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El Poder De Dios Y El Poder Politico
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Libro electrónico220 páginas3 horas

El Poder De Dios Y El Poder Politico

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Lo que van a leer en este pequeo libro no es ms que el compendio de vidas transformadas por Dios. Hombres y mujeres que fueron llevados a los pies de Cristo. Hombres

que no escatimaron en decir lo que Dios hizo en sus vidas como testimonios del Poder Sanador de su Amor. Hombres y mujeres que no tuvieron temor en difundirlo como el

ciego o el paraltico de gritar su sanidad y salvacin.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento29 dic 2010
ISBN9781617641589
El Poder De Dios Y El Poder Politico
Autor

Oswaldo Garcia

“Pastor, periodista, actualmente Presidente de Emmanuel Mercy Ministries. Oswaldo García Monteblanco, participó en jornadas de lucha estudiantiles en la Universidad y en el ejercicio del periodismo limpio y combativo, en defensa de la libertad de expresión y de la verdad. Más tarde, como congresista y presidente de la Comisión de Defensa Nacional del Perú. Su profundo humanismo y sentimiento solidario, lo llevó a guiar el camino del cristianismo en los Estados Unidos de Norteamérica”. Casado con Enid García hace 47 años tiene 4 hijos: Jorge y Gisella, Médicos cirujanos, Jaime y Renzo ingenieros en computación. Todos trabajando en los Estados Unidos. Enid es Directora de Emmanuel Mercy Ministries. Oswaldo y Enid son una pareja feliz y vuelcan sus experiencias en este libro.

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    El Poder De Dios Y El Poder Politico - Oswaldo Garcia

    EL PODER DE DIOS Y EL PODER POLITICO

    Oswaldo Garcia

    Copyright © 2011 por Oswaldo Garcia.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso:           2010937371

    ISBN:                            Tapa Dura                                    978-1-6176-4157-2

                                          Tapa Blanda                                  978-1-6176-4156-5

                                          Libro Electrónico                          978-1-6176-4158-9

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para ordenar copias adicionales de este libro, contactar:

    Palibrio

    1-877-407-5847

    www.Palibrio.com

    ordenes@palibrio.com

    219765

    Contents

    AGRADECIMIENTO

    PRESENTACIÓN

    PREFACIO

    INTRODUCCION

    CAPITULO I

    EL PODER DEL ESPIRITU SANTO

    CAPITULO II

    PODER POLITICO Y PODER DIOS

    CAPITULO III

    EL PODER DE LA ORACION

    CAPITULO IV

    EL PODER DEL AMOR

    CAPITULO V

    EL PODER DE LA FE

    CAPITULO VI

    EL PODER SOBRE LA MUERTE

    CAPITULO VII

    EL PODER DE SU PALABRA.

    CAPITULO VIII

    LA FAMILIA UNIDA ES PODEROSA

    CAPITULO IX

    EL PODER DE LA LIBERTAD

    CAPITULO X

    EL EXITO

    AGRADECIMIENTO

    Quiero agradecer a Dios porque en cada etapa de mi vida puso una persona para que con sus sabios consejos me alentaran, me ayudaran, confiaran en mi. Dios es la fuente central de la inspiración de este libro. Sin Él y sin la ayuda de El no hubiera sido posible siquiera tomar la computadora para escribirla. A don Jacinto, mi padre, porque su recuerdo, su ejemplo de lucha y hombre de bien, siempre me alentaron. A doña Nati, mi madre, humilde y fiel mujer, sus cuidados y dedicación siempre estarán presentes con olor fragante de amorosa gratitud. A Enid, mi compañera inseparable, que me soportó con amor y perdón durante estos 47 años de matrimonio. Gracias Enid, Dios me premió contigo. A Jorge, Gisella, Jaime y Luigi, mis amados hijos, jóvenes profesionales que caminan fieles a Cristo, cumpliendo con el propósito de Dios. Su comprensión y amor borraron los errores que cometí como padre joven. A Ricardo West, el misionero que me dio la oportunidad de ser pastor en la Iglesia Wesleyana. A Dana Mckeen, de la Iglesia Metodista, amigo y compañero de lucha en nuestra vida de fe. Al Pastor Juan Carlos Ortiz por su sabiduría y experiencia; al Dr. Robert Schuller, Pastor principal y fundador de la Catedral de Cristal por incluirme en su equipo de pastores, su comprensión y ayuda en los momentos de pruebas que me tocó vivir. Gracias a todos ellos y a muchos más que, si bien no los menciono con sus nombres en esta dedicatoria, no significa que me haya olvidado de ellos, los tengo en mi corazón.

