Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Desnudo de mujer: Un viaje apasionado por mi alma desnuda
Desnudo de mujer: Un viaje apasionado por mi alma desnuda
Desnudo de mujer: Un viaje apasionado por mi alma desnuda
Libro electrónico500 páginas7 horas

Desnudo de mujer: Un viaje apasionado por mi alma desnuda

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Desnudo de mujer, es un homenaje a las maravillosas anécdotas de Cuba y de su infancia que contaba ''Mami Nena'', como le decían los nietos a mi madre. Ella alcanzó a leer este relato antes de irse para quedarse para siempre en nuestra memoria y nuestros corazones. Su comentario fue -¡Qué buena memoria tienes, hija!-. Entonces supe que había sido f
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2019
Desnudo de mujer: Un viaje apasionado por mi alma desnuda
Autor

Tessie Gutií©rrez de Picazo

Tessie Gutiérrez Erdmann nace en La Habana, Cuba.en 1940. En 1960 la familia Gutiérrez Erdmann decide establecerse en México, decepcionada por el rumbo que toma la Revolución cubana. Se casa con Jorge Picazo Michel con quien tiene una familia de cuatro hijos. En 1976, motivada por su interés en comunicar un mensaje social, participa en un concurso convocado por la Secretaría de Gobernación que la lleva a escribir profesionalmente para Televisa. Desarrolla Corazón de hielo para XEW radio obteniendo el tercer rating más alto en una década y escribe seis obras originales para televisión que se difunden por el Canal 2: Rosario de amor, Muñeca rota, Julia, Cancionera, Déjame vivir y Un solo corazón.: En 1980 escribe Puente a la libertad, guión de cine documentado durante los incidentes ocurridos en la embajada de Perú, en La Habana, que condujeron al éxodo de Puerto Mariel a Miami, Florida. De 1984 a 1997 emprende un nuevo camino en el campo de las relaciones públicas y la comunicación a nivel corporativo. Estudia un posgrado en administración de negocios impartido por la Universidad de California, Berkeley. En 1988-90 estudia una maestría en creación literaria en Casa Lamm y continúa escribiendo cuento corto, poesía y entrevistas para diversas publicaciones En el año 2000 funge como Presidenta de Fundación Porvenir, A.C., dedicada al apoyo de niños con problemas de desnutrición en comunidades indígenas. De 2002 a 2004 es Presidenta del Patronato de Casa de la Amistad para Niños con Cáncer I.A.P. . Actualmente funge como Patrono Vitalicio y procuradora de fondos. Ha participado como conferenciante en diversos congresos promoviendo el tema de la Mercadotecnia con Causa Social y la superación de la mujer En 2006 escribe el guión de la película Guadalupe que se estrena en cientos de cines en la república Mexicana y 38 ciudades de los Estados Unidos y Europa. En 2010 Urano Editores publica el libro Despierta tu genio… y usa tu talento que escribe en coautoría con Linda Meek. En 2011 escribe Desnudo de mujer, autobiografía novelada y saga de una familia -durante cinco generaciones- cuya historia y los personajes que la vivieron, de no haber sido verdaderos merecerían ser inventados.

Relacionado con Desnudo de mujer

Libros electrónicos relacionados

Biografías y memorias para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Desnudo de mujer

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Desnudo de mujer - Tessie Gutií©rrez de Picazo

    Desnudo

    de Mujer

    Un viaje apasionado

    por mi alma desnuda

    Tessie G. Picazo

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del <>, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendiendo la reprografía y el tratamiento informático.

    Desnudo de Mujer, un viaje apasionado por mi alma desnuda

    © 2013, Tessie G. Picazo

    D.R. © 2013 por Innovación Editorial Lagares de México, S.A. de C.V.

    Álamo Plateado No. 1-402

    Fracc. Los Álamos

    Naucalpan, Estado de México

    C.P. 53230

    Teléfono: (55) 5240- 1295 al 98

    email: editor@lagares.com.mx

    Diseño de Portada: Tessie Picazo Gutiérrez y Enrique Ibarra Vicente

    Cuidado Editorial: Rosaura Rodríguez Aguilera

    ISBN Físico: 978-607-410-203-1

    ISBN Electrónico: 978-607-410-213-0

    Primera edición febrero, 2013

    Un parte aguas

    La algarabía imperaba en la terraza de la señorial casona en Acapulco, una edificación de más de medio siglo construida sobre las rocas, en la parte vieja del puerto. Los fuegos artificiales se reflejaban en la bahía. La celebración por la llegada del nuevo milenio se había contagiado entre las principales ciudades del mundo.

    Sonó mi celular. Era mi hijo Eduardo que llamaba para felicitar a la familia. En Miami ya había iniciado el Año Nuevo. Mis otros hijos, nueras y yernos esperaban el momento a mi alrededor brindando entre bromas y carcajadas.

