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El Arcángel Pegaso: La piedra del fin
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El Arcángel Pegaso: La piedra del fin
Libro electrónico269 páginas4 horas

El Arcángel Pegaso: La piedra del fin

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Una aventura donde los épicos ángeles de una poderosa civilización son los protagonistas de la siempre existente guerra entre el bien y el mal. La luz ha de redimirse y los sueños de un joven ángel entrarán el conflicto con su destino.
Místicos secretos y aterradoras criaturas aguardan en esta épica historia.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento12 feb 2013
ISBN9789801266105
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    El Arcángel Pegaso - Pedro Pérez

    Capítulo 1: Presentando al príncipe.

    Más allá de las nubes, invisible para los humanos tanto en el día como en la noche, protegida por un manto mágico existe una ciudadela que viaja por el firmamento; majestuosa, celestial y pacífica como ninguna, la tierra de Arcadia. Un pueblo cuya arquitectura asemejaba la romana, sus pilares rodeados por el oro más puro, las calles de mármol pulido lindadas por verdes jardines cuidados diariamente de los cuales el rocío nunca desaparecía. La espuma que saltaba de las fuentes por el chocar del agua se confundía con la blancura de las nubes, sobrepasando los conceptos de cualquier manantial terrenal. La parte más importante de la ciudad era la plaza situada en el centro de la misma; no por las flores azules que crecían en ella; aunque parecen talladas en vidrio; no se comparaban con la enorme gema de color rojo carmesí que flotaba delicadamente en el centro de dicha plaza.

    Tal utopía jamás fue vista por ojos humanos, esta paradisíaca nación era el hogar de los arcanianos. Seres puros, correctos, honorables y poderosos; mejor conocidos como ángeles entre los mortales. Estos existían en el universo antes de que el sol comenzara a arder, decidieron apartarse del mundo de abajo construyendo Arcadia para así vivir lejos de los humanos y sus conflictos, puesto que ellos tenían un reto mayor que enfrentar. Ya que los arcanianos fueron creados en el núcleo de la luz para luchar contra la más grande manifestación de la oscuridad, El clan de la sangre negra.

    Según su ley, cada década las familias arcanianas preparaban a un miembro para representarles en su ejército; la academia real arcaniana. Llamado así debido a que la mayoría de los integrantes del mismo no sobrepasaban los 20 años, esto se debía a que se creía que entre los 15 y 20 años un arcaniano alcanzaba las capacidades óptimas para entrenarse en las diversas y crudas artes del combate. Todo núcleo familiar estaba en la obligación de cumplir tal mandato; la única excepción era la sangre real, la estirpe Pegaso, los fundadores de Arcadia.

    Para entonces, el rey era Exilon Pegaso; un arcángel de alas rojas como fuego, piel clara, pelo corto de color negro brillante, quién a pesar de tener más de los años que su rostro aparentaba; jamás una cana había brotado en su pelo. Sus ojos de tono gris azulado; casi plateado. Un estrato muy raro inclusive entre los ángeles de sangre más pura.

    Su esposa, la reina de Arcadia; llevaba por nombre Rasiel Mercurius: una serafina muy hermosa, con el cabello liso y tan rubio que parecía hilo dorado. Ver sus ojos y observar al bosque resultaba igual debido al vivo verde que estos irradiaban. Su piel tenía tono claro y suave como la arena del lecho marino y cuando hablaba parecía cantar por su suave y melodiosa voz. Al igual que su esposo; ella poseía alas, pero como la mayoría de los arcanianos con tales extremidades estas permanecían ocultas mágicamente en su espalda, pero listas para desplegarse ante cualquier emergencia. Exilon tampoco las tenía extendidas todo el tiempo, pero era más frecuente verlo con las alas abiertas que a su esposa puesto que, el color rojo de estas era un símbolo marcial y una marca de autoridad.

