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Ese Gusto Por La Vida
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Libro electrónico177 páginas2 horas

Ese Gusto Por La Vida

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Información de este libro electrónico

En su primer libro, Ese Gusto Por La Vida, Myrna Raquel Cleghorn nos deleita con un buffet de reflexiones espirituales inspiradas por experiencias comunes y cotidianas. La autora describe el ambiente y cada situacin con simples, pero ricas imgenes que invitan al lector a disfrutar de cada instante como si fuera un bocado de su platillo favorito.

El libro contiene cincuenta y dos lecturas, una para cada semana del ao, y exhorta al lector a saborear, digerir y poner en prctica cada enseanza del tema de la semana a lo largo de sus das. Son lecturas cortas pero llenas de sabor y sabidura, algo as como un entrems que nos prepara para algo mejor, o en las palabras de Cleghorn, nos prepara para recibir la infinidad de posibilidades maravillosas que encierra cada instante de nuestras vidas.

Ese Gusto Por La Vida es una mezcla perfecta de poesa, sabidura, narrativa y buen humor que promete satisfacer el paladar ms exigente.

Bon Apptit!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 oct 2009
ISBN9781425191467
Ese Gusto Por La Vida
Autor

Myrna Raquel Cleghorn

Myrna Raquel Cleghorn nació y se crió en Puerto Rico, pero ha vivido en los Estados Unidos y México. A pesar de contar con diplomas universitarios en Periodismo de la Universidad de Puerto Rico y la Universidad Incarnate Word de San Antonio, Texas, su sed por conocer el mundo la llevó a viajar el mismo como empleada de una línea aérea. Actualmente se dedica a escribir una columna de experiencias cotidianas que enlazan su pasión por el aprendizaje espiritual, el amor a la naturaleza y su don de escribir y que llega por correo electrónico a cientos de lectores.

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    Ese Gusto Por La Vida - Myrna Raquel Cleghorn

    "Cambia tu forma de pensar

    y   cambiarás tu mundo."

    -Norman Vincent Peale

    Agradecimientos

    Gracias de corazón

    a mis amigos, que me han apoyado con su cariño y lealtad, convirtiéndose en lectores y promotores de mi trabajo; a mi familia, cuya existencia ha enriquecido tanto la mía; a mi editora, Myrna Mae Carn, progenitora de mis días e impulsora de mis sueños; a Larry, mi gran amor, por creer en mí; a Alejandra, mi consultora extra-oficial del argot mexicano; a Lily García, amiga y mentora, por señalarme el camino; y a mis Maestros

    –ustedes saben quienes son.

    Dedicatoria

    Con todo mi amor:

    A mi Madre, de quien aprendí a disfrutar la vida, bocado a bocado

    A mi Esposo, por su paciencia y amor infinitos

    A mi Ángel Guardián, que nunca me ha dejado desamparada

    A Dios, por la Vida

    Y al Universo, por su Inspiración Divina

    Índice

    Introducción

    ¡Buenos Días!

    Dime como Hablas y te Diré quien Eres

    ¿Cómo Quieres que te Recuerden?

    Del Logotipo a La Vida

    Nancy: Huellas de una Amistad

    Dicen que No Hay Peor Ciego que El que No Quiere Ver

    La Buganvilia

    El Poder de Dar Gracias

    Las Plantas de Adentro

    Una Experiencia como Ninguna otra

    A la Orilla del Abismo

    Un Cambio Irresistible

    Un Hermoso Día de Lluvia

    Sin Límites

    De Trotes, Galopes y Estribos

    ¡En la Oscuridad, Luciérnagas!

    Y si lo Dejas Ir, ¿Qué te Queda?

    El Poder de las Palabras

    Haciendo Nada

    La Peluca

    Si La Vida Te Da Limones...

    Tiempo de Paz

    Más Allá del Domingo de Pascua

    La Tutu (Un Llamado a la Luz de la Luna)

    Y Esta Navidad,¿Qué Regalo?

    Celebrando la Abundancia

    De Hoyo en Hoyo

    Sin Miedo al Fracaso

    Bailando con el Universo

    Celebrando la Naturaleza

    Empiezo y no Quiero Parar

    Todos Somos Magos

    Desde mi Balcón

    Libélulas en el Viento

    Huellas de un Cuento Infantil

    Estampas en Bicicleta

    Ni Flor, ni Enredadera

    ¡No, No y No!

