Inhumanidad del analista: Huraño en el diván
Por Graciela Musachi
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Inhumanidad del analista - Graciela Musachi
Contents
Inhumanidad del analista
Graciela Musachi
Índice
El sillón
Huevos de cucú
Acerca de la inhumanidad del analista
Oxímoron AF
Los tres de Lacan
La segregación en las dos versiones de la Proposición
Madrigueras
Infans
Tapabocas
Huraño y la ciudad
Otto y la izquierda freudiana
Los 8 más odiados
Pichuca y yo
Eva, Julieta y las psicoanalistas
Crimen pasional
Aman su síntoma como a sí mismos
El camino de la vida
Por GG
Sin título
García
Bibliografía
Landmarks
Cover
TapaMusachi.jpgInhumanidad del analista
De la misma autora
Encanto de erizo. Feminidad en la hystoria, Buenos Aires, Katz, 2017
Fantasmas colectivos. Clínica del sujeto, Buenos Aires, 2015
Mujeres en movimiento. Eróticas de un siglo a otro, Buenos Aires, 2012
El otro cuerpo del amor. El oriente de Freud y el oriente de Lacan, Buenos Aires, 2010
La entrada del psicoanálisis en la Argentina (junto con Germán García), Buenos Aires, 2005
Georgie y yo. Lo que pasó con Estela Canto, Buenos Aires, 2003
POS o CPC Clínica, política, ciencia, Buenos Aires, 2003
Nombres del psicoanálisis, Buenos Aires, 1991
Graciela Musachi
Inhumanidad del analista
Huraño en el diván
Primera edición, 2022
© Katz Editores
Cullen 5319
1431 - Buenos Aires
c/Sitio de Zaragoza, 6, 1ª planta
28931 Móstoles-Madrid
www.katzeditores.com
© Graciela Musachi, 2022
ISBN del impreso Argentina: 978-987-4001-37-5
ISBN del impreso España: 978-84-15917-60-1
1. Psicoanálisis. I. Título.
CDD 150.195
El contenido intelectual de esta obra se encuentra protegido por diversas leyes y tratados internacionales que prohíben la reproducción íntegra o extractada, realizada por cualquier procedimiento, que no cuente con la autorización expresa del editor.
Diseño de colección: tholön kunst
Impreso en la Argentina por Talleres Gráficos Porter
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Índice
El sillón
Huevos de cucú
Acerca de la inhumanidad del analista
Oxímoron AF
Los tres de Lacan
La segregación en las dos versiones de la Proposición
Madrigueras
Infans
Tapabocas
Huraño y la ciudad
Otto y la izquierda freudiana
Los 8 más odiados
Pichuca y yo
Eva, Julieta y las psicoanalistas
Crimen pasional
Aman su síntoma como a sí mismos
El camino de la vida
Por GG
Sin título
García
Bibliografía
El sillón
Huevos de cucú
Sorpresa
Al referirse al caso Dora en el apartado 7 de La dirección de la cura
, y casi como una nota de color, Jacques Lacan reenvía en la nota 7 a la carta 140 de la correspondencia Freud-Fliess donde Sigmund Freud le informa a Wilhelm Fliess que ha terminado la redacción del caso Dora. Ese parece ser el interés de la carta, ya que Lacan se basa en ella para, en dicha nota, mencionar la fecha de ese final. Sin embargo, al volver a leerla, la carta cobra una vida inesperada. Hela aquí:
Ayer terminé Sueños e histeria
y hoy ya noto la falta de un narcótico. Trátase del análisis fragmentario de una histeria en el que las interpretaciones se agrupan alrededor de dos sueños, de modo que es, en realidad, una continuación del libro de los sueños. Además contiene resoluciones de síntomas histéricos y perspectivas hacia el fundamento orgánico-sexual del problema en conjunto. Es, con todo, lo más sutil que hasta ahora haya escrito y horrorizará a la gente aún más que de costumbre. Como quiera que sea, uno cumple con su deber y, a fin de cuentas, no se escribe para este solo día. Ziehen ya me aceptó este trabajo, sin sospechar que pronto le enjaretaré también la Psicopatología de la vida cotidiana
. Cuánto tiempo seguirá soportando Wernicke estos huevos de cucú, eso ya es cosa suya.
Los cucú no son solamente esos pajarillos que salen de su casita para cantar la hora; los cucú son unos pájaros que ponen sus propios huevos en los nidos del Otro, de otros pájaros. Y los cucú forman parte del sintagma huevos de cucú
que Freud le entrega a Fliess.
Se puede apreciar claramente en esta carta, tal como lo advirtiera Octave Mannoni, que Freud había hecho de Fliess su analista poniéndolo en juego como formando parte del concepto de inconsciente que así habla: las letras que ha escrito son un narcótico tanto sutil como horroroso que presentifican una falta. La sola persistencia de Fliess en recibir estas cartas permite que Freud suelte el fantasma en juego: esas letras que ha puesto son huevos de cucú
. En la carta siguiente, 141, Freud espera no decepcionar con esos sueños e histeria porque, diríamos ahora, Fliess ha histerizado a Freud: toda carta es una carta de amor; cartas que se repiten una tras otra dejando el rastro de su repetición bajo transferencia. El circuito que dibujan las cartas recorta un objeto que, transformado en discurso, marca su propia temporalidad y se enuncia como uno cumple con su deber y, al fin de cuentas, no se escribe para este solo día
.
