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 Una tribu, los Hiuma, lo único que sobrevivió de una civilización anterior a la nuestra, tienen capacidad espiritual muy superior a la que nosotros tenemos, y el Creador les encomienda misiones para que la evolución se desarrolle de forma armoniosa, en lo posible. Los Hiuma son capaces de concentrarse y enviar un emisario en un viaje en el tiempo, así logran pequeñas intervenciones en el momento justo, para que la evolución de los acontecimientos se desarrolle encaminados hacia la armonía, para lograr alcanzar la quinta dimensión. La superación no es un camino fácil, muchas veces ideas erróneas nos confunden, entonces la evolución se ve retrasada, incluso podría suceder que los humanos desaparezcan. Pero hay esperanza, y la evolución debe ir por el camino de la fe. Este libro titulado Por mandato, con subtítulo Como rio que fluye, es una novela de ficción que la imaginación del autor desarrollo basándose en experiencias que ha vivido. Cosas que nos suceden, a cualquier persona que vive circunstancias que no son lógicas, y que, por lo tanto, nuestra mente racional no acepta, y si lo hace lo pone en categorías indefinidas, como por ejemplo circunstancias milagrosas, cosas del destino, suerte, y otras más que esconden nuestra ignorancia e incomprensión. A todos, a lo largo de nuestras vidas, nos han sucedido cosas extrañas. Si aceptamos que estas situaciones alguna vez nos han sucedido, deberíamos intentar darle explicación, porque algo se nos escapa. Así, de la imaginación del autor nació esta historia que trata de la evolución guiada de la vida, por voluntad del creador, en el universo del que somos parte. Agregando la intervención de una inteligencia superior, la inteligencia creadora que nos dio la existencia para un fin que es útil al Creador, y que tiene que ver con la evolución guiada por esa inteligencia que del caos crea el orden. Un plan que podemos llamar evolución guiada, que hace de nosotros una herramienta que busca la armonía, en el tiempo, que nos parecen ser cientos de miles de años. En esta historia nosotros los humanos somos protagonistas de esta evolución. Recibimos la conciencia de nosotros mismos, para ser parte de la evolución guiada, para ir almacenando conocimiento de la materia que tomo vida y luego conciencia de sí, y nosotros somos esa conciencia, somos la evolución guiada por la mano del creador. Una tribu, los Hiuma, lo único que sobrevivió de una civilización anterior a la nuestra, tienen capacidad espiritual muy superior a la nuestras, y el Creador les encomienda misiones para que la evolución se desarrolle de forma armoniosa, en lo posible. Los Hiuma son capaces de concentrarse y enviar un emisario en un viaje en el tiempo, así logran pequeñas intervenciones en el momento justo, para que la evolución de los acontecimientos se desarrolle encaminados hacia la armonía, para lograr alcanzar la quinta dimensión. La superación no es un camino fácil, muchas veces ideas erróneas nos confunden, entonces la evolución se ve retrasada, incluso podría suceder que los humanos desaparezcan. Pero hay esperanza, y la evolución debe ir por el camino de la fe.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 may 2024
ISBN9798224696772
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    Por mandato - Jean Vanderhoeght

    DEDICO ESTE LIBRO. A todos aquellos que creen que la imaginación no tiene límites, que todo es posible para la mente creativa, que viene del soplo de la vida, la mayor incógnita del universo.

    ––––––––

    Prologo

    El río fluye, vence todos los obstáculos para llegar a la inmensidad del mar, así es la vida que nos habita, debemos cuidarnos de no ser un obstáculo para su realización armoniosa, esa vida que nos puede llevar a la conquista de lo infinito, o aniquilarnos si nos encerramos en una burbuja destructora.

    ¿Por qué este libro?, pienso que por haber tenido experiencias que desafían el orden de las cosas. Me sucedieron, pero no lo comprendo, ¡pero las he vivido!, que significa.

    Ante las fronteras que impone la lógica, la mente se vuelve esquiva y se cobija en la imaginación, entonces crea un mundo aparte en que inventa historias que la justifican, y para recordar esas historias, las escribe en el papel. Así nace un libro.

