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Somos Real Sacerdocio: La Historia Bíblica Y Nuestra Vocación
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Somos Real Sacerdocio: La Historia Bíblica Y Nuestra Vocación
Libro electrónico244 páginas3 horas

Somos Real Sacerdocio: La Historia Bíblica Y Nuestra Vocación

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Contenido del libro
Este libro está divido en dos partes. La primera parte es un resumen de la historia que la Biblia ofrece comenzando con la creación, pasando por las diferentes etapas de la historia del pueblo de Dios y la venida de Jesucristo, hasta llegar a la consumación de la historia al final de los tiempos. Esta historia nos presenta las bases para una cosmovisión bíblica.
En la segunda parte del libro el autor responde a la pregunta, ¿Cuál debe ser nuestro llamamiento, o vocación a la luz de la cosmovisión bíblica? Después de considerar la evidencia bíblica llega a la conclusión que nuestra vocación es la de ser reyes y sacerdotes. Entonces nos indica cuáles son las bases de la vocación y cómo podemos desempeñarla.
IdiomaEspañol
EditorialXlibris US
Fecha de lanzamiento6 feb 2019
ISBN9781796012835
Somos Real Sacerdocio: La Historia Bíblica Y Nuestra Vocación
Autor

Juan E. Huegel

Breve biografía del autor Juan E. Huegel nació en la ciudad de Aguascalientes, México, hijo de padres misioneros. Él también sirvió como misionero de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en México por cuarenta y dos años. Durante ese tiempo fue pastor de varias iglesias evangélicas, profesor y presidente del Seminario Evangélico Unido en la ciudad de México, y director del Centro de Estudios Teológicos en la ciudad de San Luis Potosí. Después de jubilarse, se mudó al estado de Texas, donde sirvió brevemente como profesor de teología práctica en el Seminario Teológico de Edinburg y fue pastor interino de tres congregaciones. Ha escrito varios libros en inglés y español. Radica con su esposa, Yvonne West, en la ciudad de New Braunfels, Texas. Tienen cuatro hijos y once nietos. Todos sus hijos sirven a la Iglesia en diferentes ministerios.

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    Vista previa del libro

    Somos Real Sacerdocio - Juan E. Huegel

    SOMOS REAL

    SACERDOCIO

    La historia bíblica y nuestra vocación

    Juan E. Huegel

    Copyright © 2019 por Juan E. Huegel.

    ISBN:      Tapa Blanda              978-1-7960-1284-2

                     Libro Electrónico     978-1-7960-1283-5

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las personas que aparecen en las imágenes de archivo proporcionadas por Getty Images son modelos. Este tipo de imágenes se utilizan únicamente con fines ilustrativos.

    Ciertas imágenes de archivo © Getty Images.

    A menos que se indique otra versión, todas las citas bíblicas son tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. NVI. Copyright © 1973, 1978, 1984 por Sociedad Bíblica Internacional. Utilizada con permiso de Zondervan. Todos los derechos reservados.

    Todas las abreviaturas de los nombres de los libros de la Biblia han sido tomadas de la NVI.