Es en acto que, dando algo a leer a Fliess, Freud inventa al analista haciendo existir una nueva concepción del inconsciente: no se es dueño en la propia casita y por ello Ich debe advenir. La hipótesis de Lacan respecto del surgimiento del analista, tal como la formula en el Seminario 7, La ética del psicoanálisis, es relativa a una falla en el objeto de amor, igual que en la época del amor cortés que surgió para suplir esa falla. Pero en el Seminario 20, Aún, modula esa hipótesis al leer que el discurso científico subvirtió el conocimiento existente hasta ese momento produciendo una falla en el saber que se sostenía en relaciones entre lo pasivo y lo activo, la materia y la forma, etc., es decir, un fantasma de relación sexual para suplir lo que, en realidad, no puede decirse, ya que no hay relación sexual.
El discurso analítico surge en un punto del discurso científico, dice Lacan, en el que hablar de amor es una pérdida de tiempo. Entonces Freud inventa un dispositivo por el cual la persistente presencia de un Otro recibe las cartas de amor que se le dirigen y se realiza la experiencia de hablar de amor en su función de pura pérdida, ya que no una pérdida de tiempo.
El inconsciente es una palabra ambigua, señala Lacan. Algo en algún lugar se supone que sabe. Más que el que habla. Eso sabe en algún lugar, porque los significantes con los que se constituye el sujeto son su soporte; es con esos significantes como se construye el fantasma que puede entonces desarticularse en un psicoanálisis.
Resta el enigma del fantasma freudiano, esa frase, huevos de cucú
, no ha sido desarticulada y sigue sosteniendo el deseo del analista.
Acerca de la inhumanidad del analista
Defiéndeme, Dios, de mí mismo.
San Agustín
1. Lo que humaniza
Si bien la virtud es una cumbre entre dos vicios o entre dos abismos, para el filósofo que afirma esto, sin ella se es inhumano. Esto vale especialmente para la compasión y otros términos afines como la piedad, la misericordia, etc., aun cuando su significación varíe históricamente como, por ejemplo, en las definiciones de Heidegger o de Nietzsche consideradas en el límite de la modernidad y en las que la piedad es el amor que merece lo viviente y su huella.
La indiferencia, la insensibilidad y hasta la crueldad son antónimos de la compasión, pues esta participa del sufrimiento ajeno aunque no comparta sus motivos
, dice el filósofo. Para los estoicos, el no cargar con las penas ajenas es cosa de sabios y Spinoza extrema este argumento cuando observa que se llama inhumano
a quien no se guía por la razón o la piedad para socorrer al que sufre. A este respecto, es interesante la diferencia que introduce Hannah Arendt entre la piedad como algo universal, que implica cierta superioridad e incluso desprecio, y la compasión como algo particular y horizontal (por eso, Rousseau decía que reyes y nobles no tenían compasión, porque cuentan con nunca ser seres humanos
).
Claro que no hay que desdeñar que, etimológicamente, la piedad implica siempre un deber para con Dios que inspira actos de compasión hacia los semejantes, en tanto que la misericordia es definida como virtud del perdón y del dejar de odiar; por ejemplo, en el Antiguo Testamento, se le pide a Dios: Ten piedad de mí conforme a tu misericordia
, empero el Dios todo amor que presenta el Nuevo Testamento incluye la idea del temor de Dios para obtener esos favores.
En nuestro caso, nos mantendremos en el filo de la compasión, ya que plantea no pocas paradojas, en principio morales, si se la considera, como lo hace la filosofía, en términos de distancia. No pocos de esos mismos filósofos han observado que una distancia excesiva lleva a la falta de compasión, pero una proximidad de la misma índole puede terminar en rivalidad. En Hume, que toma el interesante punto de vista de quien es o no compadecido, una distancia muy grande acrecienta la estima y la admiración de este, así como también una distancia muy grande en el tiempo más que una en el espacio, o una en el pasado más que una en el futuro (esa línea lejos más te quiero
merecería la aprobación del filósofo).
Callejones sin salida semejantes se le presentan a nuestra diva políticamente correcta
, como caracteriza Camille Paglia a Martha Nussbaum cuando apela a la compasión como fuente de motivaciones ciudadanas (educación moral) o como uso en el dictamen de una sentencia penal, ya que obtener una compasión fundamentada o razonable
en el proceso de sentencia, por ejemplo, se presenta como de definición imposible.
2. La belle dame sans merci
Mercy!
Pretty woman (canción del film homónimo)
Alain Chartier (1390-1439) escribe un poema (cuyo título da nombre a nuestro apartado) con las pautas del amor cortés, casi trescientos años después de que esa forma de cortejo
hubiera prácticamente desaparecido. En él, la dama está menos apegada a ocupar su lugar, se burla del suplicante y su crueldad se hace desmedida: así, se comprende por qué el autor no utiliza la palabra pieté sino merci, que implica contar con la gracia o la merced de, y, por su antónimo, estar a merced de.
Cerca de cuatro siglos más tarde, John Keats escribe un poema con el título utilizado por Chartier en el que esta dama despiadada hace algo más que burlarse, pues termina por esclavizar al enamorado hasta convertirlo en su propio despojo.
René Nelli, medievalista exquisito, actualiza lo que se sigue investigando sobre el amor cortés en su bello Trovadores y troveros. El amor cortés aparece en el siglo XII en Occitania (sur de Francia, especialmente) y es el uso de una lengua que nombra también