    Capítulo 1

    La Tribu

    ––––––––

    Hay misterios escondidos en la cordillera.

    Y el más grande de todos es la historia de la tribu de los Hiuma, se radicaron desde tiempos inmemoriales en el país de Senaar.

    Por generaciones vivieron allí ignorando que poseían un don extraordinario que solo se manifestaba en pequeñas cosas de la vida diaria, los grandes cataclismos a los cuales habían sobrevivido les hicieron olvidar su esencia, pero el momento del despertar estaba por llegar.

    Y esta es la historia que nunca fue contada.

    ––––––––

    Rodo, de cabello canoso y tez blanca, va caminando encorvado por el sendero, con la cabeza gacha, ensimismado en sus pensamientos. Los gestos de su rostro se pierden en sus arrugas, desde donde unos ojos marrones, muy ágiles, observan vivaces con una chispa y una profundidad que solo los sabios poseen.  Viste una chaqueta de cuero de cabra marrón y,  debajo, una prenda tejida groseramente de lana. En la mano izquierda sostiene un bastón sobre el cual se apoya con fuerza cuando pisa con el pie derecho, el balanceo de su cuerpo sincroniza con su pierna dolorida. Con la mano derecha se apoya sobre el hombro de su hijo Tanio, que es un poco más bajo que él, más bien débil y, sin embargo, su mirada desprende voluntad y determinación sorprendente para su edad.

    Rodo lleva a su hijo a que lo conozca Carlud, el más sabio, el que los guía. Sabe que le queda poco tiempo y quiere que Tanio reciba el conocimiento que es de tradición en la tribu de los Hiuma. Solo Carlud, el iniciado, puede abrirle la mente a la historia y los conocimientos que la gran familia, desde generaciones, guarda en sus registros mentales.

    Mira a Tanio y los rasgos de su rostro se suavizan, piensa, solo para el, afrontar la vida, y ser tan joven aún.

    Porque puede sentir que hay cambios que se avecinan, un destino incierto marcado por un designio superior.

    Es ya el segundo día que caminan. Van a un pequeño poblado sobre la ladera de la montaña, la vegetación era densa a lo largo del sendero, allí pastan ovejas y cabras entre matorrales de arbustos, pero no hay árboles. A lo lejos sí se ve un bosque, por el cual tienen que pasar, de árboles frondosos, sobre todo coníferas, pinos y cipreses, además de algunos de hojas caducas, cuyas formas dibujan de verde el intenso cielo azul.

    Al salir de la gran ciudad, Babel, antes de que desapareciera de la vista, hicieron un alto en el camino para mirarla por última vez, era la ciudad por lejos, la más grande de todo el imperio, es ahí donde vivía él soberano rodeado de una multitud y parecía un mundo diferente.

    Tenían máquinas enormes, que desplazaban casi cualquier cosa, se veía a las personas caminando de un lado a otro afanosamente, era la única ciudad que poseía tecnología, no la compartían con nadie.

    El palacio del soberano, de altas murallas grises y torres asimétricas, se levantaba de forma imponente, prepotente, sobre la parte más alta de la ciudad. En su centro había un espacio circular de grandes dimensiones totalmente vacío, allí de tanto en tanto bajaban los Dioses del cielo con sus naves brillantes y ruidosas, descendían envueltas en humo y lanzando llamas. Pasaban muchos años sin venir, llegaban sin aviso, ahora hacía ya más de treinta años que no se les veía.

    El soberano, de aspecto temerario, era temido por todos, llevaba más de doscientos años reinando sobre el imperio desde la ciudad.

    A la derecha del palacio, había un cerro fuera de las murallas, alrededor del cual los obreros trabajaban constantemente, por orden del soberano, construyendo una torre de dimensiones colosales. La gente asustada decían que querían llegar hasta el cielo para reunirse con Dios, tal era la soberbia de este soberano que estaba infringiendo una orden del dios del cielo que había ordenado que se ocupara solo de cosas terrenales.

    Los pobladores estaban obligados a trabajar en la torre y si no los castigos podían llegar hasta la muerte.

