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Control de la Ira para Padres Explosivos: La Guía Definitiva Para Convertirte En El Mejor Padre Que Puedas Ser: Cría A Un Niño Feliz Y Inteligente Usando La Crianza Positiva Y La Disciplina
Control de la Ira para Padres Explosivos: La Guía Definitiva Para Convertirte En El Mejor Padre Que Puedas Ser: Cría A Un Niño Feliz Y Inteligente Usando La Crianza Positiva Y La Disciplina
Control de la Ira para Padres Explosivos: La Guía Definitiva Para Convertirte En El Mejor Padre Que Puedas Ser: Cría A Un Niño Feliz Y Inteligente Usando La Crianza Positiva Y La Disciplina
Libro electrónico185 páginas2 horas

Control de la Ira para Padres Explosivos: La Guía Definitiva Para Convertirte En El Mejor Padre Que Puedas Ser: Cría A Un Niño Feliz Y Inteligente Usando La Crianza Positiva Y La Disciplina

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Si siempre has querido ser el mejor padre o madre posible pero constantemente te encuentras luchando contra la ira explosiva, entonces sigue leyendo...

 

¿Estás harto y cansado de perder el control de tus emociones y no ser el padre o madre que aspiras a ser?

¿Has probado innumerables soluciones, desde soluciones rápidas hasta métodos tradicionales, solo para descubrir que las mejoras son efímeras?

¿Quieres finalmente despedirte de los sacrificios que has hecho, tanto por ti mismo como por tu hijo, y descubrir estrategias efectivas que realmente funcionen para ti?

 

Si es así, entonces has llegado al lugar correcto.

 

Incluso si has probado incontables 'soluciones' que te dejaron sintiéndote derrotado, el camino hacia la crianza positiva y la gestión efectiva de la ira es MUCHO más fácil de lo que piensas.

Siguiendo los consejos de este audiolibro, puedes superar la ira explosiva y emerger del otro lado más fuerte, más en control y listo para fomentar un ambiente más feliz e inteligente emocionalmente para que tu familia prospere.

Lo que significa que puedes convertirte en el mejor padre o madre que aspiras a ser sin sacrificar tu paz mental.

Aquí tienes solo una pequeña fracción de lo que descubrirás:

  • Las 7 formas efectivas de gestionar la ira explosiva y fomentar un ambiente de crianza positiva
  • Las 4 claves que deberías saber sobre la crianza positiva y la disciplina
  • 5 mitos dañinos sobre la gestión de la ira y la crianza positiva que las normas sociales perpetúan, y cómo disiparlos
  • Cómo ahorrar tiempo valioso y energía emocional con un simple cambio en tu rutina
  • Un truco probado usado por expertos reconocidos y figuras de autoridad que ayuda a gestionar emociones explosivas
  • El mayor error que cometen los padres en la gestión de la ira y la crianza positiva, y cómo evitarlo

¡Y MUCHO más!

 

Si tienes un deseo ardiente de dominar tus emociones, fomentar un ambiente más feliz y criar un niño emocionalmente inteligente sin constantes estallidos de ira, entonces desplázate hacia arriba y haz clic en "Comprar este libro" ahora.

IdiomaEspañol
EditorialGrace Harmon
Fecha de lanzamiento9 abr 2024
ISBN9798224209750

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    Control de la Ira para Padres Explosivos - Grace Harmon

    1

    DESENMASCARAR LA FURIA: COMPRENDER LA NATURALEZA DE LA IRA

    LA IRA:ALGO MÁS QUE UN SENTIMIENTO

    ¿Has sentido alguna vez que se te calienta la cara, se te acelera el corazón y se te aprietan las manos cuando ocurre algo injusto? Ese sentimiento es la ira. Es algo que todo el mundo siente de vez en cuando, y es mucho más que estar enfadado.

    Piensa en la ira como una sirena en tu cabeza. Grita: ¡Eh, aquí hay algo que no va bien!. Esa alarma es una parte normal del ser humano. El psicólogo Dr. Raymond Novaco, una persona inteligente que estudia la ira, dice que es un poderoso sentimiento de no ser feliz y quizá incluso de sentir que alguien está contra ti. Es la forma que tiene tu mente de decirte que debes prestar atención a un problema.

    Puedes sentir ira por cosas pequeñas, como si alguien se te adelanta en la cola. Pero a veces, las cosas grandes pueden enfadarte, como si alguien te trata injustamente en el trabajo. La ira no es algo malo en sí mismo. Es como cualquier otro sentimiento, como la alegría o la tristeza. Es una señal de que ocurre algo que te preocupa.

