Por el desagüe

Por Edward Hendriks

Cansada y decepcionada con la vida, Janne intenta relejarse con un buen baño. Cuarenta y un años. Viviendo en un pisito, y abandonada por su novio. El muy cabrón. Sus piernas son débiles, tiene muchos cabellos grises. Por no hablar de las arrugas en su cara. Muy mayor para tener hijos. Sería estupendo poder dar marcha atrás al reloj. Para cambiar de rumbo su vida.

A veces, más de las que imaginas, los deseos se hacen realidad… ¿ves el desagüe de la ducha, por donde el agua sale a remolinos? Concéntrate en el movimiento del agua. Déjate llevar hasta los cuartos de baño de tu pasado. Pero ten cuidado con lo que haces. Tus decisiones pueden tener consecuencias terribles.

• Idioma: Español
• Editorial: Edward Hendriks
• Fecha de lanzamiento: 17 nov 2017
• ISBN: 9781507145333

Edward Hendriks

In het dagelijks leven ben ik copywriter van beroep. Eerst in dienst van verschillende reclamebureaus, sinds een jaar of tien als freelancer. Ik was dus altijd al veel met teksten en ideeën bezig. Toch bleef de gedachte aan een ‘echt boek’ maar lokken. Geen boek in opdracht, maar iets wat ik helemaal zelf zou kunnen verzinnen.Toen ik in het voorjaar van 2009 een maand in Napels doorbracht om er de Italiaanse taal te leren, kwamen de ideeën voor een boek bovendrijven. Het zou nog tot juni 2012 duren voor de maffiathriller ‘Bloedgeld’ in de boekwinkels lag.Daarna wilde ik wel verder met schrijven. Wat volgde, was een nieuw verhaal dat zich wat dichter bij huis afspeelt. ‘Gezworen vrienden’ lag vanaf april 2014 in de boekhandel. Eind mei 2017 was het tijd voor thriller nummer drie: ‘Geen weg terug’. Begin 2019 verscheen de thrillernovelle ‘Het meisje van toen’. En eind 2019 breng ik mijn eerste jeugdthriller uit: ‘De heks van de Bergweg’.Ik sta open voor interessante samenwerkingen, interviews en andere projecten. Natuurlijk kun je me ook altijd inhuren als copywriter of ghostblogger.Ik heb drie dochters, een vrouw en een grote voorliefde voor Italië.

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1.

Con un suspiro me dejo resbalar en el agua caliente. Cojo el gel de ducha del borde de la bañera, dejo que resbale un poco de líquido frío de la botella y lo froto para calentarlo con las manos. Enjabono mis piernas con él. Mis pechos, mis axilas, mi cuello y mi cara. Respiro profundamente e intento relajarme.

Cierro el grifo para que haya más tranquilidad en el baño. Los focos del techo están a media luz. El ventilador lo he dejado apagado aposta. Me molesta muchísimo esa cosa cuando está en marcha. Joder, ¡cuánto tiempo ha pasado desde que la última vez que tuve tiempo para mí misma?

Hago un cuenco con mis manos y me echo espuma sobre las rodillas, que sobresalen del agua. Aún están un poco morenas después de las vacaciones en Tenerife. Las vacaciones en las que todo se me fue de las manos con Marcel. El cabrón. Y ahora tendrías que ver esas piernas. Un poco de colorcillo, eso sí. Pero ni eso podrá enmascarar que ya tienen cuarenta y un años, igual que el resto de mi cuerpo. Casi ni me atrevo a mirarme al espejo de lo profundas que son las arrugas de mis ojos. Y en mi cuello. Y alrededor de mi vientre; por no hablar de los innumerables cabellos grises que se han colado entre mi pelo castaño.

Aprieto una rodilla contra la otra. Ya nunca podré apretarlas contra un cuerpo de hombre. Un cuerpo joven y ágil, me refiero. No más cuerpos de sesentaytantos, por favor. Ya sé que de esos podría tener los que quisiera, pero no estoy tan desesperada. Al menos, no todavía.

Apoyo la cabeza en la toalla enrollada al borde de la bañera y suspiro de nuevo. Sí, estás aquí tirada, Janne Derks. Totalmente apropiado para ti, en este minipiso a las afueras de la ciudad. Cuarenta y un años, y este es el resultado. Sin un hombre. Sin dinero. Sin hijos, y demasiado mayor como para plantearme tenerlos. Y solamente en los momentos como este, tumbada en la bañera o bajo la ducha, es cuando siento que la sangre vuelve a fluir hacia mi cabeza. Durante años me tuvo engañada. No, Jantje, todavía no es momento para pensar en tener hijos. Tienes que darme un poco más de tiempo, muñeca. Quizás después del máster. No, es que ahora necesito tiempo para mí mismo.