Ecos de la verdad
Por Moris Polanco
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Esta novela se desarrolla en el corazón de Salamanca y habla de la lucha de la comisaria Ana García por desenmascarar la corrupción enraizada en las estructuras de poder de la ciudad. Tras exponer a la Sociedad Vesper y ver a varios de sus componentes, incluido el comisario Ruiz, llevados ante la justicia, Ana cree que ha ganado la batalla. Pero pronto se da cuenta de que la guerra contra la corrupción está lejos de terminar.
Marcos, su confidente y aliado crucial, desaparece misteriosamente después de dejar pistas perturbadoras sobre una posible filtración dentro de la policía. Este evento desencadena una serie de acciones que llevarán a Ana por un camino oscuro y peligroso, lleno de nuevas amenazas y secretos aún más profundos.
Armada con su tenacidad y dedicación inquebrantables, Ana se embarca en una búsqueda frenética para encontrar a Marcos y desenredar la red de traiciones que amenaza con destruir todo lo que ha trabajado para proteger. A lo largo del camino, enfrenta adversidades que ponen a prueba su moral y su compromiso con la ley.
Como fondo de esta trepidante trama, Salamanca misma se convierte en un personaje más; sus callejones oscuros y sus históricas plazas son testigos del drama humano que se despliega en sus sombras. En cada capítulo, se revelan capas de la historia de la ciudad y de sus habitantes, cada vez más complejos y fascinantes.
Finalmente, la resolución llega con un costo, dejando a Ana y a la ciudad cambiadas para siempre. A través de su viaje, Ana no solo redefine su entendimiento de la justicia, sino que también inspira una nueva generación de ciudadanos y servidores públicos comprometidos con la verdad y la integridad.
"Ecos de la verdad" es una novela intensa y movida que no solo proporciona un apasionante misterio policial, sino que también ofrece una profunda reflexión sobre la corrupción, la lealtad y el sacrificio personal. Un espejo de nuestros tiempos que captura el eterno conflicto entre el bien y el mal en el corazón de una de las ciudades más bellas de España.
Moris Polanco
Moris Polanco (Guatemala, 1962) es doctor en filosofía por la Universidad de Navarra. Ha sido profesor en diversas universidades de Guatemala y Colombia y es autor de más de 20 libros. Es miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española.
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Ecos de la verdad - Moris Polanco
Capítulo 1: Un asesinato misterioso
—N o lleva más de dos horas muerto —dijo Ana García al agacharse junto al cuerpo, observando los labios aún tenuemente rosados del empresario Jacinto Martínez, quien yacía sobre el frío adoquinado de una callejuela de Salamanca.
Ana era una mujer de treinta y cinco años, con una melena castaña recogida en una coleta alta y unos ojos agudos que no perdían detalle. Había estado en suficientes escenas de crímenes para identificar rápidamente las señales reveladoras que delataban la hora de un asesinato.
—¿Algún testigo? —preguntó ella, levantando la vista hacia el comisario Ruiz, quien la observaba con una mezcla de respeto y escepticismo. Ruiz era un hombre robusto, de mandíbula marcada y una calva incipiente.
—Nada. Nadie ha visto u oído nada, o eso dicen —respondió el comisario, arrugando el ceño—. Salamanca no está acostumbrada a este tipo de violencia, Ana. Este asesinato va a resonar en los cimientos de la ciudad.
Ana asintió, su mente ya formando conexiones y teorías. Observó el cuerpo una vez más. Jacinto tenía un aspecto distintivo, con su traje a medida y su reloj de oro que aún brillaba bajo la tenue luz de las farolas antiguas.
—Veo que robó su cartera, pero no su reloj —comentó ella—. Curioso, ¿no le parece, comisario?
—Muy curioso —coincidió él, mirando el reloj—. Eso descartaría el robo como motivo. ¿Crees que fue personal, Ana?
—Es demasiado pronto para decirlo —contestó ella, poniéndose en pie. Sacó su bloc de notas y empezó a anotar los detalles.
En ese momento, un coche se detuvo cerca y de él bajó un hombre alto, de rasgos marcados y cabello negro. Vestía de manera casual pero elegante, y su presencia parecía alterar sutilmente el aire a su alrededor.
—Buenas noches —saludó al aproximarse. Su voz era calmada pero había un deje de tensión en su tono—. Soy Carlos, Carlos Vidal. ¿Podría alguien explicarme qué ha pasado con Jacinto?
El comisario Ruiz le lanzó a Ana una mirada significativa antes de responder.
—Carlos, lamentablemente Jacinto ha sido asesinado. Estamos en las primeras etapas de la investigación. ¿Puedo preguntar dónde estaba usted esta noche?
Carlos frunció el ceño, claramente disgustado.
—Estuve en una reunión de negocios hasta hace una hora. Podría darles un listado de todos los que pueden confirmar mi paradero.
—Eso sería útil, sí —dijo Ana, intercalando su voz por primera vez con Carlos—. También necesitaré saber qué tipo de relación tenía con Jacinto Martínez, si no le importa.
Carlos la observó, evaluándola con una mirada que intentaba descifrarla tanto como ella a él.
—Éramos socios y, hasta hace poco, amigos.
Ana notó el énfasis en hasta hace poco
. Definitivamente, había algo más en esa historia. Algo que valía la pena desenterrar.
—Gracias, Carlos. Nos pondremos en contacto con usted para una declaración formal más adelante.
El hombre asintió y se retiró, dejando un rastro de preguntas suspendidas en el aire frío de la noche. Ana se giró hacia Ruiz.
—Necesitamos hablar con todos los conocidos y revisar cada aspecto de la vida personal y profesional de Jacinto Martínez. Alguien quería que él muriera, y estoy decidida a averiguar por qué.
El comisario Ruiz asintió, igual de decidido.
—Haremos justamente eso, Ana. Bienvenida a Salamanca, aunque lamento que sea bajo tales circunstancias.
Ana solo asintió, mientras su mente ya trabajaba a toda máquina. Salamanca, con sus antiguas piedras y sombras largas, acababa de abrir un nuevo capítulo en su carrera. Un capítulo oscuro y, sin duda, peligroso. Pero Ana García nunca fue de las que retroceden ante un desafío. Y este, percibía, sería el mayor de todos.
Capítulo 2: Secretos del pasado
—C arlos no era simplemente un socio comercial de Jacinto, Ruiz —comenzó Ana, dirigiéndose al comisario mientras se adentraban en los pasillos de la comisaría de Salamanca. Sus pasos resonaban en el piso de piedra, marcando el ritmo de sus pensamientos.
—¿Qué sugieres, Ana? —inquirió Ruiz, lanzando una rápida mirada a la joven detective. Su tono mostraba un interés genuino