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No sé si no en la herida: Antología de poetas líquidos
No sé si no en la herida: Antología de poetas líquidos
No sé si no en la herida: Antología de poetas líquidos
Libro electrónico208 páginas58 minutos

No sé si no en la herida: Antología de poetas líquidos

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Información de este libro electrónico

Frente a la altura poética, la altura física, frente a la abstracción de lo poético, la materialidad de la piel, de los músculos, de los huesos. Porque el cuerpo está impregnado de historia y siempre es posible leerlo como una gramática.

Enfermos, sanos, encerrados, censurados, domesticados, aniquilados, atravesados por las lanzas de miles de discursos, nuestros cuerpos, los vuestros, devienen aquí motivo taxonómico-poético. Traumática o catártica, la biopolítica a debate, como apuntando lo necesario de lo somático, como afirmando la existencia (sin)razón de tácticas anatómicas de control. Emergencia política, máquina orgánica, representación, química, poder. La ordenación como contra-alegoría paradójica, como microsabotaje utópico del arte eurocéntrico de gobernar los cuerpos libres. Borgianamente, Cervantes decidió. Si sale cara de menor a mayor, si sale cruz de mayor a menor, Cervantes es la cara. Una vuelta, dos, tres, cuatro, quizás cinco o seis, no daba tiempo a contar. Cara. Al fin y al cabo, somos cuerpos por azar evolutivo.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento5 may 2015
ISBN9788416339808
No sé si no en la herida: Antología de poetas líquidos
Autor

Varios autores

<p>Aleksandr Pávlovich Ivanov (1876-1940) fue asesor científico del Museo Ruso de San Petersburgo y profesor del Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad de esa misma ciudad. <em>El estereoscopio</em> (1909) es el único texto suyo que se conoce, pero es al mismo tiempo uno de los clásicos del género.</p> <p>Ignati Nikoláievich Potápenko (1856-1929) fue amigo de Chéjov y al parecer éste se inspiró en él y sus amores para el personaje de Trijorin de <em>La gaviota</em>. Fue un escritor muy prolífico, y ya muy famoso desde 1890, fecha de la publicación de su novela <em>El auténtico servicio</em>. <p>Aleksandr Aleksándrovich Bogdánov (1873-1928) fue médico y autor de dos novelas utópicas, <is>La estrella roja</is> (1910) y <is>El ingeniero Menni</is> (1912). Creía que por medio de sucesivas transfusiones de sangre el organismo podía rejuvenecerse gradualmente; tuvo ocasión de poner en práctica esta idea, con el visto bueno de Stalin, al frente del llamado Instituto de Supervivencia, fundado en Moscú en 1926.</p> <p>Vivian Azárievich Itin (1894-1938) fue, además de escritor, un decidido activista político de origen judío. Funcionario del gobierno revolucionario, fue finalmente fusilado por Stalin, acusado de espiar para los japoneses.</p> <p>Alekséi Matviéievich ( o Mijaíl Vasílievich) Vólkov (?-?): de él apenas se sabe que murió en el frente ruso, en la Segunda Guerra Mundial. Sus relatos se publicaron en revistas y recrean peripecias de ovnis y extraterrestres.</p>

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    No sé si no en la herida - Varios autores

    Título original: No sé si no en la herida

    Primera edición: Abril 2015

    © 2015, Montse García, Laura Ruiz, Alicia López, Ángela Martínez, Merche Ribas, Bibiana Collado, Silvia Company, Fran Garcerá, Rosa Romero-Nieva, Raúl Molina, Iván Dathanyell Jiménez, Carlos Loreiro, Ignacio Pagés y Tony García.

