CULTURA
A un lustro del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y a seis meses de cumplir cinco años de gobierno, el análisis de la política cultural de las instituciones dista de ser positivo:
El impulso a la arqueología a través del megaproyecto Tren Maya y su nutrido rescate no bastan si, en contraparte, persisten los bajos presupuestos para otros ámbitos de la cultura, malas condiciones laborales de artistas e investigadores, el abandono de la labor educativa del Estado, y un perfil de las instituciones que, no obstante su amplia oferta cultural, se asemeja más a una agencia de espectáculos.
La construcción del Tren Maya en su ángulo cultural, pese a su dimensión, se inscribe en una problemática mayor, la de la política pública, es decir, como proyecto de Estado, afirma el antropólogo, doctor en Historia y Derecho Bolfy Cottom, investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Incluso en los programas más renombrados del gobierno actual, como la defensa de la propiedad intelectual en el arte popular, centrada principalmente en los textiles, hay una contradicción, “una lógica mercantilista, si se quiere neoliberal, que se apropia de la creación de los artesanos para explotarlos”, al tiempo que copia el modelo de difusión con desfiles de modas y pasarelas, por lo cual cuestiona:
“¿De verdad no hay capacidad para construir un programa de desarrollo cultural propio