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Cero Negativo
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Libro electrónico260 páginas3 horas

Cero Negativo

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Información de este libro electrónico

Tomek vive una vida aparentemente tranquila como ingeniero de naves espaciales. 

Sin embargo, durante sus frecuentes "vacaciones", es voluntario de la fuerza policial de su planeta, rastrea a los criminales convictos y los entrega a la justicia. Bajo su alias "Cero Negativo", ya es reconocido por resolver casos que nadie más estaría dispuesto a asumir.

Tomek lleva a cabo la investigación de su vida cuando rastrea a los responsables de dos crímenes importantes: uno en el que miles de agricultores mueren por una presunta plaga y otro en el que un asesino serial utiliza una droga misteriosa para obligar a las víctimas a entregar sus riquezas antes de morir.

A medida que Tomek desentraña el misterio detrás de los responsables, confía en que serán llevados ante la justicia.

Pero el siniestro grupo Tridente tiene otros planes en mente cuando descubren finalmente quién es Cero Negativo en realidad. Tomek debe utilizar todas sus destrezas ante la persecución y y colusión de las guardias imperiales corruptas, si es que quiere sobrevivir.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento6 sept 2018
ISBN9781547547753
Cero Negativo

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    Cero Negativo - Jimm Grogan

    AGRADECIMIENTOS

    ––––––––

    Esta es la segunda edición de mi primer libro publicado. Me gustaría agradecer a mi esposa y a otros miembros de mi familia por sus revisiones y apoyo. Además, a algunos otros amigos – compañeros de trabajo y vecinos, que han mantenido mi emoción en marcha ya que han esperado ansiosamente este libro.

    ––––––––

    Quiero agradecer especialmente a mi editora Anjanette Oborn. Ha tenido una gran influencia en hacer de esta una mejor historia y aprecio su guía.

    ––––––––

    Gracias a Duncan Long por las ilustraciones.

    1 Tomek

    ––––––––

    Tomek se recostó en la silla de la habitación del hotel, tamborileando sus dedos ociosamente en sus brazos. Vestía un traje de estilo acuático, con el cuerpo cubierto; su cara estaba oscurecida por un casco. Dentro, vio los vídeos del vestíbulo y el pasillo a través de la red de vigilancia privada del hotel, pirateada minutos antes.

    La miró saliendo del ascensor y dejó de tamborilear. Ella caminaba hacia su suite, remolcando una gran valija levitatoria. Como él, ella era humana y usaba lo que parecían ser gafas de sol especiales. Tomek se inclinó hacia adelante como para ver mejor.

    Casco, haz un acercamiento a la cara de la pelirroja, le ordenó. Su cara y cabello rizado llenaron su vista. Casco, compara con la imagen más reciente de Marta Fresden. Tomek no esperaba el pelo rojo, pero eso hubiera sido fácil de cambiar. Apareció la foto de una mujer: cabello lacio y negro, mejillas abultadas y una sonrisa radiante. La pelirroja parecía delgada en comparación, y la sonrisa había desaparecido, pero aún podría ser la misma persona.

    Ella se acercó a la puerta con un suspiro. Tomek se recostó hacia atrás, cruzó las piernas y los brazos. El sistema de audio de su habitación emitió un tono breve que indicaba que alguien esperaba afuera. Descruzó los brazos y frunció el ceño. ¿Por qué no quitó el seguro de la puerta y entró?, pensó. Ella había hecho la reservación.

    Tomek pestañeó dos veces, y su casco cambió al modo de transparencia unidireccional. Se levantó y caminó hacia la puerta, mirando alrededor de la suite para asegurarse de que no dejó nada fuera de su lugar. Después de lo que pareció ser un número apropiado de segundos, la abrió.

    ¿Tú eres Freebon?, preguntó ella. Entonces ella sonrió.

    mintió Tomek, fingiendo un vistazo a lo largo del pasillo. ¿Quién eres tú?

    Su sonrisa se atenuó. Soy la traficante de mascotas exóticas que estabas esperando. Déjame entrar.

    Tomek la dejó entrar y cerró la puerta detrás de ella.