    © 2015, megustaescribir

             Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

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    ISBN:   Tapa Blanda           978-8-4163-3979-2

                 Libro Electrónico   978-8-4163-3980-8

    Contenido

    No sé si no en la herida

    (o la escritura como respiración)

    Agradecimientos

    Montse García

    156 centímetros

    Laura Ruiz Melero

    157 centímetros

    Alicia López Ramírez

    160 centímetros

    Ángela Martínez Fernández

    161 centímetros

    Ángela Martínez Fernández y Merche Ribas

    Poemas colectivos

    Merche Ribas

    161 centímetros

    Bibiana Collado Cabrera

    162 centímetros

    Silvia Company de Castro

    167 centímetros

    Francisco Javier Garcerá Román

    169 centímetros

    Rosa Romero-Nieva Mahiques

    170 centímetros

    Raúl Molina Gil

    172 centímetros

    Iván Dathanyell Jiménez Hernández

    176 centímetros

    Carlos Loreiro López

    177 centímetros

    Ignacio Pagés Larruy

    182 centímetros

    Tony García del Río

    184 centímetres

    Algunas veces, una herida se abre. Esto puede suceder a lo largo de toda la incisión o sólo en parte de ella. El médico puede decidir no cerrarla de nuevo con suturas (o puntos de sutura). Si el médico no cierra la herida de nuevo con suturas, será necesario que usted tenga cuidado con ella en casa, ya que puede demorarse en sanar. La herida sanará desde la parte inferior hacia la parte superior. Un apósito ayuda a absorber cualquier secreción e impedir que la piel se cierre antes de que la herida se llene por debajo.

    Leído en un manual de medicina familiar¹

    711900%20Imagen01.jpg

    No sé si no en la herida

    (o la escritura como respiración)

    Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos.

    Alejandra Pizarnik²

    No existe la escritura inocente. Escribir es dar orden al delirio de las impresiones, gramaticalizarlo, codificarlo. Es mirar un tiempo y un espacio, aprehenderlos hasta que infecten los tuétanos y darle forma a su espesura. (Re)significarlso. (Re)parar (en) el acto automático de construcción del mundo para verbalizarlo. Quizás, la poesía tienda a estar un paso más allá que cualquier otro tipo de escritura. Esto es: cae en la violencia. Ser poeta es ser violento en un sentido semiótico. Es tomar signos y situarlos en una cadena que potencia su materialidad y que expande sus posibilidades significativas. Es aceptar la existencia de una gramática para luego proponer una diferente en cada poema; admitir las reglas del juego y modificarlas.

    Escribir es una postura de lenguaje. Un gesto lacerado. Para criticar la ilusión de que habitamos un mundo sin peligros. Para decir que a un tiempo herido hay que enfrentarlo con un lenguaje-herida o con un lenguaje-cauterizador. Son las dos vías posibles, las dos vías que se articulan en los poemas de esta antología. Dos opciones poéticas que parten de diferentes posturas ideológicas y que se materializan en creaciones de muy distinto signo, pero que son atravesadas por un halo común que brota del tejido social que habitan los poetas. Una suerte de actitud crítica ante un mundo mercantilizado que reclama saberes instrumentales y rechaza los bienes no tangibles: ¿alguna empresa exige un conocimiento nivel usuario, nivel medio o nivel avanzado del código Federico García Lorca?, ¿del código Eliot?, ¿del código Valente? Habitamos en un mundo donde importa más la informática que la poesía, donde es mejor saber cómo funciona un programa de edición de textos que escribir un poema. Ante estos limitadores externos, la poesía actual no puede agazaparse sobre sí misma. Tiene que hablar desde los márgenes, retratar a partir de la interrelación semiótica de la forma y el contenido su lugar en el mundo, el lugar de quien la escribe y (quizás también) el lugar de quien la consume. Cada una de las voces que aquí se recogen es consciente de ello. Saben dónde viven. Saben que el sistema actual los expulsa del centro. Saben que asistimos al desmantelamiento del tejido social con la excusa de una crisis que se ha convertido en una guerra económica permanente. Pero también son conscientes de que escribir poesía no es hacer la revolución (aunque sí pueda ser un acto revolucionario), de que un poema por sí mismo no hace nada, de que es necesario algo más. La poesía puede cambiar sin que cambie el mundo, pero no puede cambiar el mundo sin que cambie la poesía. La literatura forma parte de él en tanto discurso en una red de signos que se superponen, se niegan o afirman, se intentan destruir o revitalizar. Decía Bourdieu que, de alguna forma, la poesía puede (e incluso debe en determinadas circunstancias) señalar las consecuencias invisibles de las políticas neoliberales: simbolizar lo que ha permanecido oculto³. Es esta una actitud en buena parte aquí compartida. Las poéticas son diferentes, las ideologías son diferentes, quizás también lo sean los espacios desde los que miran y hacia los que miran,

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