    PRESENTACIÓN

    Oswaldo García Monteblanco, no hay duda, siempre nos ha dado gratas sorpresas. Amigo de la infancia, compañero en jornadas de lucha estudiantiles en la Universidad y en el ejercicio del periodismo limpio y combativo, en defensa de la libertad de expresión y de la verdad. Más tarde, como congresista y presidente de la Comisión de Defensa Nacional del Perú.

    Su profundo humanismo y sentimiento solidario, lo llevó a guiar el camino del cristianismo en los Estados Unidos de Norteamérica.

    En esta oportunidad, pastor y autor de la obra, Oswaldo García, señala en sus palabras iniciales que este pequeño libro no es más que el compendio de vidas transformadas por Dios . . . Efectivamente, el texto manifiesta, en sus casi 200 páginas, un testimonio de vida. Y un testimonio de fe. Más aún, es un testimonio de muchas vidas que, con el don de Dios (la Gracia) se transformaron y sirvieron y sirven de ejemplo para los demás.

    Pero no olvidemos que estas reflexiones y meditaciones, nacidas, repensadas y maduradas en distintos tiempos y contextos—a la par de ser una experiencia humana propia y compartida—tiene a Dios como inspiración, presente y actuante, a fin de que su mensaje se propague y se multiplique mediante la palabra, el comentario, el ejemplo de vida, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.

    La temática es variada: va desde hechos cotidianos hasta los de mayor hondura e incluso hasta la situación-límite: la muerte. Es conmovedor, por ejemplo, el descubrir en casa a un hijo atenazado por las garras de la droga y conocer su aflicción y el deseo de liberarse. Al mismo tiempo—cual moderno Job—Oswaldo García señala que este hecho lamentable puede convertirse (a la luz de la fe) en una oportunidad para reconocer que también puede ser—y de hecho lo es—en una invitación para ponernos a prueba y buscar una solución en Él y en su Amor.

    Otros temas tienen que ver con la familia unida, en un tiempo donde es evidente la crisis familiar y la desunión; la amistad; el cultivo de los valores; los desastres naturales y su interpretación.

    Cada quien, estimado lector, podrá aprovechar este diálogo interior—nacido a la luz de la experiencia personal y familiar, proyectándose a lo social—para encontrar páginas que te hablen del sinceramiento de la criatura humana frente a su Creador; del pecado y la restauración; de la oración como fuerza prodigiosa; y, especialmente, del Amor inconmensurable de Dios, nuestro Padre.

    En nuestra apreciación personal nos quedamos con lo expresado en las páginas de Cómo hablar a Dios y cuánto lo necesitamos a Él. Consideramos que el capítulo titulado: El Poder de la Oración es el eje, el centro, el núcleo, donde convergen todos los temas. ¡Alabado sea Dios!

    Raúl Mayo Filio

    Periodista del Diario El Comercio—Perú

    PREFACIO

    Faltaban unos cuantos segundos para ingresar a un nuevo milenio. Eran aproximadamente las 11.58 del 31 de diciembre de 1999. La prensa mediática especuló sobre este acontecimiento. Para quienes vivimos en un mundo que confía en los satélites, los medios de transporte aéreo, terrestre y férreo, las plantas industriales, la electricidad, la calefacción, los teléfonos y las computadoras, los albores del año 2000 anunciaban el inicio de una nueva era. Cuando el reloj pasó del ‘99 al ‘00’, los computadores y los chips computarizados de todo el mundo experimentaron una verdadera transición milenaria. Algunos medios y en grandes titulares decían ya comenzó la cuenta regresiva. Una nueva década, un nuevo siglo, un nuevo milenio ya casi a las puertas. El Apocalipsis, las cosas finales, ya están en el aire. A medida que el calendario se acerca al año 2000, más que nunca la gente está pensando en el futuro. No pasó nada.

    En mi vida he sido protagonista de muchos acontecimientos, como este que ocurre cada mil años. Vi cómo el reloj del tiempo marcaba el inicio de un nuevo siglo, un nuevo milenio. Para algunos esto fue solo una emocionante aventura, para otros un año más en el calendario. Sin embargo este nuevo siglo que vivimos es un reto y un desafío. Mientras el hombre ensaya cada vez más sofisticados inventos, donde la computación, el Internet penetran en casi todos los hogares del mundo, ¿podrá el hombre con valentía, decisión, arrojo y atrevimiento seguir proclamando lo más valedero de esta vida? ¿Estaremos deseando hacer algo más porque la humanidad se integre globalmente en amor?

    Más de mil millones de personas viven en el mundo con menos de un dólar diario y más de dos mil, con menos de dos. La mitad de ellos son niños. 1.100 millones no tienen acceso a agua potable y 2.600 millones no conocen las condiciones sanitarias mínimas. La globalización ha aumentado las desigualdades, creando grandes focos de pobreza. ¿Será que en este siglo los hombres podremos vivir más en comunión, amándonos los unos con los otros? Dios desea que todos los seres humanos nos amemos, y lo amemos a Él.

