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Cómo ganar las batallas de la vida: Sanando las heridas del pasado
Cómo ganar las batallas de la vida: Sanando las heridas del pasado
Cómo ganar las batallas de la vida: Sanando las heridas del pasado
Libro electrónico170 páginas2 horas

Cómo ganar las batallas de la vida: Sanando las heridas del pasado

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Información de este libro electrónico

En este libro la autora habla directamente con los lectores, sin rodeos ni maquillando los episodios más significativos e impresionantes de su vida. Y si usted se pregunta ¿para que me sirve a mi saber eso? Bueno, porque ahí radica lo interesante, lo fascinante del libro, ya que por más dolorosas que sean estás experiencias, ella sabe afrontarla

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento12 feb 2024
ISBN9781685745523
Cómo ganar las batallas de la vida: Sanando las heridas del pasado

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    Cómo ganar las batallas de la vida - Delia Hernández

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    Cómo ganar las batallas de la vida

    Sanando las heridas del pasado

    Delia Hernández

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.

    Publicado por Ibukku, LLC

    www.ibukku.com

    Diseño de portada: Ángel Flores Guerra Bistrain

    Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez

    Copyright © 2023 Delia Hernández

    ISBN Paperback: 978-1-68574-551-6

    ISBN Hardcover: 978-1-68574-553-0

    ISBN eBook: 978-1-68574-552-3

    ÍNDICE

    Prefacio 5

    Reconocimiento 7

    Dedicatoria 9

    PRIMERA PARTE 11

    1. CUANDO PIERDES TU INOCENCIA

    2. CONSECUENCIAS DE LA DESOBEDIENCIA

    3. EN BUSCA DE UN FUTURO

    4. ROMPIENDO LAS CADENAS

    5. BENDICIONES RECIBIDAS POR EL REY

    6. EL DUELO

    7. TRIBULACIONES

    8. EL PERDÓN

    SEGUNDA PARTE 71

    1. TU PRIMER AMOR

    2. QUÍTATE EL DISFRAZ Y DESNUDA TU ALMA

    3. DESCANSA EN JESÚS

    4. EL DIABLO ANDA COMO LEÓN RUGIENTE

    5. SI CAES, NO PIERDAS EL TIEMPO Y LEVÁNTATE

    6. APRENDE A PERDONAR

    7. REVÍSTETE

    8. ÉL TE ESPERA CON LOS BRAZOS ABIERTOS

    CONSEJOS PARA MEJORAR TU VIDA Y TUS RELACIONES PERSONALES 123

    Consejos para tus hijos

    Consejos para noviazgos jóvenes

    Consejos para no llevarte a vivir a tu familia o familia política

    Por qué tenemos que trabajar

    CONSEJOS PARA TRIUNFAR EN TU TRABAJO 131

    Cómo ser una buena empleada

    Cómo tener éxito en tu negocio

    Consejos para triunfar en tu negocio

    LA MENTIRA 139

    Empieza a rechazar las mentiras en tu vida

    Tipos de mentiras

    LOS CELOS 147

    Debes de rechazar todo tipo de celos

    Consejos para evitar los celos

    CONSEJOS PARA SANAR TU MATRIMONIO 153

    Cuatro causas principales de divorcio

    Cuatro cosas que los matrimonios deben ser

    Puntos generales para tener en cuenta

    El orden divino para el hogar

    Cosas que las esposas deben tener en cuenta

    Sugerencias para los esposos

    EL GRAN FINAL

    MI GRAN FAMILIA

    Prefacio

    En este libro hablo por primera vez de mi vida y doy a conocer todos los milagros y testimonios que Dios ha hecho en ella, así como también la importancia de hacer énfasis en que en él está la presencia del Espíritu Santo, Jesús y Dios. Sin ellos no pudiera haberlo escrito.

    Tiene el único propósito de ayudar a todas aquellas mujeres que hasta el día de hoy no se han encontrado a sí mismas, con el único objetivo de sanar todas las heridas que hay en sus vidas.

