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El campo uniano: La última enseñanza de Lacan y sus consecuencias
El campo uniano: La última enseñanza de Lacan y sus consecuencias
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Libro electrónico540 páginas7 horas

El campo uniano: La última enseñanza de Lacan y sus consecuencias

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"En medio de las 'criaturas de las palabras' que el psicoanálisis convoca, ¿donde está lo real? […] El intento de esclarecerlo llevó a Lacan a formular la aspiración de un dis­curso que no fuera del semblante. Pero la pregunta se sostiene: ¿Dónde está lo real? Es una pregunta epistémica, ya que implica al saber y hace girar su enseñanza; y es también una pregunta clínica, ya que determina de otro modo la orientación del psicoanálisis, de su clí­nica y de su práctica. Los autores de los textos de este libro hacen el esfuerzo de no perderse, de perderse y reencontrar­se en los meandros teóricos de la última enseñanza de Lacan, y como en su ma­yoría son analistas, se sirven de lo que psicoanálisis todavía les enseña.
¿Dónde está lo real?, ¿en el goce?, ¿en el cuerpo?, ¿en la irrupción del trauma?, ¿en el agujero del sexo?, ¿en el ombligo del sueño?, ¿en lo escrito?, ¿en el síntoma?… Recorriendo estos textos se encuentran diferentes mane­ras de acercarse a ese real que porta la paradoja de que no es como la verdad, esa que la filosofía entronó y destronó, y que el aparato conceptual freudiano y con el mismo Lacan se sigue buscando. La práctica y el análisis enseñan que no se trata de buscar lo real como a la verdad. La práctica y el análisis enseñan que es lo real lo que nos encuentra".
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 mar 2024
ISBN9789878941974
El campo uniano: La última enseñanza de Lacan y sus consecuencias

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    El campo uniano - Bernardino Horne

    Imagen de portada

    El campo Uniano

    Bernardino Horne

    Iordan Gurgel

    Compiladores

    El campo Uniano

    La última enseñanza de Lacan y sus consecuencias

    Índice

    Prólogo. Mauricio Tarrab

    Presentación. Bernardino Horne - Iordan Gurgel

    El campo uniano: hay Uno

    CAPÍTULO 1. La pregunta por lo real. Bernardino Horne

    CAPÍTULO 2. El misterio. Bernardino Horne

    CAPÍTULO 3. Encarnación. Bernardino Horne

    CAPÍTULO 4. Un caso clínico. Bernardino Horne

    CAPÍTULO 5. Acerca del tiempo. Luiza Sarno

    CAPÍTULO 6. Cómo leer un síntoma. Nora Pessoa Gonçalves

    CAPÍTULO 7. La experiencia analítica en el ultimísimo Lacan. Sônia Vicente

    CAPÍTULO 8. El goce, numeroso y uno. Marcela Antelo

    CAPÍTULO 9. El nudo o la vida. Pablo Amster

    CAPÍTULO 10. De la clínica psicoanalítica nodal: que no hay. Fabián Schejtman

    CAPÍTULO 11. El Edipo y el más allá. Fátima Sarmento

    CAPÍTULO 12. El escabel y el cuerpo hablante, más allá del padre. Patricio Álvarez Bayón

    CAPÍTULO 13. La desrealización de la sexuación en la era post-paterna. Nieves Soria

    Psicosis y patologías contemporáneas

    CAPÍTULO 14. La clínica estructuralista de la psicosis. Iordan Gurgel

    CAPÍTULO 15. Clínica borromea: psicosis, forclusión y sinthome. Paulo Fernando Chaves Dantas

    CAPÍTULO 16. Psicoanálisis, política e institución ¡no retroceder ante la psicosis! Iordan Gurgel

    CAPÍTULO 17. Entre duelo y angustia. Romildo do Rêgo Barros

    CAPÍTULO 18. Cuerpo y síntomas actuales en la clínica de lo real. Célia Salles

    CAPÍTULO 19. El empuje a las adicciones y la iteración del Uno de goce. Jésus Santiago

    CAPÍTULO 20. La escalada del Capitalismo y la escala del discurso del analista. Sérgio Laia

    El pase en la Escuela

    CAPÍTULO 21. ¿Cómo y por qué el pase? Bernardino Horne

    CAPÍTULO 22. ¿Tu puedes saber. Débora Rabinovich

    CAPÍTULO 23. Tres preguntas sobre el pase. Graciela Brodsky, María Cristina Giraldo y Marcus André Vieira

    © Grama ediciones, 2023

    Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA

    Teléfono 4781-5034

    grama@gramaediciones.com.ar

    http://www.gramaediciones.com.ar

    @ Bernardino Horne y Iordan Gurgel, 2023.

    Diseño de tapa: Gustavo Macri

    Imagen de tapa: Pablo Reinoso

    código QR

    Hecho el depósito que determina la ley 11.723.

    Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por medios gráficos, fotostáticos, electrónicos o cualquier otro sin permiso del editor.

    Primera edición en formato digital: febrero de 2024

    Versión: 1.0

    Digitalización: Proyecto451

    Prólogo

    Mauricio Tarrab

    Todo es bueno en Lacan, es mi principio, a entender: todo es bueno para ser puesto a prueba.

    J.-A. Miller, entrevista en La Cause freudienne

    Creo que se puede decir que este libro, que prologo con prudencia ya que lo he leído con gran interés, es una rara avis en la producción a la que nos acostumbra la comunidad analítica del Campo freudiano y las Escuelas de la AMP. Una rara avis, ya que lo considero un libro de estudio. Estudios que hacen falta y que por una u otra razón no son frecuentes en nuestro canon de publicaciones. Estos son estudios extensos, profundos, variados, informados, anclados en la práctica analítica, y donde se nota que cada autor con su estilo propio evita como puede la tentación erudita y el plano inclinado de las elucubraciones vacuas.

    Aquí se presenta el producto del estudio y la investigación de autores que generosamente hacen un libro que será referencia para estudiar, para ser estudiado en detalle. Los compiladores han sabido incitar a un variado conjunto de destacados analistas a atreverse a escribir y trasmitir su manera de entender, de abordar, de perderse y reencontrarse en la última enseñanza de Jacques Lacan. Para eso no deberían constituir –y no lo han querido– un corpus dogmático, y se percibe que escriben a cuenta propia.

    Cada uno de los textos se asoma al borde de ese misterio que llamamos la última o la ultimísima enseñanza de Lacan. Entran en ese terreno donde las balizas son tenues y las referencias escasas, acompañados de la lectura de J.-A. Miller en su esfuerzo por atrapar al último Lacan con las consecuencias que tiene para el psicoanálisis en general, y para el psicoanálisis que practicamos en especial.

    Los textos se sitúan, desde los primeros, en el umbral de esa enseñanza al punto de fecharla como un acontecimiento, en la expresión de Lacan en la clase del 15/3/72 (Seminario 19): Hay el Uno.

    Dije que se sitúan en el umbral, pero de inmediato vacilo al escribir umbral… ya que eso no representa bien lo que allí se juega, a menos que lo pensemos como un umbral en banda de moebius, si se me permite lo que quizás podría ser un oxímoron que mostrara lo imposible que allí se juega.

    Hay un corte, sí, incluso un corte espistémico –en términos de Bachelard–; es posible, pero a condición de entender a lo que J.-A. Miller nos fuerza con un método de lectura que no ignora los cortes, que más que bien los acentúa pero que no descarta nada:

    […] en psicoanálisis ningún concepto se abandona, más bien se los conserva, se sedimentan, se estratifican, los desplazamos, los recomponemos, los combinamos. No olvidamos nada del camino recorrido, cuyos meandros siguen dando sentidos, y no son olvidados cuando alcanzamos un objetivo, que es siempre provisorio". (1)

    Esa es la razón del epígrafe, que me resulta indispensable para mi propia lectura de lo que aquí se ha precipitado como un libro.

    En medio de las criaturas de las palabras que el psicoanálisis convoca, ¿donde está lo real? (2) La pregunta debería apremiarnos a los analistas en tanto que tratemos de no extraviarnos en la bruma de los semblantes y en la circulación de los discursos. El intento de esclarecerlo llevó a Lacan a formular la aspiración de un discurso que no fuera del semblante. Pero la pregunta se sostiene: ¿Dónde está lo real? Es una pregunta epistémica, ya que implica al saber y hace girar su enseñanza; y es también una pregunta clínica, ya que determina de otro modo la orientación del psicoanálisis, de su clínica y de su práctica. Los autores de los textos de este libro hacen el esfuerzo de no perderse, o como dije antes, de perderse y reencontrarse en los meandros teóricos de la última enseñanza de Lacan, y como en su mayoría son analistas, se sirven de lo que psicoanálisis todavía les enseña.

    ¿Dónde está lo real?, ¿en el goce?, ¿en el cuerpo?, ¿en la irrupción del trauma?, ¿en el agujero del sexo?, ¿en el ombligo del sueño?, ¿en lo escrito?, ¿en el síntoma?… Recorriendo estos textos se encuentran diferentes maneras de acercarse a ese real que porta la paradoja de que no es como la verdad, esa que la filosofía entronó y destronó, y que el aparato conceptual freudiano y con el mismo Lacan se sigue buscando. La práctica y el análisis enseñan que no se trata de buscar lo real como a la verdad. La práctica y el análisis enseñan que es lo real lo que nos encuentra.

    Lo real nos encuentra… como la preocupación por la escritura se encuentra en la urdimbre de estos textos, recordé que Jorge Luis Borges presentó el I Ching con un bello poema, (3) cuyo verso final me permito parafrasear de manera insolente para los fines de este prólogo.

