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Criar a un Niño Oposicionista Explosivo con TDAH y Control de la Ira para Padres (3 en 1): Todo lo que tu hijo con TDAH y Trastorno Negativista Desafiante (TOD) desearía saber
Criar a un Niño Oposicionista Explosivo con TDAH y Control de la Ira para Padres (3 en 1): Todo lo que tu hijo con TDAH y Trastorno Negativista Desafiante (TOD) desearía saber
Criar a un Niño Oposicionista Explosivo con TDAH y Control de la Ira para Padres (3 en 1): Todo lo que tu hijo con TDAH y Trastorno Negativista Desafiante (TOD) desearía saber
Libro electrónico585 páginas9 horas

Criar a un Niño Oposicionista Explosivo con TDAH y Control de la Ira para Padres (3 en 1): Todo lo que tu hijo con TDAH y Trastorno Negativista Desafiante (TOD) desearía saber

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Te presentamos el paquete de audiolibros prácticos 3 en 1 para ayudarte a criar a tu hijo explosivo con TDAH, criar a un niño con TDO y dominar la gestión de la ira como padre para crear el MEJOR ambiente para tu hijo.

 

Así que, incluso si eres un ejemplo extremo de padres que luchan con la ira explosiva, el desafío opositor, el TDAH y la gestión de la ira, ten la seguridad de que puedes convertirte en el padre emocionalmente inteligente y positivo que aspiras ser con las perspectivas proporcionadas en este audiolibro 3 en 1.

 

Aquí tienes un ejemplo de lo que encontrarás dentro…

 

Libro 1- Criando a un niño explosivo con TDAH

 

  • Las 7 formas efectivas de manejar la ira explosiva y fomentar un ambiente de crianza positiva
  • Las 4 claves que deberías saber sobre la crianza positiva y la disciplina
  • 5 mitos dañinos sobre la gestión de la ira y la crianza positiva que las normas sociales perpetúan, y cómo disiparlos

 

Libro 2- Criando a un niño opositor con TDAH

 

  • 5 mitos dañinos sobre criar a un niño opositor con TDAH que las normas sociales perpetúan, y cómo disiparlos
  • La VERDAD sobre criar a un niño con TDO que casi nadie te dice
  • El mayor error que cometen los padres al manejar el comportamiento opositor y cómo evitarlo

 

Libro 3- Gestión de la ira para padres explosivos

 

  • Un truco probado usado por reconocidos psicólogos infantiles que ayuda a desactivar situaciones explosivas con niños neurodivergentes
  • El mayor error que cometen los padres al manejar el comportamiento explosivo y cómo evitarlo
  • El proceso de 7 pasos para dominar tu ira de una vez por todas y FINALMENTE detenerla en seco antes de que sea demasiado tarde.

 

¡Y MUCHO más!

 

Así que, si quieres este plan práctico 3 en 1 escrito exclusivamente para aquellos que crían a niños neurodivergentes, entonces desplázate hacia arriba y haz clic en "Comprar este libro" hoy.

IdiomaEspañol
EditorialGrace Harmon
Fecha de lanzamiento9 abr 2024
ISBN9798224358700

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    Criar a un Niño Oposicionista Explosivo con TDAH y Control de la Ira para Padres (3 en 1) - Grace Harmon

    CRIAR A UN NIÑO OPOSICIONISTA EXPLOSIVO CON TDAH Y CONTROL DE LA IRA PARA PADRES (3 EN 1)

    TODO LO QUE TU HIJO CON TDAH Y TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE (TOD) DESEARÍA SABER

    GRACE HARMON

    Copyright © 2024 by Grace Harmon

    All rights reserved.

    No part of this book may be reproduced in any form or by any electronic or mechanical means, including information storage and retrieval systems, without written permission from the author, except for the use of brief quotations in a book review.