    Rodo y su hijo, desde esa distancia, observan la ciudad por un rato, llena de recuerdos para ellos, es allí donde Tanio nació. Siguen caminando, ahora, el sendero empieza a subir por la ladera y ya es más ancho. Rodo a quien le duele la pierna, está cansado, aprieta el hombro de su hijo con la mano y mentalmente le dice.

    — Después del monte descansaremos un poco, antes de subir, ya falta poco.

    Sí, usan la telepatía para comunicarse, todos lo hacen en el país de Senaar.

    Tanio contestó del mismo modo, sabe que le duele la pierna.

    —Todavía no veo nada, solo esa montaña, nunca vi una tan grande, somos chiquitos aquí abajo.

    Rodo no contestó, está concentrado, se impone a su atención los mensajes que Carlud le envía, de mente a mente.

    Sabe que están llegando.

    Ya están atravesando el monte que habían visto antes desde el sendero.

    Es temprano y está lleno de vida, su densa vegetación alberga aves de todo tipo que se comunican entre ellas, sus cantos son todos hermosos. Hay ardillas que juntan bellotas de los robles, algunas las comen, otras las guardan para más adelante, de vez en cuando un animal cruza el sendero, a veces se detiene alguno y los observaba inmóvil por un instante, luego pegó un brinco y desapareció.

    Al salir del bosque buscan un lugar donde sentarse.

    —Allí —dijo Rodo—, al sol sobre esas rocas, vamos a sentarnos.

    Se acomodaron, buscaron estar cómodos uno al lado del otro, mirando en la misma dirección de espaldas al sol que está bajo todavía. Despertaron temprano y después de comer un pedazo de pan emprendieron la marcha antes de que saliera el sol, después de un rato de silencio mental Rodo transmite.

    —Estamos casi llegando y hay cosas que no te dije todavía. Me causa pena que este momento haya llegado, pero no se puede cambiar el curso del destino. Eres todo lo que tengo en esta vida y te llevo ante Carlud que es nuestro guía porque él es quien decidirá qué conocimientos compartiremos contigo, él sabe mucho más que yo del futuro y de nuestros antepasados. Tú ya sabes que estoy enfermo, me queda poco tiempo, dijo Rodo temblándole un poco la voz y su mirada se pierde en la lejanía. Escapa un poco del presente siguiendo sus ideas.

    Tanio se emociona y se le enrojecen los ojos, su padre también es lo único cercano que tiene en su vida. Aunque no es un iniciado, ya sabe que el cuerpo no es tan importante. Que cuando lo quitamos no morimos, la vida es eterna, las formas cambian, pero es su padre y compañero que se fuera le causaba dolor, pero no dijo nada, aquieto su mente, sabe que estará en otra dimensión, mejor que aquí, elevándose por la senda de la evolución.

    Rodo le transmitió brevemente lo que espera que sucediera en ese encuentro con Carlud. No porque sea su hijo, pero presiente que un destino particular espera a Tanio.

    Presentir era una virtud que tienen los Hiuma que les permite vislumbrar el futuro.

    Luego de descansar un rato vuelven a caminar por el sendero que ahora se volvió empinado subiendo por la ladera de la montaña, después de unas dos horas empiezan a ver algunas cabañas, no muy grandes, construidas de varas de madera, paja y barro. Se cruzan con personas que reconocen que estos forasteros no significaban ningún peligro porque irradian ondas positivas y emiten sentimientos de armonía. Los saludan al pasar.

    Rodo ya había estado aquí hace muchos años, cuando lo iniciaron.

    Encontró rápidamente la cabaña de Carlud, el pueblo no había cambiado. Carlud lo estaba esperando en la puerta con su mujer Lera y sus dos hijas Alera la mayor y Sonra la menor.

    Carlud es un hombre canoso, de pelo casi blanco, su porte no dice los años que tiene. No tiene arrugas en la piel, pero sus ojos son de un color gris claro y uniforme, su hija menor no se aparta de él, tiene su mano izquierda apoyada sobre su hombro, así lo ayuda al caminar, evitando los obstáculos, porque su padre es ciego. Aunque en su mente siente todo lo que hay a su alrededor. Es más bajo que su esposa, además ella es más joven que él, todavía no tiene canas, es una persona de ojos bondadosos y con una mirada que deja la impresión de que siempre está esperando una respuesta.