    La Asociación Americana de Psicología, un gran grupo de personas que estudian cómo funciona nuestra mente, nos dice que la ira a veces puede hacer cosas buenas por nosotros. Puede hacer que queramos levantarnos y hacer algo si nos tratan mal a nosotros o a otra persona. Puede empujarnos a hablar de lo que nos molesta y a solucionarlo. Imagina que nunca te enfadaras por nada. Puede que no te esforzaras tanto por mejorar las cosas o por defenderte cuando es importante.

    Pero -siempre hay un pero- cuando empiezas a estar enfadado todo el tiempo, o tu enfado es muy fuerte, puede empezar a causarte problemas. Quizá te haga gritar a tus amigos, o no puedas pensar con claridad porque estás demasiado ocupado enfadado. Es entonces cuando la ira puede empezar a complicarte la vida en lugar de ayudarte.

    Imagina la ira como una herramienta. Igual que un martillo puede ayudarte a construir cosas pero también destrozarte el pulgar si no tienes cuidado, la ira puede ayudarte a hacer cambios o causarte dolor. Todo depende de cómo la manejes. Es como aprender a montar en bici. Al principio, puedes caerte muchas veces y es complicado. Pero con la práctica, aprendes a dirigirla y a mantener el equilibrio, y de repente vas a toda velocidad como un profesional.

    Manejar la ira es un poco así. Lleva tiempo aprender a manejar los sentimientos fuertes sin caerte y hacerte daño a ti mismo o a los demás. Con la comprensión y las técnicas adecuadas, puedes aprender a utilizar la ira para defenderte sin dejar que te derribe. Se trata de encontrar el equilibrio y conducir con suavidad, aunque haya baches en el camino.

    LA RESPUESTA DEL CUERPO A LA IRA

    Cuando te enfadas, no sólo está en tu cabeza. La ira activa alarmas en tu cuerpo, como una cadena de petardos que estallan uno tras otro. Imagina que estás paseando por el bosque y, de repente, ves un oso salvaje. Tu cuerpo decide instantáneamente huir o enfrentarse al oso. Eso es lo que el Dr. Robert Sapolsky, que sabe mucho sobre el cuerpo, llama la respuesta de lucha o huida. Es un sistema que tenemos desde hace mucho tiempo, destinado a mantenernos a salvo del peligro.

    Esto de luchar o huir es bueno para enfrentarse a osos en el bosque, pero no sirve de mucho si estás enfadado por una factura de teléfono abultada o una larga cola en la tienda. Tu cuerpo no nota la diferencia; sólo sabe que estás enfadado y enciende esa misma alarma. Los latidos de tu corazón se aceleran, tu tensión arterial sube como la de un balón de baloncesto bombeado, y sustancias químicas como la adrenalina y la noradrenalina se vierten en tu sangre. La adrenalina es como el motor de tu cuerpo acelerándose para la acción, y la noradrenalina te mantiene concentrado en lo que te está enfadando.

    Pero la cuestión es que nuestros cuerpos no están hechos para manejar la ira así todo el tiempo. No es como huir de los osos todos los días. El enfado crónico hace que esa alarma suene demasiado, y eso es duro para tu cuerpo. Los expertos de la Clínica Mayo, un lugar donde trabajan muchos médicos inteligentes, nos dicen que demasiada ira y estrés pueden afectar gravemente a nuestra salud. La ira a largo plazo puede provocar enfermedades cardiacas, que es cuando tu corazón tiene problemas para hacer su trabajo. Es como si tu corazón intentara correr una carrera interminable. También aparece la hipertensión arterial, que hace que tu sangre se mueva demasiado deprisa contra tus vasos sanguíneos, como el agua que está a punto de desbordarse de una manguera.

    Los problemas digestivos también pueden unirse a la fiesta. ¿Alguna vez te has enfadado tanto que te has sentido mal del estómago? Eso es una muestra de cómo la ira afecta a tu estómago y a tu digestión. Tu sistema digestivo es donde tu cuerpo toma los alimentos y exprime todo lo bueno que necesitas para correr, pensar y jugar. Pero cuando estás enfadado todo el tiempo, tu sistema digestivo se confunde y no hace bien su trabajo. Es como si tu cuerpo fuera un montón de obreros en una obra, y la ira fuera el jefe que no para de gritar y estropear el trabajo.

