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Significación vacía en la interpretación y la transferencia
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Libro electrónico355 páginas5 horas

Significación vacía en la interpretación y la transferencia

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Hay que ver hasta qué punto lo que esté en juego en la expresión "significación vacía", está en juego también en ese efecto de recepción del mensaje de una manera invertida. Y que no viene de un receptor pensable como Otro. Es sin duda un efecto de significación, pero no está dado por el Otro, en ninguna de sus metáforas, incluida la del Nombre del Padre. Si avanzamos a nivel de la "significación vacía", tal vez avancemos en lo nuevo del amor en la transferencia analítica.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 mar 2024
ISBN9789878941967
Significación vacía en la interpretación y la transferencia

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    Significación vacía en la interpretación y la transferencia - Juan Carlos Indart

    Imagen de portada

    Significación vacía en la interpretación y la transferencia

    Juan Carlos Indart

    Eduardo Benito

    Cecilia Gasbarro

    Esteban Klainer

    Cecilia Rubinetti

    Fernando Vitale

    Significación vacía en la interpretación y la transferencia

    Índice

    Nota al lector

    Introducción

    El falo en el Edipo: ¿sentido y /o significación?

    De la significación fálica al Todo como significación

    Significación fantasmática: carozo de la significación fálica

    La letra como significación

    Efecto de sentido real, ¿de qué real se trata?

    Esa significación que se llama amor

    La interpretación como significación vacía: el caso Dante

    La interpretación como significación vacía: una cierta poesía china

    La interpretación como significación vacía: una cierta poesía china -Segunda parte-

    Los goces del chiste

    Los goces del chiste -Segunda parte-

    Un chiste como interpretación

    Imitación cómica o chiste: ¿dónde está la interpretación?

    La articulación de dos faltas en la interpretación chistosa

    El uno, el todo y el no-todo en la interpretación

    © Grama ediciones, 2023.

    Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA

    Teléfono 4781-5034

    grama@gramaediciones.com.ar

    http://www.gramaediciones.com.ar

    Hecho el depósito que determina la ley 11.723.

    Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por medios gráficos, fotostáticos, electrónicos o cualquier otro sin permiso del editor.

    Primera edición en formato digital: febrero de 2024

    Versión: 1.0

    Digitalización: Proyecto451

    Nota al lector

    Esto que hoy se ve plasmado bajo la forma de libro y que tiene por título Significación vacía en la interpretación y la transferencia, es el resultado del trabajo desarrollado en el Seminario diurno dictado durante el año 2021 en la Escuela de la Orientación Lacaniana.

    El mismo, estuvo a cargo de Juan Carlos Indart, Eduardo Benito, Cecilia Gasbarro, Esteban Klainer, Cecilia Rubinetti y Fernando Vitale.

    Las circunstancias por todos conocida hicieron que la actividad tuviera que desarrollarse exclusivamente en modo virtual. Queremos agradecer en esta nota introductoria, a todos los colegas que a pesar de ello nos acompañaron tanto con su presencia como con sus comentarios y sus preguntas, especialmente a Daniel Aksman y a María Marciani, por el aporte de algunos de los materiales clínicos con los que trabajamos.

    Por último, queremos agradecer también a los colegas que nos acercaron desgrabaciones de las clases, especialmente la realizada por Adriana Rubertis, a partir de la cual comenzamos con la labor que concluye hoy en esta publicación.

    Introducción

    Juan Carlos Indart: Este seminario tendrá tres textos de referencia.

    Nos proponemos llegar a los mismos más de una vez, y cada vez con más recursos para desplegarlos. Son tres textos que en la enseñanza de Jacques Lacan se ubican en su Seminario 24.

