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Sombras en la niebla
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Libro electrónico113 páginas1 hora

Sombras en la niebla

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En la vida diaria hay muchas sombras y niebla. Los relatos que estás a punto de leer lo atestiguan. Tal vez alguno te recuerde algo que alguien te contó o que a ti mismo te ocurrió. Tal vez algunos te parezcan un poco extraños o sorprendentes. Pero la vida está llena de sombras y niebla, y entre ellas vivimos y nos movemos.

La vida es sorprendente, aunque muchas veces no nos percatamos de ello. Puede ser que el vaivén diario haga que ya pocas cosas nos sorprendan.

Estos relatos buscan despertar en ti la sorpresa y el deseo de ver más allá. Si lo logran, habrán cumplido su cometido.

Este libro forma parte de la colección Germinal, cuyo objetivo es hacer germinar en niños y adolescentes el gusto y el placer por la lectura hasta formar hábito lector, para ello se les ofrecen historias de su interés, según su edad. Cada libro de la colección incluye actividades de comprensión lectora ordenadas por competencias interpretativa, argumentativa y propositiva.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 ene 2024
ISBN9789929724570
Sombras en la niebla
Autor

Luis Fernando Gil Solares

Es periodista y licenciado en ciencias de la comunicación, egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Obtuvo un Profesorado en Filosofía en la Universidad Católica de Costa Rica. Ha ejercido como mezclador de pintura, cajero de supermercado, docente, reportero-redactor en medios impresos, editor, comunicador, capacitador e investigador. Es un apasionado de la historia y la literatura, en especial de las crónicas de Manuel José Arce y los cuentos de Poe; fan de los existencialistas, admirador de las pinturas de Monet y de los relatos mitológicos, de espantos y aparecidos. Disfruta de una taza de café observando el atardecer o escuchando canciones de Queen, The Doors y Pink Floyd, así como de Caifanes y los Fabulosos Cadillacs. Su espiritualidad se basa en disfrutar las pequeñas cosas de la vida.En 2014 obtuvo el Premio Hunn al periodismo arqueológico que otorga el Museo Popol Vuh con el reportaje «La Ermita se viste de fiesta», en los 400 años de edificación de la Ermita del Cerrito del Carmen.En 2016 publicó el libro «50 años bajo la mirada misericordiosa del Cristo Negro», que trata sobre la historia de la colonia Mariscal, zona 11, y de la parroquia Esquipulitas, al cumplirse medio siglo de su creación.

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    Sombras en la niebla - Luis Fernando Gil Solares

    CAZAMAHAh_Editorial_Negro.tif

    Editorial Cazam Ah

    www.cazamah.com

    info@cazamah.com

    (502) + 22517770

    15 calle 9-18 zona 1, Guatemala

    Guatemala, Centroamérica

    Colección Germen
    logo_german_negro.png

    Este libro forma parte de la colección Germinal, cuyo objetivo es hacer germinar en niños y adolescentes el gusto y el placer por la lectura hasta formar hábito lector. Para ello se les ofrecen historias de su interés según su edad. Cada libro de la colección incluye actividades de comprensión lectora ordenadas por competencias interpretativa, argumentativa y propositiva.

    Equipo: Luis Fernando Gil Solares (autor), Javier Martínez (director de la colección y editor), Julio Santizo Coronado (corrector), Luis Villacinda (diseño de cubierta), Gladys Claudio (diagramación), DreamStudio de Stability AI (ilustraciones)

    Está prohibida, bajo amparo de las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento analógico o digital; así como su distribución por alquiler o préstamo públicos.

    Editorial Cazam Ah

    Guatemala, 2024

    Impreso en Guatemala

    ISBN 978-9929-724-57-0

    CAZAMAHAh_Editorial_Negro.tiflogo_german_negro.png

    Luis Fernando Gil Solares

    Sombras en la niebla

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    Sombras en la niebla • Luis Fernando Gil Solares


    Índice

    Prólogo

    Atardecer en el puente

    El guardia de Casa Presidencial

    La cueva oscura

    La viejecita y su niña

    Los libros de Lidia

    La dama de cabellos largos

    El caballo huérfano

    Dios guarde tu camino

    El dandi

    La chancla misteriosa

    Sobre el autor

    Actividades de compensión lectora

    mini-color

    Sombras en la niebla • Luis Fernando Gil Solares


    Prólogo

    La vida está llena de sombras.

    Cuando caminas bajo el sol, proyectas una sombra. Pero también hay sombras que de entrada no son tan fácilmente perceptibles aunque están ahí. Es que también hay niebla en la que de repente se ocultan las sombras hasta que estas se dejan percibir.

