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La Travesía
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Libro electrónico237 páginas3 horas

La Travesía

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Información de este libro electrónico

Sena Morgan acaba de embarcarse en la travesía de su vida: un crucero a Alaska. Pero jamás llegará a su destino. Un misterioso pulso inutiliza todos los dispositivos electrónicos, las comunicaciones y provoca un incendio a bordo. Sena queda varada en el frío Pacífico norte junto a su compañero galán Kade y al divertido tripulante Danny. Uno de los muchachos esconde un secreto y el otro la traicionará.

A medida que la comida y el agua disminuyen, se traen a bordo del barco unos extraños con un secreto mortal. La única esperanza de supervivencia para Sena es alejarse de ellos lo más posible, pero en el mar no hay ningún lugar a donde escapar. En un cruel mundo post-apocalíptico, ¿podrán Sena y sus amigos escapar antes de que todo esté perdido?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento20 mar 2015
ISBN9781507106235
La Travesía
Autor

Ellisa Barr

Ellisa Barr grew up in a small town in Idaho, even smaller than the fictitious town of Lookout Falls. In the summer, almost entirely cut off from friends and other entertainment, she became a voracious reader. When she misbehaved as a tween, her parents despaired of finding a suitable punishment, because the only thing she wanted to do was read. Finally, they resorted to grounding her from books. Her friends thought she had the best parents ever. Ellisa agrees. She lives with her husband, two children, a dog, and a cat in Southern California, where she homeschools her kids and knows just enough about prepping to prolong her agony in the event of the apocalypse.

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    La Travesía - Ellisa Barr

    LA TRAVESÍA

    LA NACIÓN SIN ENERGÍA

    ELLISA BARR

    Para mi mamá y mi hija

    CAPÍTULO UNO

    Sena miraba la carrera de los pasajeros por los lugares en la fila de embarque, como si trataran de obtener los mejores asientos en un concierto de rock completamente lleno y, a juzgar por la edad promedio de estos, uno de Neil Diamond o de Barry Manilow.

    ¿Trajiste las baterías extra para la cámara? le escuchó a una mujer de cabello blanco inquietar a su marido. Tú sabes cómo se sobrecargan por todo en el barco.

    Él le dio una palmadita en su hombro. No te preocupes, querida. Relájate y disfruta. Quiero que este sea un viaje que nunca olvidemos.

    No me puedo relajar si de verdad no nos embarcamos, dijo la mujer, mirando fijamente con enojo al grupo de la escuela de Sena.

    La clase de Sena estaba causando un retraso para el embarque de todos en el crucero a Alaska y su profesora, la señorita Friedel, le hacía gestos empáticos a un oficial de seguridad al pie de la rampa de desembarco. Como su voz era estridente y tenía una mopa de revoltosos rizos, todos la llamaban señorita Frizzle o La Frizz, a sus espaldas.

    Los inquietos estudiantes hacían tonterías, algunos de los muchachos se empujaban jovialmente. Sena vio a una muchacha que apuntó su teléfono en su dirección y que sacó una foto. Momentos después su teléfono sonó, sus compañeros la miraron de reojo y se rieron disimuladamente.

    La muchacha que había tomado la foto, Caridad Van Buren (Caridad. ¡Vaya ironía!), le había enviado un mensaje de texto la noche anterior para decirle que todos iban a usar los uniformes del colegio al embarcar como demostración del espíritu escolar.

    Sena había cometido el error socialmente fatal de creerle.

    El teléfono de Sena sonó y de mala gana lo miró para calcular el daño. Seguramente, era una imagen de ella viéndose perdida y fuera de lugar. La foto la representaba como una muchacha pequeña que la miraba fijamente, con el cabello negro largo con dos trenzas y un uniforme usado que era demasiado grande para ella. La hacía ver más joven de los quince años que tenía. El texto decía: Espero que el barco tenga un club para niñitos.

    Sena suspiró y deseó que la fila comenzara a moverse. Una vez que el crucero comience y haya diversiones más interesantes, quizás sus compañeros la dejen de molestar.

    El crucero escolar era una idea nueva que surgió como una alternativa al campamento de verano. Normalmente no se les permitiría a los jóvenes ir a un crucero sin sus padres, sin embargo, la directora estaba casada con uno de los miembros de la junta directiva de la compañía de cruceros, así que accedieron a darles la oportunidad a cambio de que asistiera un número suficientemente alto de profesores por estudiante.

    Aunque el costo era exorbitante, para la mayoría de las familias con estudiantes en la escuela preparatoria más elitista del norte de Seattle, el precio del pasaje no ameritaba pensárselo dos veces. La familia adoptiva de Sena no era de una clase acomodada, pero su padre adoptivo trabajaba para la escuela y había utilizado sus influencias para hacer que su beca parcial pagara su pasaje.

