El sueño de San Luis
Por Luis Goytisolo
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¿Ensayo de carácter literario? ¿Psicoanalítico? ¿Autobiográfico? Algo de todo ello al mismo tiempo. Una obra inevitablemente transversal, puesto que los razonamientos propios de un ensayo se hallan aquí estrechamente vinculados a experiencias personales intransferibles. Su propósito es explicar el papel que en la creación literaria, en el impulso de la inspiración, desempeña el subconsciente, un hecho que el autor no percibe mientras escribe y que tal vez descubra años después o tal vez nunca. Algo que afecta a los aspectos estructurales y estilísticos de la obra no menos que a los argumentales. En consecuencia, Luis Goytisolo nos dará a conocer sueños y aspectos íntimos de su vida que en ningún momento pensó que pudieran tener relación con lo que estaba escribiendo. También analizará la relación entre impulso creador e impulso sexual, ya que el papel del subconsciente es muy similar en ambos casos. Y si en un apéndice puntualiza el papel que para él tienen determinados conceptos de la creación literaria es porque también el subconsciente influye en sus características.
¿Ensayo de carácter literario? ¿Psicoanalítico? ¿Autobiográfico? Algo de todo ello al mismo tiempo. Una obra inevitablemente transversal, puesto que los razonamientos propios de un ensayo se hallan aquí estrechamente vinculados a experiencias personales intransferibles. Su propósito es explicar el papel que en la creación literaria, en el impulso de la inspiración, desempeña el subconsciente, un hecho que el autor no percibe mientras escribe y que tal vez descubra años después o tal vez nunca. Algo que afecta a los aspectos estructurales y estilísticos de la obra no menos que a los argumentales. En consecuencia, Luis Goytisolo nos dará a conocer sueños y aspectos íntimos de su vida que en ningún momento pensó que pudieran tener relación con lo que estaba escribiendo. También analizará la relación entre impulso creador e impulso sexual, ya que el papel del subconsciente es muy similar en ambos casos. Y si en un apéndice puntualiza el papel que para él tienen determinados conceptos de la creación literaria es porque también el subconsciente influye en sus características. Libro insólito por lo innovador, para captarlo en todo su alcance ni siquiera es preciso conocer previamente las obras que analiza ya que el autor se cuida siempre de ilustrar sus consideraciones con la cita adecuada. Algunas de sus conclusiones, como la metáfora del rollo de papel higiénico en relación con nuestra percepción del tiempo y con el valor que ese transcurso tiene para el inconsciente, han sido ya ampliamente celebradas por cuantos han tenido acceso al texto antes de su publicación.
Luis Goytisolo
Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) ganó el Premio Biblioteca Breve con su debut, Las afueras. Entre sus muchos títulos destaca Antagonía: Anagrama publicó en 2012 por primera vez en un solo tomo sus cuatro volúmenes, que lo consagraron como un autor fundamental del siglo XX: «Un experimento que intenta renovar el contenido y la forma de la novela tradicional, siguiendo el ejemplo de aquellos paradigmas que revolucionaron el género de la novela o al menos lo intentaron –sobre todo Proust y Joyce, pero, también, James, Broch y Pavese–, sin renunciar a un cierto compromiso moral y cívico con una realidad histórica que, aunque muy diluida, está siempre presente, a veces en el proscenio y a veces como telón de fondo de la novela» (Mario Vargas Llosa); «Mil cien páginas de literatura en estado puro» (Darío Villanueva); «Un clásico consolidado y una novela rompedora a la vez. Dante Alighieri brinda a Goytisolo la inspiración para una construcción literaria que no solo es a la vez vasta y lapidaria, elaborada en su arquitectura y exquisita en sus detalles, sino que, más importante aún, le ha proporcionado un paradigma para el tipo de trabajo que hace justicia tanto a la integridad de la conciencia individual como a la infinidad de experiencias e influencias que conforman su universo» (Michael Kerrigan, The Times Literary Supplement). En Anagrama también ha publicado Estela del fuego que se aleja (Premio de la Crítica), Naturaleza de la novela (Premio Anagrama de Ensayo), El sueño de San Luis, El atasco y demás fábulas y Coincidencias. Luis Goytisolo, Premio Nacional de Narrativa y Premio Nacional de las Letras, es miembro de la Real Academia Española.
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El sueño de San Luis - Luis Goytisolo
Índice
Portada
Relectura con sorpresa
Ascendencia incierta
El despertar del solsticio
Impulsos afines
Otras conjeturas
Adenda
Pequeño diccionario personal de narrativa
Post scríptum
Créditos
Notas
Relectura con sorpresa
Si bien el subconsciente incide en toda actividad humana, su influjo, a mi entender, se manifiesta con especial relieve en el ámbito de la creación artística y literaria. De ahí que, probablemente, tarde o temprano hubiera terminado por escribir un ensayo relacionado con este hecho. Eso sí, con una diferencia esencial: centrándome fundamentalmente en la obra de otros escritores, no en la mía. Y es que el punto de partida de estas páginas hay que referirlo a una llamada telefónica que Jorge Herralde me hizo tiempo atrás expresándome su deseo de reeditar Las afueras. Yo me mostré de acuerdo, con la condición de que antes me dejara releerla ya que, dado el tiempo transcurrido, tal vez no estaría de más que yo mismo escribiera un breve prólogo.
