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Derecho del Comercio Electrónico
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Libro electrónico675 páginas7 horas

Derecho del Comercio Electrónico

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Información de este libro electrónico

La historia dice que Internet y la inteligencia artificial se crearon hace cincuenta años, y el comercio electrónico, hace algo menos. Sin embargo, el e-commerce comenzó a tener una forma parecida a la que conocemos hoy en los años noventa, cuando Internet se popularizó. Desde entonces, podemos decir que el e-commerce y la inteligencia artificial son la pareja perfecta y que Cupido fue Internet.
 

Este es un libro de Derecho que trata los aspectos normativos, comerciales y tecnológicos del negocio. Está basado en la normativa argentina, pero tiene una mirada regional. 
 
Esta obra nace ante la limitada oferta de textos sobre el Derecho del comercio electrónico. Dedicamos este trabajo a todos aquellos que navegan en esta materia, de parte de quienes trabajamos en e-commerce todos los días.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 nov 2023
ISBN9789508939555
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    Derecho del Comercio Electrónico - Gisela Martina Luski

    Prólogo

    Sean Summers

    Vicepresidente ejecutivo de Mercado Libre.

    Desde sus comienzos, hace poco más de veinticinco años, el comercio electrónico o e-commerce ha transformado radicalmente la forma en que interactuamos, compramos y vendemos bienes y servicios en el siglo xxi.

    Para los compradores, generó un crecimiento exponencial en la cantidad de opciones disponibles. Facilitó el acceso a nuevos productos y a nuevas marcas. Amplió significativamente las opciones de pago y financiamiento. Reinventó la experiencia de entrega del producto o del servicio.

    Para los vendedores, derribó las barreras de acceso a mercados de consumo mucho más grandes. El mercado objetivo de muchos comerciantes dejó de ser la cuadra, el barrio y se transformó en la ciudad, la provincia e incluso todo el país.

    Gracias al uso de nuevas herramientas tecnológicas, cualquier comerciante puede pensar en grande a la hora de proyectar el potencial de un negocio. Estas herramientas permitieron democratizar el comercio, ya que ayudaron a nivelar la cancha. Por primera vez en la historia, los micro, pequeños y medianos emprendedores cuentan con las mismas herramientas que los grandes comerciantes.

    Además, esta nueva dinámica ha generado mucha más competencia en el mercado. Creó un círculo virtuoso en donde cada día hay más compradores que acceden a más productos de más vendedores, con mejores precios, mejor financiamiento y métodos más convenientes de entrega.

    El gran habilitador de esta revolución fue la tecnología. La tecnología combinada con un renovado interés por desafiar el statu quo, por repensar la manera en la cual se hacían las cosas, incluyendo muchas actividades de la vida cotidiana, como la compraventa de productos y servicios.

    Tengo la suerte de ser parte de esta industria desde 2012. Una de las cosas que más me entusiasmó fue el desafío intelectual y profesional de enfrentar una curva de aprendizaje de 90°. La única constante en esta industria es el cambio.

    Sin embargo, este cambio también repercute en el mundo del Derecho. A medida que las transacciones en línea continúan proliferando, se han generado nuevas y complejas cuestiones legales que requieren una comprensión sólida y actual del negocio y del marco jurídico.

    Este libro explorará el fascinante campo del Derecho del comercio electrónico, donde convergen temas comerciales, de propiedad intelectual, de protección al consumidor, de privacidad digital, de publicidad, entre otros. El objetivo es brindar a profesionales del Derecho, emprendedores y estudiantes una guía práctica y actualizada sobre los desafíos legales que rodean a este negocio. Analizará normas locales e internacionales que rigen el comercio electrónico, así como buenas prácticas comerciales. El libro no solo se limita a la exposición teórica de los aspectos legales del e-commerce, sino que también ofrece recomendaciones para abordar situaciones concretas e información sobre las últimas tendencias del negocio.

    En resumen, este trabajo reúne el conocimiento colectivo de quienes no solo practican el Derecho (muchos de ellos, en Mercado Libre), sino que también colaboran estrechamente con quienes operan el negocio todos los días. Valga mi reconocimiento y agradecimiento a estos abogados que generan tanto impacto y valor en la región.

