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Bicentenario: Francisco José de Caldas, 1768-1816
Bicentenario: Francisco José de Caldas, 1768-1816
Bicentenario: Francisco José de Caldas, 1768-1816
Libro electrónico694 páginas9 horas

Bicentenario: Francisco José de Caldas, 1768-1816

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El interés de Caldas en la naturaleza se complementó con un profundo compromiso con su territorio y un sincero deseo de contribuir con el bien común y la difusión del conocimiento científico como una herramienta para el progreso y el desarrollo. Su dedicación a la ciencia y el mejoramiento de la sociedad han alentado la investigación científica en Colombia desde el siglo XIX. Su admirable trabajo científico con escasos recursos bibliográficos e incluso financieros a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX ha sido tomado como ejemplo para la juventud en formación.
Este homenaje al Sabio Caldas, en conmemoración de los 200 años de su muerte, se compone de tres partes. La primera está dedicada a examinar el papel de los científicos en la independencia en Hispanoamérica, la segunda se concentra en el legado científico e intelectual de Caldas en el contexto de su época y la última se consagra al impacto de Caldas en distintas instituciones colombianas que llevan orgullosamente su nombre.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 mar 2019
ISBN9789587841923
Bicentenario: Francisco José de Caldas, 1768-1816

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    Bicentenario - Yolima Álvarez Polo

    Bicentenario

    Francisco José de Caldas, 1768-1816

    Bicentenario. Francisco José de Caldas, 1768-1816

    Resumen

    El interés de Caldas en la naturaleza se complementó con un profundo compromiso con su territorio y un sincero deseo de contribuir con el bien común y la difusión del conocimiento científico como una herramienta para el progreso y el desarrollo. Su dedicación a la ciencia y el mejoramiento de la sociedad han alentado la investigación científica en Colombia desde el siglo XIX. Su admirable trabajo científico con escasos recursos bibliográficos e incluso financieros a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX ha sido tomado como ejemplo para la juventud en formación.

    Este homenaje al Sabio Caldas, en conmemoración de los 200 años de su muerte, se compone de tres partes. La primera está dedicada a examinar el papel de los científicos en la independencia en Hispanoamérica, la segunda se concentra en el legado científico e intelectual de Caldas en el contexto de su época y la última se consagra al impacto de Caldas en distintas instituciones colombianas que llevan orgullosamente su nombre.

    Palabras clave: Francisco José de Caldas, Nueva Granada, siglo XIX, astronomía, botánica, cartografía, geografía de las plantas, Colombia.

    The Bicentennial of Francisco José de Caldas, 1768-1816

    Abstract

    In addition to his interest in nature, Caldas had a deep commitment to his territory and a sincere desire to contribute to the common good and the dissemination of scientific knowledge as a tool for progress and development. His dedication to science and the improvement of society have encouraged scientific research in Colombia since the 19th century. His admirable scientific work with scarce bibliographical and even financial resources at the end of the 18th and the beginning of the 19th century has been taken as an example for young people in training.

    This homage to the Wise Caldas, in commemoration of the 200th anniversary of his death, consists of three parts. The first one is dedicated to examine the role of scientists in the independence of Spanish America; the second focuses on the scientific and intellectual legacy of Caldas in the context of his time; and the last one is dedicated to analyze his impact on different Colombian institutions that proudly carry his name.

    Keywords: Francisco José de Caldas, New Granada, 19th century, astronomy, botany, cartography, geography of plants, Colombia.

    Bicentenario

    Francisco José de Caldas, 1768-1816

    Comité editorial

    Yolima Álvarez Polo

    Carlos Alberto Díez Fonnegra

    Asdrúbal Moreno Mosquera

    Iván Felipe Suárez Lozano

    Con el apoyo de

    Luis Carlos Arboleda

    Darío Valencia Restrepo

    Bicentenario. Francisco José de Caldas, 1768-1816 / Comité editorial: Yolima Álvarez Polo, Carlos Alberto Díez Fonnegra, Asdrúbal Moreno Mosquera, Iván Felipe Suárez Lozano; con el apoyo de: Luis Carlos Arboleda, Darío Valencia Restrepo. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2019.

    xx, 478 páginas.

    Incluye referencias bibliográficas.

    Caldas, Francisco José de, 1768-1816 / Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, 1783-1816 / Científicos colombianos / Botánicos -- Colombianos / Fitoterapia / I. Forero, Enrique / II. Lancheros, Daniel / III. Gómez Gutiérrez, Alberto / IV. Amaya, José Antonio / V. Suárez Lozano, Iván Felipe / VI. Freites, Yajaira / VII. Eychenne, Bertrand / VIII. Rey Rey, Juan Manuel / IX. Reguera Vázquez, Celina / X. Iglesias Blanco, Rita / XI. Ballbé Mallol, Xavier / XII. Valencia Restrepo, Darío / XIII. Pabón Caicedo, José Daniel / XIV. Ardila, Rubén / XV. Portilla, José Gregorio / XVI. Andrade C., M. Gonzalo / XVII. Henao, Efraín / XVIII. Pohl Valero, Stefan / XIX. Fernández Alonso, José Luis / XX. Appel, Wilton John / XXI. Ochoa, Andrés / XXII. Nieto Olarte, Mauricio / XXIII. Gómez Carder, Gabriel Jaime / XXIV. Cogollo Pacheco, Álvaro / XXV. Ramírez Martínez, Sandra Milena / XXVI. Moreno Mosquera, Asdrúbal / XXVII. Álvarez Polo, Yolima / XXIV. Caldas Varona, Diego / XIX. Suárez Lozano, Iván Felipe / XXX. Reina Rodríguez, Carlos Arturo / XXXI. Appel, John William / XXII. García Guillén, Esther / XXXIII. Universidad del Rosario. / XXXIV. Título / XXXV. Serie.