    He reservado esta habitación para nosotros con extrema privacidad, dijo la traficante de mascotas exóticas, así que no te preocupes por las cámaras o micrófonos de la habitación. Se sentó en la cama, mirando la ventana artificial al otro lado de la habitación. En ella se proyectaba silenciosamente el panorama de la ciudad y el tráfico aéreo actual. La imitación de luz solar proyectaba sombras debajo del mobiliario. Otro día, otro crédito, suspiró ella.

    Tomek se quedó quieto, dejándola mirar por varios segundos, entonces aclaró su garganta. ¿Trajiste tu selección en la valija?

    Sí. Giró la cabeza para mirarlo. ¿De verdad necesitas el casco?, preguntó, tratando de mirar a través de la superficie negra del escudo de la cara. El cuarto es privado.

    Me preguntas si confío en ti. No confío. Pero tengo dinero y estoy listo para hacer negocios. Tomek se cruzó de brazos.

    ¿Puede ver a través de él todas las ondas visuales?, preguntó ella. Mis aves son más hermosas cuando puedes ver todos sus colores correctamente. Apartó su equipaje del pasillo y palmeó el lugar en la cama junto a ella. Siéntate y quítate el casco.

    Tomek se sentó en el lado opuesto de la cama, pero se dejó puesto el casco. Si son las aves que quiero, podré decirte, y te pagaré. Puedo disfrutarlas cuando te vayas.

    La mujer sonrió. No ofrezco mis aves tanto como solía hacerlo, pero tengo bocas que alimentar y una familia que cuidar.

    Tomek musitó silenciosamente, Casco, muéstrame el perfil de Marta. El documento resultante confirmó que Marta era una persona solitaria y no tenía familia. Tomek sonrió satisfecho para desechar el documento de su vista. Me imagino que debería sentirme privilegiado por verlas entonces, dijo en voz alta.

    La traficante de mascotas abrió la cubierta de la valija. Buscó dentro y sacó tres pájaros. Ignorando a Tomek, volaron a diferentes lugares en la habitación y se posaron. La mujer frunció el ceño.

    No reconozco estas aves. ¿Qué son?, preguntó Tomek. Ya estaba mirando fotos de las especies dresed del planeta Bisbane dentro de su casco. Los pájaros en la habitación coincidían.

    Quítate el casco, ella persuadió, tratando de tocar su hombro.

    No. No mientras estés aquí. ¿Cómo sé que no me chantajearás después por comprar tus mascotas ilegales?

    Ella alzó las cejas y retiró la mano. Bueno, entonces tu verdadero nombre probablemente no sea Freebon. ¿Qué tal si atraigo a los pájaros al baño, para que puedas quitarte el casco y verlos allí? Para apreciarlos, realmente necesitas verlos sin filtros.

    Se levantó e hizo que dos pájaros se posaran en su mano enguantada. El tercer pájaro fue menos cooperativo, por lo que llevó a los otros dos al baño. Ella salió, cerró la puerta y se quedó allí esperando. Los espejos no se encienden, dijo pero debería funcionar. Échales un vistazo.

    Tomek se levantó y fue al baño, cerrando y asegurando la puerta detrás de él. Manteniendo los ojos cerrados, se quitó el casco y lo colocó en la encimera. Palpó a lo largo del lado izquierdo de su traje hasta que localizó su bolsillo lateral y lo desabrochó silenciosamente. Deslizando su mano en su pequeña abertura, retiró un par de gafas especiales y se las puso.

    Abrió los ojos y miró a las dos aves. Aunque eran de tamaño promedio, tenían grandes ojos hipnóticos que se arremolinaban con patrones y colores líquidos. Comenzaron a cantar en tonos inquietantes. Podía sentir sus sugerencias telepáticas: estaban sugiriéndole que continuara mirándolos. Tomek volvió la cabeza y miró hacia la puerta para asegurarse de que era capaz de desobedecerlos.