    El primero está en la segunda lección, fechada el 14 de diciembre de 1976. (1) Ahí Lacan dice una serie de cosas… enuncia una serie de ideas… de las que culmina diciendo que son verdades primeras. Es divertido, a la altura del Seminario 24, hablar de verdades primeras, pero es cierto que por primera vez esas verdades se dicen así, como primeras o fundamentales. Es una expresión que Lacan ha usado más de una vez en su enseñanza. Verdad primera es lo que, en otro lenguaje, lógico-matemático, se llama axioma. Un axioma es una verdad primera, no deducible de otras anteriores. Se acepta, y se trabaja con ella. Creo que es la idea de Lacan cuando nos dice esto. Cuando nos dice que son verdades primeras, es para decir que no las vamos a discutir. Hay que leerlas bien y tomarlas como puntos de partida para construir otras cosas.

    En estas verdades primeras el punto esencial es partir del elemento significante, el significante reducido a su condición elemental. Esa condición elemental es el significante en tanto Uno, porque es lo único que puede decirse de él, que es Uno. Ese Uno es solo, y en la expresión subrayada por Miller, absoluta o completamente solo. Pero que ese Uno solo esté ahí, en esa condición, como elemento significante en lo simbólico, no quita que pueda imaginárselo. Se puede imaginar el Uno solo, y en caso contrario ni siquiera hablaríamos de él. Se lo puede imaginar porque induce sentido. Lacan precisa que se lo trata imaginándolo de dos modos solamente, de dos modos fundamentales. Esos modos tienen una alta equivalencia lógica con las fórmulas de la sexuación, en las que vemos en efecto que no son géneros, y no se eligen unas u otras por una voluntad consciente. Son dos modos en los que se ha podido imaginar una respuesta a la incidencia del Uno del significante, solo. Esta incidencia, lo sabemos desde Freud, y es en lo que ha insistido tanto Lacan, es una incidencia mortificante, letal, la que conduce a un goce a un destino de pulsión de muerte. En estas verdades primeras hay eso, crucial para empezar; y luego dos modos de considerar alguna solución, que ya deben estar operando, pues es un hecho que pese a todo sobrevivimos, aunque sin nada garantizado.

    Uno de esos modos, el más conocido, el que fue elaborado a partir del análisis del inconsciente, es lo que en Freud se piensa como complejo de Edipo, y que Lacan reformuló de un modo que tendremos que retomar. En este modo la solución al Uno, en su incidencia, es producir lo que por la enseñanza de Lacan llamamos significación fálica, con antecedentes que hay que revisar desde la invención de la metáfora paterna. Pero en estas verdades primeras últimas lo importante es que Lacan nos muestra la equivalencia lógica entre significación fálica y la invención del universal todo. Acá, el antecedente freudiano es "la premisa universal del falo, donde no subrayo tanto falo como universal. Es lo que Freud vio en Juanito cuando preguntaba si todo tenía pene, las mujeres, los animales, las nubes, cualquier cosa. De manera que es muy importante, para la significación fálica como solución, entender su equivalencia con la enigmática aparición de una lógica del todo, que será de todo y excepción". Pero en estas verdades últimas hay para Lacan una tercera equivalencia, decisiva, a saber, la de la significación fálica, con su lógica de todo, y la enigmática aparición del valor de cambio, y el equivalente general, como moneda o dinero. He ahí buena parte de todo eso que condensa Lacan en el Seminario 24 como verdades primeras.

    Hay otro modo, respecto del Uno y su sentido, de imaginarlo, y que será el núcleo de lo que trataremos de desplegar en este seminario. Se trata de una respuesta no-todo al Uno elemental significante. La oposición entre estas dos líneas se ve muy bien en estas expresiones. Una es una solución por advenimiento del operador todo, mientras que, en la otra, en cambio, ese operador no se constituye: no-todo.