    Conozco gente de gobierno que vive solo de la política. Muchos de ellos profesionales universitarios, no saben hacer otra cosa que el arte de hablar en público. Acaban sus días sin ejercer sus profesiones. Son profesionales en el arte de ganar las elecciones. Para ser político decía un escritor italiano hay que tener una actitud cínica, actitud indispensable en las tareas del gobierno. Conozco también gente que ha sido prospera por medios ilícitos. Conozco el poder de Dios y el poder político, porque lo viví en carne propia. Dios sigue vigente aún para aquellos que no lo reconocen como el Poderoso Rey del Universo.

    Lo que van a leer en este pequeño libro no es más que el compendio de vidas transformadas por Dios. Hombres y mujeres que fueron llevados a los pies de Cristo. Hombres que no escatimaron en decir lo que Dios hizo en sus vidas como testimonios del Poder Sanador de su Amor. Hombres y mujeres que no tuvieron temor en difundirlo como el ciego o el paralítico de gritar su sanidad y salvación.

    Este libro narra hechos reales que me tocó vivir, espero lo conduzca a comprender como el gran poder de Dios está por encima de todos los poderes y que su amor permanece invariable.

    INTRODUCCION

    No fue una mañana cualquiera, porque aquel día algo especial ocurrió en mi vida. Eran las primeras horas del día. Me desperté inquieto y como de costumbre me dirigí a la oficina para hacer mi devocional. En la quietud de este lugar y contemplando como los primeros rayos de sol anunciaban un nuevo amanecer, sentí que Dios me decía, ¿Qué vas a hacer con esos manuscritos que guardas en tus archivos? No te olvides que son experiencias que viviste en el trabajo que te concedí. ¿No los vas a compartir? ¿Los traerás contigo cuando vengas a mi presencia? No supe que contestarle. Lo único que atine a hacer fue buscar y recopilar las hojas de papel que tengo manuscritas y le dije: Señor haré un libro con las anotaciones de mis experiencias, aquellas que TU me permitiste vivirlas.

    Fui un hombre de mundo, que por sola Gracia de Dios pude entablar una amistad con Él. Un día reconocí mi condición mortal y le pedí perdón por mis hechos. Ahora soy amigo de Jesús, ya no más siervo. Ahora pertenezco a su círculo de amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor. Pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre. Así lo dijo a sus discípulos.

    A estas alturas de mi vida inicio la aventura de escribir un libro. ¿Qué es los que me motivó a hacerlo? Muchas cosas, pero la más importante es el haber contemplado muy de cerca, hechos inusuales, los milagros y bendiciones de Jesús. Él me dio la oportunidad de ser su testigo y protagonista. ¿Cómo rehusarme a dar a conocer de ese amor dadivoso que no solo salva y sana sino que acude oportunamente en cada detalle de nuestra vida? Tomé la computadora e inicié esta arriesgada empresa de plasmar estas vivencias en un libro lentamente cada amanecer.

    Una de las plagas más grandes de la sociedad moderna es la soledad. Aunque uno está rodeado de gente. Está solo. Vivimos con la familia, pero como que cada uno hace lo que quiere. El vecino es un extraño, no hay casi relación. En mi país todos nos conocíamos en el barrio y nos saludábamos amablemente. Había casas que contaban con un lugar donde podíamos sacar unas sillas, tomar el aire fresco y conversar con los vecinos. Ahora la casa es como un hotel donde entramos y salimos, sin percatarnos de lo que pueda estar ocurriendo con nuestros familiares más cercanos.

    Viví en California durante casi 9 años y pude darme cuenta que cada persona es como un auto. Es increíble la cantidad de automóviles en las rutas todos los días y a todas horas, casi todos con un solo conductor. Nosotros los hispanos somos los pocos que llevamos a otra persona en nuestros carros.

    Casi todas las casas modernas tienen un garaje. Uno lo abre o lo cierra con el control electrónico. Puedo afirmar que el 99.9 por ciento tiene un televisor, una computadora, un teléfono celular que los absorbe. Nos encontramos en tiempos apremiantes. Por un lado, el avance científico y tecnológico nos envuelve con sus tentáculos y nos empuja a participar de sus reglas de juego. Vivimos la era de la cibernética. La era de las comunicaciones. Consecuentemente no hay profesión u actividad humana donde uno o más de estos artefactos sean utilizados. Pero también tenemos que enfrentar el incremento de la violencia, la pornografía, las drogas, el SIDA, las pandillas, la violencia, entre otras calamidades.