    ÍNDICE

    Control de la Ira para Padres Explosivos

    Introducción

    1. Desenmascarar la furia: comprender la naturaleza de la ira

    2. Cómo resuena la ira paterna en el corazón de los niños

    3. Detectar la chispa antes de la llama

    4. De reaccionar a observar: El poder de la atención plena en el control de la ira

    5. Sudar la ira: El papel del ejercicio en el control de la ira

    6. Conversaciones, no enfrentamientos: El arte de la comunicación eficaz

    7. Aprovechar el poder de la pausa: Los tiempos muertos en el control de la ira

    8. Descansa tranquilo, come bien: Los fundamentos ignorados del control de la ira

    9. Abrazar el camino lleno de baches: Cómo afrontar los contratiempos en el control de la ira

    10. Abrir la puerta al perdón

    11. Mantener la calma bajo presión: Control de la Ira en Situaciones de Gran Estrés

    12. Abordar los tabúes: Cómo superar las objeciones habituales a las técnicas de control de la ira

    13. Reparar los lazos: Sanar las relaciones tras los arrebatos de ira

    14. Cultivar la inteligencia emocional: Capacitar a los niños para un paisaje emocional más sano

    15. Cultivar un hogar alegre: crear un entorno familiar positivo

    16. Alimentar la Positividad en medio de la Ira

    17. Coherencia: el ingrediente secreto para controlar eficazmente la ira

    18. La paciencia: El guardián silencioso del progreso

    19. Celebrar las pequeñas victorias: El poder de reconocer el progreso

    20. Vivir sin ira cada día - Hacer del control de la ira un estilo de vida

    21. Prever un futuro con ira controlada

    Conclusión

    Criar a un niño explosivo con TDAH

    Introducción

    1. Descifrando el TDAH: Algo más que una palabra de moda

    2. Descifrando el cerebro del TDAH: Una inmersión profunda

    3. Navegar por el laberinto del TDAH: comprender el proceso de diagnóstico

    4. Domando la tormenta: Estrategias prácticas de crianza para controlar el TDAH

    5. Cultivando Conexiones: Técnicas de crianza positiva para tu hijo con TDAH

    6. Dar forma al comportamiento: Disciplina que funciona para el TDAH

    7. Cómo evitar las luchas de poder: Técnicas disciplinarias respetuosas para tu hijo con TDAH

    8. Dominar el escenario escolar: Superar los retos académicos con TDAH

    9. Equilibrar las emociones: Cómo ayudar a tu hijo con TDAH a dominar la regulación emocional

    10. Construir la confianza en uno mismo: Fomentar la autoestima de tu hijo con TDAH

    11. Fomentar la amistad - Comprender la autopercepción en niños con T

    12. Navegar por los rápidos emocionales: Gestionar tus sentimientos como padre

    13. Construir tu tribu: El papel de una red de apoyo para los padres de niños con TDAH

    14. Crear vínculos fuertes: Alimentar las relaciones en medio de los retos del TDAH

    15. La defensa en acción: Garantizar que se satisfacen las necesidades de tu hijo en la escuela

    16. Tender puentes con la escuela para el éxito de tu

    17. Navegar por el laberinto del tratamiento del TDAH: los sistemas sanitarios y tú

    18. Navegar por las mareas turbulentas: Prepararse para la adolescencia con TDAH

    19. Navegar por el puente de la transición: Apoyar el salto de tu hijo a la edad adulta

    20. Desentrañar el TDAH y las enfermedades concurrentes

    21. La medicación importa: Navegar por las opciones de tratamiento del TDAH

    22. Futuros prometedores: Navegar por los resultados a largo plazo

    23. Futuros prometedores: Navegar por los resultados a largo plazo

    Conclusión

    Criar a un niño oposicionista con TDAH

    Introducción

    1. Desenredando el nudo: Comprender el Trastorno Negativista Desafiante (TOD)

    2. Desenredando el nudo del TDAH: Comprender el mundo de tu hijo

    3. Desenredando el nudo del TDAH: Comprender el mundo de tu hijo

    4. Desentrañar la conexión TDAH-ODD

    5. Una nueva perspectiva: aprovechar el poder de la positividad

    6. Elegir tus batallas: Navegar por las luchas de poder con tu hijo

    7. Navegando en la tormenta: Cómo gestionar las luchas de poder con tu hijo

    8. Cómo salvar la brecha comunicativa: habla su idioma

    9. Rellenar el vaso: Priorizar el autocuidado en medio del caos

    10. Sacudirse la culpa: Abrazar la Autocompasión

    11. Construir puentes, no muros: Crear tu red de apoyo

    12. Una luz al final del túnel: Historias de resiliencia y esperanza

    13. Juntos resistiremos - El viaje de

    14. Navegando por mares turbulentos: experiencias personales de crianza de niños con TOD y TDAH

    15. Adaptar las estrategias para triunfar

    16. Disipando sombras: Acabar con los mitos sobre la conducta oposicionista y el TDAH

    17. Guía de preguntas frecuentes para padres

    18. Desafiar las dudas: Cómo superar las objeciones a las estrategias de control de la conducta

    19. Aliados en la educación: Navegar por el sistema escolar con tu hijo

    20. Tender puentes con los educ

    21. Aprovechar tu comunidad: Guía de recursos locales para padres

    22. Abrazar la tormenta: Navegar por la adolescencia con TDAH y TOD

    23. La transición al mañana: Preparar a tu hijo para la edad adulta

    24. Navegar en el viaje de toda la vida: El arte del aprendizaje y el crecimiento continuos

    Conclusión

    CONTROL DE LA IRA PARA PADRES EXPLOSIVOS

    LA GUÍA DEFINITIVA PARA CONVERTIRTE EN EL MEJOR PADRE QUE PUEDAS SER: CRÍA A UN NIÑO FELIZ Y INTELIGENTE USANDO LA CRIANZA POSITIVA Y LA DISCIPLINA

    INTRODUCCIÓN

    De repente, te encuentras gritando a pleno pulmón. La leche de tu hijo se derrama por toda la mesa, otra vez. Es la tercera vez esta semana, y no puedes contener la rabia. Te sientes culpable y agotada. Si te suena este momento, debes saber que no estás solo. Muchos padres han pasado por eso: se enfrentan a frustraciones cotidianas que, de algún modo, desembocan en un estallido de ira. Es un momento que te hace desear una forma mejor de manejar las cosas.

    La ira de los padres es más frecuente de lo que a muchos nos gustaría admitir. Las encuestas sugieren que gritar a los niños es un método disciplinario habitual en muchas familias. Por desgracia, los padres a menudo no ven la marca duradera que puede dejar en sus hijos. Los estudios indican que los niños a los que se grita con frecuencia pueden tener problemas de autoestima y felicidad. Reconocer el peso de este problema es el primer paso para transformar nuestros hogares en entornos enriquecedores.

    Estoy aquí para guiarte en esa transformación. Aunque mi nombre no es importante, sí lo es mi pasión por ayudar a padres como tú. Soy una experta en dinámica familiar y control de la ira. A lo largo de los años, mis talleres, charlas y seminarios han ayudado a innumerables padres a navegar por las tormentas de la crianza de los hijos con calma y amor.

    Este libro está pensado para servir de puerto de calma a quienes se sienten a la deriva en un mar de ira. Está diseñado para ayudarte a comprender las raíces de tu ira, ofrecerte las herramientas para afrontarla de frente y mostrarte cómo forjar conexiones más profundas y significativas con tus hijos. Juntos exploraremos nuevos territorios de paciencia y comprensión.

    Al pasar cada página, conocerás a padres reales que han recorrido el camino que tú estás recorriendo ahora. Sus historias arrojarán luz sobre las diversas caras de la ira paterna. Mediante ejemplos, estrategias prácticas y reflexiones personales, aprenderás a navegar por tus emociones. Las hojas de trabajo interactivas te desafiarán a aplicar lo que has aprendido, y los cuestionarios te ayudarán a seguir tu progreso.

    Puede que seas escéptico. Quizá hayas probado otros métodos sin éxito, o dudes de tu capacidad para cambiar. Pero las estrategias aquí expuestas no son meras teorías: son acciones reales y directas que ya han ayudado a muchos padres. Los cambios sencillos pueden producir resultados significativos.

    El camino no estará exento de dificultades, pero el destino -un hogar pacífico y lleno de amor- merece todos los esfuerzos. Al abrir este libro, ya has dado el paso más valiente. Cree en tu capacidad para crecer y en la resistencia de los lazos de tu familia. Juntos allanaremos el camino hacia un hogar más tranquilo y enriquecedor. Tú puedes, y yo estoy aquí para ayudarte en cada paso del camino.