    ¡Bienvenidos a un viaje apasionante por el mundo del e-commerce![1]

    Sean Summers


    [1] El autor generó este texto, en parte, con GPT-3, el modelo de generación de lenguaje a gran escala de OpenAI. En particular, desarrolló el contenido y, luego, lo revisó y editó utilizando GPT-3. El autor asume la responsabilidad final por este prólogo.

    Introducción

    Martina Luski

    Abogada matriculada (UADE, CPACF). Magíster en Propiedad Intelectual (Universidad Austral). Agente de la Propiedad Industrial (INPI). Becada por la Oficina de Patentes de Japón para realizar cursos de especialización en temas de Propiedad Intelectual. Especialista invitada para participar en las mesas de trabajo de Ética y Regulación de los planes de IA de la República Argentina y de la Ciudad de Buenos Aires. Coordinadora de la materia Derecho del Comercio Electrónico de la Maestría en Propiedad Intelectual y Nuevas Tecnologías (Facultad de Derecho, Universidad Austral). Ponente y autora de diversas publicaciones especializadas relacionadas con la tecnología y el Derecho. Abogada in house de empresas multinacionales de servicios de Internet desde hace diez años. Actualmente, Supervisora Regional de Propiedad Intelectual de Mercado Libre para Latinoamérica.

    Hoy, comprar por Internet es algo cotidiano. Sin embargo, esto no era así hasta hace pocos años. Al menos, no en la Argentina.

    Recuerdo estar estudiando en Austria y hablar con mi amiga Rachel, norteamericana, quien me contaba que, en 2009, estando en Estados Unidos, ya compraba toda su ropa por Internet. En ese momento, me pareció rarísimo. Hoy, en cambio, me parece extraño ir a un shopping.

    La historia dice que Internet y la inteligencia artificial (IA) se crearon hace cincuenta años, y el comercio electrónico, hace algo menos. Sin embargo, el e-commerce comenzó a adquirir una forma parecida a la que conocemos hoy recién en los años noventa, cuando Internet se popularizó y los protocolos de seguridad para los medios de pago mejoraron. Entonces, podemos decir que el comercio electrónico y la IA son la pareja perfecta y que Cupido fue Internet.

    Cuenta la leyenda que todo comenzó en 1984, en Inglaterra, cuando una abuela llamada Jane Snowball se sentó en su sillón e hizo un pedido de manteca, cereales y huevos con el control remoto de su televisor. Utilizó el sistema Videotex, un invento futurista para la época, que permitía conectar el televisor al teléfono y, mediante el uso de un teclado, obtener información y servicios en tiempo real. Jane apretó un botón, y, al poco tiempo, los productos llegaron a su puerta como por arte de magia (Fernández, 2017).

    En los años noventa, Internet comenzó a tomar una forma parecida a lo que conocemos hoy. La cadena Pizza Hut comenzó a vender pizzas en línea a través de su primer portal, PizzaNet, aunque el sitio tenía un aspecto muy diferente al tipo de páginas que conocemos hoy. Luego, Amazon comenzó a vender libros por Internet en Estados Unidos, y, después, se lanzaron los sitios de eBay, Alibaba en China y Mercado Libre en Latinoamérica. En 1994, se inventó el código QR, y, en los años 2000, se lanzaron al mercado los primeros smartphones. El resto es historia.

    Una definición tradicional de comercio electrónico es cualquier forma de transacción comercial en la que las partes interactúan electrónicamente. Una mejor definición es technology for change (Comisión Europea, 1999). Desde el surgimiento del comercio electrónico, la forma de hacer negocios cambió para siempre. No por casualidad, en aquella época, se creó también la hora Internet (Swatch, s. f.) y se hizo referencia por primera vez al término economía digital.

    La economía digital se encuentra tan fusionada con la economía tradicional que es difícil entender la diferencia entre ambas. Las plataformas de comercio electrónico son la evolución de modelos de negocio basados en el procesamiento masivo de información y el cambio en las relaciones humanas a partir del uso de Internet.

