LOS ojos CON LOS QUE TE miro
Harriet,
iempre tuve la certeza de que eso no nos podía suceder, pero la realidad se impone. La mastografía repetida, la mancha sospechosa, la operación, la biopsia, el diagnóstico… Sí, la terrible enfermedad que comparte su nombre con la constelación, con el trópico, con la jaiba y con el mazunte: cáncer. Y allí estuvieron los hijos (hasta los políticos), quimio tras quimio, radiación tras radiación, subsanando mi ausencia y cerrando los lazos familiares. También estuvo la familia ampliada, todos apoyando, poniendo su grano de arena. Y así la fuiste sorteando, con el apoyo de Juan Zinser, que más que un gran oncólogo es un gran ser humano. Y por fin, terminó el tratamiento, regresó el pelo y se fueron una buena parte del miedo y la preocupación: estabas libre de cáncer. Pero la historia aún no terminaba, faltaban las revisiones trimestrales que no te dejan dormir las últimas semanas, esas
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