    1

    DESENMASCARAR LA FURIA: COMPRENDER LA NATURALEZA DE LA IRA

    LA IRA:ALGO MÁS QUE UN SENTIMIENTO

    ¿Has sentido alguna vez que se te calienta la cara, se te acelera el corazón y se te aprietan las manos cuando ocurre algo injusto? Ese sentimiento es la ira. Es algo que todo el mundo siente de vez en cuando, y es mucho más que estar enfadado.

    Piensa en la ira como una sirena en tu cabeza. Grita: ¡Eh, aquí hay algo que no va bien!. Esa alarma es una parte normal del ser humano. El psicólogo Dr. Raymond Novaco, una persona inteligente que estudia la ira, dice que es un poderoso sentimiento de no ser feliz y quizá incluso de sentir que alguien está contra ti. Es la forma que tiene tu mente de decirte que debes prestar atención a un problema.

    Puedes sentir ira por cosas pequeñas, como si alguien se te adelanta en la cola. Pero a veces, las cosas grandes pueden enfadarte, como si alguien te trata injustamente en el trabajo. La ira no es algo malo en sí mismo. Es como cualquier otro sentimiento, como la alegría o la tristeza. Es una señal de que ocurre algo que te preocupa.

    La Asociación Americana de Psicología, un gran grupo de personas que estudian cómo funciona nuestra mente, nos dice que la ira a veces puede hacer cosas buenas por nosotros. Puede hacer que queramos levantarnos y hacer algo si nos tratan mal a nosotros o a otra persona. Puede empujarnos a hablar de lo que nos molesta y a solucionarlo. Imagina que nunca te enfadaras por nada. Puede que no te esforzaras tanto por mejorar las cosas o por defenderte cuando es importante.

    Pero -siempre hay un pero- cuando empiezas a estar enfadado todo el tiempo, o tu enfado es muy fuerte, puede empezar a causarte problemas. Quizá te haga gritar a tus amigos, o no puedas pensar con claridad porque estás demasiado ocupado enfadado. Es entonces cuando la ira puede empezar a complicarte la vida en lugar de ayudarte.

    Imagina la ira como una herramienta. Igual que un martillo puede ayudarte a construir cosas pero también destrozarte el pulgar si no tienes cuidado, la ira puede ayudarte a hacer cambios o causarte dolor. Todo depende de cómo la manejes. Es como aprender a montar en bici. Al principio, puedes caerte muchas veces y es complicado. Pero con la práctica, aprendes a dirigirla y a mantener el equilibrio, y de repente vas a toda velocidad como un profesional.

    Manejar la ira es un poco así. Lleva tiempo aprender a manejar los sentimientos fuertes sin caerte y hacerte daño a ti mismo o a los demás. Con la comprensión y las técnicas adecuadas, puedes aprender a utilizar la ira para defenderte sin dejar que te derribe. Se trata de encontrar el equilibrio y conducir con suavidad, aunque haya baches en el camino.

    LA RESPUESTA DEL CUERPO A LA IRA

    Cuando te enfadas, no sólo está en tu cabeza. La ira activa alarmas en tu cuerpo, como una cadena de petardos que estallan uno tras otro. Imagina que estás paseando por el bosque y, de repente, ves un oso salvaje. Tu cuerpo decide instantáneamente huir o enfrentarse al oso. Eso es lo que el Dr. Robert Sapolsky, que sabe mucho sobre el cuerpo, llama la respuesta de lucha o huida. Es un sistema que tenemos desde hace mucho tiempo, destinado a mantenernos a salvo del peligro.

    Esto de luchar o huir es bueno para enfrentarse a osos en el bosque, pero no sirve de mucho si estás enfadado por una factura de teléfono abultada o una larga cola en la tienda. Tu cuerpo no nota la diferencia; sólo sabe que estás enfadado y enciende esa misma alarma. Los latidos de tu corazón se aceleran, tu tensión arterial sube como la de un balón de baloncesto bombeado, y sustancias químicas como la adrenalina y la noradrenalina se vierten en tu sangre. La adrenalina es como el motor de tu cuerpo acelerándose para la acción, y la noradrenalina te mantiene concentrado en lo que te está enfadando.

    Pero la cuestión es que nuestros cuerpos no están hechos para manejar la ira así todo el tiempo. No es como huir de los osos todos los días. El enfado crónico hace que esa alarma suene demasiado, y eso es duro para tu cuerpo. Los expertos de la Clínica Mayo, un lugar donde trabajan muchos médicos inteligentes, nos dicen que demasiada ira y estrés pueden afectar gravemente a nuestra salud. La ira a largo plazo puede provocar enfermedades cardiacas, que es cuando tu corazón tiene problemas para hacer su trabajo. Es como si tu corazón intentara correr una carrera interminable. También aparece la hipertensión arterial, que hace que tu sangre se mueva demasiado deprisa contra tus vasos sanguíneos, como el agua que está a punto de desbordarse de una manguera.

    Los problemas digestivos también pueden unirse a la fiesta. ¿Alguna vez te has enfadado tanto que te has sentido mal del estómago? Eso es una muestra de cómo la ira afecta a tu estómago y a tu digestión. Tu sistema digestivo es donde tu cuerpo toma los alimentos y exprime todo lo bueno que necesitas para correr, pensar y jugar. Pero cuando estás enfadado todo el tiempo, tu sistema digestivo se confunde y no hace bien su trabajo. Es como si tu cuerpo fuera un montón de obreros en una obra, y la ira fuera el jefe que no para de gritar y estropear el trabajo.

    Así que, cuando te enfurezcas, recuerda que tu cuerpo está escuchando cada palabra, sintiendo cada resoplido de frustración. Es importante que sepas cómo calmarte, respirar hondo, tal vez dar un paseo o hablar con alguien en quien confíes. Cuidar de la ira es en realidad cuidar de todo tu cuerpo, mantener todas tus partes funcionando bien y felices, como una máquina bien engrasada.