    925. SCDD  20

    Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. CRAI

    LAC  Febrero 8 de 2019

    Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

    ©  Editorial Universidad del Rosario

    ©  Universidad del Rosario

    © Varios autores

    © Enrique Forero, por la Presentación

    © Luis Carlos Arboleda, por la Introducción

    Editorial Universidad del Rosario

    Carrera 7 No. 12B-41, of. 501 • Tel: 2970200 Ext. 3112

    editorial.urosario.edu.co

    Primera edición: Bogotá D. C., marzo de 2019

    ISBN: 978-958-784-191-6 (impreso)

    ISBN: 978-958-784-192-3 (ePub)

    ISBN: 978-958-784-193-0 (pdf)

    DOI: doi.org/10.12804/th9789587841923

    Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

    Corrección de estilo: Ludwing Cepeda Aparicio

    Diseño de cubierta y diagramación: Precolombi EU-David Reyes

    Conversión ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

    Hecho en Colombia

    Made in Colombia

    Los conceptos y opiniones de esta obra son responsabilidad de sus autores y no comprometen a la Universidad ni sus políticas institucionales.

    El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

    Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

    Contenido

    Presentación

    Enrique Forero

    Introducción

    Luis Carlos Arboleda

    PARTE 1

    CIENCIA E INDEPENDENCIA

    Sucesivas apreciaciones sobre la obra fitogeográfica de Francisco José de Caldas

    Alberto Gómez Gutiérrez

    Las aflicciones del joven Caldas (1795-1801)

    José Antonio Amaya

    Iván Felipe Suárez Lozano

    Ciencia e Independencia: la red de ilustrados americanos y europeos (1810-1830)

    Yajaira Freites

    Caldas, matematización de la naturaleza y sentimiento telúrico

    Luis Carlos Arboleda

    Caldas y el problema de la formación de los científicos en los primeros años del siglo XIX

    Bertrand Eychenne

    Los orígenes del Sabio Caldas en Galicia  y su memoria en España

    Juan Manuel Rey Rey

    Celina Reguera Vázquez

    Rita Iglesias Blanco

    Xavier Ballbé Mallol

    PARTE 2

    VIDA Y OBRA DE FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

    Caldas y Humboldt discurren  sobre la geografía de las plantas

    Darío Valencia Restrepo

    La contribución de Caldas a la meteorología y la climatología de la América ecuatorial

    José Daniel Pabón-Caicedo

    Francisco José de Caldas y la psicología

    Rubén Ardila

    Caldas y el Observatorio Astronómico

    José Gregorio Portilla

    Mariposas, escarabajos, libélulas y polillas recolectadas por Francisco José de Caldas

    Jorge Reynolds

    M. Gonzalo Andrade-C.

    Daniel Lancheros

    Efraín Henao

    Dieta, raza y civilización en el pensamiento ilustrado de la Nueva Granada

    Stefan Pohl Valero

    Las plantas de Francisco José de Caldas y su contribución a los herbarios y escritos de la Flora de Bogotá

    José Luis Fernández-Alonso

    Caldas en Antioquia: de ciudadano científico a ingeniero militar

    John Wilton Appel

    Impresiones de la naturaleza: la documentación de Francisco José de Caldas en el Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid

    Esther García Guillén

    La pluviometría de Santafé de Bogotá por Francisco José de Caldas

    Andrés Ochoa

    La obra cartográfica de Francisco José de Caldas

    Mauricio Nieto Olarte

    Francisco José de Caldas, astrónomo en la Real Audiencia de Quito

    Gabriel Jaime Gómez Carder

    Francisco José de Caldas, el botánico

    Álvaro Cogollo Pacheco

    PARTE 3

    LA POSTERIDAD DE CALDAS

    Correspondencia a Santiago Arroyo (1795-1803) Una aproximación a la escritura científica de Francisco José de Caldas: entre cartas privadas y textos para la publicación

    Sandra Milena Ramírez Martínez

    Caldas y la educación en su época

    Asdrúbal Moreno Mosquera

    Yolima Álvarez Polo

    Museo Casa Caldas en Bogotá

    Diego Caldas Varona

    Iván Felipe Suárez Lozano

    Francisco José de Caldas y la historia de la Universidad Distrital

    Carlos Arturo Reina Rodríguez

    La astronomía en el tiempo de Caldas y en el tiempo de hoy

    John William Appel

    Presentación

    Colombia inició la investigación científica a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX con la Expedición Botánica, que funcionó como un centro dedicado a estudiar los recursos naturales del país y establecer su utilidad. La labor desarrollada por el gaditano José Celestino Mutis ha sido ampliamente reconocida por historiadores y científicos por igual.

    En el seno de la Expedición se educó y se formó en la ciencia una reducida élite que desempeñó un importante papel en la vida intelectual y política de la nación y en el movimiento que logró la independencia. Se trata de personajes que en su mayor parte no están presentes en la mente o en el corazón de los colombianos, como Camilo Torres, Jorge Tadeo Lozano o Francisco José de Caldas. Sus nombres han sido reconocidos, por ejemplo, en instituciones educativas o en numerosas toponimias, pero significan poco para la sociedad en general.

    Uno de ellos, Francisco José de Caldas (1768-1816), fue el primer científico de la Nueva Granada. Con motivo de conmemorarse el bicentenario de su muerte, ocurrida durante la reconquista española, la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, por iniciativa del Grupo de Historia y Filosofía de la Ciencia y bajo el liderazgo del académico Dr. Luis Carlos Arboleda, promovió desde mediados de 2015 distintas actividades tendientes a recordar aspectos de la vida y la obra del personaje histórico que sin duda más contribuyó a la promoción de la cultura científica en los primeros momentos de instauración de nuestra República.

