Poesía
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Poesía - José García Nieto
POESÍA
foto Garcia OKJOSÉ GARCÍA NIETO
JOSÉ GARCÍA NIETO
POESÍA
Introducción y selección de
Joaquín Benito de Lucas
COLECCIÓN OBRA FUNDAMENTAL
COLECCIÓN OBRA FUNDAMENTAL
Responsable literario: Francisco Javier Expósito
Cuidado de la edición: Lola Martínez de Albornoz
Diseño de la colección: Gonzalo Armero
Diseño Digital : Criteri Digital i Multimèdia, S.L.
© Fundación Banco Santander, 2014
© De la introducción, cronología bibliográfica y selección, Joaquín Benito de Lucas
© El corazón del poeta
, Fco. Javier Expósito Lorenzo
Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización.
ISBN DIGITAL: 978-84-92543-60-1
Depósito legal: M-15713-2014
ÍNDICE
Consideraciones para esta nueva edición, por Joaquín Benito de Lucas
Prólogo a la primera edición, por Joaquín Benito de Lucas
Sobre la selección de los poemas
Datos para una cronología
Bibliografía
VÍSPERA HACIA TI (1940)
[Doblaban en el viento las banderas]
[Al mar. Navíos varados]
[La última sombra cae en la redada]
[¡Campanas altas! ¡Campanas!]
POESÍA 1940-1943 (1944)
SONETOS
[No sé si soy así ni si me llamo]
[Tan hombre soy que siento por mi pecho]
[Soneto mío, letra, angustia, nada]
[Emplazado a quietud estaba el vuelo]
[El mar, el mar. Tú, vela y capitana]
[Mira cómo mi sangre se rebela]
[No como el toro, amor; sufro de amores]
[Tengo, tienes, tenemos acomodo]
Joven para la muerte
Lluvia en la noche
A unos lirios
Llegada de una muchacha a la amistad
A una mujer a quien mandé mi primer libro de versos
El bailarín del tiovivo
MONTE, RÍO, VIENTO…
Décimas del Guadarrama
Ofrecimiento del río
Viento en los cristales
CANCIONES
Tres canciones de muerte en primavera
VERSOS DE UN HUÉSPED DE LUISA ESTEBAN (1944)
Prólogo
Llegada
Hermano castillo
Soneto de la nieve todavía
Soneto en «El Risco»
Hacia Santa María
Romancillo de los enterradores
Patio del castillo
Despedida
TÚ Y YO SOBRE LA TIERRA (1944)
[Acaso donde el reno, la cobra o la palmera]
[Te he llamado esta noche —cuatro de la mañana—]
[No le digas a nadie que me hastía la rosa]
[He venido a la tierra hoy —nueve de septiembre—]
[Esta ocasión del labio, sonora y prolongada]
RETABLO DEL ÁNGEL, EL HOMBRE Y LA PASTORA
[Fragmento final]
TOLEDO (1945)
Orilla de ayer
Madrigal a Castilla
Nueve canciones en ruta hacia Toledo
Canción de amor desde lejos
Fábula
Ausencia de Toledo
DEL CAMPO Y SOLEDAD (1946)
EL HOMBRE
Nacimiento de Dios
En la ermita del Cristo de Gracia
Primavera de un hombre (Primer recuerdo de Soria)
Si no en mis ojos… (Segundo recuerdo de Soria)
Ante un cementerio en Castilla
EL AMOR
Soneto
Madrigal desesperado
LA AMISTAD
Soneto
JUEGO DE LOS DOCE ESPEJOS (1951)
A un espejo donde se va a mirar una niña fea
A un espejo en el fondo de un río
A un espejo de mango largo
A un espejo sin marco
Al espejo retrovisor de un coche
TREGUA (1951)
El poeta
[Hasta que llegue]
[Como estos campos del Señor que buscan]
[No sé por qué esta rama renace en lo perdido]
[¡Qué fácil has venido]
[Gracias, Señor, porque estás]
[En un lugar cualquiera]
[Tan imposible te has hecho]
[Mis ojos van por estos árboles]
[Pobre palabra mía]
[Noche de la ciudad. Dios está cerca]
[Tiene algunas palabras el corazón ardiente]
[Porque voy hacia la belleza]
[¿Estoy despierto? Dime. Tú que sabes]
[Otra vez —te conozco— me has llamado]
[Oh, niño de agua, misterioso Arlanza]
[Esta palabra insegura]
[No; la noche no es esta]
[Como este agua que brilla entre la arena]
[Oh, mundo mío, mañana mía]
[Sé que beso la muerte cuando beso]
[Toco tu bronce aquí, ya derribado]
[Sé que en bosques de muertes nos sostienes]
[Ibas «soñando caminos]
[Qué quieto está ahora el mundo. Y Tú, Dios mío]
[Qué sosiego da pensar]
SONETOS POR MI HIJA (1953)
El motivo
El Hacedor
La respuesta
Maternidad
Todavía en silencio
LA RED (1955)
La red (I)
La partida
El oficiante
El diálogo
Lluvia de Dios
La red (ii)
Noche ante «Siete Picos»
El que vuelve
El soneto
La palabra
Eucaristía
La red (III)
Carta a Gabriel Celaya
EL PARQUE PEQUEÑO (1959)
[(Camino ahora ¿de qué mano…?]