    En la vida diaria hay muchas sombras y niebla. Los relatos que estás a punto de leer lo atestiguan. Tal vez alguno te recuerde algo que alguien te contó o que a ti mismo te ocurrió. Tal vez algunos te parezcan un poco extraños o sorprendentes. Pero la vida está llena de sombras y niebla, y entre ellas vivimos y nos movemos.

    La vida es sorprendente, aunque muchas veces no nos percatamos de ello. Puede ser que el vaivén diario haga que ya pocas cosas nos sorprendan.

    Estos relatos buscan despertar en ti la sorpresa y el deseo de ver más allá. Si lo logran, habrán cumplido su cometido.

    Gracias por leer. Ojalá algún día sientas también el deseo de escribir y plasmar qué sombras y nieblas has visto en el camino de la vida.

    Guatemala, octubre de 2023

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    Sombras en la niebla • Luis Fernando Gil Solares


    Atardecer en el puente

    Como era sábado por la tarde, el tráfico ya había bajado considerablemente, por lo que Augusto no se preocupó mucho a medida que se iba acercando a la ciudad.

    Venía exhausto de un largo viaje por el occidente del país, pero lo suficientemente despierto para evitar cualquier riesgo, sobre todo al empezar el descenso desde San Lucas, pues era consciente de la cantidad de accidentes ocurridos en ese tramo hasta llegar a Mixco, la «tierra de campeones».

    Cuando cruzó por el paso a desnivel de San Cristóbal se santiguó y pensó en los fallecidos que un día transitaban por ahí en sus vehículos sin imaginar que un tráiler acabaría arrollándolos. «Pobres ―se dijo―, venir pensando en que uno ya va a llegar a su casa a ver a su familia y dejar la vida en la ruta». También pensó en los conductores del transporte pesado, quienes se ven obligados a correr para evitar las restricciones de circular por la capital y varios de los cuales han provocado percances en ese afán de pasar rápidamente.

    Por eso, Tito ―como le decían sus amigos y compañeros vendedores ruteros― venía muy atento, con su termo de café de dos litros muy cerca de él para sorber de vez en cuando el preciado líquido producto de los granos de la variedad bourbon, cosechados en fincas de Alta Verapaz.

    Pensaba en sus hijos, en el momento en que estuviera con ellos, en la película que verían en la noche, en los poporopos dulces que disfrutarían y en su perro golden echado a sus pies, pidiéndole que acariciara su lomo suave y esponjoso.

    Al virar hacia la derecha para subir desde la calzada Roosevelt hacia el Periférico, un perro con apariencia de andar perdido y desorientado se le atravesó, lo que lo obligó a frenar en seco. Rápidamente vio por el retrovisor para asegurarse de que no traía algún vehículo muy cerca y comprobó que, afortunadamente, no venía nadie detrás de él.

    Tras el pequeño susto, Augusto continuó por el Periférico hacia el centro de la ciudad. Su corazón latía fuertemente por la alegría de que muy pronto estaría en su casa tras una gira de trabajo de varios días en la que visitó muchos municipios en su panel rutera, con el temor constante de ser asaltado o, peor aún, de que algún sicario apuntara hacia el parabrisas del vehículo y que en un par de segundos acabara con sus sueños de terminar de construir su casa, de levantar un segundo piso de block, láminas de zinc y cielo falso, para que su hija quinceañera cuente con un cuarto propio, y edificar el balcón en el que tomará café los fines de semana cuando vuelva de recorrer caminos polvorientos.

    Pasando por Villa Linda volvió a pensar en la dicha de encontrar la ruta despejada aquella tarde de sábado.

    Cuando dejó la Bethania y pasó frente a Las Torres, divisó al otro lado del barranco la pinada que da fin al cementerio La Verbena, lugar a donde siempre quiso llegar. Sin embargo, le aterraba pensar en que le dieran un susto, no precisamente los muertos, sino los muy vivos que controlan ese sector. El sol, aunque ya bajo, aún brillaba en el horizonte.

    Justo cuando iba a enfilar por el puente El Incienso, notó una leve disminución en la potencia del motor del vehículo, lo que al inicio fue casi imperceptible por el impulso que llevaba. Pero en los primeros metros de la estructura de concreto, la velocidad descendió hasta prácticamente llegar a 10 kilómetros por hora. Augusto se alarmó porque nunca había tenido problemas mecánicos con ese carro que había logrado comprar «de agencia» después de mucho esfuerzo.

    Su primera decisión fue girar el timón para hacerse al lado derecho, ya que iba en el centro de la vía y temía que, por ser sábado por la tarde, viniera algún loco despepitado y se estrellara detrás de él. Ya había

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