    Fecha de revisión: 05/06/2019

    Xlibris

    1-888-795-4274

    www.Xlibris.com

    786977

    Dedico este libro a mis nietos

    Jonathan y Missy, Evan, Isaac y Aarón,

    Ándre, Benjamín, Alecsandra y Jasmine,

    Joel, Elizabeth y Carlos

    ÍNDICE

    Prefacio     Lic Absalón Avalos Gómez

    Introducción

    PRIMERA PARTE

    pléroma tou jrónou

    el cumplimiento del tiempo

    1-   Dios creó todo bueno

    2-   La rebelión humana

    3-   El proyecto restaurador de Dios

    4-   La llegada del Rey

    5-   El giro más importante de la historia

    A-   La Crucifixión de Jesús

    B-   La Resurrección de Jesús

    6-   La Consumación

    SEGUNDA PARTE

    Nepantla

    entre los tiempos

    7-   Viviendo en Nepantla

    8-   Nuestro mentor

    9-   Tres adversarios

    10-   Unidos a Cristo

    11-   El cimiento de la santidad

    12-   El Real Sacerdocio

    Conclusión

    Apéndice

    Notas Bibliográficas

    PREFACIO

    …tal como la ekklesía del Nuevo Testamento dio

    testimonio y demostró el poder de Dios

    en el mundo pagano de aquel entonces,

    nosotros tenemos el reto de ser de igual manera

    pueblo del Reino de Dios.

    Federico Tinley

    Cuando decidimos dedicarnos deliberadamente a una actividad que llena nuestra vida, que nos hace sentir plenos como personas, entonces decimos que tenemos vocación para ese oficio, porque es algo que captura nuestro ser y nos llama a realizarlo. Pero hay un nivel más y es cuando tal experiencia llega a ser algo sobrenatural, entonces ya no lo podemos explicar con palabras y sólo lo entienden quienes la comparten con nosotros, porque supera lo puramente humano y nos introduce a la esfera de lo espiritual. Un especialista de la psicología lo llamaría autorealización.

    Pero ¿cómo explicar que los seres humanos hemos sido creados para vivir así, realizados? La pregunta es importante porque no todas las personas viven con un propósito definido. En este tiempo gran cantidad de películas, series, libros y música ilustran vívidamente el caos y la confusión en la que vive nuestra sociedad. Conceptos tan vitales como: verdad, hechos o realidad ya no tienen el significado que tuvieron, entonces nos vemos inmersos en un páramo existencial urgido de puntos de referencia para orientarnos.

    Ante tales circunstancias, especialmente nosotros los cristianos, nos vemos confrontados. Tal vez en ninguna etapa de la historia el creyente o discípulo ha salido a salvo de las influencias sociales, y por esa razón definir y orientar la fe se convierte en una lucha cotidiana intensa por no quedarse atrapado en las arenas movedizas de tales influencias.

    Pero el alma misionera de Juan Huegel no puede permanecer pasiva, pues en su aparente retiro no desperdicia tiempo y nos hace sentir su desazón al observar la situación de sus hermanos, de un lado fuertemente influenciados por el racismo, la xenofobia y el consumismo, pero del otro lado la corrupción, la violencia y la miseria que rayan en una especie de canibalismo. Como escribió Rubén Darío: Hermanos a hermanos se hacían la guerra, perdían los débiles ganaban los malos…

    Entonces, desde nepantla como alguien que sabe que todavía no llega a donde pertenece, nos ofrece esta obra que a diferencia de las anteriores, nos propone una hoja de ruta para este siglo. Si en cada obra nos ha dejado la huella bien marcada por su carácter sencillo y consistente, ameno y profundo, ahora auxiliado por las últimas herramientas de sus mentores espirituales, articula equilibradamente este mensaje como si tuviera carácter de urgente para quienes han asumido la servidumbre ante el mesías Jesucristo.

    En este siglo, en el que nuestra adicción a la información intoxica provocando una saturación de estímulo que nulifica la capacidad de digerirla, el riesgo es volvernos tontos ilustrados con gran conocimientos de datos pero muy escasa capacidad para vivir plenamente. Por eso las preguntas que hace y responde esta obra son la aportación de quien sin lugar a duda podemos identificar como un sabio que en esta etapa de su vida nos condensa su legado, con el cual podemos nutrir nuestra vocación.

    Como toda hoja de ruta, quien la utilice debe hacerle las anotaciones respectivas, porque el terreno y las circunstancias siguen cambiando, pero el rumbo es el mismo. Así cada lector deberá agregar sus anotaciones para que cumpla el propósito de la soberana vocación para la que hemos sido creados. Que así sea.

    Absalón Avalos Gómez.