    Estaba encantada de que su padre hubiera hecho tal esfuerzo por ella, hasta que descubrió que mientras estuviera fuera (dejándolos en paz fueron las palabras exactas), sus padres adoptivos iban a llevar a sus verdaderos hijos a Disneylandia por una semana.

    Sena sintió un empujoncito en su hombro, al voltearse vio a Kade McGuire. Era alto y atlético con unos penetrantes ojos azules bajo sus oscuras cejas y sus labios carnosos que podían dibujar la más cautivadora de las sonrisas. Sena se sonrojó y Kade apuntó hacia adelante. La fila estaba avanzando y ella la estaba deteniendo.

    Oh, cierto, perdón, dijo y se apresuró en avanzar. ¿Por qué siempre se comportaba como un conejo asustado cerca de él?

    Un miembro de la tripulación le solicitó ver su identificación y tras darle un vistazo dijo: bienvenida a bordo, Si-na.

    Es Sena, rima con henna, murmuró bajito mientras le entregaban un envase de alcohol en gel y un mapa del barco.

    Una vez que finalmente estuvieron a bordo, los estudiantes y acompañantes fueron dirigidos por otro miembro de la tripulación a la sección de cabinas reservadas para la escuela. Antes de irse, anunció que todos tenían tiempo para guardar sus equipajes de mano y que luego asistirían a una rutina de seguridad de emergencia en su puesto de reunión.

    Sena se quedó atrás, cerca del final del grupo de estudiantes. Se asignaron de cuatro por habitación y Sena decidió dejar a las otras muchachas que eligieran sus literas primero y tomar la que fuera que sobrara.

    Cuando llegó a su habitación asignada se aproximó con vacilación, insegura de ser bienvenida. Las otras muchachas estaban demasiado ocupadas quejándose para notar su presencia.

    ¿Puedes creer este lugar? El armario de mi habitación es más grande que este.

    ¿Ustedes ven otros enchufes aparte de este? ¿Cómo se supone que vamos a cargar los teléfonos o arreglarnos el cabello?

    Mi mama se va a volver loca. Le prometieron que tendría una ventana.

    Sena dio un vistazo dentro y por primera vez estuvo de acuerdo con sus compañeras. La habitación era minúscula. Había dos literas y un pequeño baño con un único lavamanos y un espejo. El armario era más bien una estantería. No había tina, escotilla, ni siquiera una segunda mesa de noche. Se deslizó dentro y escaló a una litera de arriba.

    Dormiré aquí arriba, le ofreció la de abajo a Caridad, y puedes tener todo el espacio bajo la cama para tu equipaje.

    Caridad hizo un sonido como un gruñido que Sena interpretó como una aprobación, mientras sus compañeras discutían sobre quién tendría el espacio bajo la litera en el otro lado de la habitación.

    Sena miró alrededor de su pequeño espacio en el barco. No había estantes ni muebles en los que guardar su mochila. La pared lisa era uniforme. Ni siquiera había un lugar para poner sus anteojos cuando se fuera a dormir.

    ¿Alguna vio si nuestro punto de reunión estaba en el trayecto hacia acá? preguntó Sena, mirando sobre el mapa del barco y la ruta de evacuación.

    ¿Punto de nación? Preguntó Jessica, empujando su equipaje bajo la estrecha cama, evidentemente la ganadora de la discusión sobre la cama.

    Punto de reunión. Es donde nos juntamos en caso de emergencia.

    Jessica encogió uno de sus hombros, claramente sin interés.

    Caridad se arregló el maquillaje en el pequeño espejo que estaba arriba de la única mesa de noche. ¿Qué tipo de emergencia podría haber? Sabes, no es el Titanic.

    Sena metió la tarjeta de seguridad en su mochila. Voy a dar una vuelta. Las veo en la presentación de seguridad.

    No si puedo evitarlo, dijo Jessica. Abu-rri-do.

    , coincidió Caridad, mis papas me hicieron ir a una el verano pasado en Europa. Tienes que ponerte un chaleco salvavidas que probablemente usó algún viejo peludo en el último crucero.

    Qué asco, dijo Paris. No cuenten conmigo.

    Oigan esperen, dijo Caridad, dándole toda la atención a Sena. Puedes firmar por nosotras. ¿Por favor? Te guardaremos una silla en la piscina.

    La sonrisa de Caridad era cálida y amistosa y por un momento Sena casi creyó que esa era su verdadera intención.

    Creo que podría, pero de verdad deberían ir. ¿Qué pasa si hay una prueba después o algo así?

    Lo que sea, dijo Caridad, dándose vuelta para ponerse lápiz labial. Sólo se buena y hazlo, ¿sí?

    Bueno, Sena accedió con voz suave, cerrando la puerta despacio tras ella.