    […]

    pero en algún recodo de tu encierro

    puede haber un descuido, una hendidura.

    El camino es fatal como la flecha

    pero en las grietas está lo real, que acecha.

    El I Ching, ese libro enigmático, originalmente es una práctica adivinatoria que hace de las líneas de fractura azarosas de los caparazones de tortugas puestas al fuego, signos. Y cuando a esos signos se los agrupan –según una lógica arbitraria– se construye con ellos una escritura que se supone –se ha supuesto por miles de años– permite leer cómo el azar y la determinación esperan a quien las consulta. La construcción de un mundo a partir de trazos inciertos. Mundos ficcionales, construidos sobre un punto singular y sin sentido.

    Lo que tiene de ficcional el psicoanálisis mismo apremió a Lacan hasta el final. Están los discursos, sí, sí, pero los discursos no son al final más que una articulación significante que gobierna las palabras e incide en los cuerpos. Pero Lacan apunta a algo más. Están los discursos que giran, como dice en el Seminario 19: "[…] el goce, la verdad, el semblante y el plus de gozar. Allí gira la cosa. Y está ese soporte, lo que ocurre en el nivel del cuerpo […] el ground". (4)

    El ground está allí, lo dice en inglés, ground, el suelo de los discursos es el cuerpo. Y en ese ground pasan cosas, ocurren cosas en los cuerpos. Y eso que ocurre en los cuerpos hablantes es examinado por varios de los trabajos de este libro.

    Con su matériel-ne-ment (5) Lacan define su propia orientación hacia un punto cierto y desde un punto cierto: ese encuentro entre el cuerpo y el significante que no solo cambia el cuerpo sino que también cambia al significante mismo. Y con su "reducir toda invención al sinthome", (6) Lacan indica dónde ese ground se corporiza, señalando con eso al mismo tiempo que eso se podría encarnar en una práctica posible, cuando el psicoanálisis parecía encallar al borde del desaliento. La debilidad del saber, la debilidad del saber inconsciente evidenciada como un callejón sin salida, fuerza el pasaje del inconsciente al síntoma como única vía, practicable. Practicable.

    Este libro se adentra en ese campo desde su mismo título, y el conjunto de los textos, de una manera u otra, toman como referencia, como ancla, como punto de partida, aún como horizonte: Hay el Uno, para no fascinarse con espejismos.

    Mencioné el misterio, la encarnación, la escritura, la práctica, los cuerpos, la lectura del síntoma… que extraigo de estos textos, que los abordan, los estudian y formulan hipótesis fuertes; pero también se aborda aquí cómo el Edipo freudiano es releído y desplazado por los tres de Lacan (RSI), las limitaciones del fantasma, el tiempo, el gran capítulo de las psicosis que enseñó a Lacan y nos sigue enseñando. También y como una pieza suelta –con la dignidad que le damos a las piezas sueltas– se dialoga con economistas de primera línea, abriendo un capítulo que puede leerse en sintonía con los textos que abordan los empujes y urgencias que la época impone a los sujetos, que van desde las formas actuales de abordar el sexo hasta el imperativo invencible de las formas actuales de gozar que se prestan a las nuevas, brutales o sutiles formas de la segregación.

    Retomando la frase de J.-A. Miller que incluí como epígrafe: Todo es bueno en Lacan, es mi principio, a entender: todo es bueno para ser puesto a prueba. Se puede decir que este libro está en esa vía.

    Zárate, 14 de marzo de 2021

    1. Miller, J.-A., entrevista en La Cause freudienne.

    2. Miller, J.-A., Leer un síntoma, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, nº 12, EOL-Grama ediciones, Buenos Aires, 2012.

    3. El porvenir es tan irrevocable

    como el rígido ayer. No hay una cosa

    que no sea una letra silenciosa

    de la eterna escritura indescifrable

    cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja

    de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida

    es la senda futura y recorrida.

    El rigor ha tejido la madeja.

    No te arredres. La ergástula es oscura,

    la firme trama es de incesante hierro,

    pero en algún recodo de tu encierro

    puede haber un descuido, una hendidura.

    El camino es fatal como la flecha

    pero en las grietas está Dios, que acecha.

    4. Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 223.

    5. Lacan, J., Seminario 24, "L´insu que sait de l´une-bevue s´aile a mourre", clase del 16-11-76. Inédito.

    6. Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 130.

