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La ciudad de las lágrimas
La ciudad de las lágrimas
La ciudad de las lágrimas
Libro electrónico97 páginas1 hora

La ciudad de las lágrimas

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Información de este libro electrónico

En un mundo dominado por el odio, la corrupción y el pecado llega un pequeño respiro de mano de la lluvia, el cual tratará de ser mezclado en este mundo.
¿Será posible hacer la diferencia y adaptarse al infierno o aunque sea poder salir de él?
¿O el mundo lo tomará como una plaga?
¿O será el destino quien lo tome como una plaga?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 ago 2018
ISBN9788417608972
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    La ciudad de las lágrimas - Ignacio Andrés Oliver Pino

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Ignacio Andres Oliver Pino

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    ISBN: 978-84-17608-97-2

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    Yo estaba solo tomándome ese trago sentado, recordándome y repudiándome la vida de mierda que traía, donde estar muerto era para mí la única solución de mis problemas, aún tenía la duda de por qué aun no lo intentaba.

    Escuchando cómo lo pasaban de lo máximo, ahí estaba yo solo, con seis llamadas perdidas de Natalia en las que yo disfrutaba de su desesperación, por lo que tenía que buscar pronto la forma de acabar con el odio que ya estaba por consumirme completo. Estaba siendo lo que nunca quise ni tenía que ser: igual a ella.

    Me estaba convirtiendo en mi propio veneno, en mi propio infierno, me esforzaba por drogarme con falsas ideas, que ya todo pasaría, que lo superaría y volveríamos a ser una pareja normal de nuevo.

    Era una droga que duraba tan solo unos segundos hasta llegar a la paranoia de la venganza y el daño, hacerla sufrir, demostrarle cómo me sentí.

    Cuando estaba sentado en ese sofá en plena fiesta llega una chica que nunca había visto en mi vida y se sienta al lado de mí. Era una de las chicas más bellas que había visto, no tanto como Natalia, pero aun así era hermosa.

    Estábamos los dos solos en ese simple sofá, yo estaba ya un poco mareado en ese minuto por tanto beber, la música y las luces de ese dj te drogaban sin problema, ya que era uno de los mejores dj de este agujero que llaman ciudad, pero yo prefiero llamarlo como es: un infierno.

    Tenía los ojos llorosos ya que tenía muchas ideas en la cabeza por lo que ella se percató al no estar interesada en la fiesta.

    —¿Estás bien? —preguntó con una delicada voz, tan frágil como yo en ese momento.

    —No te preocupes ya no podría estar peor —dije pesimistamente.

    —Créeme que sí —dice con una risa burlona.

    —Lo siento, no estoy de ánimo para bromas —dije expresando mi incomodidad.

    —No te lo digo como broma, si quieres cuéntame lo que pasó, la fiesta está un poco aburrida y creo que escuchar tu historia será algo mejor.

    —Si quieres puedo contártela para que te aburras o te pongas a llorar —dije tratando de alejarla.

    —Créeme que he escuchado tantas historias terribles que ya ninguna me va a hacer sentir mal —exclamó ella como si fuera algo normal.

    —Qué raro saber que una mujer no es sensible con cosas que no le afectan a ella, solo piensan en ellas mismas —dije con un tono de resentimiento.

    En ese momento pensé que se levantaría y no volvería a hablarme, ya que sonó un poco feo lo que le dije.

    —Si no estás cómodo no respondas —dijo con un tono cortante.

    —Mira, discúlpame, nunca creí que pudiera llegar a este punto por culpa de alguien —dije tratando de explicar mi mala actitud.

    —¡Vaya, que te dañaron!, ¿si estas así por qué viniste? Te informo de que es una fiesta —dice con voz de psiquiatra.

    —Quería tratar de olvidarme de la realidad y de los problemas que tengo.

    —Me gusta tu actitud, las mujeres somos una basura para todos los hombres ya que nos desechan como quieren. —Se ríe entre dientes de su sarcasmo.

    — No lo digo por eso. Estoy aburrido de estar aquí salgamos a caminar y te contaré que paso.

    Asintió con la cabeza, ya que estábamos en el centro.

    Al salir le pude ver directamente la cara: tenía unos ojos celestes hermosos, el pelo castaño rojizo y una piel blanca pero un poco bronceada, no llegaba al tono de Natalia. Ahora bien, la belleza era más a favor de ella: era delgadísima, tenía un físico como a mí me encantaba, que solo fuera delgada, era de mi mismo tamaño, sus ojos al mirarte parecían de modelo de revista, tenía una mirada profunda ya que con solo los ojos podía seducirte. Además, una sonrisa perfecta, pero traía una cara de tristeza interna, plasmada en su cara como unas ojeras, sentía que era algo imposible de quitar.

    Me dijo que si me gustaría tomar un café ya que había una cafetería muy cerca, porque creía que lo necesitaba.

    —Claro, ¿pero por qué haces esto? Una chica como tú tendría a todos los chicos de la fiesta a sus pies, ¿por qué decidiste hablarle al chico amargado de la fiesta?

    —Yo no ando buscando eso y parece que necesitabas arrancar de ese lugar o te pondrías peor.

    —¿Entonces eres mi ángel de la guarda?

    —Me encantaría poder ser un ángel pero no podría serlo nunca. Por cierto, soy Nadia.

    Hasta su nombre me encantó, pero estaba tan frío que no podía reaccionar y decir nada bueno.

    —¿A qué te dedicas, Nadia?

    —Es una larga historia, digamos que me fui de mi casa y fue lo mejor, y ahora solo me quiero arrancar de aquí pero no tengo donde ir.

    —Creo que por fin hay alguien que odia tanto este lugar como yo. ¿Hace cuánto te fuiste de tu casa?

    —Hace unos cinco meses, pero no me preguntes por qué —me dijo con un tono directo que paralizaría a cualquiera.

    —¿Naciste así de seria o la vida te dejo así?

    —¿Naciste con depresión o la vida te dejo así?

    —¿Así que ahora eres psiquiatra o adivina?

    Sus ojos, cuando te miraban, eran tan penetrantes que eran capaces de engañarte fácilmente con la mirada, incluso pensabas que podía ver tu alma con ellos.

    Entramos al café que estaba a pocas cuadras de la fiesta, ella no lo conocía por lo que le dije que le pediría algo especial, le pedí un mokachino y dos top de chocolate. Y yo solo tomé un jugo, ya que las pastillas y el alcohol me estaban matando, pero prefería vivir un poco más de tiempo ya que el café seria mi dosis letal y la conversación me tenía intrigado.

    —Vaya, que sabes qué hacer en una primera cita, ¿lo has hecho muchas veces? —dice mientras bebe sorbos de su café y me mira con una cara de malicia con la cual llegué a sonrojarme.

    Yo no estaba acostumbrado a hablar con una chica con tanta personalidad, por lo que me sentí muy a gusto, ya que sabía que no habría silencios incomodos.

    —Si hubiera sabido que saldría con una chica como tú a tomar un café hubiera preparado algo más elegante que para el resto.

    Después de decirlo me sentí muy petulante, pero a la vez me quedaron mirando esos ojos y me tranquilicé.

    —¿Así que tienes muchas citas? —dijo con un tono de burla.

    —No te mentiré, tengo novia desde hace ya más de un año.

    —Lo sé, por cómo andas vestido se ve que lo tienes todo, por lo que necesidad no sufres, además tu amigos, con los que estabas, fueron a hablarnos y nos dijeron que estabas

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