Vivir sin Patria

Por Adolfo Sagastume

Con este ensayo entramos en las entrañas del diseño medieval de patria que pretende darnos nacionalidad. Es un análisis del marketing nacionalista que nos repiten todos los medios para convertirnos en robots de servicio desechables.
Las naciones defienden un nacionalismo cansado que tiene más de quinientos años de uso y lo único que ha producido son muchas generaciones de mano de obra barata que los países innovadores están utilizando para enriquecerse aún más. Los jóvenes de Latinoamérica tienen que emigrar para hacer realidad el sueño de su vida. En sus países solo se les repite que hay que morir por la tierra y la patria. Mientras que en los países del primer mundo ya están en la era tecnológica con millones de oportunidades para los más inteligentes. Es un análisis de la migración humana y los beneficios que se pueden obtener al liberarnos del modelo medieval de patria.

• Idioma: Español
• Editorial: Adolfo Sagastume
• Fecha de lanzamiento: 20 ago 2015
• ISBN: 9781310301155

Adolfo Sagastume

Construyendo Universos LiterariosCiudadano LatinoamericanoCiudadano de la República de LiberlandCiudadano de Asgardia The Space Kingdom

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Índice

Introducción

¿Será posible vivir sin Patria?

El Hipnotismo Cultural

Sadismo Institucional

Masoquismo Religioso

Líderes y Caciques Políticos

El Gobierno Musical

Falso Indigenismo

Conclusión

Introducción

La patria juega a ser padre y madre.

Dice que somos sus hijos, que nos protege, que nos cuida. Pero nos obliga a trabajar toda la vida, nos educa y alimenta mal. Si nos equivocamos nos castiga con crueldad, con sadismo, con encono y hasta con el mayor de los odios.

Cuando nos vamos lejos porque tenemos hambre o queremos un trabajo no se entera, solo si volvemos triunfantes se da cuenta de que existimos.

Observando a las naciones hemos visto que los recursos van para el beneficio de minorías selectas. El grueso de la nación no recibe nada en el transcurso de su vida; están exentos de toda ayuda o apoyo; son huérfanos nacionales.

Ante esta injusticia ciudadana nosotros queremos saber si es necesaria la dependencia a nuestra nación o sí, por el contrario, convendría más vivir sin patria.

La migración siempre ha sido un fenómeno socioeconómico que ha lastimado a todas las naciones del mundo. A lo largo de la historia vemos cómo las poblaciones migran para dónde hay más progreso y abundancia. Lo que la gente busca es, básicamente, comida, protección y, si las circunstancias lo permiten, un poco de riqueza.

Con el avance de la tecnología muchas naciones están despuntando en un ramo que la mayoría de la gente desconoce. Las fuentes de empleo se están haciendo especializadas. Ahora las naciones precisan de técnicos, programadores, expertos en robótica, cerebros capaces de crear maquinaria, aparatos y naves espaciales. Las naciones no pueden hacer uso de las fuerzas productivas migrantes si no están a la altura de su requerimiento. No se puede contratar a un cortador de cebollas para que diseñe una nave espacial.

Por otra parte, las necesidades de los estados no son las mismas necesidades de las empresas. Hay países en que las empresas son las verdaderas dueñas de la producción de un ramo específico.

Si la nación nos declara sus hijos, no es lo mismo con la empresa privada. Esta posiblemente provino de un país lejano. No tiene ninguna deuda con los ciudadanos. No tiene ningún compromiso y tampoco ninguna obligación. Si nuestros países se llenan de empresas extranjeras los ciudadanos no tenemos a quién pedirle o solicitarle ayuda.

A la larga, las naciones intercambiaron sus empresas cuyo origen puede estar en el capital privado o en los recursos presupuestales de una nación. Desde que se constituye como empresa las ganancias apuntan a un grupo privado, a esa élite que se ha robado la riqueza de las naciones.

Mientras tanto la población sufre necesidades básicas por falta de un empleo digno y bien remunerado.

Hay naciones en las que solo tiene peso e importancia si se trabaja en una empresa de clase internacional. Los que trabajan en pequeños negocios no tienen las prestaciones que marca la ley. Se les ve como de una clase inferior. No tienen la categoría de las empresas transfronterizas.

Las empresas nacionales tienen diseños torpes de operación, carecen de uniforme, no tienen publicidad, nadie las conoce. Es como que no trabajáramos en ninguna empresa. Da más fama el