    El comercio electrónico creció exponencialmente con la aparición de la web 2.0, las redes sociales y la IA. Sin embargo, esto fue posible porque la época y los consumidores también cambiaron y comenzaron a exigir nuevos productos y servicios. Se convirtieron en consumidores sociales. Empezaron a usar distintas plataformas, dar reseñas, recomendar productos y exigir bienes y servicios personalizados. Los nuevos patrones de comportamiento dieron lugar a las transformaciones tecnológicas, y viceversa. Cambiaron los servicios de atención al cliente y el marketing, los dispositivos, el uso de datos y nacieron los influencers, las fintech y los servicios de logística y publicidad a medida.

    Fue tal la relevancia que cobró este negocio en los últimos años que, en 2020, gracias a Internet y a la existencia del comercio electrónico, nos conectamos, luego sobrevivimos.

    El e-commerce abarca todo tipo de negocios en línea. Las transacciones pueden darse de manera directa entre dos personas, por ejemplo, si una de ellas tiene su propio sitio web o tienda online. O bien, pueden tener lugar en un mercado en línea o marketplace, operado por un intermediario de Internet que presta servicios de manera simultánea a varios usuarios vendedores y compradores.

    Los intermediarios suelen proporcionar tres tipos de servicios: (i) información sobre la oferta y la demanda, (ii) relacionamiento de usuarios vendedores con usuarios compradores, y (iii) servicios de valor agregado, tales como almacenamiento de productos, servicios fintech, publicidad, consultoría en servicios de marketing, entre otros (Turban, Whiteside, King y Outland, 2017). El comercio electrónico puede ser puro o parcial, dependiendo de cómo se lleven a cabo dichas actividades; es decir, de manera enteramente digital, predominantemente digital o bien de forma complementaria con el mundo físico (Robayo-Botiva, 2020).

    En el caso de un marketplace, la operación es muy sencilla para el usuario: debe registrarse, aceptar términos y condiciones de la plataforma, buscar lo que necesita, comparar productos y precios en un mismo lugar, seleccionar el más conveniente, informar el domicilio de entrega, elegir el medio de pago, abonar la compra y recibir el producto en cualquier lugar.

    Mientras eso ocurre en el front-end de un marketplace, en el back-end se ejecutan otras actividades vinculadas al pedido: se relaciona el producto del usuario vendedor con la solicitud del comprador, se ejecuta la orden, se actualiza el inventario, se valida el medio y se procesa el pago. En caso de que el vendedor hubiera decidido depositar el producto en un centro propio de almacenamiento del marketplace, este se empaqueta, se ordena su envío y finalmente un transportista cumple la orden.

    Esta forma de hacer negocios, que hoy parece tan común, no lo era hasta hace pocos años. Peter Drucker fue un visionario cuando, hace aproximadamente veinte años, predijo el impacto que tiene hoy el e-commerce, sin mucha evidencia que pudiera sustentarlo (Drucker, 2002). Antes, comprar un producto se acotaba a los comercios cercanos del barrio, a una zona determinada, a los avisos clasificados, a tener paciencia y tiempo, a saber cómo moverse y a conformarse con una oferta de productos limitada. Hoy, los consumidores tienen menos tiempo, y las necesidades han cambiado. Afortunadamente, la experiencia de compra del pasado evolucionó en una experiencia online y cómoda a través de una app que solo precisa de algunos clics o taps en la pantalla de un celular.

    Un sitio de e-commerce es un espacio digital que permite el intercambio de bienes y servicios (físicos o virtuales) entre dos personas que pueden ser personas físicas o jurídicas. Es una herramienta que crea oportunidades.

    Necesita los mismos recursos que cualquier comercio físico para funcionar, como servicios de mantenimiento, marketing, abogados, contadores, atención al cliente. Sin embargo, algunos de esos servicios se pueden digitalizar. Por ejemplo, un local puede reemplazarse por un sitio web, y ciertos servicios de atención al cliente, por un bot. A su vez, se requieren otros, como servicios de hosting, de desarrollo de software, integración con servicios de pagos, logística, almacenamiento, seguridad informática, Internet e IA.