    Sentí la necesidad de alejarme un poco del alboroto. Me senté en el muro que separaba la terraza del precipicio. Las olas estallaban contra las rocas ofreciendo un espectáculo fascinante. ¡Cuánto me atraía el mar! Disfruté por un momento la sensación que me produjo la brisa cálida.

    El siglo XXI estaba por comenzar. Tenía muchos motivos para sentirme feliz. La noche era espectacular, la temperatura perfecta…

    — ¿Por qué no puedo resignarme?

    Traté de ignorar a esa voz que siempre perturbaba mi paz.

    Se me olvidó que te olvidé… a mí que nada se me olvida…. Habían puesto música cubana. Los acordes de esa canción me llevaron al pasado. La sal en mis labios me transportó a otro mar. Sentí nostalgia por mi patria.

    Hacía muchos, muchísimos años que era mexicana. Me gustaba este país en el que había vivido casi cuatro décadas. Fue amor a primera vista, me enamoré de su historia, sus colores, sus aromas y su gente. Gozaba la comida, vibraba con la música; sus legendarios volcanes me parecían mágicos.

    Me vino a la memoria otro año nuevo en La Habana cuando Batista se largó finalmente. La alegría que me rodeaba me trajo a la memoria los gritos de júbilo de la muchedumbre que se echó a las calles a dar la bienvenida a Fidel.

    — ¿Cómo estaría recibiendo este nuevo milenio si Fidel Castro no se hubiera construido un trono al héroe solitario, desde donde pudiera llenar sus oídos con las alabanzas de los que le temen o de los que en lugares remotos ignoran la verdad; si no le hubiera erigido un altar al dios todopoderoso de su ego en el que cada día, durante más de cuarenta años, en su calidad de sumo sacerdote de su propio culto, ha ofrendado los corazones sangrantes de los disidentes que se atreven a expresar en voz alta su conciencia?

    Recordé los años en prisión de la hermana de mi madre, pagando la condena injusta, destinada a su marido que tuvo que asilarse en una embajada. Pensé en el martirio de mi mejor amigo franciscano —tan idealista y generoso— viviendo nueve años y once meses en el infierno de una cárcel. Me hizo hervir la sangre la injusticia cometida contra mi tío Pepín, valiente y orgulloso, casi ciego, con las retinas desprendidas, pesando cincuenta kilos, en la prisión de Isla de Pinos por defender su dignidad. Podía seguir recordando interminablemente afrentas e injusticias, no sólo contra mi familia y mis seres queridos, pero no quise meter más adentro el dedo en una llaga que me había llevado tanto tiempo maquillar.

    Me sentí culpable —como una mujer que le hubiera sido infiel a su marido, por haber adoptado una nueva patria.

    El agua que me salpicó esta vez me hizo despertar de mis recuerdos. Uno de mis nietos se había caído a la alberca. Los niños retozaban preparándose para la celebración.

    Los miré advirtiéndoles para mis adentros que la vida se parece a un carrusel al que se encaraman y dan vueltas, trepados en el caballo que sube y baja, al compás de la música de feria, dando la ilusión de movimiento. Pero hay que agarrar las riendas y bajarse del carrusel y decidir adónde ir y ponerse de acuerdo para ir al mismo lado y saltar los obstáculos y rodear las piedras.

    Seguía siendo una soñadora, nunca había podido evitarlo. Era un problema de nacimiento. Lo cursi no había venido en mi paquete de genes, era parte de mi individualidad, de mi naturaleza esférica que no cabía cómodamente en el espacio cúbico preparado por la sociedad para mí.

    —¿Por qué será tan difícil…? Me pregunté, fingiendo contemplar los fuegos artificiales que estallaban sobre la bahía.

    —Empiezo el nuevo milenio presa de mí, de los roles y las ataduras que me tocaron.

    —¡Las elegiste tú! Volví a escuchar la voz en mi interior. Pensé que esta vez tenía razón ésa inconforme que vivía dentro de mí.

    Desnudo de cuerpo y alma

    Me acosté a dormir llena de emociones encontradas. No lograba conciliar el sueño. Vinieron a mi memoria amores perdidos y otras noches…

    La noche de bodas visitó mis recuerdos. Eran tan altas mis expectativas y yo tan inexperta que después de que hicimos el amor me pregunté a mí misma ¿eso es todo? Mi marido parecía feliz y satisfecho. Tres años de noviazgo y al fin me había hecho suya. Me abrazó un rato pero se quedó dormido. Me quité de encima su brazo y lo puse sobre su vientre. Todavía estaba desnudo. Yo nunca había visto un hombre desnudo. Lo imaginaba como el David de Miguel Ángel. Mi joven esposo era bien parecido, tenía ojos verdes, enmarcados por cejas negras y pestañas espesas. Era delgado, casi flaco pero musculoso y varonil. Sus labios bien dibujados me encantaban. Las caricias del noviazgo prometían fuegos artificiales para la noche de bodas. ¿Qué había pasado?

    Me levanté de la cama y abrí la puerta que daba a la terraza de la habitación del Hotel Nacional. Habíamos decidido pasar la primera noche en La Habana antes de irnos al día siguiente de luna de miel a Miami.