    Presentación

    Bernardino Horne

    Iordan Gurgel

    Este libro es el resultado de la convergencia de dos ideas: por un lado, está inspirado en la orientación que dio lugar a la creación del curso de posgrado en el Instituto de Psicanálise de Bahia (Teoría del Psicoanálisis de Orientación Lacaniana) que, iniciado en 2005, ya está en el noveno grupo; por otro lado, nuestro interés y dedicación a la última enseñanza de Lacan. La perspectiva que nos orienta a proponer una formación epistémica que parte de lo real en Lacan, ciertamente no desconsidera la fundamental creación y transmisión de Freud, ni la genial teoría elaborada por Lacan al inicio de su transmisión hasta llegar a lo real. Al contrario, se trata de establecer un modo particular de transmisión, que comienza del último Lacan, para llegar a la formulación de conceptos y llegar a lo que actualmente estamos pensando y trabajando. En esta dirección, es necesario considerar las razones del cambio de perspectiva y sus consecuencias.

    La consigna de trabajo que nos dirige obedece a la orientación lacaniana basada en la enseñanza de Jacques-Alain Miller y bajo la cual nos orientamos en nuestra práctica de transmisión en el Instituto de Psicanálise da Bahia, para aquellos que deseen realizar una formación epistémica en psicoanálisis. Nuestra apuesta se refiere a lo que Miller dice ser el objetivo de la enseñanza de Lacan: […] es la inducción al trabajo; es el trabajo de inducción al trabajo. La precisión aparece cuando añade que no se trata de una identificación, ni de un punto de detención, sino de un pasaje. Es un movimiento que, tributario de la experiencia de análisis, pasa del trabajo de transferencia como amor al saber a la transferencia de trabajo, en la que el saber se implica de otra manera y necesita de una tradición oral: es la palabra con un público, que escucha y cuestiona.

    Por tratarse de una actividad de transmisión en el Instituto, en un modelo para-universitario, se necesita especial atención al enfoque lacaniano sobre la enseñanza:

    […] al ofrecerse a la enseñanza el discurso psicoanalítico conduce al analista a la posición del analizando, es decir, no producir nada que pueda ser dominado […] a no ser a título de síntoma.

    Significa llevar hasta las últimas consecuencias lo que enseñan los alumnos y no condescender a la posición de dominio del discurso del amo.

    En la enseñanza de Lacan, desde el principio, está presente esta inducción al trabajo de cada uno. Rechaza un saber cerrado y pone en movimiento el pensamiento, induciéndolos a la producción: Corresponde a los alumnos y solo a ellos, buscar la respuesta a sus propias preguntas.

    A lo largo de su trayectoria, Lacan tuvo en consideración una pregunta sobre lo real y sobre cómo poder operar en la clínica y en la enseñanza con esta noción que orienta sus reflexiones. Su texto de 1957, El psicoanálisis y su enseñanza, se divide en dos partes. La primera es ¿Qué nos enseña el psicoanálisis?, y la segunda, ¿Cómo enseñarlo? Estas fueron dos preguntas que se hizo a sí mismo y repercutía para los analistas. En ambas estaba implicado lo real de la formación analítica. ¿Cómo se hace presente lo real en la experiencia singular de cada uno? Al comienzo de su enseñanza, busca aproximarse a lo real por la vía de lo más verdaderamente propio de cada uno. Hoy, tras su formulación Hay Uno, en el Seminario 19, intentamos ese acercamiento a través de la singularidad del sinthoma. Sabemos también que en la clínica lo real está presente como goce.

    En los tres puntos que comenta sobre lo que nos enseña el psicoanálisis, hay un signo de interrogación que no se puede borrar en torno a lo real. En el primero destaca que en el inconsciente eso habla: un sujeto en el sujeto…, y señala que hay algo que es trascendente al sujeto. Introduce el campo del Eso, la pulsión y, en consecuencia, su formulación sobre el goce. Luego, afirma que decir que el síntoma es simbólico y no es decirlo todo, y evoca el momento en que Freud cuestionó el mantenimiento de la verdad a partir de la concepción de la pulsión de muerte –eso es lo real del psicoanálisis. En aquel momento, la verdad era la muerte. Y, finalmente, agrega que al perder este rigor psicoanalítico y rechazar esa interrogación de Freud sobre lo real de la pulsión de muerte, los psicoanalistas cayeron en un ambientalismo declarado.

    Lacan llamará la atención sobre el hecho de que el síntoma psicoanalizable se sostiene en una estructura que es idéntica a la estructura del lenguaje, pero insistirá en lo real presente, que en ese momento es la muerte, lo real último. Recuerda, del Seminario 1, el episodio en el que Freud olvida el nombre de Signorelli, relacionado con la muerte vía Signor = Herr, el Otro real.

    Después de varias consideraciones –que debemos recordar fueron hechas en 1957– y de definir el síntoma como un elemento mnemotécnico de una situación anterior privilegiada , que es retomado como elemento significante con el efecto de modelar una indeterminación en una significación tendenciosa, concluye diciendo que solo podemos transmitir una enseñanza que merezca ser llamada de un retorno a Freud por la vía de estar transmitiendo un estilo.