    Durante los años 2015 y 2016 se realizaron jornadas de análisis y reflexión en la sede de la Academia y en el Museo Casa Caldas en Bogotá, en el Parque Explora en Medellín, en el Centro de Pensamiento en Manizales y en la Universidad del Cauca en Popayán, en colaboración con instituciones académicas y científicas tales como universidades, bibliotecas, museos, centros de investigación y divulgación científica, y con el apoyo de entidades gubernamentales y empresariales.

    Las actividades concluyeron con un congreso internacional que tuvo lugar en el auditorio de la biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República en Bogotá, y que se hizo coincidir con el aniversario número 200 de la fecha exacta del fusilamiento del prócer, el 29 de octubre de 1816. El congreso se constituyó en un espacio de confluencia que permitió poner en un contexto amplio conceptos sobre la vida y la obra del sabio, así como sobre la ciencia y la Independencia en la vida de Caldas, y su legado hasta nuestros días.

    El congreso contó con la participación de una nómina de lujo de investigadores colombianos y españoles, estudiosos de Caldas, quienes dieron su visión de las contribuciones del prócer en diferentes campos de la ciencia, que incluyeron la botánica, climatología, astronomía, cartografía, matemáticas, biogeografía, meteorología e incluso en ingeniería militar, área como las demás en la que fue pionero en la Nueva Granada.

    Estos fueron elementos de estudio, entre muchos otros, las motivaciones que llevaron a Caldas a hacer observaciones de la naturaleza y de los astros, a hacer cuidadosas mediciones y a tomar detalladas notas, algunas de las cuales han estado disponibles para los estudiosos, mientras que otras nunca han sido encontradas. También se discutieron aspectos de su personalidad y de sus relacionamientos con personas influyentes de su época.

    Es importante notar que, mientras algunos autores aseguran que Caldas ha sido suficientemente estudiado, los resultados de esta experiencia de dos años demuestran que aún quedan muchos aspectos de sus contribuciones que constituyen verdaderas incógnitas que deben ser exploradas a profundidad.

    Una de las prioridades de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de las instituciones que la han acompañado en esta empresa es la de continuar manteniendo vivos la memoria y el legado de Francisco José de Caldas para el bien de la presente y de futuras generaciones de colombianos, hacer notar su importancia para la ciencia nacional y, en la medida de lo posible, resaltar las contribuciones que en su corta vida alcanzó a hacer a la ciencia mundial.

    La Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales se enorgullece en presentar a la sociedad, con el generoso apoyo de la Universidad del Rosario, este volumen que recopila las conferencias que se presentaron durante el Congreso Internacional del Bicentenario de Francisco José de Caldas (1768-1816). Algo más de veinte capítulos que enriquecen considerablemente nuestro conocimiento del importante neogranadino, cuyos logros en las difíciles condiciones de la nación en la época en que le correspondió actuar deben constituirse en ejemplo y estímulo para los jóvenes colombianos que puedan haber considerado dedicar su vida a la ciencia puesta al servicio del país y del mundo.

    Enrique Forero

    Presidente

    Academia Colombiana de

    Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

    Introducción

    Los artículos de este libro con autoría de Alberto Gómez Gutiérrez, José Antonio Amaya, Iván Felipe Suárez, Yajaira Freites, Luis Carlos Arboleda, Bertrand Eychenne, Juan Manuel Rey, Celina Reguera Vásquez, Rita Iglesias y Xavier Ballbé, fueron presentados en el Simposio 1 del Congreso del Bicentenario de la muerte de Caldas (Bogotá, 2016), sobre Ciencia e Independencia.

    En el Simposio 2, consagrado a la Vida y obra de Francisco José de Caldas, se presentaron los trabajos de John Wilton Appel, Rubén Ardila, Darío Valencia Restrepo, Álvaro Cogollo, José Luis Fernández Alonso, Esther García Guillén, Gabriel Jaime Gómez, Mauricio Nieto, Andrés Ochoa, José Daniel Pabón, Stefan Pohl, José Gregorio Portilla y el elaborado conjuntamente por Jorge Reynolds, Germán Andrade, Daniel Lancheros y Efraín Henao.

    Finalmente, en el Simposio 3, sobre La posteridad de Caldas, se expusieron inicialmente los artículos de John William Appel, Diego Caldas Varona e Iván Felipe Suárez, Sandra Milena Ramírez y Carlos Arturo Reina, Asdrúbal Moreno y Yolima Álvarez. En lo que sigue haremos una descripción de algunos de ellos con el fin de dar al lector del libro una visión global de la diversidad e importancia de los temas que en él se abordan.

    Gómez Gutiérrez ofrece en su comunicación una nueva apreciación de la obra fitogeográfica de Caldas con base en el estudio minucioso de uno de sus manuscritos que hacen parte de un cuaderno inédito con apuntes y observaciones suyas recientemente recuperado por la Universidad Javeriana entre los libros antiguos del librero parisino Rodolphe Chamonal. Este estudio revela aspectos no suficientemente conocidos de los trabajos de Caldas de mediados de 1802, particularmente sobre la geografía de las plantas, cuando empezaba a desempeñarse como agregado de la Expedición Botánica en la provincia de Quito. Ello conduce a Gómez fundamentar una interpretación novedosa con respecto a la afirmación convencional de la autoría única del prusiano: que Caldas trabajó simultáneamente con Alexander von Humboldt en sentar los fundamentos del dominio científico que hoy conocemos como biogeografía o fitogeografía, es decir, el estudio de la distribución de las plantas sobre la superficie terrestre.

