Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

¿Dónde está Ralph?
¿Dónde está Ralph?
¿Dónde está Ralph?
Libro electrónico185 páginas2 horas

¿Dónde está Ralph?

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Tres mujeres y dos hombres están vinculados en un misterioso círculo de matrimonio, hijos, tragedia, chantaje, muerte, y eventos inexplicables. Lo que comienza como una tranquila historia romántica, resulta ser una compleja historia de asesinato con muchos acontecimientos misteriosos: un bebé muere una hora después de nacer —causa real desconocida (hasta más adelante)—; una mujer es declarada muerta erróneamente; ocurre chantaje; aparece un accidente automovilístico montado, en el que un niño resulta gravemente herido por error; un hombre es hallado muerto —sólo por mencionar algunos.

Conforme la trama se desarrolla en torno a estos acontecimientos, a asesinato, suicidio y uso de drogas, las emociones del lector se mantienen en un punto álgido. Este inusual clímax y esta intrigante historia transmiten sentimientos de ansiedad y curiosidad mediante imágenes fuertes y vívidas conforme el espectro completo de la historia se hace evidente, lo que permite una rica interacción humana. Estos personajes y los misteriosos sucesos se retratan en seis partes, cada una a partir del punto de vista de uno de los seis personajes. Conforme la historia se desarrolla, el lector se mantiene en suspenso.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 sept 2019
ISBN9781071505175
¿Dónde está Ralph?

Lee más de Valerie Hockert

Relacionado con ¿Dónde está Ralph?

Libros electrónicos relacionados

Misterio para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para ¿Dónde está Ralph?

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    ¿Dónde está Ralph? - Valerie Hockert

    Tres mujeres y dos hombres están vinculados en un misterioso círculo de matrimonio, hijos, tragedia, chantaje, muerte, y eventos inexplicables.

    Lo que comienza como una tranquila historia romántica, resulta ser una compleja historia de asesinato con muchos acontecimientos misteriosos: un bebé muere una hora después de nacer —causa real desconocida (hasta más adelante)—; una mujer es declarada muerta erróneamente; ocurre chantaje; aparece un accidente automovilístico montado, en el que un niño resulta gravemente herido por error; un hombre es hallado muerto —sólo por mencionar algunos.

    Conforme la trama se desarrolla en torno a estos acontecimientos, a asesinato, suicidio y uso de drogas, las emociones del lector se mantienen en un punto álgido.

    Este inusual clímax y esta intrigante historia transmiten sentimientos de ansiedad y curiosidad mediante imágenes fuertes y vívidas conforme el espectro completo de la historia se hace evidente, lo que permite una rica interacción humana.

    ¿Dónde está Ralph? es una historia que involucra cuatro personajes principales: Ralph, Ann, Georgia y Mike; y dos personajes secundarios: Janet y Vicky. Estos personajes y los misteriosos sucesos se retratan en seis partes, cada una a partir del punto de vista de uno de los seis personajes. Conforme la historia se desarrolla, el lector se mantiene en suspenso.

    ¿Dónde está Ralph? termina cuando Ralph, mientras espera en el auto a su actual esposa, Vicky, para recoger a su hija Lisa, ve a Georgia por primera vez a través de la ventana de la cocina. Sólo Ralph ve a su antigua esposa Ann (que murió años atrás), entonces sigue su voz a través del bosque, y nunca vuelve a ser visto con vida como Ralph Owens. En la última escena, John Swenson es visto entrando a su club nocturno en Suthern.

    Índice

    CAPÍTULO UNO...........................................................................................................4

    CAPÍTULO DOS..........................................................................................................42

    CAPÍTULO TRES........................................................................................................67

    CAPÍTULO CUATRO...................................................................................................97

    CAPÍTULO CINCO....................................................................................................120

    CAPÍTULO SEIS.......................................................................................................149

    CAPÍTULO UNO

    Ann

    ––––––––

    No lo sé, luce muerta para mí, dice Ralph con voz monótona.

    ¡Ted! ¡Sherry! ¡Ralph! ¡Estoy bien, sólo estoy cansada!. ¿Por qué no me escuchan? Ann comienza a llorar, pero no salen lágrimas.

