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Mientras jugaba golf
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Libro electrónico100 páginas1 hora

Mientras jugaba golf

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Richard está atravesando la crisis de la mediana edad, y teniendo un desliz, con planes de dejar a su esposa y a sus hijos; cuando de pronto tiene una revelación mientras está en el campo de golf, al mirar a sus amigos quejarse de sus vidas en el Hoyo Diecinueve.

Decide que está mejor con su esposa, y hace un pacto consigo mismo para poner su cuerpo en forma, tal como su esposa le ha estado incitando. Quizás lo puedan lograr juntos. Y quizás tome las vacaciones a las que su esposa quiere ir juntos, para rehacer su amor.

Richard de pronto se ha dado cuenta que su nueva novia no le incitaba a ponerse en forma, porque sólo estaba tras su dinero, y su estabilidad financiera.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento3 jun 2020
ISBN9781071544075
Mientras jugaba golf

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    Mientras jugaba golf - Valerie Hockert

    Mientras Jugaba Golf

    Reality Today Forum

    realitytodayforum@gmail.com

    ––––––––

    Copyright:  © 2017 por Reality Today Forum.  Todos los derechos reservados.

    Ninguna parte de este documento puede ser reproducida o transmitida en forma alguna o por ningún medio, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o de otro tipo, sin autorización previa por escrito del autor.

    Tabla de Contenidos

    Capítulo Uno

    Confianza

    Capítulo Dos

    Kim

    Capítulo Tres

    Jeanna

    Capítulo Cuatro

    Jenny

    Capítulo Cinco

    Junior

    Capítulo Seis

    El Despertar

    Capítulo Siete

    Kim & Kyle

    Capítulo Ocho

    Dicha

    Epílogo

    El Viaje

    Capítulo Uno

    Confianza

    Richard Capeton puso su saco de golf en el parche de césped. Abrió un pequeño paquete de cuero que tenía en su otra mano y sacó una botella de jugo fresco de naranja de ella. Tomó un sorbo, y una refrescante dulzura se vertió por su cuerpo, dándole un sentimiento de dicha. El jugo estaba justo como a él le gustaba, endulzado naturalmente, con algo de sal negra añadida, y sin la pulpa. Su esposa sabía cómo le gustaba. El pensar en ella le quitó toda la dicha, y en vez del divino sabor a naranja, un sabor amargo se pegó a sus labios.

    Volvió a guardar su botella y se sombreó la vista para mirar alrededor. Había verdor dondequiera en el lujoso campo de golf más grande de la ciudad. El sol estaba algo brillante hoy y el cielo estaba de azul claro. El campo de golf estaba casi vacío excepto por algunas personas de mantenimiento o algún solitario tipo retirado jugando solo. Era el mediodía de un día hábil, y poca gente se esperaba. Esa era justo la razón por la que Richard y su pandilla elegían salir en días hábiles cada mes. El grupo elegía un día cada semana cada mes y se despedía de sus respectivas oficinas en ese día. Si era difícil para alguno de ellos tomarse el día libre, entonces alternaban la rutina para el fin de semana, pero por lo general los fines de semana eran más atareados. Con sólo una excepción, todos eran hombres de familia, y los fines de semana estaban cargados con picnics, graduaciones, aniversarios, y reuniones familiares. A pesar de sus ocupadas y estrictas agendas, la pandilla de cinco había mantenido su amistad, la que comenzó hace mucho tiempo atrás, y ahora que ya todos habían avanzado a los cincuenta, su amistad era más fuerte que nunca.

    Richard siempre llegaba tarde a todos lados, pero hoy en una anticipación culpable por no llegar tarde, terminó llegando antes que todo el resto. Había tenido un buen día hasta que el jugo de naranja hecho por Jeanna hoy le dio nauseas. Richard recordó cómo se levantaba más temprano que todos cada día y compraba naranjas frescas del supermercado más cercano. Richard tenía resfríos y gripa todo el tiempo, hasta que comenzó a beber jugo de naranja fresca cada día. A Jeanna le gustaba beber también, pero ella se tomaba todas las molestias principalmente por Richard. Por lo general la botella de jugo iba acompañada de un beso de despedida, sin embargo, se volvió una rutina que mantenían incluso cuando estaban en la peor de sus peleas o incluso durmiendo en diferentes habitaciones. La botella estaba siempre en la mesa de la cocina, ya que Richard siempre salía de la casa por la puerta de la cocina. Algunas veces pensó en dejarla allí, pero nunca lo hizo.

