LOS BRUJOS DEL COMUNISMO
Alexander Barchenko era un personaje polifacético e intelectualmente muy inquieto. Su currículum da buena cuenta de esa curiosidad infinita. Ejerció como médico, investigador metapsíquico, ocultista y médium. Comenzó su vida profesional de una manera muy ortodoxa, graduándose en las facultades de Medicina de Kazán y Dorpat, pero casi inmediatamente después desvió sus pasos hacia los saberes esotéricos, convencido de que en los mismos residía la verdadera ciencia. Un saber ancestral que, según él, hundía sus raíces en el pasado más remoto y cuya pervivencia hasta el siglo XX habría sobrevivido gracias a una selecta cadena subterránea de transmisión que operaba entre unos pocos sabios elegidos de generación en generación. Su maestro, el marqués Alexandre Saint-Yves d’Alveydre, célebre ocultista francés, y cierta experiencia vivida en París le hicieron pensar de esa manera.
En la capital francesa, Barchenko conoció a unos viajeros, oriundos de la India, firmes creyentes en la existencia de una poderosa e ilustrada civilización que, durante la Prehistoria y asentada en las inmediaciones del Tíbet, habría alcanzado las más altas cotas de perfección intelectual y espiritual. Dicha cultura, luego de caer en desgracia, esparció parte de su conocimiento por vías clandestinas, hasta el punto de que algunas sociedades discretas contemporáneas, como la masonería, serían versiones muy distorsionadas, casi meras caricaturas, de aquella excelencia original.
A su vez, Saint-Yves d’Alveydre sintonizaba estrechamente con estas teorías. No en vano, el estudioso francés fue uno de los principales divulgadores occidentales de la noción de Sinarquía, una forma ideal de gobierno político para la humanidad, inspirada en lo que consideraba el auténtico gobierno oculto del mundo: la Agharta. Conforme recoge d’Alveydre en su obra , dicha comunidad secreta supervisaba desde la distancia el devenir del planeta gracias al uso de facultades extraordinarias como la telepatía. A través de este medio extrasensorial, los dirigentes de la Agharta enviaban sutiles mensajes a la población para reconducirla y preparar su evolución espiritual. Al mismo tiempo, este procedimiento de
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