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Un Hombre sin Madre
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Libro electrónico101 páginas1 hora

Un Hombre sin Madre

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Usted despierta y no recuerda quién es, no conoce la gente con la que está, no sabe en qué lugar se encuentra, no sabe a dónde ir, ni en qué trabaja, o si tiene familia, esposa, hijos. ¿Por dónde comenzaría a tratar de reconstruir su vida, de averiguar quién es? Esta novela narrada en primera persona, en tiempo 1:1, nos arrastra por una aventura metafísica cuyo derredor está lleno de muertes y metralla.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 feb 2023
ISBN9798215590690
Un Hombre sin Madre

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    Un Hombre sin Madre - JUAN CARLOS Hoyos

    UN HOMBRE SIN MADRE

    I

    Desperté. Estoy tendido sobre la alfombra. Comparto un cobertor con una mujer. Levanto mi cabeza del piso y veo a mí alrededor a otras personas que duermen. A mi izquierda hay un hombre dormido en una posición incómoda. A escasos centímetros de sus pies yace una pareja. Giro la cabeza y veo el resto.  Ahora vuelvo a dejar mi cabeza sobre la alfombra y repaso la imagen exacta que acabo de percibir. La imagen es precisa. Puedo pasarla y repasarla, pero no me dice nada. Examino con más detalle, sobre la imagen, los rostros de los presentes. No recuerdo nada. ¿Quiénes son? Me sorprende la pregunta, me contesto de inmediato: ¿quién soy yo? No recuerdo nada. ¿Cómo me llamo?

    Calculo mis posibilidades. Con tan poca información pueden ser casi todas. ¿Será lo más conveniente pararme y dejarlos? No recuerdo nada. Podría ser mi equipo. Me lanzaría a la calle amnésico huyendo de mis protectores. Reviso otras posibilidades rápidamente. No son mis protectores, me despierto actuando natural y ellos me matan creyendo que he enloquecido, que los desconozco. Ubico esa posibilidad baja en mi escala estratégica. Reviso otra. Soy pieza del caos. Me he salido de la cabeza anoche y ahora debería estar en otra parte. No me angustio. Las posibilidades solo me parecen cálculos obligatorios.

    Detecto un movimiento y una respiración fuerte que hace la mujer que tengo a mi lado. La incluyo a ella entre las posibilidades que me toca calcular. Ella entre dormida se gira y pasa el brazo sobre mi pecho. Anoto como muy significativo eso. Me acerca a decidir quedarme semejando estar dormido mientras ellos van despertando. Y que actúen y hablen antes de que yo tome una decisión.

    No me muevo. Escucho los ruidos del exterior. No hay ningún reloj a la vista pero yo sé con seguridad que son las ocho de la mañana. Me extraña esta certeza, quisiera corroborarlo. Artículo mis muñecas imperceptiblemente. No llevo un reloj de pulso. ¿Debería extrañarlo?.

    La mujer que duerme conmigo joven bella casi desnuda, pasa su pierna sobre la mía y pega su pecho a mi cuerpo. Abro los ojos. La veo como está ahora. Enseguida siento que ella pone su mano sobre mi sexo. Se acerca más, pone su boca sobre la mía y me besa despacio. Tiene los labios calientes, y los pómulos, y la base del cuello, y la boca profunda, húmeda, y caliente entre las piernas, el sexo. Flota somnolienta concentrada en su lento ritmo erótico. Yo, no siento ningún llamado. Pero ella continua, me desabrocha el pantalón, se quita sus calzones, me busca el miembro con su mano se sienta sobre mi...

    Ya puedo abrocharme el pantalón.  Ella se ve contenta y ahora se pone más cariñosa, pero aún no ha dicho palabra. Vuelvo a hacerme el dormido. Nadie parece haber despertado. Por los ruidos de la calle he podido hacerme una imagen muy rala del paisaje externo. No tengo ningún recuerdo al cual endilgarle los sonidos que escucho. Pero he descubierto que no escucho nada por el oído derecho.

