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Libro electrónico105 páginas35 minutos

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Poeta argentino que hurga en las profundidades de la existencia humana a través del poema, no solamente como un hecho estético sino como un vehículo liberador de una filosófica búsqueda de sentido. Así como otras experiencias activas del Hombre tratan de alcanzar la verdad o al menos una parte de ella, la poesía de este autor se atreve hacia las últimas regiones de la condición humana desde lo intelectual y lo afectivo, desde lo racional y lo emocional.

IdiomaEspañol
EditorialEmooby
Fecha de lanzamiento30 mar 2011
ISBN9789897140082
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Autor

Victor Eligio Giménez

VICTOR ELIGIO GIMÉNEZ, escritor argentino, 47 años. Ha publicado en diversas antologías y ha sido premiado en diferentes concursos nacionales. A nivel local publicó en varias ediciones del libro Mojón “A”, de la Sociedad Argentina de Escritores, Filial Misiones. Esta entidad además lo distinguió con el primer premio del concurso provincial “Homenaje a Alberto Szretter” por el poema “Estigma”, emplazado actualmente en el Rincón de los Poetas del Paseo Bosetti de la ciudad de Posadas, provincia de Misiones, de la que es oriundo el autor y donde además ejerce su profesión de Licenciado en Psicología.

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    Existencia - Victor Eligio Giménez

    ESTIGMA

    Como es poeta promueve palabras,

    se sube a los puentes de la letanía,

    con mucha frecuencia no compra ni vende

    y habla con los duendes de algunas esquinas.

    Como es poeta se aferra a ilusiones,

    saborea vivencias, contempla, ansía;

    bebe los crepúsculos y las altas noches,

    convoca nostalgias, ensueña la vida.

    Como es poeta indaga en el alma,

    percibe en un árbol, lee poesía;

    y le dan envidia las aves volando

    y quienes no sufren ante una partida.

    CAMILO PUBERTAD

    Un día de éstos, no cualquiera,

    arderán a mansalva tus hormonas

    y será baladí toda la espera

    que hubiste consumido hasta esa hora.

    Te verás ataviado de repente

    de una exuberancia indetenible,

    con fuerzas para ser independiente,

    con el ansiado derecho de ser libre.

    Alado asumirás algunos riesgos,

    omnisciente y biológico tribuno,

    y tras ese primer impacto y pliego

    tendrás un tembladal en tu terruño.

    E irás burilando en interiores

    la muerte neblinosa de tu infancia,

    ensueños y magia de sabores

    se irán marcando un paso de nostalgia.

    Y nada será igual. Lo que al principio

    tan sólo parecía un crecimiento

    te exhibirá de pronto un precipicio

    y mirarás atrás por el regreso.

    Apasionante y cruda paradoja,

    bajorrelieve de ágoras y claustros.

    La vida, compañero, te convoca

    a sus lotes de savias y de infaustos.

    Entrégome a la idea de ese cambio

    so pena de perderte como niño.

    Tendré que reubicarme en tus espacios

    y reubicarte a vos entre los míos.

    Te vas pero venís. Estás marchando,

    quisiera mejorarte los abrigos;

    que cuando el tiempo cale con sus cantos

    ya no podré salvarte, buen Camilo.

    AUTORRETRATO

    Yo, cual si Narciso reprimido

    ubicado en el sur de los poetas,

    ahora, completados los cuarenta,

    padezco en el espejo lo distinto.

    Un rasgo novedoso y directriz

    que obsérvome de pronto y con espanto

    es ese marcado rictus, como de asco,

    a un costado entre labios y nariz.

    Oblicuo me limita la mejilla

    en un acantilado algo impreciso,

    un resumen quizá de lo infinito

    de algunas sensaciones de la vida.

    También diviso pliegues en la frente,

    los párpados más gruesos, varios surcos,

    cenizas en mi techo, mas concluyo

    que esa mueca es mi estigma propiamente.

    Allí, como un dibujo simulado,

    está todo el desprecio contraído,

    el asco que siento y que he sentido

    en ciertas expresiones de lo humano.

    O sea la aguda repugnancia,

    producto de la mezcla entre el amor

    grandioso y la enorme frustración

    por una realidad que despedaza

    candores y a cambio me presenta

    la transitoriedad, lo excrementado,

    el gris desvanecer de lo soñado,

    nuestra precariedad y la vergüenza.

    Padezco en el espejo lo distinto

    que obsérvome de pronto y con espanto,

    ese marcado rictus. Es el asco

    que involuntariamente yo he sentido.

    CIERTAS PALABRAS

    Yo, que intuí poemas

    en las tempestades

    y hurgué temerario

    en los callos del alma,

    siento lo que pesan

    algunas palabras

    y a pesar de ello

    no puedo evitarlas.

    Padre, ausencia, muerte;

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