    LA PSICOLOGÍA DE LA IRA EXPLOSIVA

    La ira explosiva, a veces llamada rabia, es una forma de ira fuerte e incontrolable. Imagina a alguien que va tranquilamente por la calle y, de repente, estalla como un volcán, gritando y tirando cosas. Así puede ser la ira.

    El Dr. Emil Coccaro, un gran nombre en el estudio de por qué la gente se enfada o se vuelve agresiva, habla de la ira explosiva como momentos en los que una persona pierde la calma y actúa mucho más de lo que debería, teniendo en cuenta lo que le hizo enfadarse en primer lugar. Imagina a un hombre en una cafetería. Está esperando su bebida matutina y el camarero se equivoca de pedido. Si grita y tira cosas, ése es el tipo de reacción exagerada de la que habla el Dr. Coccaro.

    Cuando la gente pierde así el control, puede hacer cosas que luego desearía no haber hecho. Pueden romper cosas, hacerse daño o incluso herir a otros. Es grave, porque las acciones realizadas con rabia pueden tener efectos graves en la vida de las personas.

    ¿Por qué ocurre? Para controlar la ira, primero hay que saber qué puede desencadenarla.He aquí algunas cosas que pueden desencadenar esas explosiones volcánicas de ira:

    - Sentirse faltado al respeto es una de las grandes. Imagina que estás hablando y otra persona empieza a hablar más alto, como si lo que estás diciendo no fuera importante. Eso puede hacer que la temperatura de algunas personas suba rápidamente.

    - Que te interrumpan es otra. Estás en medio de algo -quizá leyendo, pintando o arreglando un grifo- y alguien no para de pincharte con preguntas o diciéndote lo que tienes que hacer. Ese pinchazo puede convertirse rápidamente en un incendio.

    - Experimentar una sensación de injusticia también puede encender ese fuego. Supongamos que ves que a alguien le dan un trozo de tarta más grande que a ti, aunque ambos hayáis esperado en la cola el mismo tiempo. Puede parecer injusto, y esa sensación de injusticia puede provocar una tormenta en tu interior.

    Entender qué provoca esa tormenta de ira es muy importante. Si los padres o cualquier persona, en realidad, llegan a conocer las cosas que les hacen estallar, pueden prepararse para esas cosas. Es como comprobar el tiempo que hace. Si sabes que se avecina una tormenta, puedes llevar un paraguas. Del mismo modo, si sabes que ciertas cosas te enfadan, puedes preparar tu día o aprender formas de calmarte antes de que llegue la tormenta. Tal vez respirar hondo, contar hasta diez o alejarte un rato.

    Es como tener herramientas contra la ira. Estas herramientas no hacen que desaparezcan los motivos por los que te enfadas, pero te echan una mano a la hora de afrontar esos motivos. Es mejor ir por la vida con un paraguas para los días de tormenta, que empaparse cada vez que aparece una nube de lluvia. Aprender a manejar la ira es exactamente así: se trata de estar preparado y saber qué hacer cuando empiezan a formarse esas nubes de ira.

    EL PAPEL DE LOS FACTORES PERSONALES EN LA RESPUESTA A LA IRA

    Cuando se trata de comprender la ira, es como mirar el mapa de una gran ciudad. Cada persona tiene sus propias carreteras y caminos que conducen a su ira. La ira es un sentimiento normal, igual que la felicidad o la tristeza. Pero a veces, la forma en que manejamos esta emoción resulta diferente en cada persona. El Dr. Charles Spielberger, que dedicó mucho tiempo a estudiar la ira, nos dice que nuestra propia constitución personal -como nuestra rapidez para sentir emociones, nuestro estrés cotidiano y las herramientas que tenemos para manejar los sentimientos difíciles- configuran la forma en que experimentamos y mostramos nuestra ira (Spielberger, 2010).

    Piensa en los padres, por ejemplo. Tienen mucho que hacer: trabajar, cuidar de los niños, pagar facturas y muchas otras cosas. Esto puede acumularse y crear mucho estrés. Cuando el estrés aumenta demasiado, es más difícil mantener la calma. Si esos padres no tienen buenas formas de manejar su estrés o si se enfadan con facilidad por naturaleza, pueden acabar gritando o enfadándose a lo grande.

    Es como llevar una mochila pesada todos los días. Si la mochila se llena demasiado y no tienes una forma fuerte de llevarla, puede romperse de repente en el peor momento. Por eso es tan importante comprender estos factores personales. Cuando entiendes realmente por qué te enfadas, puedes empezar a encontrar mejores formas de manejarlo. Igual que puede que necesites una mochila más fuerte o llevar menos cosas, puede que necesites nuevas formas de gestionar el estrés o mejores herramientas para los momentos difíciles.

    Si aprendemos que el estrés es un gran botón que activa nuestra ira, podemos empezar a hacer cosas que nos ayuden con el estrés. Puede ser respirar profundamente, salir a pasear o encontrar un poco de tiempo de tranquilidad para nosotros mismos. Incluir estos hábitos que reducen el estrés en nuestra vida diaria es como dar a nuestra mente la oportunidad de relajarse para que no estemos tan cerca de enfadarnos.

    ¿Y si nuestra caja de herramientas para los momentos difíciles no es tan buena? Entonces, construir formas nuevas y más sanas de afrontar los problemas es la clave. Esto podría consistir en hablar con un amigo cuando nos sentimos mal o disgustados, escribir en un diario o practicar el decirnos a nosotros mismos: No pasa nada, vamos a pensarlo bien, antes de responder. Trabajando estas habilidades de afrontamiento, nos estamos dando más opciones para cuando empecemos a sentir que sube el calor de la ira.

    Prestando atención a estos factores personales, podemos comprender que la ira no es sólo algo que ocurre. Está ligada a quiénes somos, a cómo nos sentimos día a día y a las herramientas que tenemos para afrontar los retos de la vida. Cuando lo veamos claro, podremos empezar a controlar mejor nuestra ira, lo que no sólo nos ayudará a nosotros, sino que también facilitará la vida de los que nos rodean.

