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Un Alumno Para Philip Marlowe
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Libro electrónico255 páginas4 horas

Un Alumno Para Philip Marlowe

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Anselmo Lpez periodista desempleado a raz de la crisis poltico econmica que viene arrastrando su pas, termina involucrndose en una historia llena de misticismos, riesgos, viajes, asesinatos y violencia, salpicado todo por un romance no convencional. Ante una situacin inesperada en medio de un pas que vive un gobierno dspota y corrupto, Anselmo termina dirigiendo una investigacin con el objetivo de proteger a una persona muy querida, utilizando el recurso deductivo como base, se ve envuelto en un laberinto en el que continuamente choca con puertas cerradas y sorpresas generalmente desagradables, para finalmente quedar tan impresionado como el lector ante el desenlace.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento6 ene 2012
ISBN9781463316921
Un Alumno Para Philip Marlowe
Autor

Luis B. Llopiz

Cubano nacido en la ciudad de Holguín en 1954, médico de profesión por más de veinticinco años. Padre periodista y madre maestra ambos aficionados a la lectura. Su hogar se caracterizó por valores como la ética, la cultura y el amor familiar. La infancia, junto a su única hermana, cursa alrededor de los estudios que concluyeron en el Instituto de Medicina de Santiago de Cuba. Una vida profesional plagada de esfuerzos y sinsabores cuyo desenlace lo lleva a emigrar de Cuba en busca de horizontes más prometedores. Padre de dos hijos y tres nietos que definitivamente son su motivación mayor junto a su compañera, cómplice de esta publicación. Lector por herencia, siempre fue amante de la novela y de manera especial del género policial. Debuta como autor con este libro el cual dedica a su familia y amigos.

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    Un Alumno Para Philip Marlowe - Luis B. Llopiz

    Un Alumno para

    Philip Marlowe

    Luis B. Llopiz

    Copyright © 2012 por Luis B. Llopiz.

    Número de Control de la Biblioteca

    del Congreso de los EE. UU.:   2011963593

    ISBN:       Tapa Dura                978-1-4633-1691-4

                    Tapa Blanda             978-1-4633-1690-7

                    Libro Electrónico     978-1-4633-1692-1

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para hacer pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contactar con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Para llamadas desde los EE.UU 877.407.45847

    Para llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    382023

    SKU-000534411_TEXT.pdf

    Mogotero es un lugar especial, tiene como característica que los visitantes aprecian mucho más sus valores que sus propios pobladores y eso ocurre con frecuencia en muchas partes. Nadie sabe lo que tiene… Para mí, ese pueblo ha sido especialmente importante, he llegado a pensar que en él se cumplen ciclos de mi vida. Cuando necesito concentrarme en mis meditaciones o superarme ante las presiones que la vida me ha deparado, acudo allí, quizás por su belleza que se confunde con lo antiguo, pintoresco o realmente que tiene la virtud de no cambiar en el tiempo y sostener viva la propia imagen de nuestro origen. Sus pobladores se quejan, protestan, ven como el paso de los años lo deteriora todo. Muchas de sus casas mantienen sólo la escasa pintura de hace más de setenta años, las maderas de los marcos se agrietan y los grandes ladrillos se asoman fuera del repello de cal y cemento. Pero dentro de este panorama mayoritario contrasta la prosperidad de otros, que respetando la belleza artística de lo añejo le dan el toque restaurador, símbolo del esfuerzo de la comunidad por aferrarse a la vida y existir. Entre ellos se destacan la iglesia, que se mantiene reluciente al extremo del parque y las hospederías que prósperas se distribuyen a saltos en sus calles, terminando por concentrarse más en las zonas próximas al centro. En esa pujanza compite en la plaza principal lo trascendente e inconmovible, imperecedera, lo recio del mármol hace que la estatua de la Libertad continúe sobre su pedestal recordando una época brillante de la humanidad y los tiempos pasados de prosperidad en aquel pueblo. A quién se le ocurriría la terrible idea de construir ese cine con su lobby de granito y su estructura futurista en medio de todo esto, por qué no mantuvieron el corte colonial como con la tienda de una esquina más arriba. Debería estar prohibido modificar algo aquí, es como si tratáramos de falsificar parte de un documento y ese a mi juicio, es el mayor peligro para la belleza de este pueblo. Hoy de mañana subí al cerro que lo limita por el sur, la vista es fantástica, todo parece legítimo en contraste con este mundo que se desboca hacia el modernismo artificial, donde lo superfluo prolifera en desmedida; el contraste de los tejados rojos y pardos, el mar azul intenso, los mogotes del otro lado de la bahía y el cielo despejado, conforman una imagen que ningún pintor superaría.