    El segundo texto de referencia, también del Seminario 24, está en la lección del 15 de marzo de 1977. Esta lección fue establecida en la revista Ornicar? por Jacques-Alain Miller, y le puso de título La estafa psicoanalítica. Ahora tiene reciente traducción y publicación en nuestra Revista Lacaniana. (2) Será el texto más decisivo para nosotros, porque es un texto donde Lacan vuelve a presentar la diferencia entre sentido y significación. Lo hace con clara conciencia de su propio recorrido, porque retoma esta cuestión desde su propuesta de distinción entre la palabra plena y la palabra vacía, en Función y campo de la palabra y el lenguaje. Era el inicio de su enseñanza y en ese inicio la palabra valorizada analíticamente era la palabra plena, una palabra cargada de sentido, con efectos de verdad, que llama e implica al sujeto a la cuestión de su deseo y el acto de realizarlo. Eso no pasa todos los días, y era para Lacan lo que tenía que pasar en un análisis por vía de la interpretación. Todo el resto es la charlatanería cotidiana, como palabra vacía, sin consecuencias. Lacan retoma esto en el Seminario 24, y verán que en cuanto a la cuestión del deseo se mantiene firme como en la época de Función y campo de la palabra…: el deseo es sentido. Pero, en cambio, dice una cosa completamente diferente a nivel de la significación. Es gracioso como lo dice, pero nos dice que la significación no es lo que un vano pueblo cree. Se trata de una expresión que usa más de una vez, más francesa que nuestra. El caso es que nosotros mismos formamos parte de ese vano pueblo, porque hemos creído, siguiendo a Lacan, que la significación es la significación fálica. Y recorreremos un poco el texto La significación del falo (Die Bedeutung des Phallus), donde del modo más explícito Lacan define el problema de la significación, desde el psicoanálisis, como logrado a partir del efecto de significación fálica. Pues bien, ahora nos dice que eso lo cree un pueblo vano, (él ya no lo cree). Y cambia por completo el modo de pensar la significación. Nos dice que el amor es significación. Y el amor es vacío, de manera que la palabra vacía es redefinida aquí, pero sigue el término vacío, como si se fuera del adjetivo al verbo. No tanto una palabra que en sí sea vacía sino una palabra capaz de vaciar. Ahí tienen lo que da lugar al título de este seminario: ¿qué es esto de significación vacía, con una referencia al amor y como una nueva manera de pensar soluciones al malestar introducido por el Uno y su mortificación? Con esto estaríamos en el núcleo mismo del tema de este seminario.

    El tercer texto del Seminario 24 es la lección del 10 de mayo de 1977. Está establecida por Miller, y la tituló Lo imposible de aprehender. (3)

    En esa lección hay unas referencias muy enigmáticas a la transferencia. La observación más fuerte y decisiva para replantear esa noción (cuando Lacan la toma estaba ya muy usada y fatigada y desviada por todo el post-freudismo) fue decir que la transferencia no es intersubjetividad. Contra el positivismo, y para sostener la noción de sujeto, a él le había entusiasmado la idea de la comunicación intersubjetiva, de la que acuñó una fórmula en la que se verificaban sus términos, pues no era de él, sino que la había recibido de Lévi-Strauss: el emisor recibe del receptor su propio mensaje de una manera invertida. Pero es un hecho, lo afirmamos una vez que está escrito el discurso analítico, que no hay en psicoanálisis una relación de sujeto a sujeto. En el discurso analítico no es posible aplicar esa fórmula de la comunicación intersubjetiva. Allí hay un solo sujeto, que está del lado del analizante, y el analista es semblante de objeto.

    Lo que nos interroga, entonces, es por qué Lacan, en este texto del Seminario 24 donde vuelve a preguntarse qué es la transferencia, y cuando ha reducido al analizante al despliegue del Uno sin Otro, retome la vieja fórmula aludida.