    El artículo de Valencia Restrepo guarda estrecha relación con el anterior. Se trata de examinar la mutua influencia entre Caldas y Humboldt en cuanto a la fundación de la fitogeografía o geografía de las plantas, a través de una reseña crítica de las opiniones al respecto de importantes historiadores y naturalistas. Antes el autor revisa varios de los hechos históricos más importantes sobre Caldas y la nivelación de las plantas, en particular sus nivelaciones entre Santafé y Quito, y entre Loja y Quito. Igualmente recuerda los trabajos fitogeográficos de Humboldt con base en las láminas fitogeográficas del pico Teide en Canarias y la comparación de varias montañas de los Andes con el Popocatépetl de México. El autor muestra que, a pesar de la falta de reconocimiento internacional, no cabe duda de que Caldas es precursor entre nosotros de la geografía de las plantas.

    Los artículos de Fernández Alonso y García Guillén se refieren a los trabajos botánicos de Caldas en Ecuador entre 1801 y 1805, y en ellos se analizan distintos aspectos de los copiosos y originales resultados de estos trabajos que hacen parte de los materiales de la Expedición Botánica de Mutis conservados en el Jardín Botánico de Madrid. Con base en el estudio de los ejemplares pertenecientes a varias especies de la familia de Labiadas, Fernández Alonso analiza la contribución botánica de Caldas a los herbarios y la iconografía de la Flora de Bogotá, y aquellos que iban a formar parte de la Flora Quitoensis. Se muestra el carácter excepcional de esta contribución, particularmente en cuanto permite recrear la composición vegetal de varios sectores del altiplano ecuatoriano.

    Por su parte, García Guillén se refiere en su artículo a la colección de ectypas o láminas de plantas estampadas mediante la técnica de impresión natural que realizó Caldas y que se encuentran en el Fondo de la Expedición Botánica de Madrid. Analiza la historia de la colección y la técnica empleada, mostrando su similitud con los dibujos botánicos que por la misma época se realizaron en la Expedición de Malaspina, principalmente aquellos elaborados por Humboldt y Bonpland.

    Amaya y Suárez hacen una lectura perspicaz de fuentes documentales, en particular de las cartas de Caldas a Santiago Arroyo, para agregar nuevos elementos a lo ya conocido sobre la formación académica de Caldas y Zea como naturalistas; sobre todo en cuanto a sus perfiles intelectuales, los diversos medios técnicos y equipamiento científico a su disposición, y las condiciones particulares en que desempeñaron sus respectivas actividades. Es de destacar la caracterización del ideal de emulación de Caldas con la trayectoria de Zea como botánico, y la influencia que tuvo este ideal en la selección de los temas de estudio más acordes con los intereses y aspiraciones profesionales de Caldas. Amaya y Suárez aclaran las circunstancias en que Caldas se inclina por la geografía y la botánica, y las relaciones de complementariedad que progresivamente se fueron tejiendo entre ellas y otros campos de su desempeño como la cartografía, la geodesia y astronomía.

    Las cartas que Caldas escribió a Arroyo entre 1795 y 1803 igualmente son objeto de estudio en el artículo de Ramírez, esta vez para aclarar el uso que aquel le asignó a la correspondencia privada en su práctica de escritura científica. En el enfoque original de Ramírez no se trata tan solo de utilizar las cartas como simples fuentes de información histórica, sino más bien de considerar la correspondencia privada como una modalidad de escritura en relación con la cultura escrita de su tiempo. Desde esta perspectiva la autora muestra que las cartas fueron un recurso escriturario privilegiado de Caldas para comunicar rápidamente los resultados de su práctica científica con Mutis y su red de colaboradores y, al mismo tiempo, un medio para preparar la comunicación pública de sus ideas.

    El trabajo de Nieto hace parte de su libro La obra cartográfica de Francisco José de Caldas (2006), en el cual se estudian por primera vez de forma original y sistemática los trabajos de Caldas en geografía y cartografía, a través de lo que fue su principal interés científico: la elaboración de una carta del Nuevo Reino de Granada. Como lo recuerda Nieto, la idea de Caldas con sus mapas y publicaciones era disponer de una lengua de territorio en dos pulgadas cuadradas; es decir, colocar la inmensidad del territorio sobre una mesa de trabajo. Elaborados en un contexto político muy significativo de nuestra historia republicana, estos productos cartográficos, a diferencia de los realizados en el régimen monárquico, no solo eran representaciones de mayor calidad y rigor científico, sino también instrumentos de apropiación y control, pero esta vez muy lejos de Madrid, de repente sin un rey a quien servir y con un nuevo Estado por construir.

    En el artículo de Portilla sobre Caldas y el Observatorio Astronómico se repasan de manera minuciosa las circunstancias históricas de la formación autodidacta de Caldas en astronomía y sus principales realizaciones en este campo. Entre otros aspectos interesantes del estudio, cabe destacar los relacionados con la construcción del edificio del Observatorio Astronómico como parte del programa científico de Mutis para la Expedición Botánica; su nombramiento como director del Observatorio; la rivalidad y luego complementariedad de la práctica científica de Caldas en astronomía con sus actividades en la Botánica; el enfoque epistemológico predominantemente utilitario de las observaciones y los trabajos de Caldas en astronomía, con la sola excepción tal vez de la determinación del cometa C/1807 R1; y la explicación de cómo funcionó el Observatorio en manos de Caldas. Además de los propósitos institucionales para los cuales fue creado, el Observatorio sirvió para promover las primeras iniciativas de periodismo científico del Semanario del Nuevo Reino de Granada y fomentar el ideario de la élite independentista a través del Diario Político.