    El barco se estaba retirando del muelle y Sena encontró una banca desde donde pudo observar el puerto de Seattle desvanecerse. Pensaba en su familia adoptiva, los Clark. Probablemente estaban yendo de un lugar a otro, tratando de terminar de empacar para su viaje al sur de California. Aunque siempre había querido ir a Disneylandia, Alaska también era muy genial. Al menos no la habían dejado con la vecina y su familia de hijos pequeños hiperactivos.

    Una voz de hombre interrumpió sus pensamientos. Es una bonita vista, ¿no? Un joven que vestía un uniforme de la tripulación se sentó al lado de ella en la banca. ¿No te importa o sí?

    Sena movió la cabeza dándole a entender que no le molestaba y se ajustó sus anteojos.

    Señaló, Realmente se supone que no debería estar aquí. Estoy al servicio de mi deber. Lo dijo con una pequeña risa. Lo juro, no puedo decirlo en serio. ¿Sabes con qué frecuencia usan la palabra deber en un barco? Usan: deberes en tierra, al servicio del deber, fuera del deber.

    Sin deberes, agregó Sena con una sonrisa, gustándole instantáneamente al joven cuya chapa identificadora decía Danny.

    Su sonrisa correspondió la de ella. Esa es buena. De todas formas, estoy en abandono de mi servicio, así que podría darle una última mirada a Seattle. ¿No me delatarás, cierto?

    ¿Última mirada? Volveremos en una semana.

    Ustedes volverán, pero yo me quedo en Alaska.

    ¿Oh, en serio? ¿Para siempre? Sena pensó en cómo sería dejar todo atrás y comenzar todo nuevamente de la nada. Sonaba como un sueño.

    No lo sé. Quizás. Voy a intentar conseguir trabajo en los criaderos de peces por el resto del verano. Podría quedarme si me gusta.

    Analizó el área y luego miró nuevamente a Sena. No le he dicho a mi jefe que voy a abandonar la nave. Aunque dudo que se sorprenda. Siempre me dicen que no voy a aguantar el viaje porque soy un estadounidense consentido. ¿Te habías dado cuenta de que la mayoría de la tripulación está conformada por extranjeros?

    Sena negó con su cabeza.

    Es verdad. Trabajan por mucho menos que nosotros y trabajan bastante más duro. No creerías las horas que me pusieron. Dos semanas de corrido sin un día de descanso y solo seis horas y algo para dormir. Están locos.

    Dicen que tienes que estar loco también como para trabajar en un criadero de peces. El comentario de Sena los sorprendió a ambos, acto seguido se sonrojó.

    El marinero se rio. Me atrapaste ahí. Acto seguido se paró de un salto pues otro miembro de la tripulación se les acercó.

    ¿No la estaba molestando Danny, señorita?

    Oh no, para nada, dijo Sena, pensando rápidamente. La verdad, me estaba sintiendo un poco mareada y él me ayudó a encontrar un lugar para sentarme y se ofreció a quedarse conmigo hasta que me sintiera mejor.

    ¿Es eso así? El tripulante de más edad, los observó pasando de Sena a Danny. Danny le había estado moviendo sus cejas a ella, antes de que el tripulante llegara hasta él con su mirada y entonces se quedó quieto en medio del movimiento.

    Me siento un poco mejor ahora, dijo Sena, poniéndose de pie, tratando de no sonreír.

    "Y yo tengo deberes que atender", dijo Danny con una mirada feliz.

    Sena se aguantó la risa.

    Quizás la vea más tarde, dijo, dándose la vuelta para despedirse a medida que se alejaba por el pasillo.

    Sena se despidió también, incapaz de pensar en una respuesta hasta después de que giró en una esquina y desapareció de su vista.

    Quince minutos después una voz que salía de los altoparlantes del barco anunció que era hora de la presentación de seguridad obligatoria. Sena miró a su alrededor cuando llegó al lugar de reunión y no se sorprendió al ver que sus compañeras de camarote no estaban ahí.

    La reunión le recordó el tutorial del cinturón de seguridad dado al principio de los vuelos, sólo que esta se concentraba en chalecos salvavidas y botes salvavidas. Después, todos los asistentes tenían que registrar sus credenciales de acceso con sus habitaciones y Sena se vio en un problema.

    El miembro del personal a cargo del procedimiento estaba muy atento, asegurándose de que el procedimiento se cumpliera. Lo siento, señorita, solo puede registrarse usted misma.

    Mis amigas estaban aquí recién, pero tuvieron que irse antes de que pudieran mostrarle sus credenciales. Aunque Sena detestaba tener que mentir por Caridad y sus amigas, tampoco quería tener que hacerles problemas.

    Bien, dijo con forzada alegría el miembro del personal, pueden registrarse cuando vuelvan o enviaremos a alguien a su habitación para encontrarlas.