    Retoma la vieja fórmula, y la articula a la doctrina del Uno solo para renovar su consideración sobre la transferencia. El sentido que tenía en los comienzos en Lacan era que el receptor era el Otro. Se aplicaba así: el emisor, el analizante, iba a recibir su propio mensaje por vía del receptor, por vía de la interpretación analítica, que se lo enviaba de vuelta con un sentido inverso. A la altura del Seminario 24 no hay ese Otro, y sin embargo Lacan insiste en que hay este retorno al hablar que produce un efecto como de mensaje, como de algo recibido, cuando a uno le cae una ficha por el solo hecho de desplegar la palabra. Es difícil y apasionante explicar cómo se produce eso si no hay Otro. No voy a desarrollar ese tema ahora, pero les digo por qué nos interesa. Hay que ver hasta qué punto lo que está en juego en la expresión significación vacía, está en juego también en ese efecto de recepción del mensaje de una manera invertida. Y que no viene de un receptor pensable como Otro. Es sin duda un efecto de significación, pero no está dado por el Otro, en ninguna de sus metáforas, incluida la del Nombre del Padre. Si avanzamos a nivel de la significación vacía, tal vez avancemos en lo nuevo del amor en la transferencia analítica.

    Sentido y significación

    Para todo esto, recorriendo la enseñanza de Lacan para llegar cada vez con más datos a esos tres textos que les he mencionado, lo que llamaría el hilo conductor es la distinción entre sentido y significación.

    En el habla coloquial, y a veces en Lacan como en cualquiera de nosotros, aunque seamos psicoanalistas y estemos hablando de temas psicoanalíticos, sentido y significación se usan con una muy alta sinonimia: esto que dijiste no tiene sentido, no entendí el significado de lo que estás diciendo, donde se recubren las nociones de sentido y significación.

    Eso es un problema porque ha hecho, me parece a mí y espero equivocarme, que en la comunidad analítica no se haya insistido lo suficiente en que es crucial en la doctrina contar con una distinción rotunda entre sentido y significación. Con rigor, no pueden ser empleados como si fuesen sinónimos. En Lacan, algo que me parece muy claro para entender a qué remite cuando dice sentido, es cuando dice que el enigma es el colmo del sentido. Cuando un significante nos deja divididos, en un estado de pregunta, es algo que, evidentemente, se presenta con un sentido, pero no sé qué significación tiene. Es equívoco, no puedo precisar la significación, pero la dimensión semántica está, quiere decir algo. Se me impone que quiere decir algo, no es un ruido. Ha ocurrido un significante y bajo la barra hay la dimensión abierta de la significancia. Así el sentido es equivalente al sin sentido, porque se usa sin sentido como sin significación, lo que nos muestra la sinonimia en el habla coloquial. Cuando decimos sin sentido decimos sentido sin significación. Cuando decimos de algo que fue un sin sentido, lo que queremos decir es que fue un sin significación, o sea, justamente, algo cargado de sentido. Da mucho trabajo hacerse cargo del sentido, y de ahí parten los sueños delirantes del hablaser.

    Así que la misma división subjetiva,

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    , el sinsentido-sentido, la equivocidad, todo eso cubre la palabra sentido, y es algo incómodo y mucho más rápidamente insoportable de lo que se cree. El efecto significante como sentido es insoportable, y es necesario muy rápido tratar de obtener una significación. Por eso, es en el campo del sentido, en esa dimensión insoportable, que Lacan va a situar el deseo. Cuando se trataba del deseo, lo insoportable es que el deseo no sabe qué desea, y así corre y se desliza a otra cosa, y a otra cosa, y a otra cosa… porque sólo toma sentido, nunca se articula en una significación. El alivio de pasar del deseo a la demanda es lo mismo que el alivio de pasar del sentido a la significación. El objeto de la demanda es un objeto que uno ha podido fijar con una significación. Si la significación fracasa, se vuelve al equívoco, se vuelve al sentido-sinsentido, renace el deseo, pero renace lo insoportable. La significación, en cambio, es un efecto del que hay que pensar de dónde viene… y acá van a surgir tantos problemas…

    Al principio, con la supuesta estructura del lenguaje como referencia, seguimos a Lacan pensando que la solución también vendrá del significante. Dado un significante como Uno anudado, entonces hay inducción de sentido en lo imaginario, equivocidad, efecto de sentido que es el de un goce, parasitario, mortificante, insoportable. Pero si la propia estructura garantiza que puede venir un segundo significante con efecto retroactivo sobre el anterior, deteniendo la equivocidad, con un efecto de significación biunívoca por anudamiento de una referencia, entonces ahí está la solución. Ahí tendríamos el principio del placer, no porque este sea un principio, sino porque es respuesta posible a lo que está y estará siempre al principio, algo de empuje significante letal.