    A una tienda online o un marketplace se puede acceder desde una PC o desde un celular conectado. Esto permite que un vendedor pueda tener un comercio ubicuo, cuyas fronteras dependerán de su propia capacidad, y que los compradores accedan a productos y servicios desde cualquier lugar del mundo, siempre que la logística acompañe (y acompaña cada vez más).

    En el último tiempo, el comercio electrónico creció exponencialmente y fue la salvación para la economía mundial durante 2020. Impactó de manera directa en nuestras vidas y también en distintos sectores, como el marketing, la publicidad, los servicios financieros, los seguros, la logística, las telecomunicaciones, el sector del retail, los servicios de posventa, la atención al cliente, el entretenimiento, la industria del software y hasta los servicios legales, dada la necesidad de que los conflictos se resuelvan rápido, online y a bajo costo.

    Las ventajas del comercio electrónico son muchas. En primer lugar, genera competencia, lo que promueve la innovación y la creación de más y mejores productos y servicios. De este modo, se crean múltiples relaciones entre distintos actores y cadenas de valor. Existen modelos de negocio business to business (B2B), business to consumer (B2C), consumer to consumer (C2C), business to administration (B2A), government to consumer (G2C), entre otros.

    En segundo lugar, permite a los usuarios compradores acceder a un proceso de compra más rápido desde donde estén, tener mayor flexibilidad durante el proceso, comparar productos y precios de manera más fácil y elegir el más conveniente. Incluso, en caso de experimentar problemas con el producto o de arrepentirse de la compra, los usuarios pueden obtener una solución más rápida y efectiva. De lo contrario, la reputación virtual de los vendedores podría verse perjudicada al igual que sus futuras ventas. Hoy la reputación virtual es un activo.

    Por su parte, los usuarios vendedores pueden llegar a un público más extenso con el mismo catálogo de productos, darle mayor visibilidad a su stock, reducir costos de comercialización, encontrar nuevas formas de almacenamiento y más opciones de envíos, realizar publicidad y marketing de manera más económica y eficiente, responder más rápido a las necesidades del mercado y personalizar la experiencia de compra de los compradores (Amazon, 2021). Todos los usuarios pueden, además, utilizar varios métodos de pago.

    Los anteriores son solo algunos ejemplos, pero el potencial del sector es enorme. Por este motivo, no es casual que varias de las marcas más importantes del mundo sean de compañías de tecnología y de e-commerce (Perfil, 2022).

    Estamos en una era en la que la tecnología está creando, diseñando y optimizando el proceso de producción al mismo tiempo que nos vende de manera personalizada y cómoda.

    Por supuesto que, a partir del uso de tecnología, se generan desafíos. Para la industria del retail, aprender a manejar el inventario en diferentes canales minoristas. Para las marcas que solían vender de manera mayorista, aprender a vender directamente a los clientes finales. Para los bancos, dejar atrás prácticas ortodoxas. Para quienes operan las plataformas, la seguridad informática. Para las empresas de logística, manejar mejor la creciente demanda y el problema del almacenamiento y gestión de inventarios. Para todos, adaptarnos a las nuevas tecnologías, que generan oportunidades, desafíos, necesidades y cambio de roles laborales.

    Es cierto que no todo funciona a la perfección en el mundo del comercio electrónico, pero cualquier desafío se podría resolver en muy corto plazo, considerando la evolución de la tecnología. El mayor reto lo tenemos nosotros y es aceptar el cambio. La adaptación permite la evolución. Hace poco tiempo, el comercio electrónico no existía. Luego, fue una forma alternativa de hacer negocios. A partir de 2020, y debido a la crisis sanitaria mundial causada por COVID-19, pocas tiendas hubieran podido subsistir solamente en el mundo físico.

    El e-commerce es tecnología aplicada a la vida cotidiana, que democratiza el comercio y el dinero, como sostiene Marcos Galperín, fundador de Mercado Libre. Es un servicio que le cambia la vida a la gente.