    ¿Desde cuándo seré sordo? Un roce sobre la alfombra, un sonido complejo, alguien se levanta. El hombre que está a pocos centímetros de mis pies, tiene los ojos abiertos. Se incorpora. Mira a la pareja. Sonríe. Me mira a mí. Yo cierro los ojos rápido. ¿Que debo hacer ahora? El se levanta. Da unos pasos. Hace un vagido desperezándose. Va diciendo pasito: ya amaneció. Se oye  otra voz: Amaneció hace rato ¿Va a decir que estaba despierto? Si desde antes que amaneciera.

    No estoy tan cubierto. Me mantengo inmóvil. Hablan más ¿Que paso con la mujer que venía con usted? Liquidada. Risas del que ha preguntado.  La mujer a mi lado se va incorporando. Soy el único dormido. No he podido averiguar nada. ¿Sigo haciendo el papel? El que esta parado refiriéndose a la mujer que está a mi lado: ¿se despertó la bella durmiente? Aja. ¿Qué vamos a desayunar? ¿Qué día es hoy ? ¿Qué mes? ¿Qué año ? El que aún no se levantaba: yo como que tenía que hacer algo hoy, o ¿era ayer? La otra mujer intercala: sigamos mejor por donde íbamos: ¿que vamos a desayunar? Si eso, lo primero es lo primero.  El segundo hombre se ha ido poniendo en pie, me mira, lo siento.  El misterioso, duerme como un tronco. Abro los ojos por un reflejo. Ah, se despertó. Buenos días. ¿Cómo amanece? ¿Qué quiere para desayunar? El primer hombre se suma: Tenemos: tocino, huevos a la japonesa, rebanadas de piña, cereal y leche, frijoles  recalentados, café con leche, arepas, mantequilla, mermelada... Ya no fatigue. No sea sádico. La que está conmigo en tono delicado: por ahí lograremos conseguir un tinto... y un cigarrillo, dice el primero que se ha levantado, pero nada,  ni una gota de liquido, vamos a morir presas de la sed. El otro: tengo los labios partidos, a su pareja ¿me das un beso? Cuando se te haya pasado la noche que te debes cargar en la lengua. ¿Amaneciste con la lengua cargada? Voy anotando las lineas, las examino con rápidez, no saco nada claro. Luego el primero que se ha puesto de pie me lanza una pregunta a quemarropa: ¿como es que se llama usted? El otro le contesta por mi: el misterioso ¿no es cierto, Camila?

    Camila, a mi lado, por fin sé algo, me mira. Giro y le contesto con una mirada estúpida. Ella está sonriente. Dice que no se acuerda. ¿Lo ha dicho con un poco de enojo? Será que no le conviene acordarse. Me voy arriesgando, concluyo que he arrancado el camino y puedo haberme equivocado, digo: de verdad no me acuerdo. Bonita se la ha amarrado, dice el primero en ponerse de pie. Los otros van riendo. El que esta de pie sale del salón. La otra pareja se va levantando. Camila se gira hacia mi. Mantiene su sonrisa placentera. ¿No recuerdas ni dónde te recogimos? No.

    ¿De verdad? De verdad. No te puedo creer. ¿A que debo apelar ahora? Vuelvo a tomar el camino de la acción. ¿No me lo va a decir? Usted, lo ha recalcado, ¿por qué no sabe tutear? Me decido más seguro: ¿No me lo vas a contar? Así está mejor. Se me va acercando. Otra vez tengo su mano sobre mi pecho. Cómo eres de misterioso. ¿Es sólo por dártelas? Voy pensando que contestar, me prolongo, el tiempo da para una nueva linea suya: ¿Eres casado? Contesto la verdad: no lo se. Ha fallado mi instinto. ¿Acaso no lo tengo? Camila cambia su sonrisa, separa su faz.  Miro a la otra pareja que ya va saliendo en pos del primero.  Ella me mira con desconfianza. Me siento atrapada en una situación ridícula. Me comienzo a poner algo agresivo. ¿Qué puedo hacer? ¿Les debo algo? ¿Qué hago si no me creen?

    Camila, ¿por qué no me puedes creer que tengo un borrón total en mi memoria? Se va dando vuelta hacia mí. ¿En serio?  Claro, no se ni cómo me llamo.  Pero yo tampoco se nada de ti. Pero si estamos juntos,  ¿no habré amanecido aquí de ninguna parte? Ella riendo me dice: pues casi. Termina de reírse y se queda mirándome. Se acerca

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