[¿Eran estos la luz y el día?]
ELEGÍA EN COVALEDA (1959)
[Después de muchos años, he venido]
[¿Me ves buscando apoyo, heredad mía?] (fragmento)
[Yo soy lo que recuerdo, padre mío]
GEOGRAFÍA ES AMOR (1961)
Dedicatoria
Lastres (Asturias)
Perlora desde lejos (Asturias)
Arco de Medinaceli
Dos recuerdos por mi padre en Soria
Caza menor (Recuerdo de Soria)
A orillas del Duero
Cigüeñas sobre el acueducto de Mérida
Cristo de los Faroles (Plaza de Capuchinos. Córdoba)
Crucero en las Rías (Galicia)
Galicia bajo la lluvia (Canto por Rosalía)
NUEVO CUADERNO DEL GUADARRAMA
«Las Peñas» (Los Molinos)
Mediodía en la cima
El verso en la montaña (San Rafael)
CORPUS CHRISTI Y SEIS SONETOS (1962)
Corpus en Toledo
Hombre junto al Tajo
Amigos de la infancia
CIRCUNSTANCIA DE LA MUERTE (1963)
Coplas por Juan Ramón Jiménez en el aniversario de su muerte
Oración por Leopoldo Panero en la ermita del Cristo de Gracia
LA HORA UNDÉCIMA (1963)
[Era como la espalda de la amada]
[Porque pasaban horas y horas, días]
[En la sombra sin nadie de la plaza]
MEMORIAS Y COMPROMISOS (1966)
Compromisos antiguos
Sólo una fruta
El lazarillo
1936-1939
HABLANDO SOLO (1968)
CINCO HOMENAJES A RUBÉN DARÍO
Ya no tengo miedo
LOS SONETOS DEL HOMBRE QUE VUELVE LA CABEZA
Balance
A Paloma
Con un verso de Antonio Machado
FACULTAD DE VOLVER (1970)
[La ciudad se termina junto a un río sin sueño]
[Ah, mi otro caballero, si volviera]
TALLER DE ARTE MENOR Y CINCUENTA SONETOS (1973)
PASEN SIN LLAMAR
El antiguo rimador se justifica
Nada más
El alquimista
LOS HOMENAJES
Dice la palabra a C. J. C.