    ROMPER EL CICLO: DE LA COMPRENSIÓN A LA GESTIÓN

    Es esencial comprender la naturaleza de la ira y sus repercusiones. Es como aprender cómo funciona el tiempo antes de saber cómo vestirse para él. En primer lugar, seamos claros: la ira es un sentimiento natural. Igual que tu estómago gruñe cuando está vacío, tu mente se enciende cuando algo te parece mal o injusto. Incluso los padres, sí, sienten ira. ¡Y no pasa nada!

    Saber que el enfado es natural puede aligerar la carga sobre tus hombros. Piensa en ocasiones pasadas en las que has perdido la calma y en lo mal que te has podido sentir. Estos recuerdos a menudo pueden hacerte sentir que no eres un buen padre. Pero detente un momento: todo el mundo ha pasado por eso. La ira no te hace malo; te hace humano. Puedes utilizar esta comprensión para mirar tu viaje de manejo de la ira con esperanza, no con vergüenza.

    Ahora, echemos un vistazo bajo el capó y veamos qué ocurre en nuestro cuerpo cuando nos enfadamos. La ira puede hacer que tu corazón lata más deprisa, que tu cara se ponga roja e incluso que empieces a sudar. Son señales, la forma que tiene tu cuerpo de decir: ¡Eh, pasa algo!. Si prestas atención a estas advertencias tempranas, puedes empezar a calmarte antes de que hierva la olla. Tal vez respires hondo o te alejes un momento. Reconocer estas señales es como atrapar una pelota antes de que golpee la ventana.

    Cuando realmente conoces la ira, puedes empezar a jugar a los detectives en tu propia vida. Puedes encontrar las pistas que te hacen enfadar y por qué. Puede que el hecho de que tus hijos dejen juguetes por todas partes te moleste. O puede que llegar tarde active un interruptor dentro de ti. Cada persona es diferente. Cuando identificas estos desencadenantes, es como saber que hay un bache en el camino para poder sortearlo.

    Conocer tus factores personales es otra pieza del rompecabezas. Si no has dormido bien o te has saltado el desayuno, puedes ser más propenso a alterarte. Saber esto puede ayudarte a arreglar lo que esté en tu mano arreglar. Es como asegurarte de que tu coche tiene gasolina y está listo para el viaje. No puedes controlar cada bache o curva de la carretera, pero puedes hacer que el viaje sea lo más suave posible.

    Y lo mejor de todo es que, cuando conozcas realmente los entresijos de la ira, podrás elaborar un plan a tu medida. No hay una talla única para todos. Es como elegir las herramientas perfectas para tu propia caja de herramientas. Pueden ser formas de calmarte, de hablar a tu familia de forma que te escuchen o de cambiar tus rutinas para reducir el estrés.

    No te preocupes, todas las formas de abordar la ira no están recogidas en este único capítulo. Más adelante encontrarás un bufé de ideas: atención plena para mantenerte anclado en el ahora, palabras para hablar sin que salten chispas y formas de educar a tus hijos con comprensión y alegría. Cada capítulo es un paso adelante en el camino para manejar tu ira con gracia y fortaleza. Recuerda, el conocimiento es como una lámpara firme que te guía a través de la noche. Con él, incluso los caminos más pedregosos se vuelven más suaves.

    2

    CÓMO RESUENA LA IRA PATERNA EN EL CORAZÓN DE LOS NIÑOS

    Cuando un progenitor se enfada, las palabras que utiliza pueden resultar tan pesadas como piedras gigantes para un niño. Aunque un padre no quiera asustar o herir a su hijo, cuando un niño oye gritos o palabras duras, eso puede sacudirle por dentro. Imagina que eres pequeño y miras al gran mundo. Ahora, añade a eso que un adulto, alguien en quien confías y a quien quieres, muestra su enfado. Es como si una nube de tormenta cubriera el sol; de repente todo parece oscuro y aterrador.

    Para los niños, el enfado de mamá o papá suele ser una señal de que han cometido un error. Esta idea de que han hecho algo malo se instala en lo más profundo de sus corazones. Como los niños todavía están aprendiendo, puede que no entiendan por qué se produce el enfado. Lo único que saben es que les hace sentirse pequeños y asustados. Con el tiempo, si un niño se siente así muchas veces, puede hacer que deje de ver todo lo bueno que hay en él. Pueden empezar a pensar que no valen gran cosa, y ése es un sentimiento triste y pesado para cualquiera, especialmente para un niño pequeño.

    Hablemos ahora de cómo afrontan esto los niños. Cuando se enfrentan a la ira, los niños intentan encontrar formas de sentirse seguros y bien. Algunos deciden que si lo hacen todo bien, si son muy, muy buenos, no enfadarán a sus padres. Se centran mucho en seguir las normas y no cometer errores. El problema es que nadie es perfecto. Intentar serlo puede cansar y estresar al niño.

    Por otro lado, algunos niños pueden empezar a portarse mal. Pueden saltarse las normas a propósito o comportarse de formas que saben que no están bien. No es porque quieran ser malos; a menudo, es una forma de decirle al mundo que están enfadados o de hacer que sus padres se fijen en ellos de otra manera. Pueden pensar: Si no puedo hacer felices a papá o mamá, quizá al menos pueda llamar la atención. Esta tampoco es una buena forma de afrontar los problemas. Puede provocar más problemas en casa e incluso en el colegio.

    Es muy importante que los padres comprendan hasta qué punto su ira puede afectar a sus hijos. Los padres son como superhéroes para sus hijos, y con ello viene el trabajo de superhéroes de ser cuidadosos con su poder. La ira es un sentimiento normal; todo el mundo se enfada a veces. Pero lo que importa es lo que una persona hace con ese enfado. Los padres pueden aprender a hablar de sus sentimientos sin gritar. Pueden tomarse un momento para respirar cuando están enfadados. Al manejar el enfado con calma, los padres enseñan a sus hijos a hacer lo mismo. Les enseñan que no pasa nada por enfadarse, pero que siempre hay una forma de resolver las cosas sin una tormenta.

    El objetivo no es no enfadarse nunca, sino manejar el enfado de forma que el sol brille y las nubes se mantengan alejadas, en la medida de lo posible, en el cielo de tu hijo.