    En su artículo sobre Caldas, matematización de la naturaleza y sentimiento telúrico, Arboleda empieza definiendo el criollismo científico, la cultura de la élite neogranadina en aquel momento histórico clave de emergencia de un nuevo orden social. Dos aspectos correlacionados le permiten precisar el sentido de esta noción: el optimismo telúrico y el sentimiento de soledad de los eruditos criollos. Se examinan algunas de las modalidades de esta cultura en la práctica de saberes matemáticos de Caldas. El estudio histórico de su invención del hipsómetro —fundamental para su proyecto de nivelación de las plantas en los Andes— le aporta a Arboleda evidencias sobre restricciones con las que tuvo que lidiar la formación de la cultura científica en el contexto de la época. Esta invención se vio condicionada por el aislamiento de los centros internacionales, por la ausencia de un ambiente intelectual local con crítica de pares, por el desconocimiento del estado de arte sobre el problema, y por el empleo de un enfoque epistemológico y un lenguaje matemático demasiado clásicos que no daban cuenta del corpus de saberes y técnicas que ya eran empleados en las prácticas de matematización de la naturaleza a comienzos del siglo XIX.

    En el trabajo de Appel se examina la actividad desplegada por Caldas al servicio del gobierno de la provincia de Antioquia entre 1813 y 1815, un periodo en el cual se opera esa transformación del ciudadano científico al ingeniero militar que le acarreará trágicas y fatales consecuencias con el régimen del terror de la reconquista española, pero en el cual, de todas maneras, ejecuta varios proyectos originales en donde nuevamente se revela su programa de conocimiento técnico científico aplicado al desarrollo local. Este programa se desplegó a través de las siguientes actividades: la construcción de fortalezas en la frontera sur de ­Antioquia, el montaje de máquinas para la acuñación de monedas, la fabricación de armas, el descubrimiento de minas de salitre y la producción de pólvora, además de la determinación de una nueva ruta hacia la costa del Pacífico.

    Eychenne pasa revista a eventos y circunstancias de la trayectoria de Caldas como geógrafo, astrónomo y botánico que lo conducen explorar una problemática más general, la formación de los eruditos criollos en los primeros años del siglo XIX y su impacto en la constitución y desarrollo de una élite científica. Con base en el caso de Caldas se comentan las condiciones de iniciación a las matemáticas y las ciencias en la sociedad letrada local, el papel de la formación autodidacta, los círculos de relaciones sociales, la correspondencia científica, el encuentro con científicos europeos, la publicación en la prensa, la enseñanza, los obstáculos en la formación científica, y finalmente el régimen de terror que terminó por diezmar la élite de criollos ilustrados. Un marco de referencia más detallado del estado de la educación en la Nueva Granada se encuentra en el capítulo de Asdrúbal Moreno y Yolima Álvarez, en el cual se pasa revista a las principales características de la educación en el régimen colonial y se examina el tránsito contradictorio de la sociedad local hacia la formación de las élites ilustradas en el período de las reformas borbónicas, para concluir ubicando el papel de Caldas como educador y su legado para las nuevas generaciones.

    El trabajo sobre Los orígenes del Sabio Caldas en Galicia y su memoria en España fue elaborado por Juan Manuel Rey Rey y su equipo de asesores en la Alcaldía de Caldas de Reis, Galicia, España. Mediante un esmerado estudio de fuentes primarias y una documentación bibliográfica poco o nada conocida, los autores logran aclarar los orígenes gallegos de la familia paterna de Caldas y las razones de su emigración a América. Así mismo, restablecen los hechos del desagravio y reivindicación de España a la memoria de Caldas de hace un siglo. Por último, se recuerdan las actividades de homenaje a Caldas que se han venido celebrando en Madrid, Santiago de Compostela y Caldas de Reis a partir del Congreso de 2016 que contó con la participación de este equipo.

    En su charla sobre las relaciones complejas entre ciencia e Independencia en el contexto latinoamericano, Freites se centra en el análisis de dos dimensiones del problema que estuvieron íntimamente relacionadas y cuyo impacto combinado produjo, según muestra para ese periodo, resultados desiguales en cada contexto y generalmente incipientes con respecto a los propósitos declarados. Por una parte, analiza las ideas y actividades sobre ciencia y educación enarboladas por las élites que estuvieron directamente involucradas en los procesos independentistas, y, por otra, estudia las interrelaciones tejidas entre actores científicos de Europa (principalmente de Inglaterra y Francia), los exilados latinoamericanos y los agentes políticos de las sociedades americanas (Bogotá, Caracas, Buenos Aires).

    Luis Carlos Arboleda

    Coordinador

    Grupo de Historia y Filosofía de la Ciencia

    Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

    PARTE 1

    CIENCIA E INDEPENDENCIA

    Sucesivas apreciaciones sobre la obra fitogeográfica de Francisco José de Caldas

    Alberto Gómez Gutiérrez*

    * Profesor titular y director del Instituto de Genética Humana, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Academia Colombiana de Historia, de la Academia Nacional de Medicina y de la Academia Colombiana de la Lengua. Autor de múltiples artículos científicos en el área de la genética y de varios libros sobre la historia de la ciencia, viajeros y naturalistas. agomez@javeriana.edu.co

    Resumen

    A mediados de 2016, la Pontificia Universidad Javeriana logró adquirir y repatriar de París un manuscrito inédito de Francisco José de Caldas. Con base en este, y en otros manuscritos caldasianos, se analizan y presentan sucesivas apreciaciones sobre los principios biogeográficos que Caldas registraría en la primera década del siglo XIX bajo el nombre de fitografía o nivelación de las plantas.