    La pareja tenía tres hijos: Galaxy, la hija menor, heredó casi todo el aspecto físico de su madre, a excepción de los ojos y la forma del peinado. Este era ondulado y largo, esparciéndose a nivel del cuello como una hermosa y dorada cortina. Sus ojos eran grandes, redondeados y azules. Curiosamente se podía observar la majestuosidad del planeta tierra al mirarle por tan solo un par de segundos, pues cada maravilla del mundo se reflejaba en su cuerpo. Nexus; el hermano del medio, tenía la piel pálida, el cabello ligeramente largo y un poco alborotado, de color negro y brillante como su padre, con los ojos azules también como los de su hermana. Finalmente; el hermano mayor; Millenium. De pelo rubio que bajaba por los lados hasta la cien, con algunos mechones más cortos dispersos por la frente, de una estatura que superaba levemente la usual a su edad, con la piel de su madre y los mismos ojos prodigiosos de su padre. Ninguno de ellos poseía alas desarrolladas al igual que muchos jóvenes arcanianos debido a la falta de experiencia.

    Para proteger a los hijos de la pareja real de cualquier amenaza, en su infancia temprana fueron aislados de todo el pueblo hasta cumplir cierta edad. Aunque Millenium había cumplido dicha edad; 16 años, sus padres decidieron dejar pasar dos años más para presentar al futuro rey de Arcadia junto con sus dos hermanos menores.

    El día de la presentación, toda Arcadia estaba concentrada al frente del palacio de la familia Pegaso a la espera de los pocos minutos antes de que el sol iluminara la plataforma y anunciara la nueva mañana. Había un enorme telón dorado desplegado en frente de la entrada principal. Todos aguardaban la presentación del futuro soberano, incluso su propia familia estaba esperando por él, ya que se encontraba retrasado.

    Normalmente en eventos especiales; los varones de la familia real vestían un traje de mangas largas y color azul oscuro, guantes de cuero marrón al igual que las botas, los pantalones largos, anchos y de color blanco, acompañado de una larga capa azul. Las mujeres; guantes de seda y vestidos completos con faldas largas y ostentosas de colores pasteles cuyas mangas se abrían con la gracia de una orquídea y formaban pétalos ondulados que regresaban a las muñecas sin tocarlas. Los pistilos se entrelazaban con el guante haciendo que pareciera una sola pieza al llegar al inicio de los dedos. El pecho del vestido tenía la forma de un pétalo de rosa, grueso en la parte superior y desgastando su ancho conforme bajaba a la cintura hasta plegarse al final de esta, con formas de flores de loto en las abultadas hombreras.

    Según estaba planeado toda la familia se mostraría ante los arcanianos apenas el sol resplandeciera sobre Arcadia. Exilon, Rasiel, Nexus y Galaxy aguardaban el llegar de tan anhelado momento con los nervios a flote. La reina sostenía una corona de oro en sus manos con la cual coronaría a su hijo mayor, jugueteaba de forma preocupada con esta al ver que él no llegaba. De repente, un soldado que estaba del lado de afuera del telón lo atravesó para hablar con el rey.

    -General…-

    Dijo a su majestad mientras le saludaba de forma marcial.

    -En 10 minutos el alba arribará, el comité quiere asegurarse de que estén listos.-

    Añadió de forma respetuosa.

    Exilon; que no había quitado la vista de su reloj de bolsillo hasta entonces, tomó aire para disimular su molestia ante la demora de Millenium y elevando la vista al soldado respondió.

    -Gracias soldado… dígale al comité que estamos preparados.-

    Luego volvió a ver su enigmático artefacto. Un peculiar reloj hecho de jade, con las manecillas de cobre al igual que los engranajes, con números romanos tallados sobre el jade y rellenos de oro.

    El soldado golpeó el suelo con su talón izquierdo. Tal movimiento era la señal de saludo de los soldados de Arcadia. Finalmente se retiró. Rasiel; que seguía inspeccionando la corona con sus manos en desesperación y preocupación preguntó para sí en voz alta.

    -¿Qué habrá pasado con Millenium? Ya casi es hora.-

    -Es un príncipe no una doncella.-

    Dijo Exilon en respuesta.