CUATRO POEMAS ELEMENTALES
Aunque no tengas nada
MÁS LIBRE Y CON MÁS MIEDO
Hablo con mi fantasma
SONETOS Y REVELACIONES DE MADRID (1976)
Madre de Madrid
SONETOS EN LA PLAZA MAYOR
La tormenta y el mar
La paloma equivocada
La clase al sol de la tarde
SONETOS EN LA ALAMEDA DE OSUNA
[Le ha nacido un jardín en la cabeza]
[También mirando una ciudad remota]
SONETOS EN EL MUSEO DEL PRADO
El Greco ii
El Greco. (La Crucifixión)
«Hombre de 54 años» (Anónimo español)
SÚPLICA POR LA PAZ DEL MUNDO Y OTROS «COLLAGES» (1977)
[Desde el vértigo hablo, abandonado]
OTROS «COLLAGES»
Nocturno con un aria triste de Juan Ramón Jiménez
LOS CRISTALES FINGIDOS (1978)
Los cristales fingidos
Otra vez (i)
Otra vez (ii)
Otra vez (iii)
Los cristales fingidos (ii)
Parque en el otoño
Luz entre los árboles
EL ARRABAL (1980)
[Esta muchacha y su hermosura antigua]
[Olvidada entre tantas azucenas]
[Aledaños de escoria —no escoriales—]
Un sol del alba
[¿Por qué, de pronto, así, reconciliado]
A José Luis Prado Nogueira, cuarenta años después
NUEVO ELOGIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (1983)
[Exordio]
Nuevo elogio de la lengua española
SONETOS ESPAÑOLES A BOLÍVAR (1983)
El retrato
Manuelita Sáenz
¡Triunfar!
La muerte
PIEDRA Y CIELO DE ROMA (1984)
Velázquez pinta la Villa Médici
La creación de Adán (Miguel Ángel, Capilla Sixtina)
Las Sibilas (Miguel Ángel, Capilla Sixtina)
Los Atlas (Miguel Ángel, Capilla Sixtina)
Desde el Puente Cestio al Foro Romano
Foro Romano
En la noche Roma es un mar
En la tumba de Keats (Cementerio de los Protestantes)
GALIANA (1986)
[¿Quién es el vencedor?, ¿quién el vencido?]
El nombre
Soneto final
CARTA A LA MADRE (1988)
[¡Cuánto amor hay debajo de la tierra!]
[Si mirar es mi oficio ¿para qué lo he aprendido?]
[Éramos tres, Señor, en la mañana]
MAR VIVIENTE (1989)
Memoria de mi madre desde el mar
Negación de la aurora
«Del campo y soledad»
Se pide el silencio del mar (Quevedo… César Vallejo…)
El reloj de arena
SONETO A MADRID (1991)
Soneto a Madrid
COLOFÓN LÍRICO EN PROSA (SOBRE EL OFICIO DEL POETA)
[Creo en la poesía]
Poesía… ¿eres tú?
«¿Debo escribir…?»
Belleza con esfuerzo
Jueces para un premio de poesía
El oficio de escritor
Verano de septiembre
Hago de sobresaliente de espadas…
Texto para eludir una poética
EPÍLOGO EPISTOLAR
El corazón del poeta, por Fco. Javier Expósito Lorenzo
Carta para una niña muy pequeña
JOAQUÍN BENITO DE LUCAS
CONSIDERACIONES PARA ESTA NUEVA EDICIÓN
Transcurridos dieciocho años de la primera edición de la antología Poesía de José García Nieto, hoy se ofrece al lector una nueva reedición, con algunas novedades respecto a la primera, para conmemorar el primer centenario del nacimiento del poeta, que, nacido en Oviedo en 1914, falleció en Madrid el 27 de febrero de 2001.
La importancia de su lírica dentro de la poesía española, a partir de los años cuarenta, ha sido fundamental tanto por su obra en sí como por el magisterio que el poeta ejerció desde la revista Garcilaso. Con ella contribuyó al estímulo y desarrollo de la poesía de mediados del siglo xx junto con otras revistas (Cántico, Espadaña, Proel…) de orientación y tendencias distintas a las suyas.
Se ha dicho que Garcilaso fue un verdadero movimiento lírico. El propio García Nieto ha afirmado: «Más que un movimiento en sí, lo que resultó Garcilaso fue un punto de partida conformador, vivificador […]. El diálogo sobre la poesía española contemporánea arranca y no se puede soltar de Garcilaso».
La conmemoración de este centenario y la reedición antológica de treinta libros de su obra están más que justificadas. Pero conviene destacar que esta nueva reedición ofrece una novedad que viene a enriquecerla. Se trata de una serie de artículos, nueve en total, que José García Nieto fue escribiendo a lo largo de los años setenta y ochenta, relacionados con el «oficio» de poeta.
Los títulos de cada uno de ellos nos anticipan, de algún modo, su contenido. Así, en el titulado «Belleza con esfuerzo» nos habla del divorcio que a veces existe entre el poeta y el público, y de «la primera soledad y desamparo del artista en el acto de su creación». En «Creo en la poesía» reflexiona sobre su conciencia de humilde creador que busca una poesía que le delate como hombre.