    Ann escucha nuevas voces. Están acercándose, entrando a su habitación. Le pertenecen a Ralph, Ted, Sherry, y alguien que ella no reconoce. Alguien le toma el pulso, luego escucha su corazón con un frío estetoscopio. Un doctor, espera ella. Quizás él podría decirle a Ralph, Ted y Sherry que está bien. Ann intenta abrir los ojos, pero parece una tarea imposible. Su cuerpo se siente como plomo. Parece que no puede mover ningún miembro.

    ¡Está muerta!, dice la voz extraña.

    ¡No! ¡NO!, se lamenta Sherry.

    ¡Oh, Dios!, se lamenta Ted.

    ¡Ralph! ¡No estoy muerta! ¡Ralph, diles que no estoy muerta! ¿Ted? ¡Sh-e-rr-y! ¡RALPH! ¡NO ESTOY MUERTA! ¿NO ME ESCUCHAS? ¡NO ESTOY MUERTA! ¡RALPH, MALDITO SEAS! ¡ESCÚCHAME, RALPH!.

    De pronto, hubo silencio. Ann se quedó dormida rápidamente —un sueño muy profundo—.

    ¡Buenos días! ¡H.B. Harris!.

    Ann era recepcionista en H.B. Harris, en Buckley, y lo había sido desde que se graduó de la preparatoria hace un año. H.B. Harris es una firma contable, con H.B. como dueño y jefe de contabilidad. H.B., Ann, y otros seis —tres contadores, un archivero, y dos secretarias—, conformaban el personal de la oficina.

    Buckley es una pequeña ciudad en el noroeste de Minnesota, con una población de aproximadamente siete mil personas. La mayoría de los negocios son compañías familiares pequeñas, como lo es H.B. Harris.

    Hola, ¿Ted? ¿Almorzar? Seguro, Ted. ¿The Rockman? Te veré ahí a las doce en punto.

    Ted y Ann siempre habían sido cercanos, pero lo fueron más desde la muerte de sus padres. Su padre había muerto de un ataque cardiaco hace cinco años, y su madre murió un año después. Dado que no tenían otros parientes, excepto por una tía que no tenía ningún interés en cuidar de ellos, la corte había decidido que Ted y Ann heredarían la casa, y que Ted sería el tutor designado para Ann. Él tenía tan sólo veintiún años en ese momento, y Ann tenía catorce. Aunque siempre habían sido cercanos, los últimos cinco años habían fomentado un vínculo inseparable entre ellos.

    Sus citas para almorzar juntos eran bastante frecuentes, al igual que las cenas. Por lo demás, comían en casa, donde Ann usualmente cocinaba, aunque Ted siempre estaba dispuesto a darle una mano. Él limpiaba la cocina después de la cena y lavaba los platos, a menos, por supuesto, que tuviera que regresar a la oficina, o reunirse con un cliente.

    Pobre mamá, decía Ted con frecuencia. Siempre trabajó tan duro en la cocina mientras papá dormía en el sofá detrás del periódico vespertino.

    A mamá le gustaba, le recordaba Ann. "Le gustaba encargarse de cocinar, lavar los platos, y limpiar".

    A lo que Ted solía responder: "Eso es lo que ella quería que pensáramos".

    Ann nunca proseguía con el tema, porque quería que sus recuerdos fueran felices.

    Cuando su madre murió, Ted estaba en el tercer año de la universidad. Ann estaba en el primer año de la preparatoria. Cuando asistía a la universidad, a cuarenta millas de Buckley, él se desplazaba todos los días para que Ann no tuviera que estar sola en casa.

    Ann se había sentido muy abatida por la ausencia de sus padres en su graduación. Ted debió saberlo, porque cerca de una semana antes de su graduación le dijo: Quiero que compres un vestido bonito para tu graduación, y le dio un billete de veinte dólares. Ella comenzó a oponerse, pero él dijo: No hagas preguntas, sólo compra un vestido.

    ¡Sí, señor!, dijo Ann, de forma burlona. Puso sus brazos alrededor de su hermano, y dijo: Te quiero, Ted, mientras le daba un beso en la mejilla.

    Ann fue a comprar el vestido con su mejor amiga, Sherry. Veinte dólares comprarían un hermoso vestido para la ocasión. Era una lástima que tuviera que usar la toga de graduación encima.

    La ceremonia es linda, pero sería mejor si mamá y papá estuvieran aquí, pensaba Ann. Estuvo al borde de las lágrimas durante la mayor parte de la ceremonia. Al final, buscó rápidamente a Ted en la multitud, corrió hacia él, y dijo: Vamos, Ted, busquemos algo de comer. Tengo hambre.

