesario destacar que la historia de la clase trabajadora chilena, marcada por su fuerte actuación dentro y fuera del espacio de trabajo, demuestra la acción de compartir proyectos políticos y una interacción tradicional con la izquierda partidaria del país. La idea de proyectos políticos se toma aquí como:

    Los conjuntos de creencias, intereses y representaciones de lo que debe ser la vida en sociedad, que orientan la acción política. Esta idea no se reduce a estrategias de actuación política en sentido estricto, ni a formulaciones sistematizadas y amplias, como los proyectos partidarios. Esta concepción expresa significados que integran matrices culturales más amplias y permite aprehender la multiplicidad de sujetos políticos y sus diferentes formas de acción política¹³.

    Así, busco mostrar elementos importantes de esa experiencia que, lejos de ser configurada como una andadura teleológica rumbo a la tarea histórica de una clase o una acción de «un grupo colocándose a la vanguardia del pueblo y pretendiendo concientizarlo de su propio interés»¹⁴, puede ser vislumbrada como parte de una trayectoria que permitió la constitución de una identificación en torno a elementos propios de la vida cotidiana concreta, como el medio en que se vive, la posición ocupada en las relaciones sociales, así como una tradición política que está presente en todos esos aspectos y permitió también la defensa colectiva de un proyecto político de transformación.

    Otro aspecto fundamental es que la comprensión del socialismo chileno debe tener en cuenta una larga tradición histórica nacional, que se remonta al periodo de las luchas obreras del siglo XIX, pasando por la formación de los partidos de izquierda y los diversos procesos en los cuales estos participaron, considerando que la Unidad Popular es un «capítulo cargado de capital histórico acumulado». Como afirma Letelier, el gobierno de la UP fue un periodo capaz de expresar tensiones y contradicciones del país y posee especificidades cuya aprehensión va más allá de su vinculación con el comunismo internacional de la posguerra o el impacto de la Revolución Cubana¹⁵.

    Es imprescindible la adopción de esa perspectiva para pensar la participación popular. La movilización social a la que se asistió durante el periodo de la Unidad Popular, lejos de significar una completa novedad en la historia política y social del país, representó la explosión de organizaciones populares conformadas por prácticas históricas de organización y lucha, que en un momento político diferenciado se congregaron en torno a un proyecto revolucionario. De esa manera, este trabajo lleva a la investigación de diferentes aspectos que permearon las experiencias históricas de los trabajadores chilenos, permitieron forjar su identidad e hicieron posible el protagonismo vivido a partir de 1970.

    Se analizaron elementos importantes del historial de configuración del movimiento obrero, el movimiento de los pobladores, la mayor politización y radicalización de las organizaciones populares, la movilización en torno al gobierno de la Unidad Popular y la superación de las formas de participación establecidas por el Gobierno.

    La ampliación del periodo de análisis permitió demostrar las luchas de los trabajadores, que a lo largo de su trayectoria contribuyeron al trazado de pautas políticas y a la democratización de la sociedad chilena. Destaco las presiones populares y sus formas históricas de movilización como uno de los principales elementos que habrían permitido la transformación de aquella sociedad.

    Partiendo de estas consideraciones, la hipótesis principal sostenida en este trabajo es que, con la fuerte tradición de organización y luchas de los trabajadores, así como con la relación entre movimientos de base y partidos, la clase trabajadora se reapropió del proyecto de participación popular presentado por la Unidad Popular a partir de las concepciones forjadas a lo largo de la formación de esa clase. La manera como ellos pensaron las propuestas del Gobierno y las articularon con sus formas de organización y actuación estaba fuertemente marcada por las experiencias que constituirían aquella clase. Esa reapropiación acarreó una lógica propia de acción, que movilizaba todos los elementos de su repertorio de luchas, que congregaba el diálogo y también el enfrentamiento con las instituciones.

    Por consiguiente, se buscaron dos objetivos en este trabajo: primero, analizar la actuación de la clase trabajadora en la construcción del socialismo en Chile a partir de un abordaje que valora sus múltiples e históricas formas de expresión, o sea, considerando movimientos institucionales, como los sindicatos, y también los demás movimientos sociales y organizaciones de los trabajadores. Segundo, interpretar la relación histórica entre los trabajadores, sus organizaciones y el Gobierno¹⁶.