En el artículo «¿Debo escribir…?», medita sobre la necesidad o no de la escritura a propósito de una carta de un joven que le plantea tan espinoso asunto. Para responderle y responderse nos habla de Rilke y de su obra Cartas a un joven poeta.
En «El oficio de escritor» pone de manifiesto, no sin cierta ironía, la incomprensión de los demás ante este «oficio» que usa como únicos utensilios para su ejecución la pluma y el papel, a diferencia de los materiales de trabajo más variados y visibles de los que se sirven otras profesiones.
Y, así, se continúan las meditaciones sobre diferentes aspectos de la vida literaria: jurados de premios de poesía, dificultades para definir una poética, evocación lírica del mes de septiembre, perennidad de la obra literaria...
Quiero detenerme unos instantes sobre las consideraciones que, en el artículo titulado «Poesía... ¿eres tú?», expone el poeta para encontrar la definición de algo tan indefinible como es la Poesía. Pasa revista a las definiciones que se recogen en diversos diccionarios: de Julio Casares, de la Academia de la Lengua en sus ediciones de 1956 y 1970, y las que ofrecen en sus obras numerosos poetas contemporáneos. Y, cómo no, la definición de Gustavo Adolfo Bécquer que sirve, modificada en su intención, al título de este trabajo.
Colofón importante este que se incluye en la nueva reedición de la antología Poesía de José García Nieto. Según mi opinión, tiene al menos dos motivos de interés para el lector: el primero, que nos permite disfrutar de la belleza y claridad de la prosa del premio Cervantes; el segundo, que nos hace ver cómo el poeta, junto a las vicisitudes del diario vivir, tenía como preocupación fundamental los numerosos e inescrutables misterios que guarda la Literatura, y, en particular, la Poesía.
J. B. L.
JOAQUÍN BENITO DE LUCAS
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN
Una de las primeras preguntas que se hará el lector de poesía en general, y de la de José García Nieto en particular, es por qué hasta hoy no se había publicado una antología de la obra de este poeta. Bien es verdad que en 1951 la editorial Afrodisio Aguado dio a luz en su diminuta —por el tamaño— colección «Más Allá» dos tomitos en los que se recogían los ocho primeros libros por él publicados. También, en 1970, la colección «Arbolé», dirigida por el poeta Luis López Anglada, publicó el volumen 8 con el título Los tres poemas mayores, donde se reunían El parque pequeño, Elegía en Covaleda y La hora undécima, los dos primeros publicados conjuntamente en una edición de 1959 por la editorial Punta Europa, y el tercero, en 1963, en la colección «Palabra y Tiempo», dirigida también por Luis López Anglada. Además, en 1973 apareció la edición completa de Toledo, que acogía los libros Toledo (1945), Corpus Christi y seis sonetos (1962) y Facultad de volver (1970), más otros poemas
de La red (1955) y Geografía es amor (1961) cuyos motivos eran también toledanos. E, incluso, en 1982, Espasa-Calpe, en la colección «Austral», editó un volumen extra que contenía Tregua (1951), La red (1955) y Geografía es amor (1961).
Y, sin embargo, hasta hoy no existía una antología lo suficientemente amplia y representativa en la que se ofrecieran ejemplos que diesen una idea lo más aproximada posible de la obra de nuestro autor, compuesta por treinta libros.
En el caso de José García Nieto, quizá más que en el de otros poetas de su promoción, el conocimiento de algunos de sus libros no presupone el conocimiento de los contenidos que se encierran en los demás, no sólo por el tema, sino, también, por los procedimientos métricos empleados. O, dicho de otro modo, su obra, aunque obedece a una unitaria visión de la realidad, está sustentada en una serie de preocupaciones fundamentales que pueden manifestarse de distintos modos según como sean tratadas. Por ello se hacía necesaria, ya hace tiempo, la publicación de una antología de toda su producción poética.