    -¿Qué acaso se está polveando la nariz?-

    Agregó sarcásticamente con ganas de subir la voz por la falta de respeto por parte de su hijo.

    -¡Disculpen la tardanza!-

    Se escuchó detrás del podio donde estaban. La voz era acompañada por pasos apresurados que cada vez se escuchaban más cerca.

    -¿Millenium?-

    Preguntó Nexus volteando la mirada y parte del torso hacia atrás.

    -¡Hermano!-

    Exclamó con tono exaltado Galaxy al reconocer la voz de su hermano mayor. Exilon finalmente guardó su reloj al escuchar a su primogénito venir, se volteó hacia el origen de los pasos con la mano en el bolsillo donde había puesto el objeto aun sosteniéndolo y dijo con tono acelerado al saber que el tiempo de la presentación estaba cada vez más cerca.

    -Ya era hora ¿tienes idea de lo mucho que…?-

    El rey arcaniano quedó atónito y no pudo completar la pregunta al ver que después de atravesar la parte trasera del telón, se apreciaba que su hijo mayor vestía una armadura de soldado arcaniano como el que había entrado hace poco y los que estaban apostados a los costados del telón haciendo de guardias.

    -¿Qué…qué haces con esa armadura?-

    Preguntó entre tartamudeos mientras lo veía de forma despectiva y exagerada de arriba a abajo varias veces. Millenium sonrió con calma mientras se colocaba el casco y respondía con paciencia.

    -Vamos padre, no es para tanto, ¿tan mal me veo?-

    Al oír esto Galaxy y Nexus se vieron entre sí solo rotando los ojos, soltando una pequeña y disimulada carcajada que fue interrumpida por su madre, estaba algo apenada con Exilon quien detestaba ser contradicho.

    -Hijo, hoy es el día en el que los presentaremos ante toda Arcadia, ¿quieres que conozcan al nuevo príncipe vestido así?-

    Preguntó Rasiel intentando hacer entrar en razón a su hijo. Pero este estiró los brazos por sobre su cuello mientras respondía.

    -No me tienen que presentar, no quiero ser príncipe.-

    Otra corta carcajada se escapó de sus hermanos menores a diferencia de la reacción del rey, quien enojado frunció el ceño; sacó la mano del bolsillo dejando el reloj dentro y le reclamó a Millenium diciendo.

    -¡¿Qué no quieres ser príncipe?! ¡¿Qué te has creído para tomar esa decisión tan a la ligera?! ¡¿Qué pasará entonces con esta ceremonia de coronación?!-

    Pero el joven arcaniano no cambió su tono de voz, solo bajó la visera del casco para ocultar su rostro mientras que con la otra mano apuntó a su hermano para decir.

    -Coronen a Nexus en mi lugar. Él está vestido adecuadamente.-

    Sonriendo al terminar de decir esto. Nexus alzó una ceja algo perplejo pero sin decir nada y Exilon replicó aún más enfadado.

    -¡No es tan simple como ceder caprichosamente tu obligación y destino!-

    -¿Mi destino?-

    Preguntó Millenium retóricamente al mismo tiempo que el soldado abrió una parte del telón para decir.

    -El alba está comenzando.-

    Ninguno de los dos le escuchó, estaban muy ocupados discutiendo.

    Súbitamente el telón comenzó a levantarse, el hermano mayor se puso firme en donde estaba cual todo soldado y Exilon se volteó rápidamente hacia el público antes de que alguien se percatase de la discusión. Todos los arcanianos estaban en silencio al ver que la familia real estaba inmóvil. El monarca giró la vista lo más disimuladamente que pudo hacia su primogénito y susurró entre dientes.

    -…Millenium…-

    A lo que él respondió de la misma manera.

    -…Nexus…-

    El silencio continuó por casi un minuto más, de repente Nexus comenzó a caminar hacia el centro del podio. Todos los ojos se posaron en él, al ver esto; Rasiel sabía que ya no había vuelta atrás, consumió entonces su angustia mientras avanzaba hasta detenerse detrás de su asustado hijo, alzó las manos al aire sosteniendo la corona sobre su cabeza y dijo con voz prominente.