    Sena se fue, sintiéndose triste, ya que, no solo había mentido, sino que había sido en vano. Sabía que debió haber mantenido su postura ante Caridad en primer lugar y decirle que no lo haría, pero Sena evitaba los conflictos cada vez que podía. Aunque no le importaba si a Caridad le caía bien, no quería hacerla enojar.

    Sena decidió cenar en la cubierta Lido. En ese lugar había un buffet abierto, así que la cantidad y variedad de la comida era casi abrumadora.

    A medida que se acercaba a la mesa de buffet, tuvo el recuerdo de otro buffet: un buffet de desayuno de un hotel cuando tenía once años.

    Se coló por la puerta lateral del hotel cuando un huésped salió, ahí siguió su olfato hasta el salón de desayuno. Frente a ella estaba el sueño de un niño hambriento, pero no se detuvo para admirarlo. Esa no fue la primera vez que Sena había buscado comida en un buffet de un hotel y sabía lo que quería. Amontonó en un plato fruta, pan, paquetes de mantequilla de maní y mermelada, también un par de recipientes de yogur. Casi cualquier cosa que creía que sobreviviría estando en sus bolsillos todo el día. También tomó un panecillo de moras envasado para su mamá. Esos eran sus favoritos.

    Cuando se dio la vuelta para irse del buffet sintió una mano en su brazo. No tan rápido, señorita. Voy a necesitar ver su credencial de habitación.

    Sena miró hacia arriba y vio a un hombre grande que usaba una credencial que decía: Mark – Seguridad del hotel.

    Estaba en grandes problemas.

    Seguro, dijo, tratando de estar tranquila a pesar del chillido en su voz. No sabía lo que le hacían a los ladrones. Si la metían a la cárcel no creía que alguien fuera a sacarla.

    Sena hizo el ademán de revisar sus bolsillos para encontrar una credencial de acceso inexistente, mientras el guardia observaba con obvia impaciencia. Otras personas en el salón de desayuno se estaban dando cuenta y su corazón comenzó a agitarse en su pecho como un ave asustada.

    Creo que va a decirme que ¿se le quedó en su habitación?

    Sena asintió, sin mirar al guardia de seguridad.

    ¿Cuál habitación sería?

    Su voz salió como un susurro, No me acuerdo.

    Escucha, niña, no quiero verte aquí de nuevo y voy a darles tu descripción a los otros hoteles en la zona. Desayuna a costillas de alguien más.

    Él estiró una mano para recibir su plato. Sena miró con nostalgia su comida, tras esto puso el plato en la mano del guardia con sus dedos temblorosos.

    Un toque en su brazo la trajo de vuelta al presente y Sena hizo un aullido de sorpresa. Estuvo tan atrapada en el recuerdo que no había notado lo que estaba sucediendo a su alrededor. Kade la quedó mirando con una sonrisa perpleja en su cara. ¿Deteniendo la fila de nuevo, Sena?

    Sena estaba muy inquieta por el triste recuerdo y tan desconcertada por el hecho de que él supiera su nombre que se quedó completamente sin palabras.

    Kade sacudió su cabeza y dio un paso al lado de ella. Sena lo siguió codo a codo, batallando para sacar la voz. Kade apiló la comida tan alto en su plato que estaba asustada de que todo se le viniera abajo. No sabía cuál era la mitad de cada cosa.

    ¿Te ha gustado el crucero hasta ahora? Sena deseó que pudieran haber regresado las palabras tan pronto como salieron de su boca. Qué pregunta más estúpida. Se escuchó como si tuviera nueve años.

    Claro, respondió fácilmente Kade. ¿Por qué no me iba a gustar? No puedo esperar para ver algunos icebergs. ¿Qué tan genial será? Bañarme en un jacuzzi y ver los icebergs flotando.

    Una voz de mujer llamó a Kade por su nombre y se volteó para ver una mesa donde algunos de los demás muchachos de su escuela preparatoria estaban sentados.

    Kade, ven, te guardamos un asiento.

    Escucha, tengo que correr, le dijo a Sena. Te veo luego.

    Sena se sentó aparte de los demás muchachos en la cena, escuchando sus risas y deseando saber cómo encajar. Cada vez que lo intentaba, algo de su pasado se escapaba y las cosas se ponían incómodas. Tanto como si quisiera tener algunos amigos o incluso un amigo, siempre era demasiado complicado. Era más fácil seguir las reglas, hacer lo que la gente le decía e intentar no atraer mucho la atención hacia sí misma.

    Después de la cena, se reportó bien con la señorita Friedel antes del toque de queda y luego se fue a su camarote a pasar la noche. Movió sus ojos hacia arriba cuando descubrió que el personal del crucero había dejado tres enormes maletas. Se preguntó

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