    Hoy, las fronteras del e-commerce son muy difusas, y lo usamos todo el tiempo, por ejemplo, al comprar un pasaje en Despegar o un juguete en Mercado Libre o al pedir comida a través de Rappi. Antes, el comercio físico podía distinguirse fácilmente del e-commerce, pero ya no.

    Este trabajo tiene por objeto acercar a cualquier abogado interesado al mundo del e-commerce. En particular, pretende explicar cómo funciona un marketplace, sus servicios complementarios y los aspectos de Derecho más relevantes. Es un libro de Derecho basado en el negocio y en la tecnología que lo hace funcionar, contado desde el punto de vista de la normativa argentina y enfocado en un marketplace B2B y B2C.

    Nuestro propósito como autores —miembros de equipos que hacen negocios, más que abogados o tecnólogos— es presentar los aspectos normativos que cualquier interesado en la materia debería tener en cuenta. Además, buscamos exponer una idea rectora: hablar el mismo idioma con el negocio; parecer un comercial, pero opinar desde el Derecho (Cohen Imach, 2022).

    Es cierto que no existe una ley de comercio electrónico en la Argentina, pero no por eso se puede decir que no está regulado. El comercio electrónico no deja de ser comercio. No obstante, engloba tanto que es muy difícil que una sola rama u organismo pueda abarcar todo porque hay que contemplar: temas tributarios, de contratos, de capacidad para contratar, de responsabilidad, de datos personales, de propiedad intelectual, normas penales, seguridad informática, y la lista podría seguir.

    En materia legislativa vinculada con e-commerce, se produjo una evolución constante desde 1999-2000, pero el asunto pareciera estar definido. En lo que respecta a fintech, se reguló mucho, pero aún existen oportunidades de mejora.

    También, existe autorregulación propia de la industria. Si se hace de manera justa y transparente, resulta muy buena para ciertos casos y para resolver conflictos. Evita que las partes involucradas gasten más tiempo y dinero.

    En los casos específicos donde no hay regulación, la clave es ser creativo. Para todo lo demás, se aplican los términos y condiciones.

    A lo largo de esta obra, los autores presentaremos una opinión personal sobre las cuestiones principales que deben tenerse en cuenta para comprender cómo funciona el comercio electrónico.

    Al comienzo, el lector encontrará un glosario informático con algunas palabras clave que le darán una base para sumergirse en el mundo del Derecho del comercio electrónico. Seguidamente, se explicará qué es un marketplace. Se abordarán los aspectos del Derecho mercantil aplicables al negocio y los contratos relevantes. Más adelante, se tratará la responsabilidad de los intermediarios, que es central para entender al e-commerce. A continuación, se propondrá cómo redactar una política de privacidad para proteger los datos personales de los usuarios y generar confianza en el público. Este capítulo se complementará con uno de seguridad informática y buenas prácticas para proteger a quienes usan este tipo de plataformas. Luego, se desarrollarán los aspectos básicos de los servicios complementarios de un marketplace: los de fintech y logística. Se revelará, también, cómo funcionan los sistemas de recomendación, que son clave para trabajar con cantidades masivas de información y para que un negocio en línea funcione. Hacia el final, nos dedicaremos por completo a los aspectos relacionados con la propiedad intelectual de una plataforma, incluyendo recomendaciones estratégicas, temas de publicidad y los detalles de una de las industrias que más vende en el canal online: la moda.

    La obra concluye con un capítulo destinado a buenas prácticas para redactar términos y condiciones, que son la columna vertebral de una plataforma.

    Este no es el primer libro de e-commerce de la Argentina y tampoco será el último, porque lo que se escribe sobre tecnología vence pronto. Sin embargo, se realiza en un momento en el que el comercio electrónico es parte de nuestra vida.

    Es un manual de consulta que se puede leer sin un orden específico. El objetivo es brindar herramientas para formar ideas amplias, que luego se puedan profundizar a medida que se actualice el negocio, la tecnología y la normativa aplicable.

    Finalmente, destacamos que esta obra surge a partir del pedido de los alumnos del Programa de Derecho del Comercio Electrónico de la Maestría en Propiedad Intelectual y Nuevas Tecnologías de la Universidad Austral, quienes no tenían un libro de cabecera. Este trabajo va dedicado a ellos, de parte de quienes trabajamos en e-commerce todos los días.