    SOMBRAS EN LA MENTE: IMPACTO PSICOLÓGICO DE LA IRA PATERNA

    En una acogedora sala de estar vespertina, se reunió un grupo de padres, con rostros mezcla de preocupación y esperanza. Se habían reunido para aprender sobre las formas en que sus propias emociones, especialmente la ira, podían influir en la vida de sus hijos. La ponente, una amable consejera con años de experiencia, empezó hablando de un estudio que llamó la atención de todos.

    Allá por el año 2000, Cummings y otros realizaron una importante investigación, explicó. Descubrieron que los niños que ven a menudo enfadados a sus padres pueden empezar a mostrar signos de que están muy tristes o muy asustados. Ansiedad y depresión es como llaman los médicos a estos sentimientos.

    La sala se quedó en silencio mientras los padres asimilaban estas palabras, reflexionando sobre las veces en que habían alzado demasiado la voz o se habían enfadado demasiado deprisa.

    Imaginaos -continuó el orientador- a un pequeño en casa, siempre al límite, siempre preocupado de que algo que haga pueda provocar una tormenta de ira. Ese tipo de miedo puede quedarse, convirtiéndose en una pesada preocupación que hace que sus corazoncitos se aceleren y sus mentes se agiten.

    Esta idea hizo que muchos padres se removieran inquietos en sus asientos. Era un pensamiento duro, imaginarse a sus hijos con semejantes cargas.

    A causa de este estrés -continuó-, a un niño puede resultarle muy difícil prestar atención en la escuela o hacer los deberes. Están tan atrapados por el ruido de casa que su mente no puede concentrarse en aprender.

    Un padre bajó la mirada, pensando en las veces que se había enfadado por un vaso derramado o una habitación desordenada justo antes de la hora de acostar a su hijo. Cada vez tenía más claro que ésas eran las noches en las que su hijo tenía más dificultades con los deberes.

    El orientador dijo algo más: También va más allá del colegio. Piensa en los amigos y otras personas que tu hijo conoce. Si están acostumbrados a la ira en casa, puede que les cueste confiar en la gente. Puede que se mantengan alejados de los demás, temerosos de decir o hacer algo incorrecto que pueda provocar una pelea.

    Del grupo surgieron murmullos de acuerdo. Una madre susurró a una vecina, recordando que su hija acababa de decir que ya no quería invitar a amigos a casa.

    A medida que avanzaba la velada, la conversación giró hacia la curación y el crecimiento. La asesora compartió consejos sobre cómo expresar los sentimientos con calma, la importancia de pedir perdón y el poder de un hogar tranquilo. Cuando terminó la noche, la sala estaba llena de una nueva determinación.

    Los padres salieron equipados no sólo con conocimientos, sino también con una fuerte voluntad de cambio, para el corazón y la mente de sus pequeños. Aconsejados y animados, salieron a la noche estrellada dispuestos a construir un hogar en el que la ira fuera poco frecuente y abundara la comprensión.

    ECOS FÍSICOS: IMPACTO FÍSICO DE LA IRA PATERNA

    Cuando un padre o una madre se enfadan mucho, pueden sacudir el mundo de un niño. Es normal que los padres se enfaden a veces, pero cuando ocurre mucho, puede hacer que sus hijos se sientan mal. Hablemos de cómo puede reaccionar el cuerpo de los niños cuando sus padres se enfadan mucho. No se trata de culpar a los padres. Ellos también tienen un trabajo duro y grandes sentimientos. Pero es importante comprender cómo esto puede afectar a sus hijos.

    Imagina a un pequeño que ve a su madre o a su padre enfadados muchos días. Este niño podría empezar a tener dolores de cabeza a menudo, o le dolería mucho el estómago. Es como si su cuerpo gritara: ¡Eh, estoy preocupado!. La Asociación Americana de Psicología nos dice que esto es real. Cuando los niños están estresados todo el tiempo, su cuerpo empieza a sentirse mal. Y eso no es todo. A veces, los problemas pueden durar mucho tiempo. Pueden llegar a tener el corazón herido o problemas de azúcar en la sangre, como la diabetes. Grandes palabras como estrés crónico significan que el problema no desaparece rápidamente; permanece y puede crear más problemas.

    Ahora, piensa en la hora de acostarse de estos niños. Se supone que dormir es tranquilo, un momento para descansar la mente y el cuerpo. Pero cuando los niños viven en un hogar donde hay muchos gritos, sus noches pueden no ser tan tranquilas. Pueden estar tumbados en la cama, con los ojos abiertos, intentando dormir un poco, pero no lo consiguen. O pueden estar durmiendo, pero entonces se les cuelan sueños terroríficos y se despiertan. La Academia Americana de Medicina del Sueño respalda esta afirmación. Dicen que el estrés puede alterar el sueño de los niños de muchas maneras, como provocándoles pesadillas o dificultándoles conciliar el sueño.

    Cuando los niños no duermen bien lo suficiente, es como derribar la primera ficha de dominó. Se inicia una cadena de otras cosas que van mal. Pueden sentirse malhumorados o tristes, cosas que pueden dificultar el colegio y hacer amigos. Dormir bien es como cargar una batería; sin ello, los niños pueden no tener la energía para afrontar sus días o la fuerza para enfrentarse a sus sentimientos.

    Así pues, la historia aquí es bastante clara. Cuando los padres se enfadan a menudo, es duro para la mente y el cuerpo de sus hijos. Es como una sombra que sigue a los niños, dificultándoles brillar y estar sanos. Reconocer esto no consiste en señalar con el dedo. Se trata de encontrar formas de ayudar tanto a los padres como a los hijos. Quizá si los padres pueden encontrar mejores formas de manejar su ira, los niños no tendrán que llevar una carga tan pesada, y sus cuerpos no estarán tan cargados de preocupaciones. Con la ayuda y los cambios adecuados, el hogar puede convertirse en un lugar más tranquilo, y esos dolores de cabeza y noches inquietas pueden convertirse en sólo malos recuerdos.

    EL LARGO CAMINO POR RECORRER: CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO DE LA IRA PARENTAL

    Cuando los padres muestran enfado a menudo, esto puede moldear el futuro de su hijo de formas grandes y pequeñas. Los niños que ven mucha ira en sus madres o padres pueden tener dificultades para establecer relaciones buenas y fuertes cuando crezcan. También pueden copiar ese mismo patrón de ira cuando se conviertan en padres, lo que significa que sus hijos pueden pasar por las mismas cosas que ellos pasaron. Es como una rueda que sigue girando a menos que alguien la pare.