    Edinburg, Tx.

    2019

    INTRODUCCIÓN

    La Biblia ha sido una parte muy importante de mi vida desde la niñez. Mi padre nos leía la Biblia casi todas las noches en los cultos familiares, y yo escuchaba las historias bíblicas en la Escuela Dominical. A la edad de diez años comencé a explorar la Biblia por mi propia cuenta y de adulto la he leído casi todos los días. Cuando estudié en el seminario, el profesor de Biblia me introdujo al estudio serio de la Biblia en sus cursos donde empleaba el método inductivo y recreativo. Frecuentemente he usado este método en mi propia enseñanza de la Biblia.

    Gracias a la influencia de mi padre y mis estudios teológicos, dos pautas han controlado mi estudio de la Biblia. Primero: evito salir por infructuosas tangentes prestando atención a la advertencia de Jesús: Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! Sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida (Jn 5:39,40). Conforme leo y estudio la Biblia, trato de mantener el enfoque principal en Jesús.

    Y en segundo lugar recuerdo las palabras de Pablo a Timoteo: Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra (2Ti 3:16,17).

    He procurado que la Biblia dirija mi comportamiento.

    La Biblia es un tesoro de metáforas como las parábolas de Jesús, y relatos basados en eventos históricos como él de la destrucción de la ciudad de Jerusalén en el año 587/6 AC. Entre estos hay algunos que los estudiosos bíblicos no saben si se refieren a acontecimientos históricos o no. Pero muchas de estas narraciones pueden tocar nuestra vida y movernos a la acción, y todas contribuyen a la historia cabal que la Biblia relata.

    La historia que la Biblia nos presenta ocurre dentro del marco que forman estos dos pasajes:

    En el principio Dios creó los cielos y la tierra (Gn 1:1 RVR). El relato del principio de todas las cosas.

    Y

    Vi un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra pasaron (Ap 21:1 RVR). La descripción de la consumación de la historia y la nueva creación.

    En los últimos años, he descubierto que muchos de los cuentos y las historias que nosotros los humanos hemos contado y relatado al través de los siglos, y aún contamos hoy, no sólo sirven para informarnos y entretenernos, sino que también son la manera por la cual interpretamos la vida y respondemos a nuestras preguntas existenciales como éstas:

    ¿Cuál es la naturaleza de nuestro mundo?

    ¿Quiénes somos y qué estamos haciendo aquí?

    ¿Qué sucedió que dañó este mundo?

    ¿Cuál es el remedio de la situación?

    Las respuestas que les damos a estas preguntas por medio de las historias que relatamos llegan a ser la base de nuestra cosmovisión. De igual manera, los cuentos y las historias que una sociedad, una religión o una nación relata revelan la cosmovisión de aquella sociedad, religión o nación. La cosmovisión que abrazamos le da forma a nuestras vidas personales y colectivas.

    Por ejemplo: Una persona educada y formada en una cultura que cree que todo buen mexicano debe ser guadalupano, tendrá prejuicios muy marcados contra aquellas personas que abrasan otra religión.

    Otro ejemplo: Muy temprano en la historia de Estados Unidos surgió la convicción que debía extender su influencia para abarcar todo el continente, lo que los historiadores han llamado el destino manifiesto. Esto nutrió la expansión del país hacia el poniente y aún justificó la invasión de México para adquirir los territorios en el noroeste de ese país.

    Al considerar el asunto de historias y cosmovisiones, me interesaron dos temas que están entretejidos: primero, la historia completa que la Biblia relata, el conflicto que presenta, cómo se desarrolla y el desenlace final, y cómo sus respuestas a las preguntas existenciales nos revelan la cosmovisión bíblica. Y en segundo lugar, el efecto que esta cosmovisión tiene sobre nuestra vida y cuál debía ser nuestra respuesta. O sea, a la luz de la cosmovisión bíblica ¿cómo debemos vivir? En el ensayo que sigue trataré de explorar estos dos temas.