    Hola, Sr. Capeton. Buen día hoy. Era Tommy, el joven cadi que trabajaba part time en el campo de golf durante las vacaciones de primavera de su escuela. Por lo general trabajaba los fines de semana, por lo que hoy fue sorpresa para Richard verle allí.

    Oye Tommy, ¿No se supone que tendrías clases hoy? Richard le preguntó.

    "No señor, estamos en vacaciones de primavera. ¿No han salido ya sus hijos? Tommy preguntó sólo para mantener la conversación, pero una vez más, Richard se quedó pensando en la pregunta. Las actividades de sus hijos eran muy difíciles para que él las entienda, y su comunicación con ellos era cada vez más escuálida. Ya casi no lograba que le contaran algo.

    Oh, sí, lo olvidé. Estoy tan acostumbrado a verte los fines de semana solamente le dijo Richard. "¿y cómo va la escuela? No puedo imaginar cómo logras manejar los estudios y el trabajo al mismo tiempo.

    En la escuela me va bien. Solo equilibro ambas porque disfruto de ambas, le dijo Tommy sonriendo. Si necesita un cadi, sólo dígame.

    Claro que necesitaremos uno. Pero tendrás que esperar. Llegué un poco temprano hoy. Regresa en unos veinte minutos le dijo Richard después de un vistazo rápido a su reloj.

    Mientras Tommy se alejaba para hacer algo más, Richard lo miraba con una sensación de anhelo. Tan responsable y tan trabajador que era el chico, y era solo un adolescente igual que sus propios hijos. Él nunca esperaría un comportamiento tan maduro de ellos. Había intentado nunca malcriar o sobreproteger a sus dos hijos, así que ¿cómo fue que salieron así como son? Sin ningún sentido de responsabilidad o disciplina. Qué rayos fue lo que hizo mal, se preguntaba. De verdad deseaba que su hijo fuese como Tommy, y envidiaba al padre de éste.

    Justo entonces llegó Leon. Con sus lentes de aviador incrustados en su cabeza y un cuarto de sus mangas de camiseta polo rayada negra y azul bebé arremangadas, nadie pensaría que Leon tendría cincuenta y dos años. No se veía mayor de trinta y cinco. Entrenaba religiosamente, y podía pasar como modelo. Si no le hubiese apasionado el servicio en la policía, su esculpido cuerpo musculoso podía haberle ayudado fácilmente a tener una carrera en el modelaje. Además, era el único en el grupo que era soltero, y sus escapadas con una nueva mujer cada mes eran el mayor chisme entre la pandilla. Era una autoridad en las últimas tendencias en relaciones, y los chicos bromeaban un montón envidiando su soltería.

    Leon era el amigo más cercano de Richard en el grupo. Richard también envidiaba la vida despreocupada de soltero y el enganchar a chicas jóvenes y hermosas todo el tiempo, pero sabía que en el fondo Leon estaba muy triste. Aún extrañaba a su esposa, quien murió en un accidente vehicular hace trece años atrás. Sin embargo, ahora Richard no estaba muy cómodo con Leon. Esto era porque Leon lo conocía muy bien, y Richard tenía miedo de que pudiera descubrir su pequeño secreto, gran secreto en realidad. El más grande en su libresca vida mundana.

    "Oh, miren quien llegó temprano hoy. ¿Qué onda, wey? ¿Qué traes?

    Sí, aunque no puedo con ese slang tuyo. Solo le viene a la gente joven. Pero tú lo haces muy bien. Por cierto, ¿Cómo están las cosas con Dianne?

    ¿Dianne? No lo sé hombre, ella es historia. La chica que ahora me vuelve loco es Gretchen... o quizás Rita. Veamos quién resulta ser la suertuda, sonríe pícaramente.

    Pero mira que se ve bien este hombre... y delgado... Yo nunca podría usar esos shorts tan cómodamente con mis muslos gordos y mis piernas caídas, pensó, al ver los shorts negros que Leon se arremangó por sobre sus rodillas, dejando ver sus piernas musculosas.

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