    Pretende sanar el dolor y olvidar aquellas violaciones sexuales que les hicieron tanto daño, la muerte de un ser querido que no has podido olvidar, de los hijos que no han vuelto a casa por causa de la desobediencia o rebeldía, de aquel esposo que se olvidó de ti un día y nunca volvió a casa, de aquel divorcio y del daño que te han o has causado a tus seres queridos por el alcoholismo, drogadicción, o prostitución, porque no has progresado en tu trabajo o negocio, o simplemente como mujer no aceptar los consejos que te da la sabiduría, en proverbios 1, 2-7, de la Biblia, dice lo siguiente:«Para entender y reconocer la sabiduría y doctrina, para recibir el consejo de la prudencia, justicia, juicio y equidad, para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura, oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración, palabras de sabio, y sus dichos profundos».

    El principio de la sabiduría, el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

    Proverbios 14, 1: «La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba».

    Yo te digo que la sabiduría y la inteligencia es el mayor tesoro que Dios te ha dado, para adquirirlo, solo tienes que confiar en Él y en nadie más, es de la única manera en la que tu vida realmente cambiará.

    Dios te dará el poder para recibir toda la bendición, te dará la paz que tanto has buscado, te sanará tanto emocionalmente como espiritual, te sanará todas tus enfermedades y tus dolencias, y ganarás todas las batallas de la vida, sanando las heridas del pasado, solo si sabes perdonar.

    Que Dios te bendiga siempre, y que tú también después de cambiar ayudes a muchas mujeres que tuvieron las mismas necesidades que tú, en el nombre de Cristo Jesús, amén.

    Reconocimiento

    Este libro es un resultado de toda una vida de aprendizaje y sufrimiento, pero con los años hubo muchos consejos, familia, amigos, pastores, maestros, que me enseñaron a reconocer, sobre todo, que me tenía que levantar y seguir adelante.

    Nada se puede llegar a realizar sin la ayuda de aquellos que te aman así como eres. Nunca le digas que no a un consejo, nunca niegues la ayuda de aquella persona que sabe más que tú, siempre tenemos mucho que aprender de las demás personas, incluso de tus propios hijos, de los ministros de la Iglesia, de los jefes en el trabajo y de los ancianos.

    Tengo que reconocer a esos ángeles que han estado siempre en mi vida, no me podría olvidar de ellos, que tanto me han ayudado. A ti especialmente, hermanita Lupita, junto con mi cuñado Javier, que tanto me apoyaste en todo este proceso; te amo, hermanita.

    Gracias, Javier, mi compañero, mi apoyo, mi amor, mi amado esposo, gracias por darme la mano cuando más lo necesitaba.

    Para aquellas mujeres valientes que han salido adelante, que han ganado las batallas sanando las heridas del pasado y han obtenido la victoria.

    Reconozco que este libro fue inspirado por Dios, ya que sin la presencia del Espíritu Santo no tendría la capacidad de escribirlo; doy gracias porque fui obediente a su palabra.

    Por aquellos lectores que se atrevan a comprar este libro.

    Dedicatoria

    Este libro lo dedico especialmente a mi Dios, por cambiar mi vida, por lavar mis heridas del pasado, porque me llenó de luz e hizo de mí una criatura nueva, y por haber perdonado mis pecados. Solo a ti, Padre, el cual reconozco como mi único salvador personal, porque tú, Jesús, moriste por mí en una cruz, sin importar tu sufrimiento, derramaste tu sangre preciosa por mí. Gracias, Espíritu Santo, por inspirarme para dar testimonio de mi vida y escribir este libro. Señor, tú que me conociste antes de que estuviera en el vientre de mi madre, gracias, Padre.

    Le doy gracias a mi familia, empezando por ti, Nashla, por ser ese primer ángel en mi vida, siempre tan centrada, amante de Dios, siempre tan segura de sí misma. A mi Vanessa, a mi princesa, ayudando siempre a las personas y no escatimando nada. A mi Divana, mi bebé hermoso, tan paciente, siempre a mi lado cuidando de mí. A mis nietos, que son mis nuevas generaciones, los regalos más hermosos que Dios me dio. A ustedes, Alexis y Laurita, y su nuevo bebé, a mi Frances, Samantha, Xavier, Dominique, Mía, Ethan y Elías y a mi hermosa bisnieta Génesis. A los yernos que se convirtieron en mis hijos y llenaron mi vida, espero y nunca se olviden del que está arriba, de Jesucristo.

    A mi querido esposo, Javier Hernández, por su apoyo.

    A mi hermanita Sonia, una prueba de vida, con una nueva oportunidad de vivir después de su enfermedad.

    GRACIAS, DIOS.

    A TI, MI JESÚS.