    He dividido mi exposición en dos partes: en la primera presento un resumen de la historia que la Biblia relata. Esta parte lleva como título una expresión en griego que Pablo usa en su carta a los Gálatas:

    Pléroma tou ‘jrónou, el cumplimiento del tiempo (Gá 4:4 RVR)

    Con esta frase el apóstol se refiere a la culminación de la obra de Dios con Israel en la venida de Jesucristo.

    La segunda parte lleva como título una expresión del idioma Náhuatl de los Aztecas:

    nepantla, entre las cosas.

    Yo extiendo el significado de este término para abarcar entre los tiempos. En esta sección del libro propondré cómo hemos de vivir y cumplir nuestra vocación, o llamado, en el tiempo entre la primera estancia de Jesús en este mundo y su regreso al final de los tiempos.

    El título del libro, Somos Real Sacerdocio, es tomado de 1 Pedro 2:9 donde el apóstol escribe, Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Al final de cada capítulo agrego unas reflexiones personales y prácticas.

    Tengo que reconocer que el Profesor N.T. Wright, erudito inglés que enseña en la Universidad de San Andrés en Escocia, ha sido de honda influencia en mi pensamiento. No sólo he citado sus escritos varias veces, sino que tengo que confesar que muchas de sus aportaciones han llegado a ser parte de mis reflexiones y difícilmente podría separar las dos.

    Quiero expresar mi agradecimiento al Lic. Absalón Avalos Gómez por su cuidadosa revisión del manuscrito, sus valiosas correcciones y su apreciada aportación por medio del Prefacio.

    Les invito que me acompañen al considerar la historia de Emanuel, Dios con nosotros, y sus fascinantes e inesperados giros y torceduras que nos llevan a considerar cómo debemos responder a la cosmovisión que presenta.

    PRIMERA PARTE

    pléroma tou jrónou

    el cumplimiento del tiempo

    En el cumplimiento del tiempo,

    Dios cumplió su promesa a Israel al enviar a su Hijo,

    quien por su ministerio, muerte y resurrección

    inauguró el reino de Dios.

    1

    DIOS CREÓ TODO BUENO

    Todo lo que Dios ha creado es bueno. 1 Timoteo 4:4

    Dios hizo todo hermoso. Eclesiastés 3:11

    Cuando yo tenía seis años de edad, mi tía abuela, Fanny, una gentil dama cristiana de corte presbiteriano, me regaló una hermosa Biblia forrada de piel con canto dorado que aún conservo. No me dediqué a su lectura hasta unos años después, cuando decidí leerla toda en un año, tres capítulos cada día de la semana y cinco los domingos. Mi padre sugirió que iniciara mi lectura en el Nuevo Testamento, pero yo sabía que todos los libros se debían leer desde el principio e insistí comenzar en el Génesis.

    Pronto descubrí que arriba de la columna central de referencias había una fecha, y la fecha para el primer capítulo del Génesis era 4004 AC. En aquel tiempo no le di mucha importancia a esta fecha, pero más tarde al estudiar la tabla paleontológica en un curso sobre geología histórica en la universidad, me pregunté cómo era posible reconciliar la fecha de 4004 AC para la creación con lo que estaba estudiando. Descubrí que la fecha en mi Biblia era el resultado de los cálculos cronológicos del arzobispo James Ussher realizados en 1650.

    Me interesó el tema de los orígenes, en especial cómo conciliar lo que dice el texto de Génesis con los descubrimientos de la antropología y la paleontología.

    Para comenzar, sugiero que sea lea Génesis 1:1-2:3, en voz alta:

    1 Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.

    La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo,

    y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas.

    Y dijo Dios: ¡Que exista la luz! Y la luz llegó a existir.

    Dios consideró que la luz era buena, y la separó de las tinieblas.

