Cartas de la Antártida

Por Federico Romano

"Cartas de la Antártida"es mi primera novela y el libro más difícil que he escrito hasta ahora. La trama la ideé hace 4 años, pero necesité muchísimo tiempo para construir los personajes y sus movimientos dentro de la historia, porque no quería dejar nada al azar. Cuando comprobé que todo encajaba perfectamente, escribí el libro en poco más de 4 meses. 4 años y 4 meses, ¿una casualidad? No lo sé. Sólo recuerdo que cuando estaba escribiendo la última página del libro sentí la necesidad de añadirle música... El libro estaba terminado y por eso se me ocurrió buscar a un músico que pudiera acentuar las emociones del libro y expresarlas a través de otra forma de arte. Max Cottica leyó y releyó el libro y logró expresar musicalmente todas las emociones de la historia. Indurance se llama su nueva banda, una mezcla de ambientes emocionales musicales ideados y tocados íntegramente por él. Lilium es la joven cantante italiana de los Lolamog que ha prestado su voz en la introducción (junto a Luca Artioli) y en las dos últimas canciones "Te amaré siempre" y "Yo soy el silencio", las letras, no obstante, las he escrito yo.

La cubierta del libro es obra de Daniel Rolli.

Dedico este libro a todos mis seres queridos, a los que han hecho una aportación gráfica y musical a esta obra, a los que han leído mis libros anteriores y a mis sueños que siempre me susurran:"Fede, ¡¡¡no te rindas nunca!!!".

• Idioma: Español
• Editorial: Visionaire Edizioni
• Fecha de lanzamiento: 21 mar 2018
• ISBN: 9781547520848

Vista previa del libro

Cartas de la Antártida

Federico Romano

Traducido por Raquel Ruiz Berset 

Cartas de la Antártida

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Escrito por Federico Romano

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Copyright © 2018 Federico Romano

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Todos los derechos reservados

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Distribuido por Visionaire Edizioni

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www.visionaireedizioni.wordpress.com

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Traducido por Raquel Ruiz Berset

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Diseño de portada © 2018 Daniel Rolli

Federico Romano

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Cartas de la Antártida

Copyright © 2007 Federico Romano

Introducción de Federico Romano

Cartas de la Antártidaes mi primera novela y el libro más difícil que he escrito hasta ahora. La trama la ideé hace 4 años, pero necesité muchísimo tiempo para construir los personajes y sus movimientos dentro de la historia, porque no quería dejar nada al azar. Cuando comprobé que todo encajaba perfectamente, escribí el libro en poco más de 4 meses. 4 años y 4 meses, ¿una casualidad? No lo sé. Sólo recuerdo que cuando estaba escribiendo la última página del libro sentí la necesidad de añadirle música... El libro estaba terminado y por eso se me ocurrió buscar a un músico que pudiera acentuar las emociones del libro y expresarlas a través de otra forma de arte. Max Cottica leyó y releyó el libro y logró expresar musicalmente todas las emociones de la historia. Indurance se llama su nueva banda, una mezcla de ambientes emocionales musicales ideados y tocados íntegramente por él. Lilium es la joven cantante italiana de los Lolamog que ha prestado su voz en la introducción (junto a Luca Artioli) y en las dos últimas canciones Te amaré siempre y Yo soy el silencio, las letras, no obstante, las he escrito yo.

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La cubierta del libro es obra de Daniel Rolli.

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Dedico este libro a todos mis seres queridos, a los que han hecho una aportación gráfica y musical a esta obra, a los que han leído mis libros anteriores y a mis sueños que siempre me susurran:Fede, ¡¡¡no te rindas nunca!!!.

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Federico Romano:

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Indurance:

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Lilium:

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Luca Artioli:

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Daniel Rolli :

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Prefacio de Alessandra Marfoglia

El viaje vital de un hombre altruista y generoso a través del dolor, la alegría, la amistad, el amor y la muerte.

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En esto consiste Cartas de la Antártida, novela ambientada en una isla imaginaria, más bien un rincón del espíritu humano.

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Concretamente, el espíritu humano sobre el cual se habla aquí es el de Frederik Jonson. Los encuentros que hará, las duras experiencias de vida que sabrá abordar y afrontar, marcan las pautas de su existencia, predeterminada desde el nacimiento.

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Efectivamente, él fue abandonado cuando era aún un bebé, por su madre, a la que nunca volverá a ver. Pero es precisamente el sueño de aquella madre que nunca conoció el que adquiere continuamente forma, convirtiéndose en madre para quien le necesite, hasta su último día de vida, cuando será ella la que vuelva a llevarse a su niño para acompañarlo en su último y más importante viaje.

1

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Un día

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nuestros ojos

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se volverán a encontrar

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y permaneceremos hechizados

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de nuevo

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observando

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el mar y el cielo,

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aquí,

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en la Antártida.

Jack Wilson tenía apenas un año la primera vez que vio la Antártida. Su padre, Tom, formaba parte de las expediciones científicas inglesas y venía a menudo aquí para investigar. Se trajo al hijo, ya que por desgracia su mujer, Mary, había fallecido durante el parto de Jack. Tom no había asesinado a su mujer, como pensaron al principio los padres de ella. Cuando la situación es muy delicada se pregunta siempre al marido si quiere salvar al bebé o a la mujer, y él no lo dudó: ¡Por Dios, salven a mi mujer, se lo suplico!. Por desgracia, las intervenciones de los médicos fueron en vano. Mary cerró los ojos casi en el preciso momento en el que Jack los abrió.

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Así, Tom se concentró totalmente en su trabajo, llevándose a todas partes a su hijo , intentando que no le faltara nunca nada. En ciertas ocasiones se tardaba meses en llegar a la Antártida: todo dependía del tipo de barco en el que se navegara y, sobre todo, del clima. A veces se corría el riesgo de quedarse en medio de un torbellino o una tempestad y había que detenerse unos días, en un puerto, antes de volver a navegar.

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La península antártica está situada frente a las costas de Sudaméria. Se extiende desde el Cabo Adams, en la base de la península y desde el que se divisa el mar de Weddell, hasta el Estrecho Antártico (Antartic Sound), un brazo de mar que separa el continente del archipiélago de Joinville. El territorio es predominantemente montañoso, con cimas que alcanzan los 2800 metros sobre el nivel del mar. La cordillera que conforma su estructura está considerada una continuación de la de los Andes, a la cual está unida por una cadena montañosa submarina.

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Aquella mañana, cuando Jack vio la Antártida, estaba desayunando, y, a través de los cristales del barco, pudo divisar aquellas inmensas cimas nevadas: corrió inmediatamente hacia la popa y se quedó allí hechizado, cautivado, observando los barcos pasar entre bloques de hielo; algunas ballenas asomaban una y otra vez la cabeza, casi como si quisieran saludarle. Levantó la vista y vio colonias de pingüinos en las costas, y aquel espectáculo le alegró y le conmovió profundamente: ¡¡¡Papá, papá, hemos llegado!!!, gritó.

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Tom, que estaba desayunando, se levantó,