    El Hotel Nacional es uno de los más bellos del mundo, fue inaugurado la noche del 30 de diciembre de 1930. En su arquitectura, de estilo ecléctico, están presentes el Art Decó de la época; las reminiscencias árabes de la arquitectura hispano-morunas, así como lo Neoclásico y Colonial.

    El legendario hotel está ubicado en lo alto de un conjunto de rocas, denominado durante los primeros siglos de la colonia Monte Vedado, debido a que un decreto del Gobierno Español prohibía que en esta zona se abriesen caminos hacia el mar.

    La brisa cálida de julio acarició mi cuerpo desnudo de 19 años sobre el Monte Vedado, frente al hermoso mar que rompía en las rocas ofreciendo un espectáculo majestuoso de espuma blanca.

    Ninguna blancura perdida

    es tan blanca

    como el recuerdo

    de la blancura.

    William Carlos Williams

    Un libro puede ser una ventana a mundos fascinantes o a viajes insospechados a las profundidades de nuestro propio ser.

    Decidí volver a escribir. Pensé que una saga familiar podía ser un proyecto apasionante. Había personajes que, de no haber existido realmente, deberían ser inventados. Mi propia vida era más digna de una novela que cualquiera de las que había escrito en el pasado. Tenía una larga y accidentada historia personal y familiar y un deseo enorme de hablar de Cuba, la hermosa isla donde nací. Siempre he imaginado a Cuba en género femenino, tal vez porque su nombre termina con a, o quizás porque ha sufrido tanto.

    La historia que voy a contar recorre tres siglos de relatos excepcionales, paralelas a la de Cuba, de México y del surgimiento de Miami, que de una vieja ciudad turística, poblada por ancianos del norte de los Estados Unidos, se convirtió en 50 años en la capital de América Latina.

    Además voy a desnudar mi alma, a hablar con honestidad de mis amores y desilusiones, mis aciertos y fracasos. Voy a confesarme, tal vez conmigo misma. Quizás necesito contarme mi propia historia para averiguar quién soy.

    Saga familiar

    Todos pensamos que la historia de nuestra familia es especial. Seguramente así es. La vida suele ser mucho más interesante que cualquier ficción. Mi madre relata una serie de anécdotas que pueden atrapar durante horas la atención de quienes la escuchan. Sus nietos nos han pedido muchas veces que las grabemos. De tanto escucharlas yo me las sé de memoria. He escrito varias novelas que han seguido millones de personas por radio y televisión durante meses. La mayoría producto de mi imaginación. Sin embargo, la vida real suele crear leyendas que retan las ensoñaciones de los más creativos.

    He decidido relatar las mejores historias de una familia que ha vivido durante los cambios más dramáticos que ocurrieron en tres países del siglo XIX al XXI.

    Me gustaría empezar con la de mi bisabuela, un personaje que, de no haber sido real, merecería ser inventado.

    Constanza 1863-1945. Mi bisabuela Constanza Hortigüela, la madre del padre de mi madre, nació en La Habana el mismo año que José Martí, el apóstol de la independencia de Cuba. Su romántica historia y personalidad extraordinaria darían el sello de identidad a mi familia materna, como Martí lo dio a mi patria.

    La colonización y conquista de América tuvo como base de partida a la isla de Cuba, llamada Perla de las Antillas por su belleza. Su clima cálido y benigno la convirtió en un lugar paradisíaco. La palma real es la soberana altiva de su exuberante vegetación. Cuba fue habitada por un pequeño grupo guanahatabeyes, siboneyes y taínos que vivían en sus bohíos de guano, convencidos de encontrarse en el paraíso, ignorando la historia del pecado original. Estos pacíficos pueblos precolombinos desaparecieron casi por completo en poco más de un siglo después de la conquista de la isla por los españoles. La esclavitud a la que fueron sometidos para explotar los escasos metales preciosos, la mala alimentación y las epidemias de nuevas enfermedades europeas exterminaron a los frágiles aborígenes, acostumbrados a una vida sencilla y placentera.

    Los grupos indígenas fueron sustituidos por negros africanos, procedentes de Senegal y la costa de Guinea. Con ellos llegó a la isla su determinante influencia cultural.

    Los conquistadores iniciaron el cultivo de la caña de azúcar, el café y el tabaco que fueron forjando la personalidad de los criollos. La caña de azúcar contagió a los nuevos cubanos con su dulzura y alegría; su mezcla con el café tinto les imprimió dinamismo y pasión; y el aromático tabaco se convirtió en sinónimo de buen vivir.

    Los españoles heredaron a esta nueva raza su espíritu aventurero. Cuba se convirtió en el siglo XVI en escala y aprovisionamiento de las exploraciones a las penínsulas de Yucatán y la Florida.