    Así que, cuando te enfurezcas, recuerda que tu cuerpo está escuchando cada palabra, sintiendo cada resoplido de frustración. Es importante que sepas cómo calmarte, respirar hondo, tal vez dar un paseo o hablar con alguien en quien confíes. Cuidar de la ira es en realidad cuidar de todo tu cuerpo, mantener todas tus partes funcionando bien y felices, como una máquina bien engrasada.

    LA PSICOLOGÍA DE LA IRA EXPLOSIVA

    La ira explosiva, a veces llamada rabia, es una forma de ira fuerte e incontrolable. Imagina a alguien que va tranquilamente por la calle y, de repente, estalla como un volcán, gritando y tirando cosas. Así puede ser la ira.

    El Dr. Emil Coccaro, un gran nombre en el estudio de por qué la gente se enfada o se vuelve agresiva, habla de la ira explosiva como momentos en los que una persona pierde la calma y actúa mucho más de lo que debería, teniendo en cuenta lo que le hizo enfadarse en primer lugar. Imagina a un hombre en una cafetería. Está esperando su bebida matutina y el camarero se equivoca de pedido. Si grita y tira cosas, ése es el tipo de reacción exagerada de la que habla el Dr. Coccaro.

    Cuando la gente pierde así el control, puede hacer cosas que luego desearía no haber hecho. Pueden romper cosas, hacerse daño o incluso herir a otros. Es grave, porque las acciones realizadas con rabia pueden tener efectos graves en la vida de las personas.

    ¿Por qué ocurre? Para controlar la ira, primero hay que saber qué puede desencadenarla.He aquí algunas cosas que pueden desencadenar esas explosiones volcánicas de ira:

    - Sentirse faltado al respeto es una de las grandes. Imagina que estás hablando y otra persona empieza a hablar más alto, como si lo que estás diciendo no fuera importante. Eso puede hacer que la temperatura de algunas personas suba rápidamente.

    - Que te interrumpan es otra. Estás en medio de algo -quizá leyendo, pintando o arreglando un grifo- y alguien no para de pincharte con preguntas o diciéndote lo que tienes que hacer. Ese pinchazo puede convertirse rápidamente en un incendio.

    - Experimentar una sensación de injusticia también puede encender ese fuego. Supongamos que ves que a alguien le dan un trozo de tarta más grande que a ti, aunque ambos hayáis esperado en la cola el mismo tiempo. Puede parecer injusto, y esa sensación de injusticia puede provocar una tormenta en tu interior.

    Entender qué provoca esa tormenta de ira es muy importante. Si los padres o cualquier persona, en realidad, llegan a conocer las cosas que les hacen estallar, pueden prepararse para esas cosas. Es como comprobar el tiempo que hace. Si sabes que se avecina una tormenta, puedes llevar un paraguas. Del mismo modo, si sabes que ciertas cosas te enfadan, puedes preparar tu día o aprender formas de calmarte antes de que llegue la tormenta. Tal vez respirar hondo, contar hasta diez o alejarte un rato.

    Es como tener herramientas contra la ira. Estas herramientas no hacen que desaparezcan los motivos por los que te enfadas, pero te echan una mano a la hora de afrontar esos motivos. Es mejor ir por la vida con un paraguas para los días de tormenta, que empaparse cada vez que aparece una nube de lluvia. Aprender a manejar la ira es exactamente así: se trata de estar preparado y saber qué hacer cuando empiezan a formarse esas nubes de ira.

    EL PAPEL DE LOS FACTORES PERSONALES EN LA RESPUESTA A LA IRA

    Cuando se trata de comprender la ira, es como mirar el mapa de una gran ciudad. Cada persona tiene sus propias carreteras y caminos que conducen a su ira. La ira es un sentimiento normal, igual que la felicidad o la tristeza. Pero a veces, la forma en que manejamos esta emoción resulta diferente en cada persona. El Dr. Charles Spielberger, que dedicó mucho tiempo a estudiar la ira, nos dice que nuestra propia constitución personal -como nuestra rapidez para sentir emociones, nuestro estrés cotidiano y las herramientas que tenemos para manejar los sentimientos difíciles- configuran la forma en que experimentamos y mostramos nuestra ira (Spielberger, 2010).

    Piensa en los padres, por ejemplo. Tienen mucho que hacer: trabajar, cuidar de los niños, pagar facturas y muchas otras cosas. Esto puede acumularse y crear mucho estrés. Cuando el estrés aumenta demasiado, es más difícil mantener la calma. Si esos padres no tienen buenas formas de manejar su estrés o si se enfadan con facilidad por naturaleza, pueden acabar gritando o enfadándose a lo grande.