    El sentido tiene siempre un pie en el más allá del principio del placer. Si alguno pasa una noche sin poder encontrar una significación a su vida, lo que dice como no le encuentro sentido a la (mi) vida, verifican la coloquial sinonimia a la que aludí. En rigor, en nuestra terminología psicoanalítica, ese sujeto está sufriendo al máximo la cuestión del sentido, porque la vida se le presenta como significante. Si admitiese que la vida coquetea con el significante, pero no es un significante, viviría para dormir y vivir otro día para… No tendría esa pregunta torturante. Pero se le presenta como equivocidad, no le encuentra una significación, y el empuje al suicidio se presenta.

    Ven como estos dos polos, sentido y significación, ordenan, podemos decir, muchos otros términos en Lacan que van a estar siempre alrededor de esta problemática. Los términos que estén en la columna del sentido van a ser términos que refieren a un efecto significante inquietante, mortificante. Y los términos que estén del lado de lo que es la significación, serán todos términos vinculados a una solución, a un cierre. Por eso es muy importante este hilo conductor. Podemos decir que el sentido ya nos evoca un más allá del principio del placer, y significado un retorno del principio del placer; deseo, lado sentido, y en la demanda ya se ha podido precisar su objeto como significación.

    En efecto, creo que se puede hacer de este par de términos, sentido / significación, un hilo conductor. Tomen por ejemplo La instancia de la letra en el inconsciente…. Releemos que Lacan escribió que se puede definir la tópica del inconsciente, ni más ni menos, como lo mismo que define el algoritmo Significante/ significado. Es mucho eso, y es por eso que Lacan lo repite al decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Es que la s minúscula bajo la barra no se lee como sentido sino como significado o significación. La conjetura sobre el inconsciente freudiano de Lacan era que es un saber, algo que ha alcanzado a hacer cierre y significado del efecto significante: Significante / significado.

    Pero lo que vamos a tener rápidamente, es que la gran S de significante es una manera de ponerle por inicial esa letra a la dimensión significante, pero esa S no es una S, es siempre una relación: el significante opera por relación con algún otro para obtener efecto de significación. Caso contrario solo induce sentido. Y eso era lo que venía de la definición de significante, participio presente, respecto del participio pasado, significado. El significante no es signo, y por eso Lacan modula inmediatamente el algoritmo –significante sobre significado– mostrando la necesidad de escribir que S es relación de un S con otro S. Así empieza la escritura de S como S

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    S’, el significante como relación. (Que luego será S1

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    S2 con tantas variadas lecturas del propio Lacan a medida que se le precipita la distinción a hacer entre lalangue y lenguaje, lo que determina más lecturas diversas) Pero primero, lo crucial, viniendo no tanto de la lingüística como de Jakobson, es que la relación de S con S’, cuando es de combinación, de desplazamiento, no produce cierre de significado, y sólo prosigue el acoso del sentido. Tenemos un significante que introduce una equivocidad, un enigma, un sentido-sinsentido, y habría otro que vendría a resolver eso. Pero no lo resuelve, porque desplaza el enigma a otro lugar. Lo corre de lugar, pero se comporta como el primer significante. Aunque es otro por estar en otro lugar, es el mismo en cuanto a solo inducir sentido. En la combinación de significantes, esto puede seguir de modo ilimitado. Para nombrar este modo de actuar del significante que se saca de encima el sentido sólo por cambio de lugar, Jakobson eligió entre las figuras retóricas, la metonimia. Lacan adoptó decididamente el término, y colocó tanto al deseo como al goce bajo el régimen metonímico. Pero viniendo de Freud y de la experiencia de cualquiera, sabía que, si no hay Otra cosa que ese régimen, es la muerte. Y así con plena lógica, si se había partido de la noción de significante, se dio cuenta de que con la otra idea de Jakobson en la solución del sentido, no la combinación significante que lo desplaza, sino la sustitución de un significante por otro en su propio lugar, y eligiendo dentro de la retórica el nombre de metáfora para eso, podía escribir de modo inédito el complejo de Edipo como Metáfora Paterna: una solución al efecto significante, esa que Freud teatralizaba con pertinencia como Complejo de Edipo. Con esto, ejemplifico por hoy, solamente, el peso de los términos sentido / significación.

