La suerte del destino
()
Información de este libro electrónico
De condesa a marginada
Rechazada por la Alta Sociedad inglesa a causa de su ascendencia Barbadiense, la señorita A’laya Banesworth ha pasado la vida anhelando la aceptación verdadera. Cuando el Conde de Holderness la corteja, ella piensa que ha encontrado al verdadero amor. A’laya no tarda mucho en descubrir que su matrimonio es uno de conveniencia. Aunque ahora es condesa, A’laya aún enfrenta la desaprobación y el desprecio de la familia de su marido. Solo el nacimiento de su hija Katherina le proporciona algo de felicidad.
Pero A’laya no supo ver lo malvados que eran sus enemigos. Le roban a Katherina y dejan a A’laya sin recursos para encontrarla. Sin embargo, la busca con desesperación manteniendo viva la esperanza de que su hija esté a salvo. A medida que pasan los años, A´laya viaja por la campiña inglesa como adivina, anhelando reunirse con Katherina.
Christina McKnight
USA Today Bestselling Author Christina McKnight writes emotionally intricate Regency Romance with strong women and maverick heroes.Christina enjoys a quiet life in Northern California with her family, her wine, and lots of coffee. Oh, and her books...don't forget her books! Most days she can be found writing, reading, or traveling the great state of California.Sign up for Christina's newsletter and receive a free book: eepurl.com/VP1rPFollow her on Twitter: @CMcKnightWriterKeep up to date on her releases: christinamcknight.comLike Christina's FB Author page: ChristinaMcKnightWriterJoin her private FB group for all her latest project updates and teasers! facebook.com/groups/634786203293673/
Lee más de Christina Mc Knight
Un Lord para Ella Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn Beso de Navidad Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Relacionado con La suerte del destino
Libros electrónicos relacionados
La Condesa Loca: Novias góticas, #1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDulce enemiga Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Atrapada por Amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Planes escandalosos: Damas Y Canallas, #1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Pasión Y Mentira Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una belleza salvaje Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Flechado Por Mi Pícara Navideña Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPasión de contrabando Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Bajo la Luz de la Luna Navideña: Versión español, Edición. I Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Última Locura de la Fortuna: Series Fortunas del Destino, #10 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJosephine Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTras la traición Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Intriga de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ningún otro amor: Los Montford (3) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Lecciones Del Corazón: Intención Del Corazón 6 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCautiva Del Capitán: Amor Legendario, #2 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSeduciendo A Una Princesa Americana Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Última apuesta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl mejor de los pecados Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi Dama Apasionada: HIJOS DE LA VERGÜENZA, #3 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVidas cruzadas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Amor Siempre Vence Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Rey Sin Corazón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mi Dama Obstinada: HIJOS DE LA VERGÜENZA Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tormenta de plata: Libertinos y rebeldes, Libro 1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Dama y el Chocolatero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesProméteme el mañana: Los Montford (2) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una novia y un secreto Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Contra el destino Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVuelve a mí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Romance de la realeza para usted
La esposa cautiva Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Antes de Descubrirte: Solteronas, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Esposa Despreciada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa a la fuerza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El amante diabólico Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Encantada Por El Duque Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El infierno de una dama.: Las debutantes malvadas IV Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mi Marqués Mentiroso: A La Caza De Un Noble, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un Lugar En Tu Corazón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Amor Prohibido Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El legado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Falso Matrimonio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Belle Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un Amor Impetuoso Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Mujer Equivocada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5En la cama con el diablo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El enamorado secreto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Dama amorosa Dervish Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Interludio con el Sr. Darcy: Una Variación de Orgullo y Prejuicio Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Me Acuerdo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El heredero MacIntoch Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Desventurada Heredera Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Su Perfecto Bribón Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Reina Margot Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Impostor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La bruja de Willows house Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El demonio de Saint James Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los Pecados Del Conde: A La Caza De Un Noble, #2 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Amor a segunda vista Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Todas Las Damas Aman A Coventry Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para La suerte del destino
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
La suerte del destino - Christina McKnight
Capítulo uno
Nottinghamshire, Inglaterra.
Agosto de 1791
—Mami, ¿por qué tiene el cabello así? —Una niña de cabello rubio rizado tiraba de la falda de una mujer mayor y señalaba groseramente hacia A’laya—. No parece suave como el mío y el de Mary.
