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Hacia una democracia de género
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Libro electrónico196 páginas3 horas

Hacia una democracia de género

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Existe un rezago de la condición femenina que plantea una necesidad urgente para resolver la violencia contra las mujeres, la desigualdad social y la trata y explotación sexual y económica. Este libro plantea una propuesta de construcción de liderazgos femeninos y llevar a más mujeres al poder.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 dic 2021
Hacia una democracia de género
Autor

Fundación Heberto Castillo Martínez A.C.

Fundada en 1997, la Fundación se creó para salvaguardar, fomentar y difundir el trabajo científico, político y social de ingeniero Heberto Castillo, encaminadas a coadyuvar con el progreso social, político, tecnológico y cultural de México.

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    Hacia una democracia de género - Fundación Heberto Castillo Martínez A.C.

    Presentación

    orn

    Se dice que para que una democracia sea completa, ésta tiene que ser, necesariamente, de género. En tanto sigan existiendo desigualdades de tipo social, económico, político y cultural entre hombres y mujeres, no podremos hablar de esa completitud tan necesaria en cualquier sociedad. La falta de una democracia de género, entre otros muchos factores, pone en evidencia la imperfección de nuestras sociedades.

    Cuando hablamos de equidad de género nos referimos a la distribución justa de derechos, oportunidades, recursos, responsabilidades y tareas; hablamos de respetar las diferencias entre hombres y mujeres; así, la democracia de género debe incluir el diálogo, la información, la participación activa, la negociación y el acuerdo entre las partes, tomado en cuenta sus intereses comunes y diferentes.¹ En este sentido, la democracia de género adquiere un tinte mucho más amplio pues intenta sistematizar las distintas experiencias, ideas e instrumentos que permitan poner en práctica el enfoque género-inclusivo para lograr justamente esa equidad en todas y cada una de las sociedades.

    Las experiencias son distintas en cada uno de los países. La lucha se ha dado tanto en América Latina como en Europa y, porque sabemos que en la región latinoamericana existen todavía grandes déficits en este rubro, la Fundación Heberto Castillo Martínez se planteó, en un primer momento, un acercamiento al problema desde una de las aristas de mayor importancia: la educación profesional, para después ahondar un poco y abordarlo a partir del tránsito que ha tenido esta democracia a través de historias particulares que se tejen en el ámbito político: la lucha por los derechos políticos de la mujeres.

    Esta publicación aglutina los trabajos presentados en dos eventos organizados por la Fundación, ambos asesorados por la Dra. Gloria Careaga.

    Un indicador importante en este contexto es, sin duda, lo que pasa dentro de la educación profesional desde una perspectiva de género. En esa ocasión, la Fundación se planteó hacer un mapa para ubicar las tendencias en los ámbitos escolar y laboral para llegar a una serie de conclusiones. Se convocó a un grupo de especialistas, quienes hicieron planteamientos importantes.

    En el primer apartado, Antonia González hace un estudio general de la inserción de las mujeres en la educación superior a partir del porfiriato hasta nuestros días; Gloria Careaga nos habla sobre los desafíos y condicionantes para las mujeres en ese ámbito escolar, define en principio la educación como un derecho humano y de ahí, diserta sobre la necesidad de mantener la gratuidad, en todos los niveles escolares, y defiende el derecho de acceder a ella. Por su parte Olga Bustos, hace un recorrido de la incorporación de las mujeres en el ámbito de la investigación y las ciencias, y nos ofrece cifras muy relevantes.

    En un segundo momento de este primer gran tema, Beatriz Cervantes aborda particularmente su experiencia como docente del Centro de Estudios Tecnológicos, Industrial y de Servicios No. 5, cuestión que resulta interesante pues aborda desde la academia el seguimiento que se les da a los egresados de la carrera de Trabajo Social, preeminentemente de mujeres.

    En la parte final del debate sobre la educación desde una perspectiva de género, Ana Lara López nos ofrece un análisis detallado de la necesidad de hacer visibles a las mujeres indígenas, en este importante tema. El texto que nos comparte forma parte de su tesis doctoral, del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, y da un norte para comprender esta problemática. Finalmente, Teresa Rocha Gómez hace una recapitulación de todo lo expresado en esta discusión y habla de la necesidad de una transformación integral del modelo educativo vigente, el cual debe considerar las diferentes oportunidades que tienen los hombres y las mujeres tomando en cuenta sus interrelaciones y los distintos roles que se le asignan a cada uno de éstos.