    Introducción

    El manuscrito inédito que se presenta en la figura 1 fue atribuido por el librero francés Rodolphe Chamonal sin ninguna duda a Francisco José de Caldas, el primer sabio criollo de América Latina (Chamonal, 2015, p. 22, traducido del francés por el autor).

    Figura 1. F[rancisco] J[osé de] Caldas. Obras inéditas. Quito, 1802-1807 [Manuscrito].

    Tomado de: Sección Libros Valiosos, Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J., Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.

    La biblioteca de la Pontificia Universidad Javeriana, una vez verificada su autenticidad, lo ha catalogado como Cuaderno de viajes y observaciones de 1802 a 1807, con el subtítulo de Viaje a Ibarra, puesto que con este descriptor aparece identificado en su lomo, y es este el título del primero de los doce textos que se encuentran incluidos en este volumen de 107 folios manuscritos y 77 folios en blanco. Los doce textos se pueden clasificar, en orden cronológico, así:

    – 1802 (dos textos): Relacion de un viage à Ybarra y demas pueblos circunvesinos al nordeste de Quito hecho en 1802; Trabajos geodésicos sobre Ymbabura.

    – 1804 (nueve textos): Aves; Quito; Visita al palacio del marqués de Selva Alegre en Chillo, al sudeste de Quito; Huerto y jardín de Chillo; Viage a las pirámides y base de Yaruquí; Viage a Pitchincha; Viage al Panecillo; Determinación del término de la nieve perpetua en las cercanías del ecuador; Determinación del término de la vegetación en las cercanías del ecuador.

    – 1807 (un texto): Materiales para la memoria sobre los árboles de quina.

    El Viage a Ybarra (figura 2a) hace parte del cuerpo de 44 escritos científicos de Caldas que se han podido registrar entre 1796 y 1807 (tabla 1), sin incluir 116 cartas (32 dirigidas a Mutis) escritas entre 1795 y 1808¹. Este Viage a Ybarra no debe confundirse con el Viage a Cotacache (figura 2b), manuscrito que tiene la misma fecha de inicio, el 23 de julio de 1802, y que se encuentra hoy en la Biblioteca Lilly de la Universidad de Indiana en los Estados Unidos. El segundo manuscrito, este sí completamente autógrafo, fue publicado ya dos veces: una en 1933 por el padre Agustín Barreiro en Madrid, y otra 80 años después, en 2013, por Reinhard Andress y Mauricio Nieto en Sevilla.

    Figura 2. Diarios manuscritos de Francisco José de Caldas. a) Relacion de un Viage à Ybarra y demas Pueblos circunvesinos al Nordeste de Quito hecho en 1802. Libros valiosos, Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J., Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. b) Relación de un viage à Cotacache, La Villa, Imbabura, Cayambe, etc., comenzado el 23 de julio de 1802. Andress y Nieto (2013, p. 59).

    Las diferencias entre estas dos obras, la inédita y la dos veces editada, son particularmente interesantes y serán motivo de exposiciones posteriores y nuevas publicaciones: basta hoy con decir que el Viage a Ybarra es un desarrollo detallado (y escrito en limpio por un amanuense aún no identificado) de los seis primeros folios del Viage a Cotacache, y que los once estudios restantes del cuaderno inédito de viajes y observaciones entre 1802 y 1807 no están incluidos en las dos ediciones citadas de 1933 y 2013.

    Tabla 1. Escritos científicos de Caldas entre 1796 y 1807

    Nota: Son, por lo pronto, 39 escritos científicos, además de 116 cartas entre 1795 y 1808, entre las cuales 32 fueron dirigidas a José Celestino Mutis y una a Alexander von Humboldt. Se resaltan en negrilla las obras incluidas en el manuscrito inédito hallado en París.

    Fuente: elaborado con base en Díaz Piedrahita (1997, pp. 207-220).

    En cuanto al registro histórico de estos dos manuscritos, ambos fueron censados por primera vez hace 200 años, en mayo 22 y en junio 18 de 1816, cuando aparece su última evidencia probable en Bogotá en el siglo XIX, como parte de 12 libros manuscritos y en blanco² con la firma de José Andrés de Urquinaona, diputado del secuestro que tuvo lugar mientras Caldas se consideraba emigrado al sur de la Nueva Granada. Después de partir eventualmente a España, el Viage a Cotacache terminó en Indiana y el Viage a Ybarra terminó en París: ahora vuelve a Bogotá.

    La primera referencia epistolar a este cuaderno de viajes y observaciones inédito aparece eventualmente en julio 6 de 1802, en la carta que Caldas escribió a Mutis desde Quito, después de haber sido vinculado a la Expedición Botánica. En esta le comenta que:

    Así que le di fin a mis trabajos solsticiales, entré dentro de mí mismo y me dije: hasta hoy has trabajado por afición y por gusto; desde hoy es ya una ocupación necesaria; ya no puedes disponer de tu tiempo a tu gusto; éste y todo yo pertenezco al sabio Mutis; es preciso aprovechar el tiempo y dedicarme a los objetos que este sabio ama con preferencia. Con estas disposiciones tomé la libranza e hice uso de ella. El primer gasto que he hecho fue tomar una resma del mejor papel que he podido conseguir, porque está caro y escaso. Hice encuadernar mis libros en blanco; al primero he puesto por título Descripciones de plantas; al segundo, Relaciones de un Viaje proyectado y a expensas del célebre Director de la Expedición Botánica de Santafé [etc…]. En este ha comenzado la historia y el origen de este viaje, y continúo con el diario circunstanciado de mis operaciones y observaciones en usos, costumbres, carácter, política, temperamento y producciones naturales de los pueblos por donde voy a transitar (énfasis añadido). (ACCEFYN, 1978, pp. 186-187)

    Y dice más adelante: "Voy a concluir ésta diciendo que el quince parto para Ibarra a visitar a Cotacache, Imbabura y Cayambe con todas sus cercanías" (1978, p. 190).