    Bibliografía

    Amazon (2021). A complete guide on the advantages of ecommerce to business. https://sell.amazon.in/seller-blog/advantages-of-ecommerce.html?ref_=asin_soa_rd&.

    Cohen Imach, J. (2022). Programa de Derecho del Comercio Electrónico. Universidad Austral. https://www.austral.edu.ar/derecho/programas/programa-derecho-del-comercio-electronico.

    Drucker, P. F. (2002). La gerencia en la sociedad futura. Norma.

    European Commission. Information Society Directorate-General (1999). Electronic Commerce - An Introduction. https://ec.europa.eu/archives/ISPO/ecommerce/answers/introduction.html.

    Fernández, Y. (2017). Videotex, así era el internet antes de internet que trató de revolucionar las telecomunicaciones. Xataka. https://www.xataka.com/historia-tecnologica/videotex-asi-era-el-internet-antes-de-internet-que-trato-de-revolucionar-las-telecomunicaciones.

    Perfil (2022). Mercado Libre, entre las 100 marcas más valiosas del mundo y por encima de BMW y Uber. https://www.perfil.com/noticias/economia/mercado-libre-entre-las-100-marcas-mas-valiosas-del-mundo-2022.phtml.

    Robayo-Botiva, D. M. (2020). El comercio electrónico: concepto, características e importancia en las organizaciones. Universidad Cooperativa de Colombia. https://doi.org/10.16925/gclc.13.

    Swatch (s. f.). Internet Time. https://2020.swatch.com/es_ar/internet-time.

    Turban, E.; Whiteside, J.; King, D. y Outland, J. (2017). Introduction to Electronic Commerce and Social Commerce. Springer International Publishing AG. https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-319-50091-1.

    Capítulo I

    Glosario informático

    Enrique Molina Pico

    Traductor e intérprete (UMSA). Magíster en Dirección Estratégica y Tecnológica (ITBA y EOI-España). Diplomado en Metodologías Ágiles de Gestión de Proyectos y Productos (ITBA). Más de diez años de experiencia laboral en empresas de tecnología. Scrum Master y Project Manager en una empresa internacional de e-commerce. Coordinador del desarrollo de la aplicación y del principal sistema para la gestión de la información de productos (PIM).

    Resumen. Para brindar asesoramiento de manera exitosa a un negocio de e-commerce, es muy importante tener en cuenta no solo la normativa, sino también la tecnología aplicable. Si bien las leyes proporcionan un marco legal para establecer el negocio, en este mundo de rápida evolución, surgen constantemente nuevas tecnologías, y otras cambian y progresan; por lo tanto, es clave entender con claridad qué implica cada una de ellas para brindar asistencia legal adecuada. Este glosario, en el que se listan algunas palabras clave, le servirá al lector como una herramienta más para cuando tenga que sumergirse en el mundo del Derecho del comercio electrónico.

    Palabras clave. Glosario, informática, tecnología, software, programación, licencias.

    1. Introducción

    Existen incontables estudios que demuestran que un usuario promedio no puede estar ni un solo día sin su celular y que su uso va acrecentándose año tras año (Deloitte, 2017; 2018) hasta el punto de haber alcanzado un límite de crecimiento (Deloitte, 2019). La verdad es que usamos el celular para todo: desde sacar fotos y grabar videos, hasta como guía para no perdernos en la ciudad, como agenda, para recordar reuniones importantes, y para realizar todo tipo de tareas (trabajo, entretenimiento, estudio y más). El celular, más que nunca, es una puerta a un nuevo mundo de información que se encuentra al alcance de nuestras manos, literalmente.

    Dado el fácil acceso a este universo de datos, es muy sencillo encontrarse con palabras techies que se repiten incontablemente. Para mencionar algunos ejemplos, en los últimos años, se ha hablado muchísimo de blockchain, bitcoin, Ethereum y DeFi. El mundo crypto estuvo en auge y en boca de todos. Luego, llegaron el metaverso y los NFT, que estuvieron en su apogeo hasta que vino el llamado criptoinvierno y lo sepultó todo. Ya el mundo se olvidó (casi completamente) de ellos.