    Debemos repensar permanentemente nuestra enseñanza y encontrar formas en las que, además de enseñar la doctrina, podamos transmitir: esto quiere decir que nuestra enseñanza despierte, estimule algo íntimo de cada uno de los alumnos a través de la transmisión viva de la experiencia que solo se puede realizar de parlêtre a parlêtre. Buffon resume la transmisión a partir de un estilo: es el cuerpo el que habla al cuerpo.

    Fieles entonces a esa perspectiva, presentamos: El campo uniano - la última enseñanza de Lacan, como resultado de esa práctica de enseñanza en el ámbito del Instituto de Psicanálise de Bahia, esperando las consecuencias teóricas y clínicas, tributarias de esa orientación.

    También en esta presentación, registramos nuestro reconocimiento al trabajo de los compañeros que respondieron a nuestra solicitud de contribuir con el tema, y queremos hacer dos agradecimientos en especial: a Pablo Reinoso, artista plástico responsable del diseño de la capa –metáfora gráfica de lo uniano– y a Giovanna Bittar y Alejandra Glaze, quienes, con dedicación y cariño, se encargaron de la edición en portugués y español de este libro –metonimia de un deseo decidido–.

    Entonces, ¡adelante con la lectura!

    El campo uniano:

    hay Uno

    CAPÍTULO 1

    La pregunta por lo real

    Bernardino Horne

    Los caminos al Uno.

    Los cortes epistemológicos en el psicoanálisis

    En el Seminario La angustia, Lacan inicia el capítulo XIX, llamado El falo evanescente, tratando la diferencia entre el tiempo que necesita una comunidad científica para aceptar una nueva teoría y el tiempo necesario para que la comunidad analítica acepte cambios importantes. La teoría de la relatividad de Einstein, al poco tiempo de ser publicada, contó con la comprensión y la aceptación de la comunidad científica. Lo mismo ocurrió con las teorías de Newton, Galileo, etcétera. No es así en el psicoanálisis. El giro de Freud de 1920 llevó tiempo y nunca fue totalmente aceptado por diversos analistas –especialmente por la comunidad norteamericana de la IPA ligada a la Ego Psychology.

    Lacan continúa diciendo, en el Seminario 10, que los analistas necesitamos de mucho más tiempo debido a la necesidad de elaboración. La implicación subjetiva del analista en la inclusión de los conceptos depende de la angustia de castración. Por eso continuamos nuestros análisis.

    Esa formulación de Lacan tiene fundamento en la teoría epistémica de Gastón Bachelard que, con su expresión coupure épistémologique, pone de relieve que pueden existir cambios fuertes y bruscos en la evolución de una ciencia. Una nueva teoría científica puede no solo alejarse de la anterior, sino también situarse en un nuevo y diferente contexto epistemológico en el cual no cabría una comparación con el anterior. Es en ese sentido que la perspectiva de corte deja de lado la concepción de continuidad en el movimiento de una ciencia, así como la idea del valor, dado a la acumulación de conocimientos.

    Acompañamos la propuesta de Gastón Bachelard y ordenamos de modo diacrónico el desarrollo de la teoría psicoanalítica en cuatro cortes epistémicos en los que organizamos esta lectura.

    En un primer momento, solo enunciaré sucintamente los cuatro cortes:

    1. El dispositivo analítico. Una estructura: inconsciente, pre-consciente y consciente, y en ella una cantidad en movimiento. El deseo.

    2. El giro de 1920: Más allá del principio de placer. La estructura mantiene Ics., Pcs., Cc., pero ahora ordenados dentro del superyó, el yo y el ello. La cantidad como la pulsión de muerte y la pulsión de vida. La repetición.

    3. El inconsciente estructurado como un lenguaje. Una lectura de los fundamentos freudianos a partir de los tres registros que son fundamentales en el ser humano: los registros simbólico, imaginario y real. En un primer momento, el inconsciente es la verdad, después, aún en el campo del Otro, será el saber. El objeto a al final de ese período es lo que apunta, desde el campo del Otro, a todo lo que no pertenece a este. El factor cuantitativo se ordena a partir del deseo tomado al pie de la letra. El fantasma inconsciente adquiere un lugar importante.

    4. Haiuno. El nudo es la estructura. El campo de lo Uniano. El significante Uniano. El desnivel entre el Existir y el Ser. El goce Uno. Las posiciones de goce. Los goces: el goce de lo R, de lo S, de lo I y del sinthome. La escritura borromea.

    Echemos un vistazo a los tres primeros cortes epistemológicos, cuyos temas son más familiares a todos nosotros, antes de entrar en el tema central de nuestro interés en este trabajo, que se encuentra en el último corte epistemológico y corresponde a la última enseñanza de Lacan.