    Ahora estoy aquí junto al mar, recibiendo la brisa húmeda que el romper de las olas lanza sobre la costa, ni se por qué decidí hacer el viaje esta vez, ¿me engaño?, claro que me engaño, es aquí donde me encuentro con los míos, es donde puedo materializar mis recuerdos con mayor precisión y es siempre a este lugar adonde traigo mis preocupaciones, mis dudas y pesares, si, mis pesares, pues mis euforias las dilapido en la ciudad, ¡que ingrato! Bueno, no quiero desviar mi pensamiento en ese rumbo, el barquito con la vela grisácea me trae a mis preocupaciones terrenales y sin saber cómo, estoy haciendo el balance de mi vida, mis estudios, mi profesión periodística, los años dedicados a una tarea, al objetivo supremo de tratar de realzar mi yo y de pronto, el cambio, la firmeza debajo de mis pies cedió casi sin aviso y estoy cayendo, suave, pero cayendo y no tenía de qué asirme, hasta ayer. Y a eso vine hoy aquí, a pensar, y decidí repasar los pormenores del episodio que me inició en esta historia y lo hice recordando mi encuentro con Alex.

    - Realmente me costó encontrarte ¿Dónde te metiste en estos días? lo peor es que nadie sabe de ti, y para qué me asombro, si últimamente te alejas de todos. - Alex fue para mí un buen muchacho, el día en que se inició en la redacción y me lo asignaron, pensé que se caía el mundo, demasiado joven y juguetón. Los cambios que se habían producido en el país estaban deprimiendo la rentabilidad del semanario y se requería de un gran esfuerzo del equipo para sostenerlo, por eso la idea de entrenar a los recién graduados de la filial universitaria que atendíamos a mí me pareció una nueva carga, ya que en esos días estaba atareado con la preparación de un material en el que se apostaban resultados y no quería distraer mi intelecto en otras actividades. Con Alex como me ha ocurrido otras veces, me equivoqué, no hay nada más difícil de hacer que una evaluación objetiva de una persona, en eso yo he sido superficial y nada, Alex, de la noche a la mañana se convirtió en mi indispensable ayudante, ¿ayudante?, así le decía por prurito profesional, en realidad fue tremendo colaborador en esa etapa de mi vida y llegó a más, abarcó mi amistad, la diferencia de diez años que debía marcar una barrera de intereses, lejos de aislarnos, poco a poco desapareció en el humo de nuestros abatares, haciendo de nuestra relación algo que se prolongó más allá del ámbito profesional.

    - Realmente he estado mal, fui a San Miguel con la esperanza de sumarme a un proyecto de una revista de promoción científico-técnica, pero en realidad la oferta que me tenían me limitaba mucho y como sabes, prefiero morir de hambre que de tedio. – Alex se sentó a mi mesa en el barcito del barrio, donde yo en los últimos tiempos, acostumbraba a tomar un té con ron casi todas las tardes.

    - Vaya, esa es una buena noticia, pues de lo contrario ni me hubieras escuchado la oferta que te traigo. Está de más decirte quien es Manzanares, o no. – y me miró con cara de burla interrogante.

    - Claro, es el viejo ese que vino de la capital con su aire de letrado e investigador literario, me impresiona que anda descarriado, pues no se qué carajo podrá investigar aquí, a no ser que intente plagiar a Dantes. - Intenté sonreír pero no pude, mi cara me pesaba como plomo y no tenía manera de elevar la comisura de mis labios.

    Alex se acomodó como quien se prepara para dar una conferencia y mirándome inició una historia que por mi ausencia, no me había contado.