    La tecnología no descansa, y, desde la segunda mitad de 2022, con el lanzamiento de la versión beta de Dall-E 2 (Open AI, 2022), ha habido un interés general inusitado por la inteligencia artificial (IA) y por aplicaciones como ChatGPT, Midjourney y otras (Google Trends, 2023). Como resultado, una gran cantidad de terminología relacionada con el campo de la IA empezó a ser cada vez más común en todos los medios de comunicación.

    En esta breve introducción, se usaron no menos de diez términos tecnológicos. Es muy común que estos permeen en la vida cotidiana y se repitan constantemente, a menudo, sin entender su significado, lo que supone un problema para alguien que quiera prestar asesoramiento a un negocio con base tecnológica, como el comercio electrónico.

    El propósito de este capítulo es brindar al lector un glosario de terminología tecnológica que sea de fácil comprensión y que sirva como apoyo a este libro. Trataremos de ayudar, usando un tono ameno y lenguaje claro para explicar qué significan estas palabras e ilustrar mediante ejemplos. De esta manera, la próxima vez que el lector se encuentre con uno de estos términos, ya no tendrá que repetirlo como un autómata y podrá identificar dónde es posible que exista una cuestión legal para considerar.

    2. Glosario informático

    Para comenzar, imaginemos una situación hipotética: suena el despertador, nuestro protagonista se levanta de la cama, se dirige a la cocina para prepararse el desayuno, pone pan en la tostadora, la enciende, y ¡zas!, no funciona. Se viste, cruza al bar de enfrente, pide un café con medialunas y se dispone a reemplazar el ingrato artefacto por uno nuevo. Agarra el celular, abre la aplicación de Mercado Libre y escribe tostadora en la barra de búsqueda. Después de tocar en buscar, comienza a entretenerse con varias publicaciones mientras espera el café. De todas esas opciones, elegirá la más conveniente para él, según el tipo de producto (una tostadora sencilla o una que prepara french toast y se las lleva a la cama), la marca, el precio, el método de pago y el delivery, que, según la hora en que compre, podría llegar incluso durante el mismo día.

    A partir de este ejemplo simple, podremos comenzar a desarrollar nuestro glosario.

    Dispositivo (hardware)

    Un dispositivo, device o equipo (en este caso, un celular, aunque también podría ser una PC de escritorio, una laptop, una tablet o un visor 3D) está compuesto por hardware, es decir, partes físicas, como memoria RAM, CPU, motherboard, pantalla, parlantes, módem y demás. Todo hardware ocupa un espacio físico: el usuario puede tocarlo o moverlo.

    Software

    Software, por su parte, es un término bastante genérico y todavía sin definición unívoca en el idioma español. Sin embargo, podríamos decir que se trata de un programa de computación o de un conjunto de instrucciones capaces de ser ejecutadas por una máquina para completar una tarea. El software es código que puede escribirse en muchísimos lenguajes de programación (como si fueran distintos idiomas), cada uno con sus pros y sus contras, y algunos más apropiados que otros, dependiendo de lo que se quiera programar (este tema se ampliará más adelante).

    Parafraseando un conocido chiste, cuando algo falla en la computadora, software es a lo que se le puede gritar, y hardware, lo que se puede patear.

    Lenguaje de programación

    Además de gritándole o pegándole, según sea el caso, ¿cómo nos comunicamos con una computadora? Seguramente, muchos de nosotros hemos dicho de todo frente al monitor, aun sabiendo que no es la mejor manera para que nos entienda. Para eso, existen el código y los lenguajes de programación.

    A pesar de ser una maravilla tecnológica, una computadora solo entiende señales binarias: ceros y unos, que son, en realidad, símbolos para representar la recepción o la ausencia de electricidad en sus circuitos. Comunicarnos de esta manera es prácticamente imposible, por lo que se crearon formas para poder hacerlo más fácilmente: los lenguajes de programación (De Laat, 2005).