    Mientras miraba hacia atrás, los pájaros revoloteaban para permanecer en su campo de visión. Todavía tenía el control de sí mismo. Las gafas funcionaban, aunque no tan bien como el casco. En cierto modo, las gafas eran mejores; podía darse cuenta de lo que se suponía que debía sentir. Los pájaros revolotearon hacia la encimera cuando volvió a mirar allí. Sus patrones de ojos fluctuantes parecían cambiar en respuesta a lo hipnótico que los encontró Tomek. Finalmente, establecieron un patrón que a Tomek le pareció simplemente increíble. Podría verlo todo el día. Ver sus ojos hipnóticos era aparentemente la parte más importante de la ecuación. Tomek estaba intrigado.

    Un pájaro se posó en su casco, el otro en el borde de la encimera cerca de él. Ahora le estaban sugiriendo que los alimentara. Carne.

    Creo que a las aves les gustaría comer, dijo Tomek como en un sueño.

    Freebon, mantente sin el casco y ábreme la puerta, dijo la mujer.

    Tomek se acercó y quitó el seguro de la puerta, manteniendo cuidadosamente su mirada en los pájaros para que ella no viera sus lentes. Ahora estaba convencido de que ella era el criminal que estaba buscando.

    La puerta se abrió con un clic. Hola, Freebon. La sintió tocar suavemente su cabello y acariciar su espalda. Hola, bebés. Mamá va a alimentarlos pronto.

    Puedo darles a los pájaros mis dedos, dijo Tomek. Él comenzó a estirar su mano.

    Caray, tienes los guantes puestos, se rio entre dientes la mujer.

    Uno de los pájaros intentó morder de todos modos. Tomek trató de no estremecerse cuando lo vio girar la cabeza hacia abajo y picotear el guante. Retiró su mano y fingió quitarse el guante.

    Primero, dime dónde está tu dinero, ordenó con voz suave.

    Está en el casco, dijo Tomek.

    Ella rozó contra su costado mientras trataba de alcanzar el casco. Tomek desvió la mirada, temeroso de que ella pudiera ver sus gafas. Los pájaros revoloteaban hacia el inodoro y su campo de visión, pero la secuencia de movimientos de la mujer los perturbó.

    Tomek la tomó por los hombros y la empujó contra la encimera, con la cara colgando sobre el lavabo vacío. Él se apoyó contra ella con su antebrazo izquierdo y se quitó las gafas con la otra mano. Ella chilló y cerró los ojos.

    Tomek recitó el guión legal para un arresto ciudadano. Marta—

    Al mencionar su nombre, Marta forcejeó de inmediato.

    Casi logró escapar de su alcance, pero Tomek presionó contra ella, cerrando sus brazos alrededor de sus brazos y su pecho.

    Marta Fresden Calipra Regalia 2090 1, usted ha sido acusada y condenada por el tribunal superior de —

    Marta giró la cabeza para ver el rostro y las gafas de Tomek. ¡Tramposo hediondo!, gritó.

    —del Imperio Azten de Mundos Federados de cuatro cargos de asesinato. Usted ha sido sentenciada a cadena perpetua. La ley de Azten alienta a los ciudadanos voluntarios a llevar a cabo este deber, conservando así los recursos policiales y brindando oportunidades para el servicio patriótico. Estoy aquí para detenerla.

    Escucha, no soy realmente una asesina, suplicó Marta. Siempre fueron accidentes.

    Tomek buscó en su bolsillo y sacó unas ataduras de muñeca. Él le bajó los guantes, notando un mosaico de cicatrices en capas en sus muñecas desnudas cuando se las puso.

    Fíjate que solo trabajo con tres pájaros hoy en día, no con dieciséis, así que tengo control total sobre ellos. Incluso si te abandonara con ellos, les hubiera tomado días comerte.

    Tomek la arrastró y la obligó a salir del baño. Eso suena agradable.

    No, no habría abandonado a mis bebés contigo, prometió. Son los únicos que me quedan.

    Tomek la empujó boca abajo sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre ella mientras se inclinaba para aplicar otro conjunto de ataduras a sus tobillos. Cuando estaba a punto de inmovilizarla, ella se encogió y lo empujó con su trasero. Trató de asirse al edredón, pero su mano se deslizó por el borde del colchón. Ella rodó y tiró de sus piernas para apartarse de él mientras que la cabeza de Tomek golpeaba el piso alfombrado.