    En la segunda referencia epistolar, aún desde Quito, en julio 21 de ese mismo año, es decir 15 días después, Caldas comenta a Mutis:

    Hasta ahora no puedo dar a usted grandes y agradables noticias botánicas, porque a más de haber estado un poco enfermo del estómago, me ha sido preciso dedicarme a los preparativos de mi primera salida al Norte de Quito. Yo me he propuesto visitar en ella a Cotacache, Imbabura, y el inmenso Cayambe, ver las ruinas de las pirámides, y volver a Quito dentro de un mes. (ACCEFYN, 1978, p. 191)

    Y termina diciendo: "Mañana 22 parto para Ibarra a la expedición que tengo comunicada a usted, y de donde remitiré a usted todas las noticias, y cuanto ocurre de este viaje" (énfasis añadido) (1978, p. 192).

    En agosto 8 de 1802, ya en Ibarra, Caldas le dice al gaditano: "Voy a poner a usted cuatro letras precipitadamente, dando parte de los progresos de mis operaciones. Ya anuncié a usted que salía de Quito el 22, lo que verifiqué el 23 del pasado, y lentamente me he transportado a esta villa" (énfasis añadido) (1978, p. 193).

    A partir de esta, siguen cuatro cartas a Mutis: en septiembre 23 (todavía en Ibarra), en noviembre 7 y noviembre 22 (desde Otavalo), y en enero 6 (ya de vuelta en Quito). Además de estas, hay dos cartas más que Caldas escribió en Otavalo: una a Santiago Arroyo, con fecha 7 de noviembre de 1802, y otra a Alexander von Humboldt, en noviembre 17 de ese mismo año³.

    Esta última, la carta de Humboldt, era contestación de la que el prusiano le había escrito en esos días desde Lima. Caldas se centra en responderle asuntos de astronomía, y le menciona dos veces sus mediciones del punto de ebullición del agua, como referencia barométrica. Pero de botánica, y esto es importante, solo le menciona que cumple con los deseos de Mutis de esqueletar y clasificar el mayor número de plantas posibles. Hasta este punto, en noviembre 17 de 1802, nada dice Caldas a Humboldt de la relación entre sus trabajos barométricos y sus trabajos taxonómicos: nada de nivelación de las plantas o fitografía. Tampoco a Mutis ni a Arroyo. Volveremos más adelante sobre este punto.

    Estas nueve cartas, siete a Mutis, una a Arroyo y otra a Humboldt, configuran un complemento importante para el estudio de los viajes de Caldas en el segundo semestre de 1802, cuyos pormenores fueron registrados en las relaciones de los cuadernos del Viage a Ybarra, inédito, y del Viage a Cotacache, publicado en España en 1933 y en 2013.

    La fitografía

    En abril 21 de 1802 Caldas había anunciado a Mutis una Memoria que le remitió probablemente en el mismo correo desde Quito. A esta se refiere así: "He formado una memoria sobre un nuevo plan de viaje […] y ahora [se la] remito, con otra sobre un pequeño descubrimiento que me parece haber hecho en el termómetro" (ACCEFYN, 1978, p. 171).

    En esta Memoria de abril de 1802 Caldas registra una novedosa y hermosa idea de investigación:

    ¿No sería nuevo, y al mismo tiempo hermoso, dividir en 12 zonas de una pulgada en el barómetro de ancho cada una, toda la parte de la tierra que es capaz de vegetar? ¿No sería nuevo asignar a cada planta sus límites, y de un modo lacónico y exacto decir: habita en la zona primera, habita desde la tercera hasta la quinta, y así las demás? (Caldas, 1849, p. 556)

    Y la idea tenía un marco teórico:

    Yo siempre he visto con fastidio una carta [es decir: un mapa] en que no se leen sino nombres de pueblos miserables. [Más] vale ver en ella el lugar, la patria de una planta, de un mineral, de una especie de animales, de una fuente termal, etc., que ese montón de nombres bárbaros que apenas podemos pronunciar. En este momento ¡qué bello, qué interesante sería poner al frente de la Flora de Bogotá una carta botánica del reino, que así quiero llamar una carta en que, suprimiendo tanto pueblo oscuro, tantos arroyos de ninguna consideración, se sustituyeren en su lugar las plantas útiles a las artes, al comercio, a la salud[!] ¡Qué placer ver de una ojeada la patria del cacao, del té, de la nuez moscada, del almendrón, de la quina, etc.! ¡Qué bella fachada para el templo de la Flora!

    […] En este género he trabajado mucho, y el fruto más precioso que he sacado es cierto hábito de ver, de medir y de diseñar los países con facilidad […]. Nada he manifestado al Sr. Barón de estos materiales, a excepción de la carta de Timaná, que es uno de mis primeros ensayos. Una de las cosas que he notado en los trabajos geográficos de este sabio, es que mezcla lo cierto con lo dudoso, que, deseoso de abrazarlo todo, diseña al lado de un retazo digno de D’Anville, otro por simples relaciones de gentes ignorantes.

