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Deseo un duque por Navidad: Destinada a un pícaro, #7
Deseo un duque por Navidad: Destinada a un pícaro, #7
Deseo un duque por Navidad: Destinada a un pícaro, #7
Libro electrónico97 páginas1 hora

Deseo un duque por Navidad: Destinada a un pícaro, #7

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En la invernal Inglaterra, donde la nieve cubre el paisaje y en medio de la alegría festiva de una celebración navideña, el destino orquesta una encantadora historia de amor. Lady Elizabeth Breckenridge, la personificación de la elegancia con sus cabellos dorados y ojos cerúleos, se adentra en la fiesta de la temporada, anhelando un amor que la ha eludido a lo largo de dos bulliciosas temporadas sociales.

Everett St. Giles, conde de Brookfield, una figura distinguida de cabello negro y penetrantes ojos grises que guardan secretos inconfesables, desprende un aire de misterio. Sin embargo, cuando posa sus ojos en lady Elizabeth en medio de la algarabía navideña, algo inexplicable se agita en su interior: una atracción repentina e imprevista que desafía la razón.

Su encuentro, entre la luz de las velas y el encanto festivo del muérdago, desencadena una conexión inmediata que ninguno de los dos esperaba. En un torbellino de risas compartidas y miradas robadas, lady Elizabeth y lord Brookfield se sienten irresistiblemente atraídos el uno por el otro, arrastrados por un vendaval de emociones que brotan inesperadamente en medio de las alegres fiestas navideñas.

A medida que transcurre la temporada de buena voluntad, sus corazones se entrelazan en una inesperada danza de afecto. ¿Descubrirán lady Elizabeth y lord Brookfield que, en medio de la magia de la Navidad, el amor puede ser el regalo más maravilloso de todos?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 abr 2024
ISBN9781667473260
Deseo un duque por Navidad: Destinada a un pícaro, #7
Autor

Amanda Mariel

USA Today Bestselling, Amazon All Star author Amanda Mariel dreams of days gone by when life moved at a slower pace. She enjoys taking pen to paper and exploring historical time periods through her imagination and the written word. When she is not writing she can be found reading, crocheting, traveling, practicing her photography skills, or spending time with her family.

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    Deseo un duque por Navidad - Amanda Mariel

    Prefacio

    Adéntrate en un mundo de encanto invernal con «Deseo un duque por Navidad», una historia fascinante ambientada en una animada fiesta navideña. Únete a lady Elizabeth Breckenridge, la imagen de la belleza que anhela el amor verdadero, y a Everett St. Giles, el conde de Brookfield, cuyo misterioso encanto esconde una sensibilidad inesperada.

    Entre remolinos de nieve y el calor crepitante del tronco de Navidad, sumérgete en una historia de amor que desafía las expectativas. Observa cómo lady Elizabeth y lord Brookfield descubren una atracción irresistible, sus corazones entrelazados entre juegos de salón, muérdago y el resplandor de la alegría festiva.

    Con giros inesperados y una química innegable, este romance de la Regencia se desarrolla en un baile de emociones que culmina con una sincera proposición navideña que desafía sus percepciones iniciales. Acompáñalos en su viaje mientras descubren que el amor puede ser el regalo más extraordinario, incluso en medio de la grandeza de las fiestas navideñas.

    Disfruta de esta conmovedora historia de amor, de encanto y de magia de la Navidad. Consigue tu ejemplar de «Deseo un duque por Navidad» y sumérgete en un mundo en el que la chispa del amor brilla con más intensidad sobre el telón de fondo de la Inglaterra de la Regencia, cubierta de nieve.

    Gracias por elegir «Deseo un duque por Navidad». Que te traiga mucha alegría.

    Un abrazo,

    Amanda Mariel

    Capítulo 1

    Lady Elizabeth Breckenridge estaba de pie junto a la gran chimenea, con su esbelta figura envuelta en un vestido de seda azul zafiro. El calor del fuego se reflejaba en su rostro juvenil, proyectando suaves sombras que realzaban su belleza de ojos azules. Durante sus dos temporadas, había cosechado la adoración de muchos, aunque su corazón aún no había encontrado el amor. Al mirar a su alrededor, suspiró.

    El salón de la familia Thorne emanaba elegancia y refinamiento: sus altos techos estaban adornados con intrincadas molduras, las paredes forradas de espejos dorados y las exuberantes cortinas de terciopelo caían con gracia sobre el suelo pulido de madera. Un aire sofisticado impregnaba el entorno, desde la valiosa colección de obras de arte hasta las delicadas figuras de porcelana expuestas sobre mesas de mármol. La habitación estaba llena de muebles extravagantes, cada pieza elegida con sumo cuidado para crear una atmósfera de lujo acorde con el noble linaje de la familia.