    Encontrarse Perdido

    ¡Presente!

    En la Cueva del Cangrejo...

    Tras Bastidores

    No todos Somos Iguales

    Un Futuro Emocionante

    Camino a Xcalak

    Por Amor, ¿Que Harías?

    Una Muñeca Diferente

    El Don de Servir

    Me Ayudas Más si no Me Ayudas

    El Momento Perfecto

    ¿Quién Elegirías Ser?

    Ese Gusto por la Vida

    Introducción

    En mi primer viaje a la República Mexicana, hace poco más de veinte años atrás, quedé cautivada con el despliegue culinario del desayuno buffet en el hotel donde me estaba hospedando.

    Hasta entonces, la única comida mexicana que conocía eran los tacos. Pero en aquel buffet, que parecía un paisaje campestre, descubrí y saboreé manjares como Cochinita Pibil, Chilaquiles, Tamales al estilo de Oaxaca y Tamales yucatecos, Mole rojo y Mole verde, Frijoles refritos, Sopes, Empanadas, Cuitlacoches y Tortillas de maíz blanco, amarillo y morado, con salsas picantes que variaban en color e intensidad.

    No me da vergüenza admitir que probé de todo hasta saciarme y que más adelante acepté invitaciones de mis colegas a degustar aun más platillos regionales en otras ciudades de la República.

    En el Mercado de Oaxaca comí Tasajo, tragué sin mucho masticar los Chapulines (saltamontes curados en limón y chile) y perfumé mi paladar con Helado de Rosas. En el Puerto de Veracruz, donde probé Esquites (maíz con crema, queso rayado y chile de árbol), quedé desencantada con el Vuelve a la Vida, un cóctel de mariscos en una salsa hecha a base de ketchup; en Mitla me embriagué con Mezcal y en Puebla sentí el efecto de las sabrosas Cemitas unas pocas horas después de haberme chupado los dedos del gusto.

    La vida es como un buffet mexicano. Hay sabores dulces y amargos, bocados que queman el paladar y otros que lo acarician, aromas inolvidables y otros que no quisieras recordar, platillos que elevan el espíritu y otros que lo doblegan, pero todos son dignos de probarse sin prejuicios, ni expectativas.

    Así como he degustado los platillos de cada región que he visitado en la República Mexicana, he degustado cada experiencia que me ofrece la vida. Y así como he alimentado mi espíritu con la quietud de la luna, la sabiduría del crepúsculo, los escalofríos de un lago y la paz del amanecer, también lo he intoxicado con pasiones errantes, decisiones incongruentes y excesos descabellados.

    En estas páginas comparto contigo mis experiencias y las enseñanzas que he recibido a través de ellas con la esperanza y la intención de que tú también descubras ese gusto por la vida y disfrutes de cada momento como disfrutas de un bocado de tu comida favorita.

    Hay cincuenta y dos lecturas, una para cada semana del año. No es necesario leerlas en un orden determinado. Usa tu intuición. Confía en la sabiduría de esa voz interna que a menudo ignoramos. Saborea cada palabra y cada pensamiento y no te prives de alterar la receta para hacerla más tuya.

    En la vida, como en la mesa, cuando enfocamos nuestra atención en disfrutar el momento, nuestro espíritu resplandece, nuestro cuerpo se rejuvenece y nuestro corazón titila. Simplemente irradias luz. Y cuando irradias luz atraes más luz hacia ti, tu entorno toma otra perspectiva y la conexión que compartes con el resto del Universo se fortalece.

    Más que una necesidad, comer es un placer. La vida no tiene que ser menos placentera.

    Bon Appétit

    ¡Buenos Días!

    Buenos días… silencio. Buenos días... silencio. ¡Buenos días!... una mirada, pero ni una palabra. Buenos días... cara de ¿será conmigo? Buenos días... silencio. Buenos días... media sonrisa... por lo menos. Buenos días... otra mirada, pero una de esas miradas que le hace sentir a uno impertinente. Buenos días... ¡Buenos días!, me contesta una señora sonriendo de oreja a oreja.

    Casi diez intentos, un logro.

    No, no se trata de un experimento. Soy yo, dando los buenos días según abordo un avión, y los demás pasajeros, ignorándome según se acomodan en sus asientos.