    Rodo y Tanio caminaron hacia la cabaña, la gente a su paso sonríe y los señalan, se habían juntado unos cuantos y se abren para darles paso, se comunican entre ellos, saben que viene un joven para ser iniciado, esto siempre era motivo de regocijo, y todos lo festejaban. Al fin habían llegado. Carlud sonrió, abrió los brazos para recibir a su amigo.

    —Rodo —dijo—, deja que te abrace. Por fin voy a conocer a Tanio. Ven aquí, hijo mío.

    Cuando Tanio se acerca, levanta los brazos para recibirlo hasta que sus manos encuentran su rostro, lo palpa con los dedos, siguiendo sus contornos, así lo reconoce, asiente con un gesto de la cabeza y finalmente también lo abrazo.

    —Entren en mi casa, el camino fue largo, ¿verdad?

    —Fue largo, sí, —contestó Rodo— estoy cansado, pero contento, y estoy orgulloso de presentarte a Tanio, lo hemos mantenido aparte de los ojos del soberano y sus vigilantes, ya sé que su camino no es estar cerca de ellos.

    —Después hablarnos de eso, ahora cuéntame, ¿no tuviste problemas en el camino?, ¿no te vio nadie de la ciudad?

    Conversaron un buen rato, sentados a la mesa, frente a frente, cobijados en ese ambiente donde se pueden sentir vibrar ondas positivas entre paredes de barro y paja hechas con amor. No es conversación, sino compartir pensamientos pero usaremos la palabra conversar de todos modos porque para ellos es lo que es. Ahora deben comer algo, la señora y sus dos hijas ya estaban trayendo comida y bebida, lo mejor que tienen, esa es la costumbre al recibir huéspedes.

    —Mañana será el día de iniciación de tu hijo, ¿estás preparado Tanio?, en verdad la iniciación es un encuentro de nuestras almas y para eso solo estaremos tú y yo, pero como siempre habrá una fiesta y esta será especial porque vendrán a conocerte personas de muy lejos —dijo Carlud

    —Descansen ahora hasta mañana. —dijo— y su rostro se iluminó con una sonrisa.

    —Vamos a hablar de tu hijo —dijo Carlud que llamó aparte a Rodo,

    Tanio quedó solo, Alera que ya era una mujercita de ojos claros y pelo largo, lo observaba, allí sentado en un banco, con un brazo apoyado sobre una mesita redonda, finalmente, entre tímida y decidida, se le acercó y empezaron a conversar.

    En otro cuarto, Carlud dice.

    —Sé muchas cosas de tu hijo que ni siquiera él puede imaginar, —dijo Carlud—, estamos llegando a un acontecimiento que nos va a marcar a todos, no es para mañana, pero debemos prepararnos.

    Así habla Carlud con Rodo, los dos están serios y Rodo asiente con la cabeza, les llevó tiempo, pero Tanio no se dio cuenta porque él también estaba muy ocupado escuchando y conversando con Alera.

    Al anochecer Carlud habló con Tanio, le explicó muchas cosas acerca de su tribu, los Hiuma y abrió su conciencia a la conciencia universal, tal era su poder y su entendimiento, compartió su conocimiento.

    Le dijo que los dioses del Emperador no eran verdaderos dioses, que eran personas como ellos que sobrevivieron de otros tiempos antes de esta civilización, y que había varios como ellos.

    Algunos que habían logrado vivir con armonía y otros que no pudieron completar el ciclo, le explicó cómo los humanos estaban en plena evolución y como civilizaciones enteras se desviarán del camino hacia la verdad, como ahora estaba sucediendo en Babel.

    Ellos, los Hiuma eran detractores de la verdad última, tenían en el subconsciente la memoria de su civilización perdida, en sus genes los códigos de poderes extrasensoriales, de los cuales algunos usaban de forma rudimentaria. Tanio debía ser su guardián, al igual que el Carlud lo es ahora, para perpetuar el conocimiento, a la espera del día en que el Creador los necesite.

