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Massimo y el dialogo con Dios: diario de un encuentro
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Massimo y el dialogo con Dios: diario de un encuentro
Libro electrónico56 páginas52 minutos

Massimo y el dialogo con Dios: diario de un encuentro

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Información de este libro electrónico

Una reunión y una amistad que lleva a comenzar un viaje interior para encontrar la divinidad. 
Una relación con Dios que revela al autor el sentido de la vida.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 sept 2017
ISBN9788826496368
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    Massimo y el dialogo con Dios - Massimo Chiaro

    MASSIMO Y EL DIÁLOGO CON DIOS

    Diario de un encuentro

    MASSIMO CHIARO

    © Copyright - All rights reserved

    MASSIMO Y EL DIÁLOGO CON DIOS

    Nací y crecí en Italia, en un pueblo limítrofe de la provincia veneciana, Vigonovo, situado a apenas 12 km de Padua y que, por tanto, a efectos prácticos, se puede considerar periferia.

    Mi infancia, junto a mi hermana mayor Roberta, fue una infancia feliz en los años 50. Mi padre Bruno, nacido en Mira, a poca distancia de Venecia, huérfano de madre y abandonado por su padre para formar otra familia, creció con el afecto de los abuelos maternos. Francotirador veterano de guerra, regresó dos años después del final de la contienda de la prisión inglesa en África en la que había sido recluido por no haber colaborado con los ingleses. Salió adelante solo desde la nada y, después de dedicarse a diferentes oficios humildes, con la ayuda y el amor devoto de mi madre consiguió sacar adelante un pequeño taller artesanal de zapatos que con el tiempo se convirtió en una de las fábricas de calzado más conocidas y prestigiosas de la zona.

    Mi madre Pia, por el contrario, venía de una familia acomodada de constructores con antepasados nobles por parte de mi abuela Elvira.

    Naturalmente el amor entre mis padres contó con la férrea oposición de mi abuela que no consideraba a mi padre el pretendiente más adecuado ya que ni disponía de una buena posición ni provenía de buena familia, mientras que la hija, de gran belleza, tenía muchos pretendientes de buena familia, incluso nobles.

    La situación se resolvió gracias a mi abuelo materno que veía en su futuro yerno a un gran trabajador con muchas ganas de ser alguien en la vida.

    Se casaron en 1940 cuando estalló la guerra e inmediatamente después de la ceremonia mi padre fue destinado a África.

    Regresó, como he dicho antes, en 1947, dos años después del final de la contienda encontrando a su amada esposa que lo había esperado con obstinación y amor a pesar de la presión familiar para que se rehiciese una vida ya que se le había dado por desaparecido y posiblemente hubiese fallecido.

    Esta breve introducción sirve para describir el entorno en el que nací: un entorno lleno de armonía y amor.

    Aunque los inicios de la pequeña fábrica de zapatos fueron duros con numerosas letras de cambio y préstamos concedidos de palabra, a mi hermana Roberta, tres años mayor que yo, y a mí nunca nos faltó de nada, es más, a menudo había incluso más de lo necesario.

    A pesar de que era muy pequeño, recuerdo la casa llena de vecinos que venían a ver la televisión ya que era una de las primeras que hubo en el pueblo, para ver lascia o raddoppia, la transmisión con la que se hizo famoso Mike Bongiorno.

    En aquella época era normal mantener buenas relaciones con los vecinos, los cuales, en las cálidas noches de verano se sentaban a la fresca para intercambiar impresiones y algún que otro vaso de vino con un trozo de tarta casera…en aquel entonces las pastelerías eran para los ricos.

    En esas tardes, yo tendría unos 5 o 6 años, mientras mi hermana jugaba con sus amigas, mi madre colocaba una pequeña mesa en la calle en la que servía mi plato preferido: arroz con leche. Mientras lo saboreaba, miraba la luna con arrobo y entusiasmo. A veces veía con el rabillo del ojo a mi madre que desde el umbral de la puerta me observaba con una expresión tan dulce que incluso hoy, en los momentos duros de la vida, vuelve a mi mente para recordarme lo mucho que me quisieron.

    Los años pasaban y la situación económica de nuestra familia iba mejorando de modo que nos podíamos permitir vivir cómodamente según los cánones de aquella época.

    En el colegio no era especialmente bueno: mostraba desgana y me distraía con muchas cosas.

    Antes que la compañía de los amigos prefería la soledad, construida a base de mundos maravillosos en los que podía vivir aventuras increíbles entre tesoros por descubrir y chicas guapísimas a las que salvar.

    Los estudios no eran para mí…eran un peso. A pesar de ello, pasé la educación básica sin demasiadas dificultades.

    Los problemas empezaron en el bachillerato.

    Al tener una fábrica de

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