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Mas que lujuria: Conexiones del Palacio de Justicia
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Mas que lujuria: Conexiones del Palacio de Justicia
Libro electrónico94 páginas1 hora

Mas que lujuria: Conexiones del Palacio de Justicia

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Más que lujuria por Ann Josephson, como Ann Jacobs

Un fin de semana, atracción irresistible, aún así es más que lujuria

Un avistamiento casual, química inmediata, pero solo unos pocos días para que los amantes descubran si han encontrado MÁS QUE LUJURIA...

Andi Young y Gray Syzmanski tienen mucho en común. Ambos son abogados, aunque Gray use su entrenamiento legal como un agente de la DEA. Ambos crecieron en Tampa, y ambos son campeones de la justicia. La atracción instantánea entre ellos es demasiado fuerte para ser negada.

Más allá de ello, son tan diferentes como el día y la noche. Ella viene de una feliz pero modesta familia, mientras que el pertenece a la aristocracia de Florida, pero tiene una madre viuda y controladora, decidida a gobernar—y arruinar—su vida.

Andi duda que su aventura de fin de semana pueda convertirse en una relación real, mientras que Gray está decidido a explorar una verdadera relación—ni bien regrese de una misión encubierta fuera del país.

Únete a ellos en este despreocupado, lujurioso, pero al mismo tiempo cargado de emoción romance contemporáneo acerca de dos jóvenes amantes que cautivarán tu corazón.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento16 may 2019
ISBN9781547586332
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    Mas que lujuria - Ann Josephson

    Capítulo uno

    Cada vez que atravesaba la puerta de su alto edificio en Tampa, Gray Syzmanski se estremecía. Su padre había muerto allí poco más que catorce años atrás, en la oficina del piso dieciséis donde había pasado quince horas al día o más tratando de cumplir con las expectativas de su madre.

    Desde ese día, Gray había hecho todo lo posible para evitar venir aquí, pero esta visita no pudo ser evitada. Su madre se había ido endiabladamente lejos esta vez, alegando una enfermedad inexistente para arrancarlo de una tarea importante y hacerlo enviarla a casa de inmediato por nada. Esto fue después de haber movido sus hilos para reasignarlo de forma permanente a la oficina DEA de Tampa de modo tal de poder tenerlo bajo su estricto control—o al menos eso era lo que ella pensaba.

    Gray había hecho todo lo posible para controlar a Mamá. Ahora era tiempo de recurrir a la ayuda del Tío Guy, porque el hermano menor de su madre era la única alma viviente que podía ejercer algún control efectivo sobre Elizabeth Winston Syzmanski. Guy podía hacerlo solo porque controlaba el flujo de ingresos de su hermana, pero era artillería pesada cuando se decidía a usarlo.

    Considerando que su tío dijo que tenía que venir aquí, porque Guy le dedicaba casi todas las horas en las que estaba despierto a Winston-Roe, y demkás, tal como había hecho el padre de Gray—excepto que Guy se reservaba una semana al mes para su familia y su pasatiempo de navegar, lo cual le declaraba a cualquiera que osaba quejarse que era la prerrogativa intocable del socio director de la firma.

    Desafortunadamente, esta no era la semana libre de tu tío, y esta conversación no podía esperar. Gray se había ofrecido como voluntario para otro trabajo encubierto, el cual comenzaría en Colombia dentro de una semana a partir de hoy. A regañadientes, presionó el botón del elevador y emprendió su ascensión hacia el piso número cuarenta y dos. 

    El Tío Guy salió del área de la recepción y lo saludó con un apretón de manos y un abrazo. ¿Cuándo vas a dejar de perseguir narcotraficantes y tomarás tu puesto aquí con nosotros?

    La pregunta era inevitable pero retórica, así que Gray no se molestó en responderla. En vez de ello, le contó acerca de los ires y venires de su tía y primos a medida que dejaban la sala para dirigirse a la oficina que su tío tenía en un rincón. Necesito tu ayuda, dijo una vez hubieron terminado con la charla de bienvenida y sentáronse en el sofá de dos cuerpos con vista al río y a la torre plateada de la Universidad deTampa, mientras bebía el favorito de su tío: el escocés Glenlivet 25—un costoso y preciado lote de barriles que Gray conocía su precio solo por haberle comprado a su tío una botella de él como regalo de Navidad un año, o algo similar, atrás. Debía admitirlo, el escocés bajó suavemente, de hecho.