    Si eres un padre que a menudo habla o actúa con ira, comprender lo que esto hace a tu hijo es un gran paso. Los niños se sienten heridos cuando sus padres se enfadan. Ese daño puede permanecer en su corazón durante mucho tiempo. Lo primero que hay que hacer es ver el daño que has causado. Habla con tu hijo y pídele perdón de todo corazón. Dile que sabes que has cometido un error. Esto es difícil de hacer, pero es poderoso.

    Es importante dejar que tu hijo diga cómo se siente cuando te enfadas. Escúchale y no le digas que se equivoca al sentirse así ni le impidas hablar. Escuchar es la clave para arreglar las cosas entre vosotros. Si tu enfado hace que las cosas sean realmente difíciles en casa, puede que sea el momento de pedir ayuda a alguien que sepa mucho de estas cosas.

    Los terapeutas o consejeros tienen herramientas para ayudarte a manejar mejor tu ira. También pueden enseñarte formas de arreglar el vínculo con tu hijo. Conseguir más ayuda de padres que luchan contra su mal genio también puede hacer maravillas. Un grupo de personas que entienden por lo que estás pasando puede ofrecerte apoyo y compartir sus victorias sobre cómo controlar la ira.

    También deberías intentar cambiar tu forma de actuar para que tu hijo no tenga que enfrentarse a tanta ira. Si notas que empiezas a sentir esa sensación de calor y tensión que precede a un estallido de ira, date un respiro. Aléjate y date un tiempo para calmarte. Intenta inspirar hondo y soltarlo despacio o piensa en algo tranquilo y feliz. Estos trucos pueden mantener a raya tu ira.

    No es fácil cambiar la forma en que siempre has hecho las cosas. lleva tiempo y ser fiel a tus nuevas costumbres cada día. si metes la pata, no pasa nada. sacúdete el polvo e inténtalo de nuevo. cuando veas un pequeño cambio positivo, date una palmadita en la espalda. no seas demasiado duro contigo mismo si cometes un error. todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, y trabajar sobre tu ira es un acto de amor. sigue adelante, sigue intentándolo y, poco a poco, verás la diferencia no sólo en ti mismo, sino también en la relación con tu hijo.

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    DETECTAR LA CHISPA ANTES DE LA LLAMA

    Cuando hablamos de estar enfadado, a menudo pensamos en ese sentimiento grande y ardiente que bulle en nuestro interior. Normalmente, hay algo que desencadena este estallido de ira. Es como pulsar un botón que de repente activa el modo enfado en tu cerebro. A estos botones los llamamos desencadenantes de la ira. Cada persona tiene unos distintos, y pueden ser difíciles de detectar. Pero una vez que los conoces, puedes trabajar para mantener la calma y hacer más feliz a tu familia.

    Imagina que estás en casa. Ha sido un día largo, y lo único que quieres es una noche tranquila. Pero entonces, tu hijo no quiere hacer sus deberes. Se lo has pedido amablemente, se lo has pedido con firmeza y ahora, simplemente, estás enfadado. O tal vez tu hijo te contesta con un tono insolente que no te gusta. O quizá entras en la habitación y tropiezas con sus juguetes por millonésima vez. Todos estos son ejemplos de lo que puede poner a prueba la calma de un padre. Son desencadenantes de ira.

    Dejemos algo claro: lo que hace saltar tu interruptor puede no ser lo mismo para tu vecino o tu mejor amigo. Puede que tu amigo no pestañee cuando la hora de comer se convierte en un campo de batalla, mientras que tú sientes que te pones a cien. Los desencadenantes de cada persona son como un mapa secreto de lo que más le molesta. Aprender tu mapa no sólo es inteligente, sino que cambia las reglas del juego para controlar tu temperamento.

    Los desencadenantes tienen muchas formas y tamaños. Algunos están ahí fuera, en el mundo, como un plato roto o un día lluvioso que arruina una salida. Son externos porque están fuera de ti. Otros son internos, lo que significa que proceden de tus propios pensamientos o de cómo se siente tu cuerpo. Imagínate esto: Piensas en aquella vez que tu hijo te avergonzó delante de todo el mundo, y vuelves a sentir rabia. O tal vez tienes un fuerte dolor de cabeza, y eso hace que te enfades.

    Saber si tu desencadenante es externo o interno ayuda mucho. Es como tener un mapa y una linterna en una habitación oscura. Puedes ver qué te enfada y por qué. De este modo, es menos probable que tropieces con la ira y más probable que manejes lo que venga con mano firme y tranquila.

    Piensa en ello como si fuera un jardín. Tu ira es una mala hierba. Si puedes detectar la mala hierba en cuanto aparece, podrás arrancarla mucho más fácilmente. Lo mismo ocurre con la ira. Cuanto antes sepas lo que te molesta, antes podrás solucionarlo. Eso da a la paz la oportunidad de crecer en la vida de tu familia. En este jardín, tú eres el jardinero, y de ti depende evitar que las malas hierbas se apoderen de él. Así que aprender cuáles son tus desencadenantes de ira es tu primer conjunto de herramientas para tener un césped familiar sano y feliz.

    EL ARTE DEL SEGUIMIENTO DE DISPAROS

    Comprender lo que nos hace enfadar es como intentar resolver un puzzle difícil. Pero imagina que tuviéramos un libro que nos ayudara a recordar cada pieza de ese puzzle. Este libro se llama diario de desencadenantes, y es una herramienta poderosa para ayudarnos a comprender los momentos o pensamientos que nos llevan al calor de la ira.

    Para empezar a llevar un diario de desencadenantes, debes anotar cada vez que sientas que se te sube el temperamento. Anota la fecha, la hora y lo que ocurre a tu alrededor. Es como ser detective en tu propia vida. Podrías anotar: Miércoles, 8:30 de la mañana, los niños me ignoraron cuando les llamé para desayunar, me sentí ignorado, levanté la voz. Hacer esto cada vez que te sientas enfadado puede arrojar luz sobre lo que realmente ocurre en tu interior.