    A la luz la llamó día, y a las tinieblas noche.

    Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el primer día.

    Y dijo Dios: ¡Que exista el firmamento en medio de las aguas y que las separe!

    Y así sucedió. Dios hizo el firmamento

    y separó las aguas que están abajo, de las aguas que están arriba.

    Al firmamento Dios lo llamó cielo.

    Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el segundo día.

    Y dijo Dios: "¡Que las aguas debajo del cielo se reúnan en un solo lugar,

    y que aparezca lo seco!" Y así sucedió. A lo seco Dios lo llamó tierra,

    y al conjunto de aguas lo llamó mar. Y Dios consideró que esto era bueno.

    Y dijo Dios: "¡Que haya vegetación sobre la tierra;

    que ésta produzca hierbas que den semilla,

    y árboles que den su fruto con semilla, todos según su especie!" Y así sucedió.

    Comenzó a brotar la vegetación:

    hierbas que dan semilla, y árboles que dan su fruto con semilla,

    todos según su especie.

    Y Dios consideró que esto era bueno.

    Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el tercer día.

    14 Y dijo Dios: "¡Que haya luces en el firmamento que separen el día de la noche;

    que sirvan como señales de las estaciones, de los días y de los años,

    y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra!" Y sucedió así.

    Dios hizo los dos grandes astros: el astro mayor para gobernar el día,

    y el menor para gobernar la noche. También hizo las estrellas.

    Dios colocó en el firmamento, los astros para alumbrar la tierra.

    Los hizo para gobernar el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas.

    Y Dios consideró que esto era bueno.

    Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el cuarto día.

    20 Y dijo Dios: "¡Que rebosen de seres vivientes las aguas

    y que vuelen las aves sobre la tierra a lo largo del firmamento!"

    Y creó Dios los grandes animales marinos, y todos los seres vivientes

    que se mueven y pululan en las aguas y todas las aves, según su especie.

    y consideró Dios que esto era bueno,

    y los bendijo con estas palabras: "Sean fructíferos y multiplíquense;

    llenen las aguas de los mares. ¡Que las aves se multipliquen sobre la tierra!"

    Y vino la noche, y legó la mañana: ése fue el quinto día.

    24 Y dijo Dios: "¡Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos,

    animales salvajes y reptiles, según su especie!"

    Y sucedió así. Dios hizo los animales domésticos,

    los animales salvajes, y todos los reptiles, según su especie.

    Y Dios consideró que esto era bueno,

    y dijo: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza

    Que tenga dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo;

    y sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes,

    y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo."

    Y Dios creó al ser humano a su imagen;

    lo creó a imagen de Dios.

    Hombre y mujer los creó.

    y los bendijo con estas palabras, "Sean fructíferos y multiplíquense;

    llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo,

    y a todos los reptiles que se arrastran sobre el suelo."

    También les dijo: "Yo les doy de la tierra todas las plantas que producen semilla

    y todos los árboles que dan fruto con semilla; todo esto les servirá de alimento.

    Y doy la hierba verde como alimento a todas las fieras de la tierra,

    a todas las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se arrastran por la tierra."

    Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno.

    Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el sexto día.

    2:1 Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos.

    Al llegar el séptimo días, Dios descansó

    porque había terminado la obra que había emprendido.

    Dios bendijo el séptimo día y lo santificó,

    porque en ese día descansó de toda su obra creadora.

    Esta es la historia de la creación de los cielos y la tierra.

    Durante mi primer año en el seminario descubrí los estudios del Instituto Australiano de Arqueología. Me fascinaron sus diagramas en donde mostraban el acuerdo entre la secuencia de épocas según la geocronología y la secuencia de días de la creación según la Biblia: el primer día la creación de la luz, el segundo las aguas, el tercero la tierra y la vegetación, el quinto los seres marítimos y las aves, y el sexto los animales terrestres y el ser humano. El texto de Génesis no corresponde a la secuencia

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