    El corte inaugural

    El primer corte se produce por el esfuerzo de Freud en relación con las teorías existentes en la época sobre la histeria y sobre el fenómeno psíquico de la doble personalidad. Freud abre un campo epistémico nuevo y complejo, a lo que llamamos Corte Inaugural, y que procede a la inauguración del campo del psicoanálisis. Antes del psicoanálisis, no existía la reflexión sobre un psiquismo inconsciente con la profundidad, la amplitud y el sentido radical que lo entiende Freud. Existía cierta reflexión, la del profesor Charcot y la de renombrados neurólogos de la época, sobre la histeria y sobre los sujetos con doble personalidad. Pero el espacio epistemológico inaugurado por Freud es de otra dimensión. En el año 1990, Freud publica La interpretación de los sueños, y allí explica su teoría sobre la existencia del inconsciente y sus formas de funcionamiento. Desde el Proyecto, Freud mantiene una teoría basada en dos axiomas: hay una estructura y hay una cantidad. La estructura se establece con las representaciones-cosa en el inconsciente y las representaciones-palabra en el preconsciente y en la consciencia. La represión implica la falta de palabra para que la cosa acceda a la consciencia. El factor cuantitativo toma forma como deseo inconsciente: él es el motor del movimiento dentro de la estructura. Adquirirán más importancia, posteriormente, la pulsión y el goce. La cantidad se mueve en el sentido del placer del drenaje. Ella se presenta en movimiento, en el sentido de una carga ++ y una descarga --. Constituye el motor de lo mental. La satisfacción se produce por la descarga de cantidades: el drenaje de éstas es su satisfacción. Todo eso constituye la base del pensamiento freudiano sobre lo que será su principio de placer-displacer. Si la cantidad es mucha (+++) y permanece fija, producirá una satisfacción mortífera. Pero si el goce es menor será placentero y del lado de la vida.

    Lacan insiste en decir que el gran descubrimiento de Freud fue el dispositivo analítico. Es a causa del dispositivo y de su disposición a oír a los pacientes que Freud consiguió crear la teoría. El dispositivo permanece fijo desde el primer momento. Es anterior a 1900 –las primeras experiencias clínicas giran en torno de los años 1895-1897. Hoy, tantos años después, su núcleo principal, que es la regla fundamental, permanece como estructurante del dispositivo analítico.

    imagen ilustrativa

    Diseño clásico de Lacan sobre el dispositivo analítico.

    El segundo Corte de Freud: el giro de 1920

    La sorpresa que produjo en Freud el fenómeno de la repetición de las cosas malas, como los sueños que repiten un trauma, lo llevaron a concebir un nuevo modelo de estructura, que mantenía el Ics., Prcs. y Cc., pero los articulaba al yo, al superyó y al ello. La experiencia clínica también demostraba la presencia de respuestas negativas a la correcta dirección del tratamiento. En el campo económico, cuantitativo, agrega a las pulsiones de vida la hipótesis de la existencia de una pulsión de muerte, que se instala en el instante inicial de la vida. Empuja o aspira al recién nacido a la quietud, al silencio, a la inercia y, en última instancia, a la muerte: el retorno a lo inanimado.

    Al instante de nacer se producen, entonces, dos movimientos pulsionales instantáneos y sincrónicos en el individuo: uno que pulsa por la vida y otro que aspira por un vacío o un polo negativo, para retornar al estado inicial, inanimado, sin vida –mineral.

    imagen ilustrativa

    El giro de 1920 tuvo como uno de sus efectos una ruptura conceptual. Una gran cantidad de analistas de la IPA, formada en principio por el psicoanálisis de los EE.UU. que operaba con la perspectiva de la Ego Psychology, rechazó esta propuesta de Freud. Es el momento de recordar las palabras de Lacan en el Seminario 10 sobre la dificultad propia de los analistas frente a los cambios epistémicos en el psicoanálisis.

    La teoría de la pulsión de muerte y sus consecuencias fueron aceptadas por un grupo de analistas formados en el Instituto Clínico de Berlín, especialmente Theodor Reik y, en Estados Unidos, Franz Alexander, de la Escuela de Chicago, con brillantes trabajos sobre la medicina psicosomática. Hubo también una fuerte aceptación en América del Sur, a partir de los pioneros en la Argentina, Ángel Garma, también formado en el Instituto de Berlín y analizante de Theodor Reik, con varios otros colegas como Arnaldo Rascovsky y Marie Langer. Lo mismo ocurrió en Brasil, inicialmente en Río de Janeiro y luego en San Pablo, distinguiéndose la Dra. Virgínia Bicudo. La Asociación Psicoanalítica Argentina tuvo un fuerte intercambio e influencia en Brasil, especialmente en el sur del país. Garma también introdujo las teorías y la práctica kleinianas, a pesar de siempre considerarse freudiano. Melanie Klein tomó radicalmente la formulación de la pulsión de muerte de Freud, abrió nuevos campos como el análisis en niños y, en el campo pulsional, agregó la noción de envidia, nuestro mirar mal, como la forma que la pulsión de muerte toma en los campos escópico y oral. La intención del sujeto en la envidia no es apropiarse del bien del otro, sino simplemente destruirlo. A su manera, Lacan se ubicó como un acérrimo defensor de la pulsión de muerte, que él veía como una especie de goce fijo. El superyó, como instancia representativa de la pura pulsión de muerte, funcionó como un elemento de coincidencia, una unión de las diversas corrientes que sustentan la pulsión de muerte. Les recuerdo el escrito que comenté en la Introducción: El psicoanálisis y su enseñanza…, lo que él nos enseña y cómo enseñarlo. Allí Lacan dice que, al alejarse del rigor freudiano y rechazar la pulsión de muerte, algunos psicoanalistas han caído en un ‘ambientalismo’ declarado.