    Con esa fórmula inicial de la metáfora, todavía con S y S’, pone de entrada Lacan un primer significante, que va a ser S’, pero eso es porque hay problemas lógico-temporales en esto, y tal vez el prejuicio de hacer del Significante Paterno el primero. No importa. Hay un primer significante de deseo, que llama Deseo de la Madre, y es un significante que sólo tiene sentido. Por eso es enloquecedor. Porque toma el sentido del deseo, pero no se sabe qué es lo que desea ese cocodrilo caprichoso. Son las imágenes que Lacan evoca. La idea es que entonces, si se desplaza ese significante a otro, nada se soluciona porque el siguiente significante volverá a funcionar como Deseo de la Madre, y así siguiendo. Es una sucesión de S´. En cambio, en la operación sustitutiva, viene ahora un segundo significante que cambia las cosas, S, porque es de efecto metafórico. Expulsa de su lugar al significante del deseo, y produce el efecto de significación fundamental según la teoría psicoanalítica, el que encuentra Freud y Lacan trata de estructurar y formalizar: la significación fálica. Es la gran solución al efecto del significante mortificante como efecto de sentido, porque ahora el deseo se fija de modo unívoco en la referencia fálica. Todos tranquilos, cualquiera sea el deseo, será siempre deseo del falo.

    En esas primeras fórmulas van a ver cómo el efecto de esa metáfora, decisivo, es construir un Otro todo, un A sin barrar, a diferencia del estatuto del deseo del Otro como Deseo de la Madre que será siempre en Lacan deseo del Otro barrado. Con la metáfora paterna tienen la constitución de un gran Otro sin barra, y bajo la barra de ese gran Otro, lo que lo sostiene, la significación fálica, para Todos. Así se construye toda la clínica de las neurosis, las perversiones y una clínica vinculada al fracaso de esta operación, como psicosis. No es poca doctrina, aunque para Lacan había que ir más allá, más allá de la metáfora paterna, o sea más allá de la significación fálica.

    De entrada, de la relación significante, por ejemplo, escrita S/S’, Lacan advirtió que si en la lingüística se podía considerar como sincrónica, inherente a la estructura, fuera del tiempo, él la necesitaba en psicoanálisis en una diacronía, una temporalidad, una temporalidad compleja, retroactiva. Ese aspecto temporal le venía de Freud, por la manera que Freud tenía de pensar la solución como subjetivación de la castración. Por esas observaciones que lo llevaban a decir que se necesita una primera escena, pero esa primera escena no tiene todavía efecto causal ninguno; se precisa una segunda escena, que en sí tampoco tiene efecto causal, pero la segunda escena, retroactivamente, hace funcionar a la primera. Esa lógica, la de la causalidad retroactiva, solamente existe en el lenguaje, donde los significantes que uno va pronunciando todavía no quieren decir nada, y es por uno que va a venir al final de la frase, uno que funciona de punto de capitón, que, retroactivamente, todos los anteriores se ordenan según una significación. No se logra articular eso suficientemente bien en escrituras como S

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    S’, o luego como S1

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    S2, y de ahí muchas equivocidades en sus lecturas. A lo que se agrega que elaborar el S1 no como el significante uno, sino como el uno del significante, nada tiene que ver con el S1 como semblante en la teoría de los discursos. Lacan va a leer de diferentes maneras la escritura S1

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    S2, Hay que sopesar lo que va de La instancia de la letra… (digo que el algoritmo del inconsciente es significante barra significado) a la relación significante, S1

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    S2, relación otra vez redefinida en el Seminario 24. Así que repasar un poco los avatares de la relación significante puede que no esté mal para ponderar el cambio que significa dejar caer la noción de significación fálica.