    Viajar, ya sea en avión, en autobús o en coche, es algo estresante. Son muchos los detalles: ¿empaqué todo lo que voy a necesitar, se me habrá quedado algo, tengo los boletos, la llave, mi identificación, dejé todo cerrado, apagué la estufa?... En fin, un sinnúmero de detalles que nos nublan la mente al punto de que las imágenes de los demás viajeros se convierten en una distante pincelada en el horizonte.

    Muchos viajamos así por la vida. Envueltos en la niebla de nuestros problemas personales, como si fuéramos los únicos que vamos tarde para el trabajo y el tráfico no avanza o tenemos un deadline para entregar un proyecto y ni idea de cómo empezarlo, o un hijo enfermo, una madre que requiere nuestros cuidados, dinero para pagar las cuentas o un dolor de muela que no nos dejó dormir anoche. En la densidad de nuestro drama personal perdemos de vista el rostro de nuestros compañeros de viaje.

    Si yo no hubiera estado prestando atención al abordar el avión ese día, no me hubiera percatado de los ojos azules de la señora que me devolvió el saludo y no hubiera visto en ellos la misma dulzura que veía de niña en los ojos de mi abuela. Me hubiera privado de disfrutar del recuerdo de un ser al que tanto quiero y extraño y la hubiera privado a ella de un momento tan solemne y cargado de amor.

    En el viaje de la vida no es tan importante llegar como reconocer que no estamos solos, que nuestros problemas no son únicos y que todos tienen solución. Un simple buenos días tiene la capacidad de conectarnos con los demás y desconectarnos de nuestro drama individual. Y la mayoría de las veces, cuando volvemos a pensar en nuestro problema, éste resulta no ser tan grave como lo habíamos percibido originalmente.

    Te pregunto: ¿Cuán alerta estás de tu viaje? ¿Estás disfrutando del paisaje o el paisaje se te está pasando como los comerciales en medio de tu programa favorito? ¿Has mirado la cara de quien va viajando contigo, ya sea en el avión, el tren, o el carro que está al lado tuyo avanzando lentamente en la hora de tráfico?

    Es tu vida. Vívela a plenitud deseando a todos los buenos días. Acuérdate que uno recibe en la medida en que uno da.

    Quien sabe, quizás la persona que viaja a tu lado tiene la clave para resolver el problema que te tiene tan agobiado, la idea perfecta para el proyecto del trabajo o la cura más reciente para el dolor de muelas.

    Y aunque no sea así, te sentirás mucho mejor al haber tomado un segundo de tu vida para desearle un buen día a otro ser, aun cuando éste no te responda.

    ¡Buenos días!

    Dime como Hablas y te Diré quien Eres

    Uno de los mejores consejos que me dio mi mamá cuando era niña fue si no tienes nada bueno que decir, mejor quédate callada. Pero uno no siempre sigue los consejos de los padres y como es natural, más de una vez abrí la boca y dije lo que pensaba sin tomar en consideración los efectos de mis palabras. A pesar del amor que tengo por las palabras, mis palabras no siempre han estado cargadas de amor, sobretodo en esos momentos en los que me sentí agredida por las palabras de otros.

    Uno tiende a contestar un insulto con otro insulto creando un círculo vicioso. Son pocos los que tienen la sabiduría de cambiar la energía del momento poniendo la otra mejilla, –callando y enviando energía positiva a aquel o aquella que percibimos como agresor. Por lo general nos guiamos por esa necesidad innata de expresar y defender nuestro punto de vista, nuestro sentido de honor o nuestra dignidad.

    Si hay algo que uno no puede retractar una vez lanzadas al viento, son las palabras hirientes que emitimos en un momento de ira o frustración o los comentarios maliciosos, con o sin fundamento, que hacemos sobre otra persona o situación.

    Muchas veces, yo diría que la mayoría, son comentarios que uno hace sin pensar. Pero si te dijera que las palabras que escoges para expresarte crean un cuadro detallado de quien eres, ¿pensarías más antes de hablar?

    Por ejemplo, trazas pinceladas de envidia o celos sobre tu auto-retrato cuando criticas las debilidades y defectos de otra persona. Cuando juzgas a alguien, estas coloreando con tonos de prejuicio. Y cuando participas activamente en el chisme, estás pintando el cuadro de un chismoso. Y dime, ¿cuándo fue la última vez que confiaste en un chismoso?

    En otras palabras, cada cosa que dices sobre otra persona o situación revela una virtud o un defecto de tu carácter. Optando

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