    - Hace una semana acepté colaborar con ese señor, no por mi escasez de dinero, en realidad tú sabes que el viejo no me deja morir de hambre y si no atacan mi interés profesional, es difícil ponerme a trabajar. - Yo bien sabía la ayuda que su acaudalado padre le daba, gracias a ella no me encontraba en estos momentos sentado en la acera de una esquina limosneando, claro, prometía pagar en cuanto mi futuro cogiera mejor rumbo. - Fue de casualidad, estaba buscando en la biblioteca pública, la que está frente al parque, una información que Miriam necesitaba y de pronto, como soplada del cielo, me aborda una voz susurrona cerca de mi oído. Coño mi hermano, me asusté, resultó ser el susodicho que terminó sentándose conmigo, ni te imaginas, a proponerme un trabajo. Resulta que el tipo no vino tan de casualidad a Villa Seca, tiene un proyecto que él dice suyo, pero yo creo que detrás existen intereses más fuertes que lo impulsan, pues de lo contrario dudo que ese viejo viniera a gastar sus últimos pellejos aquí. - Realmente mi desaliento y el ligero tono que me empezaba a dar el licor, hacían que oyera a Alex como mi vecina a la novela del medio día, interesado pero sin tener que ver con la trama. – Amigo, ocurre que está investigando nada más ni menos sobre la vida de Delcas, dice escribirá un libro que saque su verdadero espíritu y que nosotros, contemporáneos con buena parte de su historia, la hemos visto como a través de un lente distorsionado. Pretende buscar aspectos desconocidos de su vida y para eso dice tener los recursos necesarios. - Ahora sí se puso bueno esto, pensé, yo con mis desgracias y Alex metiéndome esta historia que más tiene que ver con un hospital de dementes. Delcas, para qué rebuscar más sobre su vida, en definitiva fue un hombre público en este país, ejerció su auto otorgado derecho al poder en nombre del pueblo y del bien de los más necesitados, eso lo hizo por muchos años, tantos que llegamos a acostumbrarnos a las miserias que nos ofrecía y peor aun, la mayoría no hemos podido reorganizar nuestras vidas, incluso tantos años después. No, realmente su muerte no era suficiente como muchos esperaban, yo diría que nos arrebató la esencia y nos dejó en un limbo sin salida; patriotismo, nacionalismo, política, que va, era mucho más que eso, era el artífice de la magia con la que nos manipuló sin escrúpulos y con la que nos arrebató nuestra propia confianza. - Carajo Anselmo atiéndeme que es importante, acaso te metiste un cubo de té con ron hoy, te veo con la mirada perdida.- Desperté como saliendo de una pesadilla.

    - Perdóname, me trajiste pensamientos a la mente que había tratado de apartar durante mucho tiempo, sigue.- Alex se viró en la silla y le voceó al cantinero.

    - Mario, ponme un trago de ron, que sea blanco y sin té, que yo no soy un viejo.- Con la misma se lanzó hacia mi como para ametrallarme. – Me ofreció trabajo y lo acepté, como te dije antes no me interesaba tanto el dinero, aunque realmente paga bien, en realidad me cautivó con su proyecto de investigación, el viejo me llevó a la casa que tiene alquilada en la calle General Pareda, frente al local donde arreglan bicicletas y se metió una tarde explicando cual sería mi misión. En realidad no me motivó tanto el hecho que investigara la vida de Delcas, sino, la información que necesitaba y pretendía que yo le buscara. La relación que me dio de tareas y que serían mi misión, realmente me intrigó. ¿Por qué entrevistar a personas sin vínculo conocido con Delcas? ¿Qué interés puede existir en cómo veían esas personas a Delcas, en su infancia o en su etapa juvenil? Manzanares vino a este pueblo por la cercanía al terruño de Delcas y estoy seguro que anda en busca de elementos nuevos sobre su vida.-

    Lo miré fijamente y me pregunté ¿tiene un significado esta conversación? Al parecer he perdido las esperanzas a tal punto que nada puede interesarme ya. ¿Por qué Delcas viene a mí de nuevo? ¿Por qué sin yo buscarlo regresa a penetrar mi pensamiento? Alex miró al piso y luego lentamente continuó:

    - Oye, tu bien sabes que eres mi amigo y más que eso, mi hermano y que te ayudaré toda mi vida y que conste, no espero recibir nada a cambio, pero compay, tú no puedes seguir perdiendo tu vida así, tú eres un tipo tremendo y puedes dar mucho todavía. El tema de Manzanares yo no se si servirá para algo, pero es posible que nos saque de este hueco, en el que caímos desde hace rato y nos mantiene pataleando para salir.- Se tomó el trago de un golpe y se quedó mirándome con la conjuntiva enrojecida en espera de mi veredicto.

    - Alex, Alex, es que acaso me estás proponiendo algo, me estás pidiendo me involucre en esa extraña historia de Manzanares, ¿es eso? - Su sonrisa fue de triunfo, había descubierto que lo atendía y que su larga perorata no se perdió en la nada.

    - Mi socio, eso se cae de la mata, este hombre en su investigación tiene una lista inacabable de entrevistas que la gran mayoría se harán por esta zona y algunas en San Miguel; entonces le dije que era imposible en un tiempo prudencial yo solo lograr cumplir con calidad esa meta y vino lo que yo esperaba – ¿conoces a alguien que te pueda ayudar? Claro, tiene que ser una persona con la preparación necesaria. – dijo con la voz engolada. - Yo, como quien no quiere que lo amarren le respondí: - Si, conozco a un periodista que fue un destacado columnista del difunto semanario local El Pueblo que pretende irse a trabajar a la Capital, pero si logramos interesarlo podría ser de mucha utilidad para usted. ¿Qué te parece? - Ya no era una sonrisa, más bien parecía que se disponía a cepillarse los dientes.