    Desde muy temprano los criollos empezaron a buscar su independencia. En 1515 organizaron cabildos para defender los intereses de la colonia frente a las autoridades reales. Los sueños de independencia templarían el carácter de los cubanos, quienes durante 500 años hemos luchado por la libertad.

    En 1821 surge el primer movimiento independentista, instigado por José María Heredia, un poeta. Casi un siglo más tarde sería otro José, José Martí, poeta también, quien organizaría al grupo que finalmente consiguió el objetivo de terminar con el periodo colonial ya entrado el siglo XX.

    La vida de mi bisabuela transcurrió ligada a la historia de su país, como la de la mayoría de la gente que vive tiempos de cambio.

    Constanza nació marcada por el destino con una vocación matriarcal. Su padre murió, durante una epidemia de cólera, estando ella en el vientre de su madre. El señor Hortigüela, en su lecho de muerte, heredó a su esposa y a su hijo o hija una fortuna, con la advertencia de que si su joven esposa volvía casarse perdería su derecho a la sucesión. A los cinco años la madre de Constanza contrajo matrimonio dejando a la niña como única heredera. Esta fortuna marcaría su personalidad y su destino.

    En 1868, cuando la madre de Constanza se casó y la niña tenía cinco años, Carlos Manuel de Céspedes dio el Grito de Yara que inició la guerra contra España por la independencia de Cuba. Uno de los primeros poblados tomados por los insurrectos sería muy simbólico. Los Mambises (así se les llamó a los independentistas cubanos) tomaron el poblado de El Cobre. Es relevante relatar la importancia que tiene para los cubanos el Santuario de la Virgen de la Caridad, situado en El Cobre, ubicado en lo que es hoy la provincia de Oriente, comparable con nuestra Morenita del Cerro del Tepeyac, en México. También Nuestra Señora de Guadalupe le dio la identidad a mi segunda patria. Esta patria que tan generosamente nos abrió los brazos y donde he vivido, intensamente, mi vida de adulta.

    La Caridad del Cobre

    En 1612 tres obreros iban en busca de sal, dos indios: Juan y Rodrigo de Hoyos y un niño negro y esclavo: Juan Moreno. En una frágil canoa cruzaban la Bahía de Nipe y estando cerca de Cayo Francés vieron flotar un bulto sobre las aguas tranquilas, después de una tempestad.

    Remaron a su encuentro y, ante sus ojos sorprendidos, la luz de la mañana les mostró la imagen pequeña y frágil de la Virgen María Santísima. La tomaron de las aguas y la pusieron sobre su canoa, entonces detallaron la imagen: Sus manos cargaban y mostraban a un bellísimo Niño Jesús y una cruz. Sus vestiduras estaban secas, a pesar de la noche de tormenta y de que navegaba sobre una frágil tablilla. Y en aquella tablilla se leía: Yo soy la Virgen de la Caridad.

    Al llegar al hato de Barajagua, todos se llenaron de alegría. El mayoral Miguel Galán mandó de inmediato construir en su propia casa un altar para la Virgen, enviando a uno de sus peones a comunicar la noticia al administrador del Real de Minas del Cobre, Capitán Sánchez de Moya, en el poblado de Santiago del Prado. Éste mandó que se le fabricase una ermita a la Santísima Virgen y envió una lámpara de cobre para que junto a ella siempre ardiera una luz.

    Posteriormente, el administrador del Real de Minas mandó una comisión a Barajagua encabezada por el cura, para que llevase la imagen hasta el poblado. Preparadas las andas, la Virgen fue conducida en hombros hasta El Cobre donde, entre cánticos y danzas, fue colocada en el altar mayor de la iglesia y después trasladada a la capilla del hospital de pobres. Ya en el pueblo, María de la Caridad empezó a derramar gracias y favores sobre sus hijos de esta tierra.

    Esta historia se conoce porque en el año de 1687, según consta en un legajo que se conserva en el Archivo de Indias en España, le fue tomada la declaración a Juan Moreno, el ya anciano esclavo. Documento valioso y bello por su testimonio histórico y por recoger y dar fuerza legal a la palabra de un negro esclavo, en aquel tiempo carente de derechos.

    El Padre Onofre de Fonseca, primer capellán de la Virgen, aportaría también otros datos en su manuscrito Historia de la aparición de la Virgen de la Caridad, fechado en 1703.

    El 24 de noviembre de 1868, recién iniciada la gesta libertadora, Carlos Manuel de Céspedes tomó el poblado de El Cobre. El líder independentista entró en el templo con sus seguidores y junto al cura del santuario, se postró ante el altar de la Virgen de la Caridad para orar en silencio. A sus pies puso la lucha por el bien de sus compatriotas. Esa mañana, la Virgen que estaba en el corazón de los cubanos los acompañó a la manigua, por eso la llamaron mambisa y a partir de ese momento la tuvieron como protectora. Para mantenerla presente se pusieron en torno a su sombrero la cinta tricolor con la medida de su imagen.