    Pensemos en ese esquemita notable escrito por Lacan como un vector de izquierda a derecha para el significante, y otro que lo corta en dos puntos de un modo justamente retroactivo, la base de lo que culmina en el grafo del deseo. El segundo vector queda, por cierto, muy sobrecargado, porque articula la dimensión imaginaria y real del goce que bajo el efecto significante deberán distribuirse en términos de sentido y/o significado. Así surge el grafo, como lógico despliegue del algoritmo S/s.

    Si llego a esto es para dar más ejemplos sobre este hilo en la trama de la enseñanza de Lacan que es la distinción entre sentido y significado. En los años 80 hubo comentarios sobre el grafo señalando cómo sus puntos a la derecha eran preguntas y los de la izquierda respuestas. Lacan mismo lo había sugerido en su grafo 3, al hacerlo ver como un gran signo de interrogación que viene de su lado derecho. Efectivamente, todo el lado derecho del grafo corresponde al sentido, y el lado izquierdo a efectos de significación. Abajo a la derecha el sujeto, ni qué digamos, el sujeto barrado, una indeterminación, sentido que se desliza, y es enfrente a la izquierda que obtiene en el Ideal del Yo un efecto de significado. La misma idea se sigue con la imagen especular, cuando su diversidad obtiene la consistencia del yo= moi. Por supuesto, voy subiendo los escalones. Ahora tienen ya la cadena significante, y en el encuentro con la dimensión significante en el campo del Otro, porque el lenguaje está ahí, aparte de nosotros, todo es sentido, hasta toparse con algo que retroactivamente fija en esa cadena un punto que Lacan llama claro está, s(A), significado del Otro, es decir, un punto que es respuesta. Eso podía tener sus sorpresas, ya que hay una flecha superior que va de ese gran Otro también al lugar del significado del Otro. Es una flecha usada por Lacan para introducir el inconsciente como efecto de sentido en el lugar mismo donde se esperaba cierre s(A). Así se localiza la cuestión de cómo el significado puede estar afectado por el significante como tal en tanto formación del inconsciente, y es claro que fue por el análisis del chiste que Lacan fue forjando esas escrituras.

    Ahora necesitamos otro piso para ver si el inconsciente, estructurado como un lenguaje, posee respuestas, significados, que no sabíamos que sabíamos. De la dimensión significante acotada ahora a aquellos de valor de goce pulsional descendemos al deseo inconsciente, puro sentido, pura pregunta, puro quiero, pero no sé lo que quiero, enigma, que encuentra su respuesta en el fantasma. Pero para el núcleo del fantasma Lacan utilizó la expresión significación, y hasta una significación tan biunívoca que podía permitir el despliegue de una lógica al modo de un axioma.

    De la misma manera, con esto termina este recorrido, que en el piso de abajo había esa sorpresa venida del inconsciente, nos deja un enorme enigma Lacan en el grafo. Porque hay una especie de última respuesta que no pasa por el deseo y el fantasma, que va directamente a lo que sería la respuesta última (última en Lacan quiere decir, la última considerable como real a la cuestión del significante). Acá el significante en su valor de goce pulsional, sin tomar los caminos del deseo y el fantasma, en su efecto ilimitado mortificante encuentra una respuesta, un cierre, una significación, que Lacan escribe como significante de A barrado. Tenemos que poner la lupa en esas cosas. En el grafo van a tener muy cerquita, arriba a la izquierda, una respuesta como significación fantasmática fálica, y un poco más arriba, otra respuesta, significante de A barrado, y tenemos que ver si eso no está en la recta dirección hacia lo que Lacan llamará tanto después significación vacía. No

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