    - Alex, yo no puedo desdeñar tu gestión y te la agradezco, pero no te prometo nada, si el viejo logra interesarme y no se trata de una idea senil, entonces veremos. - Convenimos en encontrarnos ese mismo día.

    Caían las siete de la tarde cuando me paré en la acera al otro lado de la calle frente a la casa de Manzanares, el portón del taller a mis espaldas ya estaba cerrado y la gente a esa hora se había recogido, encendí el cigarro número veinte del día y me dispuse a esperar a Alex. Frente a mi, la casa de dos plantas, estilo propio del centro de la ciudad, sin portal, una gran puerta de color caoba limitaba la entrada, era una construcción de los años treinta o cuarenta del siglo XX, pintada de azul con un balcón en la segunda planta adornado con macetas de plantas verdes que colgando al vacío me recordaron los jardines de Babilonia. Me entretenía observándolos cuando vi una cabeza muy canosa que se asomaba entre las ramitas, seguida, una mano pálida y delgada que iniciaba movimientos sugerentes. ¿Acaso me estaban haciendo una señal para que fuera? El viejo insistió ante mi duda y finalmente decidí intentar franquear la puerta de la planta baja pues no estaba en condiciones de saltar hasta el balcón. Accioné el picaporte y la puerta cedió, adentro una sala de gran tamaño con mosaicos dibujados en forma de rombos, cuyo brillo indicaba que la limpieza no dependía del viejo Manzanares, los muebles con tapiz de damasco podrían soportar a un hombretón de trescientas libras, mesas con cristales finos y adornos metálicos que parecían de plata. Pensé que no podía ser poco lo que se pagaba por el alquiler. Al fondo un mulato de edad avanzada con pantalón negro y camisa blanca se adornaba el cuello con un lazo también negro que no había podido colocarse derecho.

    - Por favor, suba por la escalera, lo esperan. - Se dirigió a mí con voz hueca algo amanerada.

    Inicié la marcha hacia la escalera que se iniciaba en el flanco derecho y haciendo una curva, ascendía hasta la segunda planta. Pensé: ¿Cuál sería el apuro del viejo que decidió llamarme sin esperar la llegada de Alex? ¿Sabrá él quién soy? Arriba un lobby, que de mi perspectiva, daba paso a la derecha a un pasillo y al fondo frente a mí, una gran puerta abierta hacia el balcón, a un lado de ella un sillón acolchado de alto respaldar donde se encontraba un hombre. El personaje era realmente más viejo que lo que imaginaba, muy delgado, completamente canoso, inclinado hacia delante y apoyado en un bastón dorado; sus ojos de un verde pálido ya casi sin brillo por el deslustro de los años, miraban a través de unos espejuelos montados en armadura plateada y su pelo completamente blanco, no daba indicios de calvicie.

    - Buenas tardes, ¿es usted Anselmo?- Su voz firme de tono grave impresionaba juvenil. Caminé hacia él.

    - Si, ¿el señor Manzanares? - Después de afirmarme con la cabeza, me hizo un gesto con la mano indicando que tomara una silla, la alcancé en la mesa y colocándola frente a él me senté.

    - Señor Anselmo, nuestro trabajo será intenso y espero de su colaboración los máximos resultados. Como verá, Alex no estará con nosotros hoy, partió hacia la Capital para cumplir una misión de marcada importancia para el éxito de nuestra empresa. - Mientras hablaba se recostó en el respaldo del asiento, mantenía sobre mí sus pequeños ojillos verdes paseándolos de arriba abajo, al punto de sentirme explorado.

    - Perdón, creo que Alex no le explicó con claridad, yo he acudido hoy aquí para debatir si usted me contrata o no y si yo estimo satisfactoria su oferta y realmente me está hablando como si todo eso estuviera ya resuelto.- Apretó los labios durante un segundo y proyectándose hacia delante de nuevo, arrancó.

