Con ella llegó el escándalo
Estoy en uno de los pasillos del hotel Four Seasons George V de París, mirando distraídamente en mi móvil, cuando escucho un «hello» a mi lado. Levanto la vista de la pantalla y me topo con una sonriente Irina Shayk, que lleva un conjunto de pantalón y top azul y unos tacones altísimos. Se va directa a una sala que hay al fondo y, unos segundos después, su representante me invita a pasar. Es el turno de mi entrevista, una de las tres que la modelo rusa ha concedido a los numerosos periodistas españoles que nos hemos desplazado a Francia para asistir al último desfile de Jean Paul Gaultier en la Alta Costura. Cuando entro en la habitación, Irina vuelve a sonreírme y me estrecha la mano. Estamos a principios de año, aún no ha estallado la crisis sanitaria por el COVID-19 y, en ese con el #StayAtHome.
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