    Durante diez años se libraron terribles batallas entre los mambises criollos y las autoridades españolas. Fue una de las épocas más dolorosas de la historia de Cuba. Los independentistas quemaron los cañaverales y la mayoría de los ingenios azucareros que sostenían la economía. Hubo hambre y pestes en la isla y la población se redujo casi a la mitad. Entre los ingenios destruidos estuvieron el Constanza y El Mayor, que formaban parte del patrimonio Hortigüela. La tercera parte del azúcar que se consumía en el mundo a mitad del siglo XIX era producida por Cuba.

    A pesar de lo cruenta, la lucha fue en vano. El 10 de febrero de 1878 la Paz de Zanjón puso fin a la guerra. Pero no sería por mucho tiempo. Los sueños de libertad de los criollos hicieron que un año después estallara la guerra chiquita, en la provincia de Oriente, promovida por José Maceo, Calixto García y otros jefes de la guerra de los diez años, pero también fueron aplastados.

    Fue hasta 1895 que José Martí ordenó desde Nueva York el levantamiento revolucionario que lograría votar una constitución democrática y nombrar un primer presidente cubano, Salvador Cisneros Betancourt, quien jamás lograría gobernar.

    Vidas paralelas

    En 1868, el mismo año en que inició la lucha por la independencia de Cuba, la madre de Constanza se casó con don Alberto Barrera un hombre de bien, inteligente y poseedor de un patrimonio personal. A los cinco años la pequeña Constanza conoció el poder. Barrera fue un buen padre para ella, pero su herencia la convertía en un capítulo aparte.

    La familia Barrera tuvo seis hijos. La niña pidió ser la madrina de sus cuatro hermanos menores. La pequeña también heredó esclavos. La mayoría trabajaba en sus plantaciones de caña o en los ingenios azucareros mientras que otros hacían las labores domésticas.

    Mi bisabuela enseñó a leer y escribir a los esclavos que vivían en su casa. Al comprobar la inteligencia de los negros, Constanza decidió que también los que trabajaban en los ingenios y los cañaverales debían aprender. Al ver la generosidad de Constanza con sus hermanos ahijados, los esclavos de la casa también la nombraron madrina de sus hijos.

    La esclavitud en Cuba fue abolida en 1886, sin embargo quienes trabajaron en las casas de mi bisabuela optaron por permanecer fieles a la familia hasta el final de sus días.

    Además del poder, Constanza descubrió la diversión de comprar y el placer de dar. Si una hermana quería tocar el piano, ella le compraba el mejor piano de cola que podía encontrar en la ciudad de La Habana, y si no lo había lo mandaba a traer de Europa; cuantos gustos o caprichos tenían ella o sus ahijados eran satisfechos de inmediato. Los ahijados esclavos también gozaban de la dadivosidad y la protección de la joven.

    Constanza conoció a Ernesto, un apuesto alemán, hijo de Diedrich Erdmann, Cónsul General de Oldenburgo, nombrado ante la Reina Isabel II de España por Su Alteza Real, el Gran Duque Augusto el 31 de diciembre de 1865.

    Oldenburgo fue un ducado constituido por el Emperador José II que apoyó a Prusia en la Guerra de las Siete Semanas en 1866, por lo que en l867 pasó a formar parte del imperio Germano.

    Los hábitos aristocráticos de Constanza se consolidaron al unirse con Ernesto Erdmann. El afortunado matrimonio por amor produjo muchos hijos, seis de los cuales vivieron hasta la edad adulta. Sin embargo, Ernesto murió joven, dejando sola a Constanza demasiado pronto. Su viudez reforzó la personalidad matriarcal que había sido su destino al nacer.

    Constanza vivió derrochando una fortuna que ella consideraba inagotable. Cada vez que una hija se casaba tomaba el vapor y se iba a París a comprar su trousseau.

    Uno de sus hijos —Teíto— tuvo un accidente que le ocasionaba desmayos, ella designó un esclavo que viviera pendiente de él las 24 horas del día hasta que una tarde cayó muerto. Mi abuelo Juan padecía de asma; los doctores le dijeron que podría hacerle bien el clima frío de Puebla de los Ángeles en México y Constanza tomó a sus hijos y sirvientes, rentó una hacienda al pie de los volcanes, y vivió en México por seis meses.

    Así vivió Constanza Hortigüela la mayor parte de su vida, disfrutando de una fortuna que no valoraba, en medio de sangrientas guerras de independencia y conflagraciones mundiales.

    Entre 1825 y 1897 España recibía de Cuba del 60 al 75% de todos los ingresos brutos del exterior, por lo tanto no estaba dispuesta a conceder la independencia a la última joya de su corona imperial y designó al cruel Valeriano Weyler como jefe del ejército. Weyler logró el objetivo haciendo sangrar aún más al destrozado país.

    José Martí. Las condiciones en que se encontraba Cuba no permitieron el éxito de ninguno de los intentos de levantamiento contra el gobierno colonial. El germen de la libertad y el descontento popular que había dado origen a la Guerra de los Diez Años, continuaba vigente. Sin embargo, tendrían que pasar algunos años para que el genio organizativo de José Martí preparara la insurrección. El carismático líder —nacido el mismo año que mi bisabuela— unió múltiples figuras y logró representar la unidad y los intereses populares.