Las afueras fue mi primera novela –cuando la empecé era todavía menor de edad–, y aunque de inmediato alcanzó una gran resonancia y aún ahora sigo topándome con lectores entusiastas, yo siempre tuve la íntima convicción de que no me había quedado redonda. Cuando su aparición, suscitó una gran controversia: novela formalista para unos, social para otros; radicalmente innovadora para unos, serie de relatos más que novela para otros, etc. Yo la había escrito de acuerdo con las estrictas normas del «realismo objetivo», teorizado por Gertrude Stein y desarrollado por novelistas como Hemingway o Pavese. Y lo que ahora me temía era que si tantas novelas de aquel entonces no habían aguantado el paso del tiempo, algo parecido sucediese con Las afueras.
Así que la releí, y mis temores al respecto quedaron disipados: la novela aguanta. También comprendí mi insatisfacción imprecisa de cuando acabé de escribirla: tanto desde un punto de vista estilístico como estructural, es una novela de aprendizaje. De ahí mi impresión ya entonces de que algo le faltaba para quedar redonda. Y que ahora comprendiese que lo que ya entonces andaba buscando era algo que sólo iba a lograr a partir de Antagonía.
Pero lo importante para mí de esa relectura no fue nada de eso, aspectos formales, etc. Lo verdaderamente importante fue el descubrimiento de una serie de elementos de su composición que, tanto como al desarrollo de la obra, afectaban a mi propia vida sin que yo lo hubiese advertido en el momento de escribirla, fruto como eran no sólo de mi imaginación sino asimismo de mi subconsciente. Cosas que, lógicamente, ni el lector más agudo podía captar ya que, en lo que se refiere al relato, carecían de importancia. Para que ese agudo lector perciba este tipo de cosas de un determinado autor es preciso que haya leído no una sino varias de sus obras, las suficientes para hacerse una idea del conjunto.
Las afueras desde un punto de vista argumental es una novela de gran dureza. No es que en mis obras posteriores no sucedan cosas similares o peores, pero la forma de exponerlas es otra, hasta el punto de que la presencia del humor en el relato puede dar pie a que el lector acabe soltando una carcajada. En Las afueras, por el contrario, lo que se está exponiendo sin tremendismo de ninguna clase, con total objetividad, resulta con frecuencia despiadado debido precisamente a la frialdad del tono narrativo adoptado. Y fueron algunos de estos hechos, irrelevantes en sí mismos para cualquier lector, los que de pronto me revelaron cuestiones para mí hasta entonces anodinas no ya de la obra sino de mí mismo.
Fue a partir de esa relectura y de las notas tomadas sobre la marcha cuando decidí emprender la relectura de la totalidad de mis obras, y si bien algunas cuestiones fueron desapareciendo o adquiriendo una representación más indirecta, son varios los asuntos y los temas que empezaron a aflorar uno tras otro, asuntos y temas a cuya luz cuanto había escrito revelaba una serie de problemas y obsesiones personales de los que hasta entonces no había sido consciente. En muchos casos, vinculados a determinados sueños que nunca había relacionado con mi obra escrita.
La primera de esas cuestiones con la que me tropecé se refiere a mi madre, una persona de la que no guardo el más mínimo recuerdo; ni siquiera existe una sola foto en la que aparezcamos juntos. Murió el día de mi tercer cumpleaños alcanzada por la onda expansiva de la llamada «bomba del Coliseum», una explosión de singular potencia por haber afectado a un camión cargado de dinamita, probable objetivo de la incursión aérea. ¿Son anteriores a su muerte algunos de mis primeros recuerdos? Es muy probable, lo que significaría un rechazo inconsciente por mi parte de todo recuerdo doloroso.
Yo siempre he creído haber tenido conciencia, cuando niño, de que debía apañármelas por mí mismo, sin esperar ayuda de nadie. Más aún: de procurar resolver, en la medida de mis posibilidades, los problemas de los demás. Si mi padre –afectado por una dolencia pulmonar– me llamaba «su lazarillo» por acompañarle a todas partes no bien pudo dejar la cama al poco de la muerte de mi madre, durante los años siguientes –por poner un ejemplo– cuando en casa alguien andaba buscando algo cuyo paradero desconocía, el recurso habitual no era otro que el de sugerir «preguntadle a Luis», en la creencia de que probablemente yo iba a saber dónde encontrarlo. La idea que por aquel entonces tenía yo de mi madre era la de una de esas personas que nos gustaría haber conocido, sin que eso resulte