    Está bien, dijo él, sonriendo. Pero voy a llevarte a un lugar especial.

    ¿A dónde vamos?, preguntó ella con curiosidad.

    Quiero sorprenderte, hermanita, dijo él.

    Mientras Ted estacionaba el auto cerca de The Rockman, Ann dijo: Esto es demasiado caro, Ted.

    ¡Por Dios, son diez para las doce!, se dijo Ann en voz alta. Tomó su abrigo apresuradamente y salió corriendo por la puerta. The Rockman estaba a quince minutos.

    Mientras Ann entraba a su auto, reflexionaba sobre el día cuando Ted la sorprendió con el Chrysler de cuatro puertas color verde claro. Tenía algunos años de antigüedad, pero estaba en buena forma. Cuando llegó el invierno, Ted no quería que caminara una milla hasta su trabajo, como hacía en primavera. Como abogado, él tenía un horario de trabajo diferente, y muchas veces su trabajo lo llevaba fuera de la ciudad.

    Camino a The Rockman, Ann recordó de pronto la emoción en la voz de Ted. ¿Me pregunto qué provocó eso?

    En The Rockman, no encontró a Ted; se sentía incómoda esperando sola. Oh, estoy segura de que llegará pronto, pensaba. Repentinamente, sintió una mano sobre su hombro, se sobresaltó, y dio la vuelta para mirar hacia Ted.

    ¡Ted, me asustaste!.

    Él se rió. Lo siento, cariño. Estaba al teléfono con un cliente. Inclinó la cabeza hacia el comedor, casi repleto. Hice reservaciones.

    El buen Ted, pensó Ann. Siempre piensa en todo. Ella debió pensar en preguntar si había hecho reservaciones, en lugar de quedarse parada esperándolo.

    ¿Mesa para dos?, preguntó la anfitriona. Síganme.

    Tomaré un martini, y un ginger ale para la dama, dijo Ted. Ann aún no tenía edad suficiente para beber. Mientras esperaban las bebidas, conversaron, sobre todo sobre su trabajo.

    Tengo algo que decirte, Ann.

    ¿Qué? ¿Buenas o malas noticias?, preguntó ella.

    Buenas noticias. La semana pasada, después de revisar mis estados financieros, decidí que puedo hacerlo. Ahora.

    Ann estaba confundida. ¿Hacer qué?.

    Casarme, claro. Se lo pregunté a Sherry anoche. Temía que hubiera cambiado de opinión después de haber esperado tanto. ¡Cómo me equivoqué!, dijo Ted con una gran sonrisa.

    Entonces, ¿dijo que sí?, preguntó Ann.

    Por supuesto que dijo que sí. Ambos estamos muy emocionados.

    Bien, ¿cuándo es el gran día?.

    6 de junio. Quería decírtelo antes de que Sherry lo hiciera.

    ¿6 de junio? Eso es en sólo tres semanas.

    Sí, así es.

    Tendré que planear una despedida para Sherry, y....

    Espera un momento, hermanita. Será mejor que hables con Sherry.

    Está bien... Sólo piénsalo, mi hermano mayor se casará. Ted... te extrañaré.

    No, no lo harás... todavía soy tu hermano mayor.

    Ann sonrió. Sí, lo eres. Y siempre has estado ahí para mí.

    Terminaron de comer, y, después del postre, Ted tuvo que regresar de prisa a la oficina para ver a un cliente.

    Mientras Ann conducía de regreso a su trabajo, recordó cómo ella y Sherry se habían hecho amigas cuando estaban en preparatoria. El profesor de francés de Ann le había pedido que ayudara a Sherry con sus lecciones, pues Sherry tenía algunas dificultades, y Ann era la mejor de su clase de francés. A Ann le agradó de inmediato, y quería que Ted la conociera, por lo que la invitó a cenar. Ted se sintió atraído por Sherry, con su cabello oscuro, sus ojos cafés, y su pequeña figura, pero le tomó algún tiempo armarse de valor suficiente para invitarla a salir.

    Ann no tenía idea de que ellos terminarían casándose, aunque recientemente había pensado que era posible. Ahora Sherry no sería sólo su amiga, sino su cuñada.  Pero a Ann le causaba cierto remordimiento darse cuenta de que en sólo tres semanas más ella y Ted ya no estarían juntos en la pintoresca morada blanca de tres recámaras, rodeada por una cerca blanca.