    El puesto que José Martí tendría en la Historia de América y en particular de Cuba, como uno de los héroes de la libertad y defensor de la soberanía, comenzó en su adolescencia cuando fue enviado al presidio político. Después del presidio fue deportado a España, donde estudió. Su regreso a Cuba estuvo marcado por una constante vigilancia por parte de las fuerzas de seguridad españolas, hecho que lo obligó a viajar por otros países como Guatemala, Venezuela, México y Estados Unidos. En este último país, apoyado por exiliados cubanos y por las comunidades cubanas de Tampa y Nueva York, Martí organizó el Partido Revolucionario Cubano cuyo principal objetivo era lograr la independencia de Cuba.

    Conocedor de las razones del fracaso de la Guerra de los Diez Años, Martí preparó las condiciones para que las mismas no se repitieran, dándole a la fuerza militar un poder ilimitado en cuanto a estrategia y táctica, pero dejando al poder civil la tarea de sustentar diplomática, financiera y legalmente la guerra y de gobernar en los territorios liberados. Martí viajó a Costa Rica, en donde vivía Antonio Maceo, para convencerlo de la necesidad de su aporte a la gesta de independencia. Lo mismo hizo con Máximo Gómez, quien vivía en la República Dominicana.

    Fue en Santo Domingo donde se firmó el Manifiesto de Montecristi, que expresa la necesidad de la Independencia de Cuba. Embarcando desde Haití al frente de una reducida fuerza militar, desembarcaron en Playitas de Cajobabo para coincidir con el Grito de Baire y el levantamiento en varias regiones del oriente de Cuba.

    La guerra del ’95. Con la experiencia de la Guerra de los Diez Años y una mayor conciencia nacional, los libertadores concibieron la campaña "Invasión al Occidente" que tenía el fin de tomar ese sector de la isla. No fue fácil someter el Oriente de Cuba, en donde las fuerzas realistas tuvieron grandes aprietos para contener a los libertadores. Sin embargo, José Martí y Antonio Maceo murieron en la contienda: Martí casi al inicio de la guerra, el 19 de mayo del 1895, y Maceo en una emboscada al oeste de La Habana el 7 de diciembre de 1897.

    Entre las muchas victorias obtenidas por los soldados cubanos se destaca el Cruce de las trochas. El paso de las trochas representaba una victoria que demostraría el desarrollo militar de los insurgentes. Las tropas independentistas vislumbraban la victoria final cuando la guerra tomaría otro rumbo: El acorazado estadounidense Maine, que estaba de visita en la Bahía de la Habana, —convenientemente— explotó.

    La Guerra Cubano-Hispano-Estadounidense. La explosión del acorazado estadounidense Maine significó el ingreso de los Estados Unidos en la contienda. La declaración de guerra a España no se dejó esperar y los combates que antes se centraron en tierra, se trasladaron al mar: Las flotas realistas no pudieron responder a los modernos acorazados estadounidenses. La toma de Santiago de Cuba y la superioridad militar de las tropas norteamericanas, apoyadas en todo momento por las fuerzas cubanas al mando del General Calixto García, obligaron a los españoles a rendirse en 1898. El suceso abrió paso a la ocupación estadounidense de Cuba hasta 1902.

    Por el Tratado de París, España renunciaba a su soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo que realmente significó dejar el campo a su intervención y ocupación por los Estados Unidos. La exclusión de los representantes de las tres colonias evidenció el ánimo colonialista de los Estados Unidos, aunque las fuerzas independentistas hubieran llevado ¡durante décadas! el mayor peso de las guerras.

    ¡El Ejército Libertador es ignorado en el Tratado de París! El Ejército Libertador es ignorado en las conversaciones y firma de la paz. Herido en lo más profundo el General Calixto García, Jefe del Ejército Oriental, envió al General Agustín Cabreco con su Estado Mayor al Cobre y allí, el 8 de septiembre de 1898, aquellos incansables luchadores celebraron el triunfo de Cuba sobre España, en misa solemne a los pies de la Virgen de la Caridad del Cobre. El P. Desiderio Mesnier predicó: "…los cubanos tienen en la Virgen de la Caridad una madre que los enseñará a consolidar una república…". Esta celebración pasaría a la historia como la Declaración Mambisa de Independencia del pueblo cubano.

    En 1899 Estados Unidos asumió el gobierno de Cuba. ¡Los cubanos no podían aceptar esta realidad después de tantos años de sangrienta lucha independentista!