    ¿Elizabeth está llamando tu atención? Guy preguntó. Oí que te hizo sacar de un codiciado proyecto en la República Dominicana.

    Sí. No puede volver a suceder. Tengo treinta años, maldita sea. Si lo hace otra vez, me van a despedir.

    Siempre puedes venir a trabajar aquí. Guy levantó su mano. No me mires así, sé que quieres permanecer tan lejos de mi hermana como te sea posible. Me siento del mismo modo de vez en cuando. ¿Qué quieres que haga?

    Háblale en el único idioma que entiende. Dile que si interviene una vez más, le cortarás su renta—o que se la reducirás lo suficiente como para hacer mella en su estilo de vida. Gray le lanzó una mirada de empatía a su tío. Detesto encargarte esto, porque sé que ella hará de tu vida un infierno.

    Guy se rió por lo bajo. "Tener que lidiar con Elizabeth es parte del precio a pagar por ser el único hijo varón de un hombre sabio. Tu abuelo conocía a tu madre—fue por eso que le dejó el control del fideicomiso familiar a mí y no a ella. Haré que mi secretaria me haga un hueco en la agenda para poder ir a hablar con ella a finales de la semana. Después de ello, dudo que se entrometa en tu carrera otra vez. Sin embargo, dudo que nada de lo que yo haga la disuada de intentar manejar tu vida personal. Tu padre le dejó el suficiente dinero como para que no se muera de hambre sin que tenga necesidad de echar mano del fideicomiso de la familia Winston.

    Puedo resistir sus intentos de emparejarme—¿O acaso debería decir sus esfuerzos por encontrar una mujer de la estirpe adecuada como para dar a luz a sus nietos?

    Guy lanzó una carcajada, aunque a Gray no le pareció haber dicho algo parecido a un chiste. Era condenadamente demasiado cierto para ser gracioso; otra razón por la cual no quería más contacto del necesario con su madre, a pesar de que Tampa era su hogar y de que amaba el lugar tanto como a sus amigos de toda la vida y a los miembros de su familia.

    Tengo una reunión en un rato—una viuda rica que no está dispuesta a tratar con ninguno de los otros socios, ni hablar de un asociado, ni siquiera si se trata de algo que un estudiante de primer año de abogacía puede resolver, lo cual usualmente es así. Guy terminó su trago y se puso de pie. "Es una amiga de Elizabeth y quizás la conozcas, así que no mencionaré su nombre. No es necesario decir que no me molesta cobrarle mil dólares por dedicarle media hora a asegurarle que todo lo que recibió en una factura por su cirugía plástica está aprobado por la ley judía.

    Suena bien. Gray dejó su vaso en la barra mojada del bar y se dirigió hacia la puerta. Te estaré eternamente agradecido por interceder con Mamá. Gracias otra vez.

    Siempre puedes venir a trabajar aquí. Consideraría dejarte hacer defensa criminal, a pesar de que tu abuelo siempre decía que era el escalafón más bajo en la práctica de la ley, en lo referente al prestigio—aparte de ser un abogado sin escrúpulos que está a la caza de personas accidentadas cuyos casos arrojan jugosos beneficios para el demandante. Sin intención de menospreciar al derecho de responsabilidad civil, por supuesto, ya que este nunca buscaba tales beneficios persiguiendo a las ambulancias.

    No, persigue aviones, barcos y grandes corporaciones, lo que arroja mayores beneficios que demandar por individuos heridos. Gray hizo una pausa y su mirada se cruzó con la de su tío. Preferiría redactar fideicomisos y testamentos antes que hacer demandas judiciales colectivas si es que mis elecciones alguna vez se limitaran a eso.

    "Ojalá cambiaras de parecer. Eso enorgullecería enormemente a tu abuelo si estuviera mirando hacia aquí abajo—o hacia arriba—desde el más allá. No obstante, puedo notar que quieres mantener cierta distancia entre

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