    Esta primera discusión llevó a la Fundación Heberto Castillo Martínez, a replantearse la inquietud inicial y tratar de verla desde una visión más global, desde la lucha por los derechos políticos de las mujeres. ¿Cómo se ha desarrollado en nuestro país, en qué lugar estamos exactamente y qué podemos esperar en este ámbito? Fue así que tuvo lugar el segundo foro, del cual se desprende el título de esta publicación: Hacia una democracia de género.

    En la primera participación de este debate, Martha Eva Rocha hace un recuento histórico de la participación política-pública de las mujeres en el periodo que va de 1900 a 1920, cuyo eje primordial lo constituyen las publicaciones que, incipientemente, comienzan a darles voz y presencia desde finales del siglo XIX: de las hijas del Anáhuac, hasta La mujer moderna, dirigida por Hermila Galindo, después de la Revolución de 1910 para llegar al constituyente de 1917.

    La segunda parte de este recuento histórico corre a cargo de Enriqueta Tuñón quien describe la lucha de las mujeres mexicanas por su derecho al voto, que parte justamente de la negación de este derecho con el constituyente de 1917 y desemboca en 1953, con la obtención del mismo. Más que una disertación histórica, este texto constituye una disfrutable conversación de un momento específico de nuestra historia. El texto final de este apartado lo constituye el testimonio vivido de una gran luchadora social: Rosario Ibarra de Piedra, quien generosamente comparte de manera emotiva la lucha por encontrar a su hijo desaparecido, enmarcándola precisamente en esta revisión histórica de la participación política de las mujeres.

    En la segunda parte, los datos contenidos son duros y recientes: Sara Lovera nos habla de las conquistas de los derechos políticos de las mujeres en México y el ejercicio real en el acceso a la toma de decisiones. Hace un recuento de lo que realmente ha implicado el acceso de las mujeres en la toma de decisiones, y propone la reflexión en torno al acceso de las mujeres al poder y cómo llegar al ejercicio pleno de sus derechos políticos.

    Elsa Conde nos dibuja un panorama general de lo que significa en la realidad las cuotas de género, de cómo se llegó a ellas y un poco en el mismo tenor de Sara, nos explica que éstas no son significativamente benéficas en el proceso de participación política de las mujeres.

    Finalmente Verónica Vázquez describe y analiza las experiencias específicas, en Oaxaca, de 15 mujeres que fueron presidentas municipales, bajo el sistema de usos y costumbres; un trabajo por demás esclarecedor sobre el ejercicio real del poder de las mujeres en México.

    Por su parte, Lourdes Pacheco hace un recuento general de los distintos aspectos abordados anteriormente aunándolos a la realidad económica de las mujeres y reflexiona sobre nuestra capacidad generadora y productiva, frente a la discriminación económica-salarial de la que somos objeto. Esto se relaciona directamente con nuestra manera de ejercer nuestros derechos políticos y con el uso utilitario que los partidos políticos hacen de esto. Finalmente, enumera una serie de retos aún por resolver.

    La presente publicación es un pequeño aporte que la Fundación Heberto Castillo ofrece. Agradecemos especialmente a las participantes de estos dos foros, quienes generosamente accedieron a contribuir y enriquecer con sus reflexiones esta iniciativa.

    María Teresa Juárez de Castillo

    Fundación Heberto Castillo Martínez, A. C.

    Meentzen Ángela, Gomáriz Enrique, Democracia de género una propuesta inclusiva. Contribuciones desde América latina y Europa, p. 7.

    <<

    La educación profesional desde una perspectiva de género

    orn

    a) ¿Qué pasa en el ámbito escolar?

    b) ¿Qué pasa en el ámbito laboral?

    c) Conclusiones

    Educación y género

    Antonia González Barranco

    orn

    Reflexionar acerca de la educación profesional desde una perspectiva de género y plantear la interrogante de qué pasa al respecto concretamente en el ámbito escolar, obliga a comenzar por explicar qué se entiende y cómo está conformado el espacio que comprende a la enseñanza y al aprendizaje. En ese sentido diremos que el ámbito escolar es el contexto en donde se desarrolla el proceso de enseñanza y aprendizaje, y donde interactúan en forma dinámica diferentes elementos: los estudiantes, los profesores, las autoridades educativas, el personal administrativo y de apoyo y los padres de familia.

    Los estudiantes son los protagonistas de su propia formación, a través del acto de apropiarse del conocimiento, pero eso no sería posible sin la intervención del maestro y sin la existencia de la escuela.

    La escuela está inmersa en un determinado contexto social y por lo tanto recibe diversos tipos de influencias que dejan sentir su presencia, ya sea en forma directa o indirecta. El medio social y especialmente el de la esfera familiar, repercuten en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

    Es innegable que la familia es el pilar fundamental en la socialización de sus integrantes, ya que ella les proporciona las experiencias incipientes, por ello se le identifica como el primer grupo de referencia social.