    El descontento de los libertadores al ver cambiar su tierra de amo, no se dejó esperar. Puerto Rico y Filipinas continuaron por décadas cómo colonias, ya no de España sino de Estados Unidos pero las presiones cubanas por constituir su propio país hicieron que bien pronto Estados Unidos preparara su retirada. Este descontento propició las condiciones necesarias, aunque el gobierno estadounidense dejó abierta la posibilidad de una nueva intervención ¡como garantía de independencia!, conforme a la llamada enmienda de Platt aprobada por la Asamblea Constituyente cubana el 12 de junio de 1901.

    El 20 de mayo de 1902 nacería la República de Cuba con la toma de posesión de su primer presidente, don Tomás Estrada Palma y el primer vicepresidente, Luis Estévez Romero. Sin embargo, no fue hasta 1909, con la presidencia de José Miguel Gómez, que terminó el Gobierno de Intervención norteamericano y no sin antes firmar en 1903 el arrendamiento de la base de Guantánamo, aún hoy en posesión de los Estados Unidos.

    La fortuna de

    doña Constanza

    Los veteranos de las guerras independentistas sentían una verdadera devoción por la Virgen de la Caridad del Cobre, en recuerdo a aquella banda tricolor que los Mambises habían llevado en su sombrero durante los combates en su larga lucha por la libertad de Cuba. Cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgía siempre consoladora la visión de esa imagen cubana por excelencia.

    El 24 de septiembre de 1915 le mandaron una carta al Papa Benedicto XV, solicitándole que la proclamara Patrona de la República de Cuba. La carta fue firmada por el General Jesús Rabi, otros seis generales y hasta dos mil oficiales y veteranos. El 10 de mayo de 1916 el Santo Padre concedió la petición y desde entonces ha sido la patrona de todos los cubanos.

    Durante los treinta años de guerras independentistas la fortuna de Constanza Hortigüela se fue extinguiendo poco a poco, pero la idea de que su posición jamás cambiaría estaba demasiado arraigada y continuó su vida de derroche.

    Uno de los hermanos de Constanza, Alberto Barrera, estuvo entre los tenaces luchadores artífices de la independencia. Fue encerrado por sus ideales en las cárceles de los españoles fieles a la corona. Con el tiempo llegó a ser Gobernador de la Provincia de La Habana. Mi madre recuerda los conciertos en el palco presidencial y los paseos en los primeros automóviles descapotados que llegaron a la isla. Durante las fiestas del carnaval mi mamá era invitada por sus primas, las nietas del Gobernador, a pasear por Malecón vistiendo coloridos disfraces.

    Durante la Primera Guerra Mundial el patrimonio de los Erdmann, en Alemania, sufrió un importante quebranto. La Segunda Guerra Mundial acabaría por destruirlo. Las propiedades de los Erdmann en Oldenburgo quedaron detrás de la cortina de hierro soviética.

    Recuerdo claramente las comidas en aquella casona de Malecón, de una cuadra de largo, de la que también se podía salir y entrar por la calle de San Lázaro. Ahí había nacido y crecido mi madre, quien se llama Constanza en honor de su abuela. Las comidas eran servidas por criados negros de filipina y guantes blancos. Aquellos hombres y mujeres de cabello de alambre plateado alguna vez habían sido esclavos, pero al obtener su libertad decidieron seguir en casa de su Madrinita por lealtad y cariño. Los manteles eran de hilo almidonado, las vajillas de porcelana, las copas de cristal y los cubiertos de plata, pero lo que se servía con aquel cucharón reluciente a la hora de la merienda era cereal de avena, lo único que podía comprar el presupuesto, estrictamente administrado por la tía Tita, la hija soltera que cuidaba a doña Constanza.

    Tita (Hortensia) había estado a punto de casarse en su juventud pero su prometido murió de apendicitis estando lejos. Dicen que Tita percibió su muerte en el momento de ocurrir. Después de este fenómeno de percepción extrasensorial, Hortensia se vistió de negro y se dedicó en cuerpo y alma a cuidar a su madre y administrar la magra fortuna.

    Ni la fiel Tita ni sus demás hijos pudieron convencer a Constanza de la prudencia de dejar de servir vino en la comida del mediodía, aunque el precio fuera comer avena por la noche y mucho menos de vender la casa, que tanto atesoraba. La había construido llena de ilusión, cuando apenas se estaba inaugurando el Paseo del Malecón, un año antes de que Cuba lograra la independencia y no estaba dispuesta a abandonar el mejor lugar posible donde vivir en La Habana.