Pero junto al valor intrínseco de su obra, al hablar de José García Nieto conviene tener en cuenta su importancia fundamental en el desarrollo de la poesía española durante los años inmediatamente posteriores a la guerra civil. Son los años de la publicación de sus primeros libros, los años del nacimiento del grupo de poetas denominado «Juventud Creadora», los años de la revista Garcilaso. Muy joven aún, García Nieto inicia la aventura poética junto a otros jóvenes con iguales inquietudes —Pedro de Lorenzo, Jesús Juan Garcés, Jesús Revuelta, los hermanos Prado Nogueira y Camilo José Cela, entre otros— enarbolando la bandera del «neogarcilasismo». Del mismo modo que la generación del 27 tomó a Góngora como modelo
—aunque sólo fuera en el año del tercer centenario de su muerte— y los poetas de la generación de 1936 reivindicaron la poesía de Fernando de Herrera, un nutrido grupo de poetas de la promoción que surgió inmediatamente después de la contienda nacional, encabezados por José García Nieto, tomó a Garcilaso de la Vega como guía y modelo. Este hecho, que puede considerarse como la manera de irrumpir esos jóvenes en la vida literaria, tuvo además consecuencias notables en el desarrollo posterior de la poesía de la época. Gracias a ese impulso «garcilasista», la poesía, que vivía en duermevela tras tres años de guerra, comenzó a despertar en 1940, fecha de la publicación de Víspera hacia ti, para resucitar plenamente a partir de mayo de 1943, fecha de la aparición del primer número de la revista Garcilaso. Glosando a don Antonio Machado en su «Retrato» cuando dice que cortó «las viejas rosas del huerto de Ronsard», José García Nieto fue el jardinero que cortó también las viejas rosas, pero estas del jardín de Garcilaso, para hacer con ellas una corona que sirvió como ejemplo en esos momentos en los que la lírica crecía escasa y pobre en nuestro país.
A partir de esa fecha surgen nuevas revistas de poesía —Espadaña (1944), Proel (1944), Entregas de Poesía (1944), Halcón (1945), Verbo (1946), Cántico (1947)…— que con distintas estéticas y diferente orientación, pero estimuladas por el ejemplo de Garcilaso, van a enriquecer la poesía de esos años siguiendo caminos distintos
—y algunos contrarios— a los seguidos por Garcilaso.
La poesía de esa primera época de José García Nieto, que recoge el espíritu que él mismo llevó a Garcilaso, está transida de un sentimiento de serenidad y equilibrio. El poeta, con una visión de la realidad clara y armoniosa, enmarcada dentro de un paisaje de amable belleza, canta con esperanzado optimismo un nuevo renacer del verso. Y para ello utiliza un lenguaje claro, equilibrado y convincente, y unas formas métricas heredadas de la tradición renacentista.
En lo que respecta a las formas métricas clásicas, cuánta razón tenía Juan Ramón Jiménez al escribirle, acusando recibo del envío de Sonetos por mi hija, en estos términos:
«Muchas gracias, mi querido amigo, por haberme enviado sus Sonetos por mi hija (los publicaré en la revista Universidad, para que se lean en Puerto Rico). ¡Qué hermosos son! A veces me pregunto ¿en qué nos aventajan los llamados clásicos a nosotros?, ¿en qué bellezas han ido más cerca de la belleza esos clásicos? Sonetos como estos suyos, el segundo, el cuarto, todos, ¿no son como los de Garcilaso, Lope, Góngora, Quevedo, Calderón, o mejores, más enteramente mejores…?»1
En efecto, basta acercarse a cualquiera de los muchos sonetos que forman la obra de nuestro autor en libros como Corpus Christi y seis sonetos, La red, Sonetos y revelaciones de Madrid o Piedra y cielo de Roma, por poner sólo cuatro ejemplos, para convencerse de que el juicio de Juan Ramón Jiménez no tiene nada de falso elogio ni de infundada valoración…
Pongamos un ejemplo del primero de los libros citados:
Cuántas veces, orillas de otros ríos,
aguas como estas aguas, lentamente
han dejado vagar por su corriente
los claros sueños de los ojos míos.
Por otoños e inviernos, por estíos,
por primaveras, con la vida enfrente,
alzaba hacia la luz, calladamente,
las ramas de mis árboles sombríos.
Siempre hay un agua lenta, acompasada,
que