    Es en la familia donde se adquieren las primeras nociones sobre la naturaleza y la realidad social inmediata, y se crean y modelan las actitudes, valores y expectativas frente a la vida y ante los demás sujetos sociales. La familia es la garante del proceso inicial de trasmisión cultural, su papel consiste en insertar a los nuevos miembros de la sociedad en diversas formas culturales y sociales.

    A pesar de que los padres no pueden determinar totalmente el curso social y mucho menos el educativo de sus hijos, varias dimensiones de su conducta, personalidad, actitudes, intereses, pautas, creencias valores y prejuicios, se adquieren en ella.

    Los hábitos y costumbres, así como las formas de socialización de conocimientos y la relación con el mundo que rodea a los niños y jóvenes, se adquieren en el seno familiar, y se refuerzan, amplían y modifican en el aula por influencia inmediata de los profesores, de manera que la escuela y el hogar deberían concebirse como un todo integrado para orientar el desarrollo intelectual y emocional de los individuos.

    De acuerdo con lo anterior, la tendencia ideológica que se tiene en casa respecto de las cuestiones género, es determinante para la perspectiva y actitudes del estudiante sobre el mismo asunto, dentro del aula y de la escuela, en ellas refleja no sólo en pensamiento, sino en acciones concretas, la aceptación o rechazo a las mujeres, a los varones y en general a la diversidad sexual.

    Por su lado, la escuela y el aula representan el segundo espacio en donde niños y jóvenes adquieren conocimientos, información y además socializan. El aula es el área didáctica y pedagógica, en donde se lleva a cabo la mayoría de las actividades escolares, y donde los estudiantes interactúan entre sí y con sus profesores de manera intensa; ahí pasan una gran parte de su tiempo y en ese sentido allí reflejan a través de diferentes actitudes y conductas las condiciones personales, familiares y sociales que viven en un determinado momento. El aula es el reflejo de las condiciones socioculturales.

    Una vez aclarado qué es el ámbito escolar, procede exponer cómo se viven en ese contexto las cuestiones de género. Por perspectiva de género se comprende el punto de vista o el enfoque bajo el cual el investigador analiza el tema, se entiende que el término perspectiva tiene un carácter de movilidad, es decir, no es estático, sino dinámico y vislumbra normalmente un periodo de análisis más o menos amplio.

    Cuando en la vida cotidiana se habla de género se confunde este término con el de sexo, por lo que es importante precisar que no es lo mismo. El término sexo hace referencia a aspectos biológicos, mientras que género se refiere a los procesos sociales y culturales que distinguen lo femenino de lo masculino.

    La palabra género tiene una connotación social y con ella se consideran todas aquellas características adquiridas por los hombres y las mujeres mediante los procesos sociales y por los roles asignados.

    En ese sentido, el género es la construcción cultural y social de lo masculino y lo femenino. La palabra género se utiliza también para designar las relaciones sociales entre los sexos, es decir no hay un mundo exclusivo de las mujeres ni un mundo exclusivo de los hombres, al hablar de uno, se involucra necesariamente al otro, en una relación dialéctica, sin embargo, es importante mencionar que cada uno por su lado guarda características distintas que al relacionarse se complementan.

    En la cuestión educativa han existido diferencias importantes en lo que a género se refiere. Los hombres desde siempre han tenido derecho y acceso libre a educarse, capacitarse, formarse y a reproducir el conocimiento como profesores; en cambio, las mujeres aunque hoy es completamente natural que asistan a las escuelas de cualquier nivel, muchas veces han librado una dura y larga lucha para conseguirlo.

    En México la inserción de las mujeres a la educación superior se remonta al Porfiriato, hecho que debe destacarse, ya que como sabemos la ideología prevaleciente en ese periodo sólo consideraba a la mujer con capacidades de realizar funciones de ama de casa, de madre y de esposa y, cuando más, de una buena administradora doméstica.

    En ese periodo había escuelas de acuerdo con el género, es decir, destinadas sólo para hombres o sólo para mujeres; los programas y planes de estudio también eran diferentes de acuerdo con el género, con grados de complejidad diferentes, simples para ellas, complejos para ellos, en los estudios de secundaría destinados a mujeres, por ejemplo: se incluían las asignaturas relacionadas con la higiene y la economía domésticas, deberes de las mujeres en la sociedad, deberes de la madre en relación con la familia y el estado, labores manuales, nociones de horticultura y jardinería, al terminar estos estudios, las señoritas

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