    Cuando Freud va a los Estados Unidos, dicen que comentó con Jung, compañero de viaje: Pobres americanos, no saben que les traemos la peste. Y, en rigor, los americanos pasteurizaron la peste freudiana a través de una serie de medidas que incluían la prohibición del ejercicio del psicoanálisis y la prohibición de que Freud asumiera análisis didácticos para formar analistas no-médicos, manteniendo así una última aceptación de las reglas del campo de la medicina y de la psiquiatría. Eso continúa hasta hoy, cuando la medicina establece el modelo basado en evidencias, lo que exige en la clínica el establecimiento de patrones y estadísticas, forzando a los analistas que dependen de empleos en áreas de salud a que acepten una clínica de lo particular, y con eso salir de la orientación a lo singular –que puede crear paradigmas, pero no porcentajes y estadísticas.

    El tercer Corte. El Corte Inaugural de Lacan

    Entramos ahora en la enseñanza de Lacan. El año 1953 culmina en un período de mucha complicación en la International Psychoanalytical Association, especialmente en lo tocante a los programas de estudio y a la formación de los analistas. La IPA, a través de sus reglamentos, fue burocratizando la formación, transformándola cada vez más en una cuestión formal. Al obedecer a la presión de los reglamentos, centrados en el número de horas de control de casos obligatorios y de número mínimo de horas de análisis didáctico y de otras formalidades, conseguía (lo que es una meta de la neurosis obsesiva) dejar fuera del debate los contenidos y el deseo. La primera manifestación de Lacan, en el momento en el que sale de la AFP, es una conferencia que se llama "sir", que son las iniciales de simbólico, imaginario y real. Posteriormente, él lo hace en su escrito, igualmente inaugural, llamado Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Critica el achatamiento que se hace de los conceptos freudianos, así como la caída conceptual de la transferencia a un diálogo imaginario. Acusa a los psicoanalistas de haber caído en una degradación de la teoría y de la clínica. Su propuesta es retornar a una lectura de los fundamentos freudianos a partir de los tres registros fundamentales de la experiencia humana, que son los registros simbólico, imaginario y real. En esta tripartición de los registros, existirá, inicialmente, una primacía de lo simbólico.

    Miller, en su Curso inédito, propone que la enseñanza de Lacan puede ser escandida en tres consistencias clínicas, que son: 1. Las formaciones del inconsciente; 2. El fantasma; y 3. El sinthome. Las dos primeras se encuentran en el tercer corte epistémico del psicoanálisis, el que corresponde al primero de Lacan, en 1953. En él, las cosas son vistas a partir del campo del Otro. La tercera consistencia, el sinthome, se inscribe en el campo de la última enseñanza de Lacan.

    La primera consistencia está dada por las formaciones del inconsciente. Se trata de síntomas, sueños, actos fallidos, chistes. Corresponden al primer momento, el del retorno a Freud y a la primacía del significante –el inconsciente estructurado como lenguaje. Es el reino del significante, y la metáfora juega un papel principal en el campo del discurso que intenta la interpretación en busca del sentido. La tentativa de Lacan, comenta Miller, es significantizar el goce, que hasta ese entonces se consideraba perteneciente al campo de lo imaginario. Llega a categorizar el falo como el significante del goce. En un primer momento, el inconsciente es la verdad, después será el saber. La transferencia es inicialmente concebida entre sujetos, intersubjetiva. El hecho de que un sujeto hable a otro lo lleva al encuentro con la verdad. Llama palabra plena a aquella que revela la verdad del sujeto. Un gran cambio ocurre en 1967, al sentir en la transferencia la necesidad de un elemento tercero. Lacan propondrá lo que llamará sujeto supuesto saber, elemento tercero –de vena, dice Lacan, o sea, de estructura– que se instala por la suposición de que una pregunta incluye, por la razón propia del lenguaje, una posible respuesta. Propone en su escrito Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela (7) el matema de la transferencia, sobre el cual hablaremos en el capítulo VI al tratar un caso clínico.

