IGLESIA E INFIERNO
El reciente descubrimiento en la ciudad turca de Hierápolis de la llamada “Puerta del Infierno” reaviva la vieja polémica de la creencia en el Infierno poniendo de manifiesto, nuevamente, los dictados de la Iglesia sobre este particular.
Para los antiguos romanos y griegos no había dudas que el Infierno, como tal, existía y que era un lugar terrible más allá de lo que se podría imaginar y también era el acceso a una comunicación entre el mundo de los vivos y de los muertos, una puerta en la cual ambos mundos tenían un “pasaje” físico de comunicación.
La zona de Turquía siempre fue señalada como el lugar donde estaría ese acceso, pues geológicamente es muy activa.
LA “PUERTA AL INFIERNO”
La Historia nos dice que la entrada al Averno tenía una serie de marcas, de señales, muy identificativas por parte de aquel que buscaba tan “maligno” lugar. Una de ellas era la presencia de escapes con vapores letales, aquel que se encontraba en sus proximidades encontraba muerte instantánea, así lo narró geógrafo griego Estrabón en el siglo I a.C.
Ha sido la prestigiosa revista “Science” la que publicó el descubrimiento de un templo que llega a una gruta en la que los animales eran sacrificados sin que el hombre interviniera. Ese lugar se encuentra junto a las ruinas del Plutonium, el templo a Plutón, el dios romano del inframundo. En este lugar se dan todos los factores para identificar positivamente esa “Puerta al Infierno”, ya que aún hoy los animales fallecen al penetrar en su interior e inhalar los vapores que emanan. No hay que olvidar que el dióxido de carbono volcánico mortal para los seres vivos.
Son esos vapores los