    La propuesta general consiste en analizar la actuación de los trabajadores en la complejidad de las relaciones existentes entre ellos, sus organizaciones representativas y el Gobierno. También consiste en evaluar esas relaciones con el objetivo de superar un corte rígido entre movimiento autónomo y subordinado, considerando la complejidad de esa interacción para demostrar que se caracterizaba tanto por el consenso como por las tensiones. Se investigaron las múltiples formas de actuación de la clase trabajadora chilena, buscando comprender a los trabajadores como sujetos históricos, cuyas acciones no pueden reducirse a la idea de subordinación al Estado o a sus vanguardias partidarias.

    Entendiendo el periodo de la UP como el momento de mayor expresión de la identidad de clase entre los trabajadores chilenos, fue fundamental recorrer la trayectoria de organización y esa acumulación de experiencias que fueron conformando su identidad y permitieron una explosión movilizadora y creativa durante el gobierno popular. Para eso, se adoptó la estrategia de cruzar diferentes fuentes en todos los capítulos. Se seleccionaron las fuentes recurriendo a aquellas que mejor expresaran el pensamiento, el habla, las relaciones y acciones de aquellos sujetos que permitieran sumergirse en la dinámica social de su cotidiano.

    Además del soporte de la bibliografía, se utilizaron aquí otros materiales importantes que brindan reflexiones sobre la experiencia chilena. Entre ellos, las publicaciones de la época de la revista Les Temps Modernes, que trae diversos datos en artículos de divulgación de los estudios sobre la dinámica política y social del gobierno de la Unidad Popular; los llamados Documentos de Trabajo, que consisten en informes y artículos, fruto de investigaciones desarrolladas en FLACSO y CIDU¹⁷, que presentan sistematizaciones de datos y reflexiones acerca de los temas sociales del periodo. En especial, los estudios de CIDU se utilizaron para abordar el tema del movimiento de los pobladores y la formación de los comandos comunales.

    Para analizar las acciones de los movimientos sociales, sindicatos y demás organizaciones de los trabajadores, como los cordones industriales, se analizaron documentos como revistas y panfletos. Las publicaciones como la revista Punto Final, principal medio de comunicación del grupo de extrema izquierda MIR, que también contaba con colaboradores socialistas, aportan importantes registros de las movilizaciones populares desde la década de 1960. Los panfletos circulares en las empresas, como El Combate, Hombre Nuevo, Crea y Pizarreño. Los panfletos de divulgación de las acciones de los cordones industriales, como Tarea Urgente y Trinchera, que era el medio de divulgación del ala sindical del PS; El Rebelde, semanario publicado por el MIR, y la Revista Mayoría, en pro del gobierno; y el periódico de la CUT, el Central Única¹⁸.

    Los documentos presentes en el Ministerio del Trabajo hicieron posible una aproximación a los conflictos en lo cotidiano del trabajo, antes y durante el periodo de la UP. A través de ellos fue posible aprehender muchos elementos de las relaciones de trabajo y la práctica política de los trabajadores. Se analizaron registros de los procesos referidos a huelgas, piquetes y ocupaciones de fábricas. Entre esos documentos se encontraron registros de conflictos entre los trabajadores, entre obreros y jefes, el pedido de intervención estatal o la substitución de los interventores en las empresas. Los demás documentos consisten en publicaciones de partidos, pronunciamientos, programas políticos y entrevistas a los líderes políticos del periodo. Además de eso, recurrí al documental de Patricio Guzmán, La batalla de Chile, que retrata, con imágenes del periodo, el cotidiano de los trabajadores en sus organizaciones y los conflictos sociales.

    Para la configuración de las fuentes orales, busqué colaboradores con trayectorias diversas, pero con la preocupación de no centrarme únicamente en altos dirigentes del movimiento obrero, para no incurrir en la reproducción de una historia oficial. De esta manera, se recolectaron testimonios de obreros de fábricas y de la construcción, amas de casa, militantes de izquierda, simpatizantes de Salvador Allende, simpatizantes de la oposición, de centro o de derecha, activos en el movimiento sindical y el movimiento de los pobladores, además de dos interventores del Gobierno en las empresas.