    Nada había cambiado mucho en la casa desde aquel trágico día, pensó Ann esa noche mientras se sentaba en su mecedora de madera favorita en la sala de estar. Los muebles todavía estaban en los mismos sitios. La sala de estar guardaba el juego de taza y plato de su madre, aún sobre el mantel encima de la chimenea. Su madre estaba orgullosa de ese juego. El soporte para la pipa de su padre aún estaba en una mesa cercana.

    En el sillón se encontraba la afgana en la que su madre había invertido tantas horas de trabajo. Ann había mantenido todo limpio y ordenado, pero simplemente no podía soportar reordenar nada. Con las cosas en el mismo orden que cuando sus padres estaban vivos, aún podía sentir su presencia.

    Ann recordó las múltiples veces cuando ella y Ted solían jugar en la sala de estar. La mayoría de las veces jugaban bastante bien juntos, pero ocasionalmente su madre o su padre tenían que detener sus riñas.

    En tres semanas, estaré sola aquí, murmuró Ann. En realidad, no esperaba que Ted se quedara ahí por siempre, pero, aun así, fue una sorpresa. Ahora Ted estaba planeando comprar una casa en el extremo opuesto de la ciudad, junto con alfombra y aparatos modernos.

    De pronto, Ann brincó cuando se dio cuenta de que el teléfono estaba sonando. ¿Hola? ¿Sherry?.

    Estoy segura de que Ted ya te dijo que vamos a casarnos. Me lo propuso anoche. No puedo esperar. Sherry sonaba entusiasmada.

    Sí, Ted me dijo durante el almuerzo. Felicidades, Sherry.

    Gracias. Me gustaría que fueras mi dama de honor. Por favor di que sí.

    Claro. ¿Por qué no diría que sí? Estaría encantada, dijo Ann.

    Genial. Vamos a comprar nuestros vestidos este fin de semana. Intentaremos en Claire’s Bridal aquí en la ciudad primero, ¿está bien?, preguntó Sherry.

    ¿Ya decidiste los colores? Siempre has hablado de rosa y blanco.

    Sí, aún son rosa y blanco, y quiero que tú uses un vestido rosa, Sherry siguió discutiendo sobre los vestidos, las flores y otros arreglos, mientras Ann escuchaba la mayor parte.

    Esa noche, Ann estuvo planeando en su mente una despedida de soltera para Sherry. La tarde siguiente, la llamó y le sugirió la idea, pero Sherry dijo que no. No quería una despedida —sólo una boda sencilla en una iglesia—. Así era Sherry: siempre era práctica.

    El siguiente par de semanas pasó de prisa con las preparaciones para la boda.

    Pronto, llegó el 6 de junio, el día de la boda de Ted y Sherry. La pequeña boda, con tan sólo una reunión de familia y amigos, se celebró en St. Peter. Después de la ceremonia, se realizó una recepción con champaña y una cena en el sótano de la iglesia.

    El viejo Ted realmente sabe cómo hacer las cosas bien, dijo la voz de un hombre.

    Sí, así es, respondió Ann mientras volteaba para ver con quién estaba hablando. Oh, hola, Ralph. Siéntate. Señaló una silla vacía a su lado. Se sorprendió a sí misma por su agresividad. Quizá la champaña ayudaba.

    Ralph, dijo Ann con fuerza, el mesero preguntó si querrías más champaña.

    Ralph se sacudió de sus propios pensamientos. Lo siento. Sí, claro, dijo, mientras le entregaba al mesero su copa vacía. Después de más champaña, Ralph invitó a Ann a cenar el siguiente sábado, en The Rockman.

    Ann estaba emocionada por salir con Ralph. Ese sábado por la tarde, comenzó a alistarse para su cita. Quería asegurarse de tener mucho tiempo para prepararse. Quería lucir simplemente perfecta, y estaba nerviosa, así que sabía que necesitaba tiempo de sobra.

    Tal vez debía usar su traje azul de lino. No, eso lucía demasiado formal. ¿Qué tal su vestido entallado blanco? No, eso era demasiado seductor. ¿El vestido de gasa estampado color verde claro? Sí, eso estaría bien.

    Antes de entrar a bañarse, dio un vistazo más al vestido sobre la cama. No, eso tampoco serviría. Tuvo una idea mejor —la falda rosa

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1