    Paseo del Malecón

    El paseo del Malecón fue inaugurado en 1901 para el disfrute de todos los habitantes de la hermosa ciudad y se convirtió en un ícono de la capital de Cuba. Sus siete kilómetros bordean la costa habanera y es el lugar preferido para ir a pescar, o simplemente para tomar el fresco y contemplar el mar Caribe, cuando cae el sol por la tarde. ¡Cuántas parejas se han enamorado sentados sobre su muro centenario! Algunos le dicen el sofá más largo de Cuba. Su construcción tardó 50 años. El primer tramo se inauguró en 1901 y las 14 manzanas ubicadas entre la zona del Prado y la calle de Belacuaín, consideradas el Malecón tradicional, fueron urbanizadas de inmediato. Las familias más elegantes de La Habana decidieron vivir en este paseo exquisito. Mi bisabuela Constanza compró el lote número 8, en la primera manzana, cerca de la desembocadura de la Bahía, desde donde se veía la Punta, el Morro y la Fortaleza de la Cabaña, construidas entre los siglos XVI y XVIII para proteger la ciudad de los ataques de los piratas. El Paseo del Malecón siguió construyéndose durante la primera mitad del siglo XX. En 1921 llegó hasta el Hotel Nacional, en el ‘27 hasta el extremo este de la Bahía y para el ´30 hasta la Calle G. Hoy inicia en la Terminal de Cruceros de la Avenida del Puerto y llega hasta Miramar.

    Los terrenos del Malecón, entre los que se encuentra el que compraron mis bisabuelos, tienen poco frente —como en Europa— pero pueden tener hasta más de cincuenta metros de profundidad. En ellos se construyeron casonas de dos o tres pisos, con preciosos balcones.

    Un nuevo Santuario. El 8 de septiembre de 1927 sería inaugurado el nuevo y actual Santuario-Basílica de la Virgen de la Caridad del Cobre. La mudanza de la venerada imagen a su nueva casa fue fiesta del pueblo cubano que demostró su amor a la Virgen María. La Virgen fue sacada del templo parroquial en los hombros de los prelados, pero al llegar a la puerta la cargaron los veteranos independentistas y en sus hombros llegó hasta la cima del cerro, hasta el Santuario actual.

    El 20 de diciembre de 1936, la imagen de la Virgen de la Caridad saldría por primera vez del Cobre para la clausura del Congreso Nacional Eucarístico. En la Alameda Michaelsen, de Santiago de Cuba, la esperaban los fieles venidos de todos los confines de la isla, para aclamarla como Patrona de Cuba. La bisabuela Constanza siempre contaba que ella estuvo presente en las emotivas celebraciones de 1927 y también en la de 1936, teniendo ya 73 años.

    En otras dos ocasiones saldría la imagen del Cobre: el 20 de mayo de 1952, cuando fue llevada a La Habana para celebrar el cincuentenario de la República. Yo tenía 12 años y recuerdo este acontecimiento con gran emoción.

    También en noviembre de 1959 la Virgen de la Caridad fue trasladada a la capital para la clausura del Primer Congreso Católico Nacional, en la Plaza José Martí. Ésa fue mi despedida de ella. Ya Fidel Castro llevaba casi un año en el poder y menos de seis meses después yo estaría en la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, adoptando otra imagen de la misma Madre de Dios.

    El Santuario de El Cobre fue elevado por su Santidad Paolo VI a la dignidad de Basílica Menor el 22 de diciembre de 1977, en una solemne celebración presidida por el Cardenal africano Bernardín Gantín, enviado personal del Papa.

    El 24 de enero de 1998 Su Santidad Juan Pablo II la coronó personalmente durante la emotiva celebración multitudinaria de la Plaza y Monumento al General Antonio de la Caridad Maceo y Grajales. Ni Fidel Castro, con todo su poder, ha logrado erradicar el culto que los cubanos le rinden a su Patrona.

    Es milagroso que el altar de la Virgen de la Caridad, en el Santuario del Cobre —a pesar de que la Revolución ha intentado acabar con la fe por todos los medios, durante medio siglo—, siga estando siempre lleno de flores y de recuerdos agradecidos llevados por los peregrinos, expresión del amor de un pueblo que sigue sintiendo que la Madre de Jesús ha estado y estará siempre a su lado.

    Quienes quedamos separados de la patria podemos visitar a la Patrona de todos los cubanos en el Santuario que le construyeron los exiliados en Miami, juntito al mar, como afirmando que es sólo un charco lo que nos separa y que Ella estará siempre, en cualquier parte del mundo, ayudándonos y consolándonos para que nos mantengamos firmes en nuestra fe.

    Malecón 8

    En la actualidad Malecón 8 está en ruinas. La bella y altiva Habana es una ciudad en andrajos. Duele pensar que fue, durante toda su historia, una ciudad moderna y vanguardista. La primera demostración mundial de una industria movida por electricidad fue en La Habana en 1877. La Habana tuvo alumbrado público en 1889, antes que la Madre Patria. El primer tranvía que se conoció en Latinoamérica circuló en La Habana en el año 1900, recorriendo el trayecto entre Regla y Guanabacoa. También fue La Habana la primera ciudad que tuvo teléfonos con marcado directo, sin necesidad de operadora.

    Cuba fue el primer país de Iberoamérica, incluyendo a España y Portugal, que tuvo un cementerio, construido en 1908, separado de las iglesias. También fue el primero que usó máquinas y barcos de vapor, desde 1829. Fue el tercer país en el mundo, después de Inglaterra y los Estados Unidos, en construir un ferrocarril en 1837.

    Un médico cubano, el doctor Vicente Antonio de Castro, fue

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1