    -¡Súbditos de Arcadia, ante ustedes el príncipe y futuro rey de nuestra próspera tierra!-

    Guardó silencio por un momento notando que el pueblo también permanecía callado y atento a las palabras de su reina, tomó aire una segunda vez, cerró los ojos por dos largos segundos y luego exclamó con decisión mientras los volvía a abrir.

    -¡Nexus, Pegaso Mercurius!-

    Una vez dicho esto los arcanianos rompieron el silencio al comenzar a aplaudir mientras ella posaba la corona en la cabeza de su hijo; quien tenía la garganta congelada ante tanta inseguridad, sorpresa y miedo. Mientras tanto; su hermano mayor aplaudía sonriente desde atrás, había conseguido rechazar su destino. Galaxy abrazaba al recién coronado príncipe al igual que su madre. Por otra parte Exilon; que no quiso voltear para ver la expresión en el rostro de Millenium, solo se quedó aplaudiendo, conteniendo toda su rabia al haber sido contrariado en tal asunto.

    Al término de la ceremonia; Millenium entró en el palacio con una sonrisa en el rostro seguido por su padre, que tras cerrar la puerta tras él comenzó a reprocharle.

    -¡¿Qué ha sido todo eso?! ¡Le diste la espalda a Arcadia, a tu familia y a tu destino!-

    El joven arcaniano se volteó súbitamente a encarar a Exilon mientras dejaba de sonreír y le dijo algo alterado.

    -¡Destino, destino, destino!-

    Se permitió una pausa para calmarse y continuó.

    -No soy un actor padre, tampoco un peón en tu tan planeado juego de ajedrez.-

    Este; exaltado por su insolencia respondió.

    -¡Yo sé lo que eres, eres un cobarde! Que deja de lado su responsabilidad por…-

    Observó varias partes del rostro de su hijo de forma agitada dejando de hablar por no conocer sus motivos, luego subió la vista de nuevo y preguntó arrojando sus manos hacia abajo.

    -¡¿Por qué?!-

    Millenium se quitó el casco y lo sostuvo bajo su brazo derecho haciendo mirada fija y sin titubeo al rey.

    -No por qué. Sino por quién.-

    Respondió mientras que con la mano izquierda apuntaba hacia afuera del palacio por una ventana, señalando a los pocos habitantes que no se habían retirado aún.

    -No quiero ser solo un representante de la fuerza de Arcadia, ni vociferar logros de los que murieron en batalla como míos o en mi nombre.-

    Dejó de apuntar hacia afuera al igual que apartaba la mirada del rostro de Exilon.

    -Quiero luchar de verdad, no ser visto como un héroe antes de serlo.-

    Le devolvió la mirada a su padre y agregó.

    -Quiero entrar en la academia.-

    Concluyó y se dio la vuelta mostrándole la espalda.

    El rey quedó atónito al conocer el inconcebible deseo de Millenium.

    -Eres más imprudente e ingenuo de lo que pensaba, te saliste con la tuya. Pero solo hasta este punto-

    Observó su reloj al sacarlo del bolsillo y agregó.

    -Pero respecto a dejar que entres en la academia,  no lo permitiré. Ahí no te filtrarás sobre mi autoridad-

    Y dicho esto; regresó al frente del palacio sin agregar nada más, cerrando de nuevo la puerta tras él con cierta fuerza y enfado.

    El joven arcaniano bajó la mirada al suelo, observó su reflejo en las brillantes baldosas de color ocre mientras analizaba la situación. Exilon no solo era el rey de Arcadia, sino que también el general de los ejércitos arcanianos. Si él no deseaba que alguien calificase en el ejército; sería imposible para esa persona entrar.

    Detallaba con anhelo su aspecto con la armadura reflejada en el suelo y entrecerraba sus ojos en desilusión, repentinamente elevó el rostro al percatarse de un ruido entre una de las columnas de la sala.

    -¿Qué tanto escuchaste Galaxy?-

    Preguntó con la vista en la columna al tener seguridad de que su hermana estaba escondida detrás de ese pilar ubicado cerca de su habitación.