    Es como llevar una mochila pesada todos los días. Si la mochila se llena demasiado y no tienes una forma fuerte de llevarla, puede romperse de repente en el peor momento. Por eso es tan importante comprender estos factores personales. Cuando entiendes realmente por qué te enfadas, puedes empezar a encontrar mejores formas de manejarlo. Igual que puede que necesites una mochila más fuerte o llevar menos cosas, puede que necesites nuevas formas de gestionar el estrés o mejores herramientas para los momentos difíciles.

    Si aprendemos que el estrés es un gran botón que activa nuestra ira, podemos empezar a hacer cosas que nos ayuden con el estrés. Puede ser respirar profundamente, salir a pasear o encontrar un poco de tiempo de tranquilidad para nosotros mismos. Incluir estos hábitos que reducen el estrés en nuestra vida diaria es como dar a nuestra mente la oportunidad de relajarse para que no estemos tan cerca de enfadarnos.

    ¿Y si nuestra caja de herramientas para los momentos difíciles no es tan buena? Entonces, construir formas nuevas y más sanas de afrontar los problemas es la clave. Esto podría consistir en hablar con un amigo cuando nos sentimos mal o disgustados, escribir en un diario o practicar el decirnos a nosotros mismos: No pasa nada, vamos a pensarlo bien, antes de responder. Trabajando estas habilidades de afrontamiento, nos estamos dando más opciones para cuando empecemos a sentir que sube el calor de la ira.

    Prestando atención a estos factores personales, podemos comprender que la ira no es sólo algo que ocurre. Está ligada a quiénes somos, a cómo nos sentimos día a día y a las herramientas que tenemos para afrontar los retos de la vida. Cuando lo veamos claro, podremos empezar a controlar mejor nuestra ira, lo que no sólo nos ayudará a nosotros, sino que también facilitará la vida de los que nos rodean.

    ROMPER EL CICLO: DE LA COMPRENSIÓN A LA GESTIÓN

    Es esencial comprender la naturaleza de la ira y sus repercusiones. Es como aprender cómo funciona el tiempo antes de saber cómo vestirse para él. En primer lugar, seamos claros: la ira es un sentimiento natural. Igual que tu estómago gruñe cuando está vacío, tu mente se enciende cuando algo te parece mal o injusto. Incluso los padres, sí, sienten ira. ¡Y no pasa nada!

    Saber que el enfado es natural puede aligerar la carga sobre tus hombros. Piensa en ocasiones pasadas en las que has perdido la calma y en lo mal que te has podido sentir. Estos recuerdos a menudo pueden hacerte sentir que no eres un buen padre. Pero detente un momento: todo el mundo ha pasado por eso. La ira no te hace malo; te hace humano. Puedes utilizar esta comprensión para mirar tu viaje de manejo de la ira con esperanza, no con vergüenza.

    Ahora, echemos un vistazo bajo el capó y veamos qué ocurre en nuestro cuerpo cuando nos enfadamos. La ira puede hacer que tu corazón lata más deprisa, que tu cara se ponga roja e incluso que empieces a sudar. Son señales, la forma que tiene tu cuerpo de decir: ¡Eh, pasa algo!. Si prestas atención a estas advertencias tempranas, puedes empezar a calmarte antes de que hierva la olla. Tal vez respires hondo o te alejes un momento. Reconocer estas señales es como atrapar una pelota antes de que golpee la ventana.

    Cuando realmente conoces la ira, puedes empezar a jugar a los detectives en tu propia vida. Puedes encontrar las pistas que te hacen enfadar y por qué. Puede que el hecho de que tus hijos dejen juguetes por todas partes te moleste. O puede que llegar tarde active un interruptor dentro de ti. Cada persona es diferente. Cuando identificas estos desencadenantes, es como saber que hay un bache en el camino para poder sortearlo.

    Conocer tus factores personales es otra pieza del rompecabezas. Si no has dormido bien o te has saltado el desayuno, puedes ser más propenso a alterarte. Saber esto puede ayudarte a arreglar lo que esté en tu mano arreglar. Es como asegurarte de que tu coche tiene gasolina y está listo para el viaje. No puedes controlar cada bache o curva de la carretera, pero puedes hacer que el viaje sea lo más suave posible.

    Y lo mejor de todo es que, cuando conozcas realmente los entresijos de la ira, podrás elaborar un plan a tu medida. No hay una talla única para todos. Es como elegir las herramientas perfectas para tu propia caja de herramientas. Pueden ser formas de calmarte, de hablar a tu familia de forma que te escuchen o de cambiar tus

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