    Ella se escabulló fuera de la cama, pateándolo en el ojo. Mientras ella corría hacia la puerta, rebotando contra las paredes y los muebles con los ojos fuertemente apretados, Tomek notó que la lente izquierda de sus gafas se había roto y cortó su disfraz de rostro sintético. Levantó su mano y sintió la línea rasgada donde el material moldeado había sido dañado. No había sangre.

    Levantó la vista a tiempo para ver a Marta escaparse justo cuando uno de los pájaros revoloteaba desde su periferia hasta su vista. Él apretó los ojos. Sintió un impulso casi abrumador de mirar al pájaro de nuevo, pero en lugar de eso se abrió camino hacia el baño. Tiró los restos de las gafas, agarró el casco y se lo puso.

    Ahí. Salió y vio a los pájaros volando hacia la puerta. Tomek comenzó a correr tras ellos, pero notó un destello en el piso cuando corrió pasando la cama. Se detuvo y lo miró.

    Era su pendiente—un transceptor de radio AM arcaico, tan ancho como su pulgar incrustado en un cristal transparente en forma de gema. Tomó el pendiente y lo volvió a colocar en su bolsillo izquierdo, cerrando la cremallera.

    Salió corriendo de la habitación y vio a Marta entrando en un ascensor abarrotado por el pasillo. Su alta figura la diferenciaba del grupo de soosan que se escabullían detrás de ella. Ella debió haber abierto los ojos para llegar ahí tan rápido. A unos metros de distancia, los pájaros distraían a dos turistas, arrullándolos con su inquietante melodía.

    Oh, son hermosos, dijo la turista.

    Se ve que están hambrientos, dijo el hombre con asombro.

    Déjalos tomar unos cuantos bocados de tu dedo meñique. La mujer levantó su mano.

    Tomek aplastó a uno de los pájaros contra el suelo y lo pisoteó para horror de la pareja. Los otros dos pájaros revolotearon lejos.

    ¡Llame a Seguridad!, gritó el varón, intentando bloquear el camino de Tomek.

    Tomek se desplazó a un lado de él, siguiendo a los otros dos pájaros, y llegó al atrio: un espacio abierto con un techo translúcido, de seis pisos de altura. Inclinándose sobre la barandilla del tercer piso, observó cómo los pájaros volaron por encima del vestíbulo. Dieron vueltas alrededor, pareciendo navegar por los pasillos y las áreas de estar de los tres niveles superiores. Esquivaron un elevador volador y descendieron hacia la multitud que estaba abajo. Allí, se posaron sobre una escultura de un árbol grande y exótico e inspeccionaron a la bulliciosa multitud de personas que descansaban. Un grupo de turistas vagaba sin rumbo fijo, admirando las diversas esculturas de piedra en el piso inferior.

    Tomek vio el ascensor de Marta volando hacia abajo. El ascensor se detuvo en el aire, parpadeando su luz repetidamente, instando a los peatones para quitarse del punto marcado en la planta principal donde necesitaba aterrizar. Después de unos momentos, la puerta se abrió. Marta escuchó a los pájaros arrullar y cerró los ojos mientras salía del ascensor, caminando a tientas en dirección a las puertas de entrada delanteras.

    Tomek susurró: Casco, asegura las puertas del hotel y envíame un ascensor, y parpadeó. Las órdenes fueron enviadas a través de su conexión pirateada a la red privada del hotel. Un piso abajo, algunas personas tropezaron con las puertas del ascensor que habían esperado se abrieran para ellos.

    Mientras tanto, los pájaros se habían concentrado en una anciana en el piso principal, que les ofrecía sus débiles manos. Volaron hacia abajo desde las ramas de piedra, se posaron sobre sus muñecas, y comenzaron a picotear sus dedos hasta sangrar, mientras continuaba sonriéndoles.

    Tomek ordenó a su casco que activara el sonido de la alarma de evacuación del hotel en el vestíbulo. Cuando la alarma resonó en el atrio, las aves sorprendidas dejaron de comer; una graznó agitada mientras levantaban sus alas y tomaban vuelo.