    Las entrevistas se formularon de forma que permitieran conocer más sobre la trayectoria de vida de cada uno de ellos, buscando los orígenes, las influencias políticas y las experiencias en el trabajo y en la vida comunitaria. De esa forma fue posible comprender mejor la participación de los trabajadores en el gobierno de la Unidad Popular y sus percepciones sobre ese gobierno, así como aprehender elementos que contribuyeron a forjar su identidad.

    El reconocimiento de los riesgos que implica el trabajo con las fuentes orales requería su problematización con otras fuentes y, en especial, con relatos de la época. Por su característica dinámica, la memoria trae representaciones del pasado, con la reconstrucción de algunas percepciones e idealizaciones. Por eso, las entrevistas son un recurso utilizado en la problematización también junto con otras fuentes, y no como un retrato del hecho en sí. Sin embargo, se usan en particular como medios de expresión de la subjetividad individual y colectiva, como forma de registrar las percepciones y experiencias de aquellos sujetos.

    El trabajo junto con la fuente oral permite llevar al conocimiento público un amplio repertorio de versiones sobre el pasado, tornando posible «abordar las cuestiones relativas a la agencia y la intervención subjetiva en la historia»¹⁹. Al retratar un determinado contexto, se adoptó el relato de los colaboradores como forma de mostrar la vivencia en aquel episodio y una percepción subjetiva del trabajador sobre los más variados hechos que vivió. Los testimonios hicieron posible el registro de las experiencias de aquellos protagonistas y permitieron comprender la visión de mundo, ideas, valores y experiencias individuales y colectivas involucradas en su actuación política.

    Con el objetivo de mantener la mayor fidelidad posible a la forma oral, se realizó la transcripción integral de las entrevistas. Para aplicarlas al texto, se realizaron correcciones gramaticales y se eliminaron errores de lenguaje, pero hubo un cuidado especial para mantener algunas expresiones propias de los chilenos, que son significativas para aprehender el sentido de las conversaciones. Para una mejor compresión, recurrí a las notas explicativas.

    El texto está ordenado en cinco capítulos: el primer capítulo, «El movimiento obrero y la cuestión social en el debate político», demuestra cómo se dio la inserción y la participación de los diferentes grupos políticos en el proceso de modernización del Estado chileno en la década de 1930, y la consecuente institucionalización del conflicto social. Este proceso influenció directamente la configuración y el desenvolvimiento de esos grupos a lo largo de las décadas, en especial los de izquierda, y los movimientos sociales. Inserta en esa cuestión, la propuesta central es indicar aspectos esenciales del desenvolvimiento del movimiento obrero chileno y las estructuras generadas en su formación. Ante eso, también se busca abordar los desdoblamientos de ese proceso que luego desembocarían en perfiles y conflictos políticos reflejados incluso en el gobierno de la Unidad Popular.

    En el segundo capítulo, «Construyendo identidades: las luchas de lo cotidiano», analizo las experiencias vividas por los trabajadores fuera del ámbito del trabajo, para demostrar que, a pesar de las especificidades que presentan los diferentes sectores productivos, hay elementos esenciales en las condiciones de vida, comunes a los diversos segmentos, y que llevan a esos trabajadores a compartir experiencias de vida y lucha a lo largo de sus trayectorias. El proceso de formación de la clase trabajadora y su identidad incluye otros aspectos involucrados en la inserción en el proceso productivo en las ciudades, como las condiciones de vida precarias a las que se enfrentaron en lo cotidiano y las estrategias de supervivencia por ellos adoptadas. Entre los trabajadores chilenos esas luchas se dieron mayoritariamente en la formación de movimientos sociales por la vivienda, que en las fases de ocupación urbana congregó las etapas del conflicto social y la lucha política, sobre todo a partir de la década de 1950.

    La propuesta del tercer capítulo, «La hora y el momento de la revolución: proyectos de transformación nacional», es examinar los diferentes proyectos políticos en disputa insertos en el contexto de efervescencia política y movilización social, localizado principalmente a partir de finales de la década de 1950. Entre las propuestas de cambio surgidas en el periodo, dedico especial atención al gobierno de la Democracia Cristiana (DC) con su bandera de la Revolución en Libertad. La propuesta es mostrar que, para entender el triunfo de la Unidad Popular, es fundamental retomar algunos aspectos del periodo de la presidencia de Eduardo Frei, ya que uno de los principales ejes de su proyecto era la propuesta de «integración social», buscando ocupar los espacios que hasta entonces no figuraban como

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