    Con el tiempo, al repasar tu diario, puede que empieces a ver patrones. Quizá veas que te enfadas sobre todo por las mañanas o cuando estás cansado. Tal vez sea cuando alguien no te escucha, o quizá cuando los planes cambian de repente. Detectar estas pautas es como encontrar pistas sobre lo que desencadena tu ira. Y una vez que sepas cuáles son las pistas, podrás empezar a resolver el rompecabezas.

    Ser honesto y minucioso cuando escribes en tu diario es como trazar un mapa claro de tus sentimientos. Si sólo escribes unas pocas palabras u omites cómo reaccionaste, es como tener un mapa al que le faltan piezas. Cuanto más escribas en tu diario, más te dirá sobre tus desencadenantes y tus sentimientos de ira.

    Algunos padres han contado historias sobre cómo utilizaron sus diarios para averiguar qué les hacía enfadarse con sus hijos. Aprendieron mucho sobre sí mismos. Por ejemplo, un padre descubrió que su enfado no se debía realmente a que su hijo no hiciera los deberes. Más bien se debía a su propio miedo a que al niño no le fuera bien en la vida. Este autodescubrimiento le ayudó a afrontar mejor sus sentimientos.

    Si llevas un registro de tus desencadenantes, llegarás a comprenderte a un nivel más profundo. Algunas cosas que te enfadan pueden estar relacionadas con acontecimientos de hace mucho tiempo. Digamos que de niño te castigaban por no seguir las normas, y ahora, cuando tu propio hijo no te hace caso, ese viejo sentimiento vuelve de golpe. Puede que ni siquiera fueras consciente de esta conexión antes de utilizar el diario de desencadenantes.

    GESTIONAR LOS DESENCADENANTES - TOMAR EL CONTROL DE TU IRA

    Desarrollar un plan de juego para controlar tus desencadenantes es un paso vital para mantener tu bienestar emocional. Los desencadenantes -esas situaciones, personas o sentimientos que provocan una reacción incómoda en ti- pueden provocar estrés, ira o tristeza si no se manejan con cuidado. Una vez que sepas qué desencadena estas reacciones, es crucial tener preparadas estrategias que te ayuden a afrontarlas con eficacia.

    El plan de juego de cada persona será único, porque los desencadenantes y los estilos de vida de cada uno son diferentes. Para una persona, un plan de juego podría incluir salir a tomar el aire cuando se sienta abrumada en una reunión familiar. Para otra, podría consistir en llamar a un amigo de confianza cuando empiecen a aflorar ciertas emociones. Tu personalidad también influye: si necesitas tranquilidad para calmarte, tu plan puede consistir en encontrar un lugar silencioso donde puedas estar solo unos minutos.

    Otro componente esencial en la gestión de los desencadenantes son las técnicas de atención plena y relajación. Estas herramientas están diseñadas para devolverte a un estado de calma cuando estás al borde de reaccionar con fuerza. Toma una técnica como la respiración profunda: es sencilla, puede hacerse en cualquier sitio y es increíblemente eficaz. Cuando te enfrentes a un desencadenante, inhala profundamente por la nariz, aguanta la respiración unos segundos y luego exhala lentamente por la boca. Repite esto varias veces y puede que descubras que tu ritmo cardiaco disminuye y tu ira se enfría.

    La relajación muscular progresiva es otra técnica que puede ser especialmente útil. Consiste en tensar y luego relajar distintos grupos musculares del cuerpo, lo que puede reducir la tensión física que suele acompañar al estrés emocional. Visualizar una escena pacífica, como una playa tranquila o un bosque sereno, también puede hacer maravillas al distraer tu mente del desencadenante y fomentar una sensación de tranquilidad.

    Por ejemplo, imagina que tienes un día duro y tu hijo te contesta, empujándote a la ira. Es fácil reaccionar con un tono brusco o un castigo en el calor del momento. Sin embargo, mediante la respiración profunda, te das la oportunidad de alejarte del borde de la ira, pensar con claridad y responder con más calma. Con la práctica, esta respuesta puede convertirse en tu nueva forma automática de afrontar situaciones similares.

    La reestructuración cognitiva es una poderosa herramienta de tu plan de juego. Se trata de cambiar la forma en que piensas sobre tus desencadenantes. Por ejemplo, considera el desencadenante de la habitación desordenada de tu hijo. Un pensamiento negativo inmediato podría ser: Lo hacen a propósito para enfadarme. Cambiarlo por un pensamiento positivo y racional como: Quizá necesitan ayuda para organizar su espacio, puede alterar tu respuesta emocional.

    Si comprendes tus desencadenantes y desarrollas un plan de juego a medida que incluya técnicas para calmarte y reestructuración cognitiva, podrás atravesar las situaciones difíciles con más facilidad y menos estrés. Disponer de estas estrategias te empodera, te da control sobre tus reacciones y contribuye a tu salud emocional permanente.

    TODO ES CUESTIÓN DE PERSPECTIVA - CAMBIAR TU VISIÓN DE LOS DESENCADENANTES

    A veces la vida nos depara cosas que nos ponen de los nervios, cosas que nos hacen sentir que ya no podemos más. Quizá tu hijo no quiere hacer los deberes y parece que no le importa nada lo que le digas. Esto puede hacerte hervir la sangre y, antes de que te des cuenta, estás gritando. Pero, ¿y si te dijera que esos momentos duros, esos desencadenantes, pueden ser en realidad pequeños regalos disfrazados?

    Cuando algo te desata, como que tu hijo no haga los deberes, es como si sonara una campana de alarma. Es fácil oír esa campana y pensar: ¡Ya está, no me respetan y les da igual!. Pero espera un momento. ¿Y si pudieras cambiar eso? ¿Y si ese momento fuera realmente una oportunidad para enseñarle a tu hijo algo importante sobre cómo hacer su trabajo y por qué aprender es tan valioso? No es sólo una situación molesta; es tu oportunidad de mostrarles y decirles algo que podría ayudarles a crecer.

    Los niños se empapan de todo lo que les rodea, pero también tienen sus propias cosas dentro. Pueden tener un berrinche o arrastrar los pies porque han tenido un

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