    En ese momento, el ascensor que había solicitado llegó frente a él, bloqueando su vista. La barandilla de la pasarela se replegó en el piso y las puertas del ascensor se abrieron. Corrió hacia el elevador y se volvió para ver a otro grupo de peludos y pequeños soosan corriendo hacia él. Esas personas solo tenían dos velocidades: quedarse parados o correr. Presionó el botón para cerrar la puerta prematuramente y, sintiéndose culpable, observó sus rostros bonitos y decepcionados cuando se cerró. El ascensor descendió rápido al piso inferior.

    Cuando la puerta se abrió, vio pasar a un guardia de seguridad del hotel, tratando de responder a la alarma. Alcanzó al guardia y señaló a los pájaros que revoloteaban en el ruido. Esos son dos pájaros carnívoros e hipnotizantes. Harán daño a los invitados y a cualquier otra persona que los mire a los ojos. El guardia no pareció escuchar y desapareció en una entrada que decía: Solo para empleados.

    La alarma terminó, el cuerpo de seguridad la anuló. Eso podría significar que las puertas también se desbloquearon. Tomek corrió hacia las puertas delanteras, esquivando a la gente y las estatuas. Estaba bastante seguro de haber visto la vibrante corona de cabello de Marta en medio de la multitud que intentaba irse.

    Las puertas se abrieron con un siseo, y Tomek la perdió de vista en un movimiento repentino. Corrió detrás de la multitud que se marchaba, escaneando el área exterior. Miró hacia arriba, hacia abajo y al otro lado de la calle, pero no había ninguna señal de su cabello rojo rizado.

    Volvió a conectarse con las cámaras de seguridad del hotel y se detuvo cerca de la parada de transporte público, mirando y revisando las recientes grabaciones de la calle frente al hotel. No estaba Marta. Ella nunca salió. O era escurridiza. Tendría que rastrearla de nuevo más tarde, ya que estaba preocupado por los pájaros.

    Tomek volvió corriendo al hotel. En medio del vestíbulo, estaba Marta—sus manos desnudas y ensangrentadas tendidas frente a ella, con las muñecas atadas todavía, con un pájaro posado en cada una. Les estaba arrullando cariñosamente. Varias personas, incluidos dos miembros del personal de seguridad del hotel, estaban parados en un trance, mirando.

    Tomek se acercó a la multitud en trance y se unió a ellos. Se escabulló entre las personas hasta que llegó al lado de Marta, entonces le arrebató los pájaros de las manos y los aplastó entre sí. Dejó que sus cuerpos inertes cayeran al suelo.

    La multitud gritó de horror, y Tomek sintió la punta del bastón de alguien golpeando la parte trasera de su casco. Tomek iniciaba la retirada cuando uno de los agentes de seguridad lo atacó con la pistola eléctrica, provocando que se desplomara en el piso. Su traje interfirió las púas eléctricas, y fue capaz de incorporarse. Abriéndose paso entre la última multitud, corrió para hacer cierta distancia entre ellos. Nadie lo persiguió. Tomek se detuvo.

    ¿Qué pasó?, preguntó alguien.

    ¿Por qué permitimos que esas aves se comieran sus dedos?, preguntó otro.

    ¡Mis bebés!, gritó Marta. Están muertos. Recogió los pájaros muertos y los sostuvo contra su rostro.

    Ella debe estar en trance todavía, comentó un zimvi con preocupación.

    Tomek regresó al grupo. Marta Fresden y sus pájaros mortales son buscados por asesinato. Estoy aquí para detenerla.

    Mis bebés eran inocentes. Solo necesitaban comer a veces. Sus víctimas no sufren, dijo Marta, mirando sus cadáveres en sus manos. Sus ojos brillaron.

    Tomek la rodeó con un brazo para dirigirla al frente del edificio.

    Marta se resistió, tratando de poner a las aves en su bolsillo. Cuando Tomek la jaló nuevamente, ella arremetió con los puños, golpeándolo y pateándolo.

    Tomek intentó actuar profesionalmente mientras intentaba derribarla al piso, pero resultaba difícil mientras luchaba con ella en medio de la multitud.

    Uno de

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