    —Queridísima hermana, ¿estás sumida en tus pensamientos otra vez? —bromeó William, el hermano de Elizabeth, acercándose a ella con una sonrisa juguetona en los labios.

    —En absoluto —respondió Elizabeth con una sonrisa tímida, sus ojos brillando con picardía—. Solo admiraba el hermoso paisaje.

    —Ah, sí —asintió él, siguiendo su mirada hacia los grandes ventanales que daban a los jardines nevados—. Es un espectáculo digno de contemplar.

    —Desde luego —dijo ella asintiendo con la cabeza.

    Elizabeth atravesó el salón y se detuvo delante de la ventana. El sol de la mañana bañaba la gran finca de la familia Thorne con una luz cálida y dorada, proyectando largas sombras sobre los extensos jardines. Era uno de esos días raros en los que el invierno parecía desaparecer lo suficiente como para dejar entrever un atisbo de la primavera. Elizabeth se paseó por delante de la ventana mientras contemplaba la escena conmovedora.

    —Hace un día precioso —exclamó, con los ojos azules brillando con entusiasmo—. Parece un presagio, ¿no crees?

    —¿Un presagio?

    Su hermano, William, el duque de Thorne, enarcó una ceja mientras se acercaba, con su esposa Olivia a su lado.

    —Sí —declaró Elizabeth, volviéndose hacia ellos con un brillo decidido en los ojos—. Una señal de que debo continuar mi búsqueda del amor verdadero, a pesar de los desafíos que pueda haber por delante.

    Su declaración fue recibida con una mezcla de diversión y afecto por parte de su hermano y su cuñada. Elizabeth siempre había sido conocida por su personalidad vivaz y su ingenio rápido, rasgos que le habían granjeado una reputación de pilla amable y alegre entre la alta sociedad.

    —Tu perseverancia es admirable, hermana —dijo William con una sonrisa, poniéndole una mano en el hombro—. Pero no dejes que tu búsqueda te consuma por completo. La vida es mucho más que encontrar la pareja perfecta.

    —Tal vez —convino Elizabeth, volviendo la mirada a los jardines iluminados por el sol—. Pero no puedo evitar sentir que mi vida seguirá incompleta hasta que encuentre un amor que iguale la pasión y la intensidad de mi propio corazón.

    —Entonces te apoyaremos en este empeño —declaró Olivia con calidez, alargando la mano para estrechar la mano libre de Elizabeth—. Porque conocemos de primera mano la alegría que produce una unión basada en el amor y el respeto.

    —Gracias —murmuró Elizabeth, conmovida por su apoyo incondicional. Su sonrisa se agrandó y un brillo travieso apareció en sus ojos cuando añadió juguetonamente—: Me esforzaré por encontrar un amor así antes de la próxima Navidad. Si no, me temo que me convertiré en una solterona amargada.

    —¡Eso ni lo pienses! —dijo William fingiendo sorpresa y horror, siguiéndole el juego a su hermana—. No podemos permitir que te conviertas en una solterona amargada cuando aportas tanta alegría y risas a nuestras vidas.

    —Desde luego, Elizabeth —dijo Olivia, con sus ojos ámbar brillando con alegría—. Tu presencia nos levanta el ánimo como ninguna otra cosa.

    —Entonces está decidido —dijo Elizabeth, ampliando la sonrisa al pasar la mirada de su hermano a su cuñada—. Continuaré mi búsqueda del amor, no solo por mi bien, sino por la felicidad de mis seres queridos.

    Un lacayo entró en el salón.

    —Su excelencia.

    Hizo una profunda reverencia antes de entregar una carta a William y Olivia.

    El sobre llevaba el inconfundible sello de lacre de los marqueses de Hollibrook. Elizabeth apenas pudo contener la emoción, pues sabía lo que tenía que ser.

    —¡Una invitación a la fiesta de Navidad en el castillo de Belvoir! —exclamó, con los ojos azules brillantes de expectación—. ¡Qué alegría!

    —Desde luego —asintió Olivia, con voz cálida y melodiosa—. He oído que sus fiestas son siempre las más espléndidas de toda la campiña.

    —¡Entonces debemos asistir! —declaró Elizabeth, con una sonrisa contagiosa que se extendió a los rostros de su hermano William y su esposa.

    —Por supuesto, mi

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