    La princesa suspiró y se fue alejando poco a poco de la columna en la que estaba escondida, tenía las manos juntas por pena y miedo, parecía temblar a medida que se acercaba a su hermano con la mirada perdida en el suelo.

    -He… hermano.-

    Tartamudeó con inseguridad y añadió.

    -Lo siento, pero las discusiones entre tú y papá me asustan mucho, tú lo sabes.-

    Sus ojos se humedecieron cuando estaba ya cerca de Millenium diciendo.

    -No quiero que peleen.-

    Él pudo notar por la temblorosa voz de su hermana el temor y la preocupación que sentía, dichos gestos expresaban más sus sentimientos, superando el concepto que exponían sus propias palabras. Así resultaba ser Galaxy, incapaz de mentir; pues sus gestos corporales la delataban todo el tiempo.

    El joven subió el rostro de la princesa delicadamente al tomarla de su barbilla con su dedo índice, le mostró una sonrisa y le dijo para calmar su semblante.

    -Relájate Galaxy. Nuestro padre y yo discutimos cuando no estamos de acuerdo, pero nunca pasaremos más allá de eso.-

    Soltó entonces su mentón con cuidado y agregó.

    -Luces hermosa, ¿te maquillaste tú sola?-

    Dijo apretándole una mejilla con dulzura haciéndole saber a su hermana que  había notado lo sencillo pero hermoso que lucía su maquillaje, un suave rosado que cubría sus redondeadas mejillas, el cual lució durante toda la ceremonia. La joven princesa sonrió soltándose las manos al perder los sentimientos negativos que la acosaban. Ella tenía mucha tendencia por evitar los problemas buscando distracción en cualquier otro detalle por insignificante que fuese, siempre y cuando la desconectaran de cualquier contexto oscuro del momento. En varias oportunidades; Millenium solía sacar ventaja de ello para reconfortarla al cambiarle el tema por cualquier anécdota o detalle que pudiera notar, era eso una de las cosas que infundían tanto cariño hacia él de parte de su hermana. La capacidad de sacarle una sonrisa en el peor de los acontecimientos.

    Galaxy lo abrazó con fuerza y confianza. A pesar de la fría armadura que él  tenía puesta, ella podía disfrutar el cálido abrazo que su hermano no dudó en responder. Millenium nunca evadía la realidad, pero odiaba inmiscuir a alguien en sus problemas; mucho menos a su hermana menor, pues para él; ella resultaba un ser demasiado frágil para sufrir sin merecerlo. Por tal razón solo la abrazó guardando su predicamento para sí y disfrutando de la tranquilidad que ahora su hermana tenía.

    Arribó el atardecer y el joven  arcaniano se encontraba en el jardín trasero del castillo. Un jardín grande y hermoso. Tan majestuoso como era el resto de Arcadia y sus calles, todo el terreno estaba cubierto por un verde césped, en vez de baldosas había piedras de río achatadas y puestas en fila para formar un camino al lago de poca profundidad que se encontraba en el medio del utópico jardín.

    Miraba en el lago su reflejo distorsionado por el batir de las aletas de los peces que ahí habitaban, tal como una proyección de sus sueños desapareciendo. Ese hecho era inaceptable para alguien tan luchador como Millenium; quién avergonzado de su reflejo arrojó el casco al poco profundo lago ahuyentando a los peces con el salpicón que levantó el trozo de metal al entrar en contacto con el agua, este quedó incrustado en el fondo pero aún sobresalía una pequeña parte en la superficie. Una gota de agua que quedó en dicha parte del casco se deslizaba de regreso al lago, comparable con una lágrima rodando por la mejilla de alguien; se combinaba con las palabras del rey resonando en su memoria para tentar al joven arcaniano al llanto. Pero antes de que este se entregara a llorar; su hermano Nexus llegó.

    -Algún guardia estará bien confundido al no encontrar su armadura.-

    Dijo con un tono de voz entre serio y burlón mientras se paraba al

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