    Carlud le pidió a Tanio que se concentrara y cerrara los ojos, puso su mano derecha sobre la frente de él, también se concentró, aunque mantuvo abiertos sus ojos ciegos.

    Tanio tuvo la sensación de que su mente se abría, con los ojos cerrados se sintió sumergido en una luz que lo alumbraba todo, abarcaba el pasado, el presente y el futuro, vio con certeza el destino que le estaba asignado y su semblante se volvió más serio.

    Se las tendría que ingeniar para dar los pasos necesarios, guiar a las personas que le serán confiadas al destino marcado por el Uno, el Dios verdadero, y Carlud que lo observaba con su mirada interior, reconoció al líder que estaba por nacer, y lo nombró su heredero espiritual y Jefe de la tribu Hiuma.

    Comprendió que ser jefe no significaba estar por encima de los demás, eso no existía en la tribu Hiuma, ser jefe significaba ser una referencia, no mandaba sobre nadie, pero si alguien o un grupo lo necesitaban encontrarán en él al hermano mayor, el que siempre está dispuesto y sabe cómo.

    Capítulo 2

    El Destino

    ––––––––

    Al día siguiente fue la gran fiesta. Invitaron a amigos fieles de otras tribus. Vivían escondidos en la montaña, nadie que no fuera de la tribu se enteró del verdadero motivo de este acontecimiento. Solo ellos podían sentir desde la conciencia grupal la urgencia de perpetuar El Conocimiento de vital importancia para el destino del planeta. Porque la vida que albergaba debía ser guiada, no podía ser errática y la misión de impedir grandes desvíos se la había encomendado el Uno a la tribu Hiuma cuyos ancestros, durante su civilización perdida, habían logrado elevarse al conocimiento supremo del orden terrenal para su integración en la conciencia cósmica.

    Esa civilización estuvo en las puertas de la quinta dimensión. Fue truncada por un cataclismo que destruyó la vida organizada sobre el planeta.

    Los Hiuma es lo que sobrevive de esa civilización.

    A veces pequeñas intervenciones aplicadas justo en el momento en que va a ocurrir un cambio puede impedir desviaciones en la línea del destino.

    Diría que no hemos despegado todavía, cuando a nivel colectivo tomemos conciencia de que estamos emprendiendo un viaje sin retorno que nos aleja de la dependencia a las leyes naturales de la evolución y al equilibrio ciego que regula la naturaleza. Cuando nos demos cuenta de que salimos del sistema emprendiendo un camino solitario, pero de un nivel superior veremos claramente nuestras responsabilidades y se abrirá la conciencia, seremos cada vez más conscientes y habrá llegado el momento de tomar en nuestras manos el destino del planeta.

    En la medida en que es posible y comprendiendo el respeto que se le debe al planeta, empezaremos a modificar nuestras sociedades y quizás la naturaleza misma, porque el planeta que también tiene vida se transformará en un planeta pensante, otro más en el universo, en el esfuerzo de la mente suprema que del caos crea el orden.

    Tengámoslo presente, seamos humildes y hagamos bien nuestro trabajo, nuestro trabajo es hacer que este planeta vibre con armonía, por el camino de la espiritualidad. Porque así lo quiere el creador.

    Pero sucede a menudo que las sociedades se desvíen por seguir ideas erróneas y falsos conceptos y desperdician mucha energía, y cuando esto sucede porque falsos dioses interfirieron, entonces la buena senda está fuera del alcance de los hombres de buena fe, que interviniendo en el momento justo impiden que un grupo tome un mal camino. Esto debe ser corregido, pero a veces se pierden varias generaciones, a veces no se llega a tiempo.

    Desde la mañana empezaron a aparecer personas que venían de todos lados con sus presentes. Traían cosas simples. Sus miradas y sus sonrisas, dan prueba de su buena fe, ofrecen lo que tienen, a veces con sacrificio, animales domésticos, los mejores, prendas de vestir confeccionadas con amor, artículos de cuero hechos con paciencia, infinidad de presentes, todos de utilidad.

    Venían a conocer al futuro Jefe espiritual, con plena confianza en la decisión de Carlud con

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