    - Mi estimado Anselmo, antes de contactar con Alex yo tenía conocimiento de la existencia de usted y sus méritos como periodista, sé de su situación económica desfavorable y sé también de lo selectivo que es para decidirse por un trabajo, al punto que sus deudas ya han ascendido más de lo recomendable, incluso disponiendo de algunas ofertas de trabajo que se ha dado el lujo de rechazar. Pero sé también, que la mía supera el mínimo interés que exige y no dudará en aceptarla. - Trató de pararse con mucha dificultad y acudí en su ayuda, después de afirmarse irguió su cuerpo y pude percatarme de su elevada estatura. – Quisiera me aceptara una copa de vino, en este clima calentar el cuerpo ayuda a sentir menos el calor sofocante, ¿no le parece? - Y girando sobre sus pies se dirigió a una mesita en la que se encontraba una botella y varias copas. Mientras servía el oscuro licor continuó: - Podría estar seguro que si mi edad y estado de salud lo permitieran no estuviera solicitando sus servicios, toda mi vida me he dedicado a realizar este tipo de investigación, lo he hecho en las más diversas partes del mundo y siempre solo. Realmente hace varios años estoy retirado, pero como usted, soy capaz de moverme en las peores circunstancias cuando el interés profesional lo amerita. No crea que la investigación a que nos dedicaremos en los próximos meses pueda ser solo interesante, tengo la certeza que este trabajo no tiene igual con ninguno de los mejores que disfruté en mi larga vida de periodista y decirle: fui corresponsal de guerra durante el desembarco de Normandía, participé en dos de las reuniones de los mandatarios Aliados e hice investigaciones sobre las circunstancias que rodearon la muerte de Hitler después de terminada la Guerra y ni siquiera mi colaboración en el reportaje sobre el atentado al presidente Kennedy, se podrá comparar con las posibilidades de esta investigación.- Sus ojos me escudriñaron curiosos mientras paladeaba un pequeño sorbo del vino tinto que por mi poco entrenamiento yo no sabía degustar. Me mantuve en silencio pensando en la posibilidad de estar ante un perfecto farsante y el continuó: - Como se percatará soy directo, pues mi edad no me permite derrochar el tiempo, estoy impuesto de sus posibilidades y se que podrá sustituirme en las misiones que no solo implicarán riesgo, sino también, demandarán de inteligencia para encontrar las partes que otros cuidadosamente han ocultado y tergiversado. Mi tarea en todo esto sería convertirme en su guía y consejero. Señor Anselmo, no me cabe la menor duda de que usted no desaprovechará la gran oportunidad que el destino ha puesto en sus manos, de eso estoy seguro. - Puso la copa sobre la mesa y dando pasos apoyado en el bastón, se sentó de nuevo, cruzó los brazos y se dispuso a escucharme.

    - Señor, tengo entendido que pretende hacer investigaciones sobre la vida de Delcas. Según me explicó Alex, intentará reconstruir su historia desde una nueva perspectiva, utilizando fuentes diferentes. Pero después de escucharlo tengo la impresión que su aspiración está dirigida a demostrar una hipótesis; ¿es que usted conoce algo de carácter novedoso en la vida o destino de ese personaje? En realidad ha derrochado elogios sobre su historial como periodista y me ha dado la impresión además, que trata de colocarme en posición de inferioridad desde el punto de vista profesional, pero aun no me ha dado la clave que me motivará. - A sus labios asomó una fina sonrisa y levantando la ceja izquierda volvió a la carga.

    - Mi querido amigo, si tiene deseo de fumar puede hacerlo, de hecho yo no lo hago pues mi salud me lo impide, pero no dejo de disfrutar el olor especial del humo cuando otros encienden un cigarro.- Sin esperar más saqué uno de mis superfinos y lo prendí aspirando con ansias, pues llevaba ya un tiempo de abstinencia, entonces él se enfrascó en sus argumentos:

    - Sobre la muerte de Delcas o como yo prefiero llamar, la desaparición de Delcas, se especuló bastante en su momento, al punto, que la opinión pública terminó por aceptar la versión más estructurada, no por convencimiento, yo diría más bien por agotamiento. Sin embargo, la verdad es muy compleja y responde a circunstancias que hacen de Delcas un personaje sin igual en nuestra historia. Nosotros, señor Anselmo, estamos destinados a poner en su lugar esa verdad y dependerá de nuestra capacidad lograrlo. Esta historia no puede aclararse investigando el final de la vida terrenal de Delcas, existen varios puntos en su trayectoria que iluminan ese final y es esa nuestra misión, encontrarlos.- Ahora sus ojos brillaban y su cuerpo demostraba un vigor mucho más juvenil.

    Yo me paré y tomé un cenicero al tiempo que el mulato subió al lobby y atravesándolo le alcanzó a Manzanares un papel doblado, cuando se retiraba me tiró una mirada con el rabillo del ojo y bajó con agilidad por las escaleras.

    - Aquí tienes tu primera tarea, espero que conozcas el pobladito de Loma Blanca, forma parte de la historia de nuestro País.- dijo mientras me extendía el papel.

    - Si, he estado un par de veces allá, es

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