    ¡Qué curioso, qué digno de Mutis sería notar las elevaciones en que se crían las plantas, y al tiempo, que en la soberbia Flora de Bogotá se diga: habita en Quito, y se añada de un modo preciso: a tantas toesas de elevación sobre el mar! […] El barómetro se sostiene en el límite de la nieve a 16 pulgadas, en el mar a 28, o cerca: la diferencia son 12 pulgadas (énfasis añadido). (Caldas, 1849, pp. 553-556)

    Y le dice luego:

    Yo he proyectado unas nivelaciones barométrico-botánicas semejantes a las que el Sr. barón de Humboldt ha construido con solo el objeto de dar idea de las diversas alturas del terreno [es decir, barométricas pero no biogeográficas en Humboldt en abril de 1802]. Las divido en doce zonas que no serán iguales en anchura, porque las superiores irían gradualmente aumentando su elevación, y coloco en cada una las plantas que vegetan en ella. Si alguna crece en dos, tres o más, se pone en la inferior y en la última, y esto anuncia que prospera en las intermedias. Esta idea me toca, la creo nueva y digna de ensayarse (énfasis añadido). (Caldas, 1849, p. 556)

    Además de esto, lo mismo había propuesto Caldas por escrito en su Memoria de abril de 1802 sobre los animales (es decir, nivelaciones zoológicas) y sobre los minerales (nivelaciones mineralógicas) (Caldas, 1849, pp. 553-561). Joaquín Acosta, en la primera transcripción y publicación que se hizo de esta Memoria en París en 1849, 47 años después, incluyó a pie de página una nota que decía: Recuérdese que cuando Caldas escribía esto aún no conocía el cuadro de la geografía de las plantas que poco después envió desde Guayaquil a Bogotá al señor Mutis el Barón de Humboldt (Acosta, 1849, p. 557).

    En el manuscrito inédito repatriado de París por la Universidad Javeriana, Caldas registró en julio de 1802 el siguiente párrafo:

    En todos los lugares por donde hé transitado así en este pequeño viaje, como en el que hice en 801 de Popayán à Quito, he notado con el mayor cuidado la calidad de las arinas [sic] y la elevación del suelo que les produce, y creo que puedo señalar el término superior en que vegeta esta planta preciosa con utilidad para el labrador […] Este asunto me ha parecido importante y merece nos detengamos en él. (Caldas, 1802, ff. 16v-17r)

    Adicionalmente, hay una evidencia gráfica del resultado de las investigaciones de Caldas en torno a su novedosa y hermosa idea de investigación: se trata de la Nivelación de 30 especies de plantas puestas sobre la vista occidental de Imbabura, montañas en las cercanías de Ibarra (figura 3).

    Figura 3. Nivelación de 30 especies de plantas puestas sobre la vista occidental de Imbabura, montaña en las cercanías de Ibarra (1803). Tomada de Nieto Olarte (2006, p. 152).

    Este perfil biogeográfico fue producido por Caldas a finales de 1803 con base en sus observaciones del segundo semestre de 1802, más de seis meses antes de conocer la síntesis gráfica de Humboldt sobre la Geografía de las plantas, que Caldas consultaría y luego enviaría a Mutis en abril 21 de 1803 con la siguiente nota de presentación:

    El señor Barón de Humboldt, que partió ha dos meses de Guayaquil, remitió a manos del señor Marqués de Selva Alegre un cañón de lata, que contenía una memoria sobre la geografía de las plantas. Este no sé por qué motivo la retuvo en su poder mucho tiempo, y no me la entregó para su remisión por mi mano, según la voluntad del mismo Barón. Yo la he detenido quince días para tomar una copia, y la remito ahora acompañada de una friolera mía, casi en el mismo género, que espero la reciba usted con bondad. (ACCEFYN, 1978, p. 219)

    ¿Y qué era exactamente la friolera de Caldas? Era la memoria sobre la Nivelación de algunas plantas que cultivamos en las cercanías del Equador, conforme á las Observaciones barométricas hechas desde 1796 hasta 1802 por F. J. de C. (figura 4).

    Figura 4. Lámina 1 de la Nivelación de algunas plantas que cultivamos en las cercanías del Ecuador (1803). Tomada de Nieto Olarte (2006, p. 148).

    Esta incluye cuatro láminas en cuatro folios, divididas en nueve zonas altimétricas en las que se distribuyen ocho plantas diferentes con sus alturas máximas y mínimas. Con base en las fechas reportadas por Caldas en este perfil múltiple de comienzos de 1803, su trabajo y consideraciones sobre la distribución de las plantas se había iniciado en 1796, es decir al menos cinco años antes de su encuentro personal con Humboldt a comienzos de 1802.

    En este punto, es importante considerar brevemente la cronología de este encuentro y algunos pormenores de la obra manuscrita que Humboldt tituló Geografía de las plantas y remitió a Mutis a través de Caldas en 1803.

    Figura 5. Alexander von Humboldt (1769-1859) y Francisco José de Caldas (1768-1816). Tomadas de Gómez Gutiérrez (2018).

    Humboldt partió de España hacia América con Aimé Bonpland en 1799. El periplo duró cinco años hasta su regreso a Francia en 1804. Ingresaron tres veces en los territorios que hacen parte de Colombia: tres meses en el Orinoco en 1800, nueve meses en el eje del Magdalena en 1801, y un par de días en las aguas de Malpelo en 1803. En total, cerca de un año. El detalle de este recorrido se puede visualizar en el portal www.geoatico.net.

    El encuentro y convivencia de Humboldt con Caldas se dieron en los primeros meses de 1802, en los territorios que hoy hacen parte del Ecuador. Después de haberse despedido de Caldas en mayo de ese mismo año, Humboldt viajó al

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