Incluso a la tierna edad de siete, A’laya sabía que ella y su madre eran diferentes de sus vecinos y de la gente del pueblo. Pero eso no la apenaba. Amaba la textura de su cabello y la tonalidad de su piel. Pensaba que era la mezcla perfecta entre mami y papi. Ellos amaban a A’laya y se amaban mutuamente. En cuanto a A’laya, el tono marrón miel y el arco de pecas oscuras que salpicaban su nariz representaban todo lo que era importante para ella.
Amor. Familia. Aceptación. Pertenencia.
Su nombre y su complexión las había heredado de la familia de su madre, nativos barbadenses de la isla de Barbados. El toque de pecas y su apellido eran cortesía de su padre de perfecta procedencia inglesa.
La unión de dos mundos, o eso era lo que mami le susurraba a A’laya al oído antes de que se durmiera. O cuando atravesaban el concurrido camino del pueblo y las miradas penetrantes de los lugareños las acompañaban en su andar hacia el mercado.
Esta tarde, sin embargo, mientras ella y su mami examinaban algunas de las mercancías exhibidas por los vendedores ambulantes, A’laya se descubrió tocando su cabello áspero tímidamente. ¿Por qué había puesto esa niña cara de asco?
—Mi cabello es como el de mi abuela —dijo A’laya en voz alta con orgullo para que la otra niña pudiera escuchar—. Cruzó el océano en un barco. Vino desde una isla. ¿Has oído alguna vez hablar de Barbados?
La madre de A’laya giró al escuchar el sonido de la voz de su hija.
La niña rubia, quien parecía ser apenas unos años mayor que A’laya escrutaba los brazos y el rostro de A’laya.
—Deberías probar a lavarte algún día.
El comentario insidioso de la niña finalmente atrajo la atención de la mujer mayor. La dama alta y bien vestida estaba examinando algunas telas cuando descubrió a A’laya. Entrecerró los ojos y apretó los labios hasta formar una línea recta.
—¡Calla! —Apartó a la niña rubia—. No deberías hablar con esa clase de personas.
—Pero, mamá, tú me dijiste que... —La voz de la niña se fue apagando a medida que la dama la alejaba hacia otro puesto.
A’laya se encogió de hombros y sintió un escalofrío, le dolía el corazón. Su mamá enseguida la abrazó desde atrás. Al bajar la mirada, A’laya vio la diferencia entre el tono de piel de su mamá y la suya propia. La de su mamá era más oscura, como el té negro. O... como la tierra.
A’laya jamás había pensado que se pareciera a la tierra.
El color de la tierra firme en los alrededores de la finca de su padre se asemejaban precisamente al color de la piel de su mamá, de manera que tanto sorprendieron como avergonzaron a A’laya. En especial, después del comentario de la niña. No fue la tonalidad lo que había sorprendido a A’laya, sino cómo había reaccionado la otra niña y el hecho de que ella misma coincidiera con la chiquilla a pesar de haber amado siempre su color.
Vergüenza -el calor de su piel, el hecho de bajar la mirada y la necesidad de encogerse de hombros como si quisiera desaparecer- era la emoción que había sobrecogido a A’laya cuando la habían pescado probando el pastel recién horneado del cocinero en la ventana de la cocina hacía menos de un mes. Nunca sospechó que el sentimiento regresara ante la idea del tono de piel de su madre.
Asomando entre las mangas y los guantes, los brazos de A’laya se parecían más a la miel o al color del café importado de su padre cuando lo mezclaba con la leche de su vaca Daisy.
—¿Por qué no debería hablar conmigo, mamá?
La irritación de la dama había confundido a A’laya. Ella no había hecho nada malo. No había estado correteando por ahí ni tocando las cosas que no debía. Su vestido más nuevo estaba limpio y ni siquiera tenía una arruga. Y había hablado con voz suave todo el tiempo que habían estado dentro.
Aunque no fuera más que una chiquilla de siete años, tenía buenos modales. Algún día sería una verdadera dama.
Su madre la estrechó en un abrazo.
—No sabe lo que dice, mi pequeña. Quizás algún día comprenda la verdad.
A’laya miró sobre su hombro y se encontró con la mirada sabia de su madre.
—¿Qué verdad, mamá? —Creía saberlo, pero no estaba segura.
—Que no es el color de la piel de una persona lo que importa sino el amor que tiene en su corazón y los pensamientos en su cabeza.
A’laya asintió. Había escuchado a su mamá y a su papá hablar en susurros al respecto pero nunca con ella. Era por eso que los modales eran importantes. Demostraban a los demás que una persona tenía bondad en su interior. A’laya sabía por los libros que su papá le mostraba que todos