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Hemiferio: Parte I: Hemisfério, #1
Hemiferio: Parte I: Hemisfério, #1
Hemiferio: Parte I: Hemisfério, #1
Libro electrónico67 páginas49 minutos

Hemiferio: Parte I: Hemisfério, #1

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Información de este libro electrónico

El año es 2217. La vida en el hemisferio este de la tierra ha sido eliminada por una tormenta cósmica.

James es empleado soporte en ElCompany, ubicada en el hemisferio oeste, donde la vida continúa. Él se ocupa del bienestar del empleado fefe, un collie llamado Mulder. A una cuantos metros, la Dra. Eizenheim, una genetista, trabaja en un proyecto para bloquear los cuatro tipos de creatividades, que ella cree, amenazan la paz en el hemisferio oeste.
 

El jefe empleado en ElCompany actúa de manera poco profesional ese día y James sospecha que sucede algo. ¿Qué puede ir mal? Tan pronto se entera, él debe elegir entre informar sobre el comportamiento del empleado jefe, a cuestas de firmar su sentencia de muerte o protegerlo a costa de su propia vida.

IdiomaEspañol
EditorialA.V. Osten
Fecha de lanzamiento1 mar 2020
ISBN9781071534601
Hemiferio: Parte I: Hemisfério, #1

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    Hemiferio - A.V. Osten

    JAMES

    13 de julio de 2217

    8 AM

    James acababa de volver del trabajo. Era hora de alimentar a Mulder.

    ¡Oye, amigo! ¿Dónde estás? gritó mientras ponía granulas en un plato redondo y grande. ¡El desayuno está listo!

    Finalmente, el sonido en sus oídos había cesado. Ahora, en cambio, había captado el zumbido de la planta, un sonido de electricidad agudo pero suave, que se movían a través de las líneas, finas corrientes de ultrasonido que en un principio había odiado, pero que con el tiempo había aprendido a disfrutar. 

    Lo que se suponía que debía escuchar, aunque no era el caso, eran las patas de Mulder chocando contra el suelo. Podía oírlo desde cualquier parte del edificio principal, sin importar la distancia. Pero aquella mañana, no se oía nada. Se le oprimió el estómago.

    James se apresuró para asegurarse de que no hubiese nada fuera de lo común en la planta. Examinó la sala de control, espaciosa y redonda, blancuzca desde el techo hasta el suelo, lo que la hizo aún más brillante cuando entró la luz al abrirse la puerta. El panel en la pared a su izquierda estaba iluminado por las luces de colores de los sensores de control.  Respiró el familiar aroma a electricidad, que se sintió como un suave corte en sus fosas nasales. Finalmente, miró en la oficina contigua y luego salió hecho una furia. 

    Pasó corriendo por el pasillo que conectaba la casa de Mulder con la planta.  

    ¡Vamos, muchacho, hora de comer! A James se le partió la voz cuando abrió la puerta que indicaba EMPLEADO JEFE y entró en la amplia habitación. 

    Mulder yacía en una manta gruesa y suave en el suelo. Era un collie de complexión media, con un suave y brillante pelaje rojizo y blanco. Abrió un poco los ojos y gruñó.

    James soltó un respiro

    ¿Qué pasa ahora? ¿No vas a comer? Se sentó junto al perro y lo acarició. 

    Mulder giró su cabeza hacia James y la sacudió.

    ¡Debes ir a trabajar, muchacho, levántate! James le rascó la cabeza a Mulder, se recostó y se la besó.

    Mulder hundió su cabeza entre sus patas delanteras y exhaló.

    Nunca antes había actuado así.

    James se preguntó si Mulder simplemente estaba siendo frívolo o si se estaba enfermando. Puso su mano sobre la nariz de Mulder. Estaba fresca y mojada, lo que era una buena señal. Miró la consola de alarma instalada en la pared en un dispositivo envuelto con un plástico fino, donde relucía un botón rojo. Como todos los profesionales de la fuerza laboral K9 de Alta Categoría, Mulder había sido entrenado para presionar el botón cuando no se sintiera bien o en cualquier caso de emergencia.  Para llegar al botón, era necesario romper el envoltorio plástico. Estaba intacto.

    James se inclinó y olió la boca del perro. Nada inusual, solo el regular aroma no tan agradable del aliento perruno. 

    Le dio palmaditas en la espalda a su amigo y suspiró al levantarse. Tal vez Mulder solo estaba cansado, o eso esperaba. Tal vez debía darle más tiempo para descansar. Cuando se dirigía a la salida, notó rastros de barro en las baldosas pulidas del suelo. Parecían patas de perro. Debe haber estado fuera en el parque, detrás de las plantas más temprano en la mañana, o tal vez la noche anterior. Fantástico, ahora debía limpiar. Espléndido, Mulder, ¡es-plén-di-do! Antes de irse, James se aseguró de que hubiese comida y agua fresca en los dos grandes bowls. 

    Pero estaba preocupado.

    En últimos cinco años, James había desarrollado un cariño tan grande por él que le resultaba doloroso irse del trabajo todas las noches, ya que las reglas no permitían que el Empleado Jefe residiera en un lugar que no fuese su lugar de trabajo.  El problema era que, para el gerente de planta, el perro era K9 #3.573, en cambio para James, era Mulder, su mejor amigo.

    Por supuesto, se suponía que él no debía ponerle ningún tipo de nombre. Estaba prohibido por ley tener un vínculo cercano con miembros de la fuerza laboral K9 de Alta Categoría. Así que James se esforzaba por

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