    PRIMERA PARTE

    1. CUANDO PIERDES TU INOCENCIA

    2. CONSECUENCIAS DE LA DESOBEDIENCIA

    3. EN BUSCA DE UN FUTURO

    4. ROMPIENDO LAS CADENAS

    5. BENDICIONES RECIBIDAS POR EL REY

    6. EL DUELO

    7. TRIBULACIONES

    8. EL PERDÓN

    QUERIDO LECTOR, TE PIDO QUE NO PARES DE LEER ESTE LIBRO HASTA EL FINAL.

    1. CUANDO PIERDES TU INOCENCIA

    Siendo yo muy pequeña recuerdo que un señor muy alto me tomó en sus brazos, recuerdo claramente que empecé a llorar, tenía tanto temor de esa persona... En realidad, yo no le conocía, pero mis padres sí, ya que era mi padrino de bautismo, el cual ellos habían escogido. Ese recuerdo me quedó muy grabado, pues fue el primer temor que tuve cuando tenía tan solo dos años, después de esa ocasión, que yo me acuerde, nunca más lo volví a ver.

    De mi niñez tengo recuerdos de muy bonitos tiempos, no todos eran malos, ya que mi vida también estaba rodeada de amigas que me llenaban de risas, juegos, confidencias y muchas cosas.

    Pasando a mi niñez, llegaron más temores, peores que el primero, estos eran diferentes. Se trataba de eventos no gratos para mi niñez que yo desconocía, recuerdos que quedaron muy grabados como de un señor que era tío de mi padre. Este era ya anciano, nos invitaba a mis hermanitos y a mí a su casa, pero lo peor todavía no sucedía hasta que esta persona mandaba a mis hermanitos a la tienda. Eran muy pequeños, al igual que yo—creo que yo tenía algunos 6 años—; aparte de que era peligroso por ser tan chiquitos, él lo hacía con el afán de estar a solas conmigo, para tocarme y hacerme daño. Y así paso mucho tiempo el cual no recuerdo cuanto; después, con el tiempo, supe que esta persona había muerto, y murió cargando con esta maldad en su corazón. Tal vez nunca reconoció el daño que me había hecho, y tal vez nunca se arrepintió.

    Nosotros fuimos 6 hermanos: dos de mis hermanos, los más pequeños, y yo siempre estábamos juntos, fue con los que más conviví por la edad que teníamos. Los otros tres: Lupita, Sonia y Roberto eran más grandes que nosotros. Ellos eran más protectores, como pueden ver, Memo, Pancho y yo fuimos de la misma época.

    Fui creciendo, tal vez tendría unos ocho años, recuerdo muy claro la soledad de mi mamá, ya que mi papá no vivía con nosotros, él tenía que cuidar a mi abuela, ella era dueña de un hotel en Tijuana. Así que no crecimos con nuestro padre; él era un conocido empresario de la ciudad de Tijuana, y también era político. Solía ir a desayunar todos los días a la casa, pero no dormía con nosotros, y yo me daba cuenta de la soledad que mi madre pasaba con sus seis hijos: éramos tres mujeres y tres hombres. Mi hermana Lupita, la mayor, y mi hermana Sonia se independizaron y se fueron a vivir solas. El tercero era mi hermano Roberto, que vivía con nosotros hasta que se casó, y luego seguía mi hermano Memo, y yo la penúltima con el apodo Marisela, por último, mi hermanito Panchito. Mi madre tenía muchos hijos y mucha responsabilidad para ella, era triste verla tan sola, abandonada por su esposo en cierta forma. Aunque mis padres eran los mejores amigos, y se veían todos los días, él no tenía tiempo para ella como esposo, ya que estaba muy ocupado siempre en sus asuntos. Ella, de vez en cuando, iba a visitar a unos amigos, un matrimonio que era de Aguascalientes, pero vivía muy cerca de nuestra casa en Tijuana. Eran una pareja muy amigable con nosotros, pero un día me invitaron a su casa —tendría la edad más o menos de 7 años—, estaba yo en el cuarto de ellos, ya que la casa era muy chica —cocina, recámara grande y un baño—, y el señor y su hijo se acababan de bañar cuando yo estaba sola en ese lugar. Mientras la señora cocinaba, ellos salieron del baño y se quitaron la toalla, y el señor se empezó a tocar su parte masculina, y le indicaba a su hijito que hiciera lo mismo. Me asusté mucho, pues volvía a recordar lo que

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