    La segunda consistencia es la del fantasma. El objeto a tiene presencia fuerte y el A, el Otro, padece una falta significante que se escribe

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    , el Otro tachado. El fantasma es, en el fondo, una mentira maníaca sobre lo más difícil de aceptar en un análisis, que es el hecho de que el síntoma tiene su raíz en la pulsión de muerte, libidinalmente enlazada al cuerpo como masoquismo erógeno primario. Así, ocultado por el fantasma en su función de defensa fundamental, el saber de la verdad del sujeto, que es siempre un saber sobre su goce, (

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    = a), queda no sabido o ignorado. La mayoría de las veces, la mentira se realiza por la afirmación de lo contrario. En la próxima consistencia el fantasma formará parte del sinthome en cierto sentido continuando su función de mentira y adormecimiento narcisista.

    Como dijimos, esas dos consistencias, formaciones del inconsciente y fantasma, están comprendidas en el primer corte epistémico de Lacan, o sea, en el campo del Otro. En cambio, la tercera consistencia, con el sinthome, con su Kern –o sea, su núcleo de real– corresponde a la última enseñanza y al cuarto corte epistémico. Con eso, abre un nuevo campo: el Campo Uniano. En él, el Otro no existe.

    La última enseñanza: la pregunta por lo real

    La última enseñanza se inicia con un programa de investigación sobre lo real del propio Lacan, en el Seminario 7, La ética del psicoanálisis. La pregunta por lo real está íntimamente relacionada con el hecho de que Lacan, en ese momento de su reflexión, se interrogue sobre la relación entre el Uno y el Otro y, así, ese programa perdurará hasta el final de su vida, o sea, se extiende hasta el final de su enseñanza, especialmente hasta el Seminario 23 sobre El sinthome.

    En efecto, el Seminario La ética del psicoanálisis presenta, en su clase inaugural, un nuevo programa de trabajo sobre lo real, centrado en la intención de alcanzar una profundización en la noción de lo real. (8) Ese proyecto ético no procura el camino del Ideal, para continuar con la clásica búsqueda del Bien, en especial en la tradición aristotélica. Está inspirado en el propio Freud que, en La interpretación de los sueños, dice "Flectere si nequeo superos, acheronta movebosi no puedo doblegar los dioses del cielo, moveré a los del infierno".

    En 1924, Freud publica El problema económico del masoquismo, y allí modifica su teoría de 1915, en la que planteaba el sadismo como anterior al masoquismo, proponiendo ahora el sentido contrario: el masoquismo antecede el sadismo. De esta forma el cuerpo propio es el objeto inicial de la pulsión.

    Lacan se interesa por el famoso marqués de Sade, por su vida y obra. En efecto, Sade, que da su nombre a la perversión llamada sadismo, tuvo una vida personal profundamente masoquista. Podemos colocar en paralelo, como un conflicto ético, la máxima de Sade y la máxima kantiana. Lo que une a ambas es que son universalizantes. Kant dice: Obra de tal modo, que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal. Lacan, a su vez, en su lectura de La filosofía en el tocador, infiere la máxima sadiana de la siguiente manera: Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él. Entonces, la aspiración de aproximarse a lo real con la intención de profundizar en él, implica, según Lacan, alcanzar el núcleo del masoquismo erógeno primario freudiano.

    Un paréntesis sobre el masoquismo erógeno primario

    El texto de Freud tiene una primera parte que trata una cuestión crucial: el masoquismo pone en tela de juicio el principio de placer, que gobierna la forma en que se desarrolla la estructura psíquica de modo tal que la finalidad inmediata del sistema es librarse del displacer e intentar acceder al placer. Freud relaciona el displacer con el aumento de la cantidad y el placer con su disminución. Así, la estructura del aparato psíquico está configurada para drenar cantidad, en la medida en que su aumento excesivo es lo que provoca el displacer. Freud concluye que no puede ser apenas una cuestión de pura cantidad; debe de haber una dimensión cualitativa en el masoquismo. Pero, en verdad, persiste el elemento cuantitativo, ya que las variaciones que Freud imagina son modalidades de la cantidad tales como, por ejemplo, el ritmo y su ausencia en el flujo de las cantidades, o el orden temporal de las modulaciones –al final deja eso abierto.

    Toda la reflexión de Lacan sobre el goce, sus fijaciones, su capacidad de transformarse en amor y deseo, o su rígida persistencia –viscosidad, como la llama Freud en un otro momento– parten de esa reflexión freudiana sobre la pulsión de muerte. En el encuentro de la Escuela del Campo freudiano, en Bélgica, en marzo de 1994, sobre la Clínica diferencial del masoquismo, Anne Lysy y Alfredo Zenoni, en el texto de presentación del Encuentro, dicen: Es este nudo masoquista entre libido y pulsión de muerte lo que Lacan articula con el término de goce. (9)

    En resumen, sobre las relaciones de la pulsión con el principio de placer-displacer podemos articular:

    - Nirvana: Pulsión de muerte, retorno a lo inanimado.

    - Placer: Eros. Proceso psíquico

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