    ¿Qué de nuestra iglesia cristiana? También se incluye dentro de este extraordinario, magnífico, y fenomenal avance. No podemos negar que estos constituyen un reto igualmente para los cristianos. Si los instrumentos de la modernidad los utilizamos convenientemente, definitivamente contribuirán a una mejor comunicación del Evangelio, además de brindarnos un mejor confort, producción y productividad del hombre. Sin embargo, mal utilizados se convierten en vehículos de pecado, corrupción y destrucción de los valores humanos. Lo que puede ser algo positivo y de gran ayuda, se transforma en negativo y malo.

    Tuve la oportunidad de conocer y escuchar a un hombre de ciencia. Sus palabras me impactaron profundamente, el Dr. Raymond V. Damadian, el inventor del maravilloso aparato denominado MRI (Resonancia Magnética). Fue en una entrevista con el Dr. Robert Schuller Pastor principal y fundador de la Catedral de Cristal en California. Durante el dialogo que sostuvo, me asombró su sencillez, y sobre todo su fe en Dios. Yo nunca me separo de mi biblia,—decía—aquí la traigo en esta pequeña computadora y la extrajo de un bolsillo de su saco, y leyó su versículo favorito: Juan 3:16. Que equivocados estamos muchos cristianos que no reconocemos que el libro rector de todas las disciplinas del hombre fue, es y será la palabra de Dios

    Al concluir el servicio pregunté a uno de los asistentes qué opinaba sobre los cristianos y la ciencia, Su respuesta fue: Pues si son cristianos y son científicos, es porque ahí está la verdad, los ateos dicen que los cristianos son ignorantes, pero no dicen nada de los científicos cristianos, eso prueba que la verdad está en la ciencia y el cristianismo, que nada tiene que ver con las creencias ateístas. El Dr. Damadian reconoce con humildad sus limitaciones e imperfecciones, pero agradece a Dios por la oportunidad de haberle concedido sabiduría para delinear este extraordinario aparato que hoy es indispensable en el tratamiento de la salud del hombre.

    Dios nos dio una mente maravillosa: Memoria e inteligencia para utilizar los recursos de esta tierra. Es más: Nos dio la capacidad de tener fe para ser posible lo imposible. Por eso, cada vez somos testigos de estos inventos asombrosos que se ponen al servicio de la humanidad entera.

    Todo lo creado por Dios es bueno y está a disposición del ser humano. Sus riquezas naturales: animal, vegetal y mineral; su preocupación por mantenernos libres del aire contaminado, de proveer la reproducción de las especies para darnos siempre la alimentación. Esto nos habla de un buen propietario siempre atento a las necesidades de sus inquilinos. Dios no solo creo el universo con todo lo que en él hay, sino que lo mantiene, riega, renueva y vela por su balance ecológico, pero el hombre interviene y quiebra ese orden, de allí los desastres naturales, la contaminación ambiental, el calentamiento global y, quien sabe, el final.

    Todo lo que el hombre puede hacer con lo que Dios puso en sus manos para beneficio de la humanidad es importante, pero nada puede ser más excelente y productivo sobre todo en este nuevo siglo que una persona ponga a Dios en primer lugar, presente a Cristo como su Señor y Salvador personal. Que en la lucha entre el bien y el mal siempre triunfará el Poder de Dios.

    Mi vida pastoral ha sido un constante experimentar de lo que estoy diciendo. ¡Sólo la Gracia y el amor de Dios pueden hacer realidad que una vida se transforme!

    Dios nos hizo libres. Enteramente libres. Podemos hacer lo que queremos. Nos dio la oportunidad de investigar y analizar toda su obra, su creación. Nos entregó el señorío sobre ella. Por eso, nadie puede ni debe limitar nuestra libertad. Cuando el hombre pretende recortar este derecho, se producen los más grandes conflictos socioeconómicos y políticos.

    Estamos en el siglo 21, pero la palabra sencilla y poderosa de Dios sigue vigente con su poder eterno. El amor del Padre está vigente. Él es un padre que nos ama más allá de la incondicionalidad y desea lo mejor para nosotros. He sido testigo de hechos extraordinarios. Un testigo, por definición, habla de experiencias de primera mano. Dios me permitió vivir en el marco del poder político, pero también vivir en la grandiosidad del poder de Dios. Allí presencie directamente sus milagros y bendiciones. Es mi deseo sincero que los testimonios, experiencias vividas por un número limitado de personas les ayude, incentive a vivir una vida de entera confianza en Dios. Oro a Dios que, al leer cada página, sea una bendición para su vida. La honra y la gloria serán solo para ÉL, para ese Dios que cambió, cambia y seguirá cambiando vidas, como la mía. El sólo hecho de que encuentre paz y esperanza en éstas páginas será la mejor retribución que el Señor me dé, y que se cumplió con el propósito de este libro. ¡Que Dios les bendiga!

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    Hermosa Catedral de Cristal,

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