La vida es una herida absurda
Por Luis Cerioni
()
Información de este libro electrónico
Relacionado con La vida es una herida absurda
Libros electrónicos relacionados
El rencor vino del frío Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa condena del narrador: El verdadero nombre de las cosas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAntología previa al Big Bang Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmira y el duende Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos Días De Los Cuarteles Quemados Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa saga de los pirineos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesQuién te cerrará los ojos: Historias de arraigo y soledad en la España rural Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos ojos del desierto: Recreación sobre tradiciones populares mendocinas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl sueño más largo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesToo late Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl ala izquierda (Cegador, 1) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El cisne de Vilamorta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesComo el bosque en la noche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos del terruño Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlbania Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn incendio invisible Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Del Circo Hermanos Muerte: Secretos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmor Bandido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJuntacadáveres Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPequeños cuentos perversos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos profetas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesViaje a un mundo olvidado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRetrum Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El Muerto Del Faro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl silencio de las sirenas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Las huellas de lo que fuimos: Historias unidas por el viento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlgunos cuentos completos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAños de Fascinación Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOnce desencuentros Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa isla friendship: Algunos lugares eligen a sus visitantes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Ficción general para usted
Poemas de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Meditaciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL PARAÍSO PERDIDO - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crítica de la razón pura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La Ilíada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vaya vaya, cómo has crecido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Divina Comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La casa encantada y otros cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Animales mágicos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Ilíada y La Odisea Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fortuna Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¿Cómo habla un líder?: Manual de oratoria para persuadir audiencias Calificación: 5 de 5 estrellas5/5100 cartas suicidas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crimen y castigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El libro de los espiritus Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Arsène Lupin. Caballero y ladrón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Iliada: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las 95 tesis Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cartas Filosoficas de Séneca Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mito de Sísifo de Albert Camus (Guía de lectura): Resumen y análisis completo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Rebelión en la Granja (Traducido) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La riqueza de las naciones Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La llamada de Cthulhu Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poesía Completa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Principito - (Anotado) / (Ilustrado): Incluye ilustraciones / Dibujos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mañana y tarde Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Grandes esperanzas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mercader de Venecia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para La vida es una herida absurda
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
La vida es una herida absurda - Luis Cerioni
La vida es una herida absurda
Copyright © 1985, 2022 Luis Cerioni and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726903201
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
A mis amados nietos: Felicitas, Sofía, Baltazar y Tomás. Por la esperanza de que logren vivir en un país en serio.
A Miguel, el Petiso, por el recuerdo de nuestra entrañable amistad.
Cuando la vi, pensé que no podría ser otra: es un golpe al corazón, un pasaje directo al momento que inspiró esta historia. Quiero agradecer la enorme generosidad de Daniel García, prestigioso reportero gráfico argentino, que nos permitió reproducir su foto para la tapa de este libro: un instante conmovedor que él retrató con maestría en nuestras Islas Malvinas, en 1982. La mirada de ese soldado refleja fielmente el espíritu de este relato.
Debe ser terrible que te atraviesen las carnes con un hierro candente. Pero hay algo peor aún: que te atraviesen las carnes con un hierro candente y no sientas nada.
Miguel de Unamuno
Ya sé, no me digás,
tenés razón,
la vida es una herida absurda.
Y es todo, todo, tan fugaz,
que es una curda nada más,
mi confesión.
Cátulo Castillo
La última curda
I
Por entre los álamos que bordean el cañaveral, logro ver la estación de trenes, el andén, la garita. Y, a una cierta distancia, tres destartalados vagones – albergue de cirujas– abandonados en medio de un desierto pedregoso que se pierde en el horizonte, donde el sol es un pálido reflejo detrás de las montañas.
Cruzo el alambrado que limita los predios del ferrocarril y me detengo del otro lado de la calle, en lo que fue alguna vez una hermosa plazoleta perfumada de eucaliptus. Alguien se ensañó con los árboles y hoy solo quedan algunos bancos de cemento gastados por el tiempo, y una gramilla amarillenta y escasa por donde un chiquilín corretea solitario detrás de una pelota, que al botar sobre el terreno salpica el agua de los charcos que dejó la lluvia el día anterior.
Enciendo un cigarrillo. Sacudo el polvo de uno de los bancos y me siento, por un momento, a contemplar este viejo barrio, refugio de mis antiguos sueños.
Ha desaparecido el almacén de don Fermín. Y sobre el descascarado muro de lo que era entonces la pensión de ferroviarios, cuatro remaches sostienen un enorme cartel que anuncia, con grandes letras rojas, su próximo remate. En cambio, el caserón donde vivía Guadalupe, una solterona de exóticas costumbres, conserva su estructura colonial, junto a un moderno chalet que parece injertado entre tanto pasado.
Veinte años atrás, cuando este sitio era un terreno baldío cubierto de malezas, se instaló un viejo parque llamado Mi ilusión
.
Era la curiosidad del vecindario. Los pibes nos apiñábamos frente al muro de chapas amarillas, trepábamos sobre una pequeña pila de ladrillos y asomábamos nuestras narices, para descubrir ese mundo de color y miserias.
La faena se repetía una y otra vez cada atardecer, cuando las luces del parque se encendían y desde un altoparlante, colocado sobre la copa de un frondoso paraíso, se anunciaba que en minutos más
el espectáculo iba a comenzar.
Una calurosa siesta sentados a orillas del zanjón, mientras refrescábamos las peras robadas en la finca de los Coria, lo decidimos con los chicos de la barra: uno de nosotros debía entrar a trabajar en el parque para conseguir el pasaporte de los demás.
La suerte de una moneda quiso que fuera yo quien debiera cumplir aquella delicada misión. Un hombre robusto, de gruesos bigotes y cara de gitano, se dejó convencer con mi mentirosa historia de hijo huérfano de padre y me contrató, por dos pesos diarios, para barrer los kioscos y atender la calesita.
Aquella misma noche lo vi por primera vez. Sentado sobre un catre, frente a un espejo roto, se acomodaba con sus manos un desteñido moño a la luz de una vela.
Su figura me conmovió: era demasiado flaco y parecía un quijote derrotado. Grandes arrugas surcaban su pálido rostro, como si fueran cicatrices que marcaban el camino de una vida infame.
En cuanto advirtió mi presencia me invitó a subir al carromato. Aunque sucio y deprimente, en medio de la penumbra, el lugar no dejaba de ser pintoresco. En una esquina un muñeco de madera –de un notable parecido al hombre que tenía frente a mí– colgaba