    Los lenguajes de programación son herramientas que un programador de software usa para desarrollar código y así definir un conjunto de instrucciones para que la computadora interprete y ejecute. Existen infinidad de lenguajes: algunos más específicos y otros más generalistas, algunos más esotéricos y otros más comprensibles. Ciertos lenguajes de programación están más orientados a casos puntuales, por lo que pueden dominar determinados mercados o tecnologías. Python, por ejemplo, es uno de los lenguajes más populares para desarrollos de data science, machine learning e IA (Stornaiuolo et al., 2018). Los lenguajes de programación son como los diferentes idiomas con los que se les podría hablar con una computadora.

    Compilador

    Retomando el concepto anterior, un programador codifica instrucciones (programa) en un lenguaje y genera un código. Para que dicho código sea interpretado por una computadora, se necesita de un compilador que opere de traductor entre el lenguaje humano (el código) y el lenguaje de máquina (Connolly, 2001; De Laat, 2005).

    Si hacemos una analogía simple, un lenguaje de programación es solo uno de los tantos idiomas con los que un programador puede tratar de comunicarse con una computadora. El programador escribe el código, las palabras, y, finalmente, las traduce al idioma de la máquina con un compilador.

    Código

    Todo software, todo programa informático, se construye a base de código, de instrucciones. Dichas instrucciones varían, principalmente, según lo que se tenga como información inicial y lo que se quiera obtener como resultado. Dos programas pueden tener el mismo output o resultado, pero variar radicalmente en el código, ya que este puede estar escrito de manera totalmente diferente. Los componentes (partes de código) que encapsulan la funcionalidad deseada pueden ser completamente distintos y usar diversos métodos o lógica para obtener el mismo resultado.

    Por cierto, la comparación de código es una de las formas de análisis para dictaminar si hubo copia (Bellon et al., 2007) en una eventual disputa judicial. Esto se aplica tanto en la literalidad como en ciertos aspectos de la funcionalidad. De cualquier manera, dejo los litigios a los abogados y sigo con el maravilloso mundo del software.

    En el desarrollo de software, se repiten muchos escenarios y, en vez de descubrir la pólvora una y otra vez, se opta por usar información ya conocida: algoritmos y librerías de todo tipo. En lugar de desarrollar algo desde cero, los programadores pueden adoptar enfoques o soluciones ya existentes para lidiar con problemas similares y, así, generar un código más robusto y estable en menos tiempo (Zaimi et al., 2015; Zerouali et al., 2019). Reutilizar código es una práctica común y frecuente en la industria (Hirschfeld y Lämmel, 2005) y permite acelerar la innovación y reducir drásticamente el costo del desarrollo de software. Después de todo, el tiempo es dinero.

    Código fuente/objeto

    Partiendo de las dos definiciones anteriores, podemos aclarar la diferencia entre código fuente y código objeto.

    Si cuantificásemos la legibilidad del código informático, en el nivel más bajo, el más incomprensible, tendríamos el código objeto. Es mayormente ininteligible para nosotros, porque puede ser leído y procesado por una computadora. Por otra parte, el código fuente es un código informático incapaz de ser leído por una computadora. Para lograr esto, tiene que ser procesado por un compilador y transformarse en código de máquina o código objeto (De Laat, 2005).

    Resumiendo, el código fuente puede ser escrito por nosotros, humanos, pero no puede ser directamente interpretado por una computadora para su ejecución (Lin, Sag y Laurie, 2001). La computadora solo entiende código objeto. Quizá asociar la computadora con un objeto sea la mejor regla mnemotécnica para recordar de ahora en más cuál es cuál.

    Licencias

    Las licencias de software son los contratos relacionados con cada programa y que básicamente otorgan derechos y obligaciones tanto a los usuarios como a los titulares de dicho software (Potortì, 2005). Para el caso de este capítulo, vamos a centrarnos en estos dos regímenes: copyright (licencias privativas) y copyleft (licencias libres).

    La mayoría de las licencias de software son propietarias o privativas. Esto significa que un software con copyright no puede modificarse, explotarse ni distribuirse libremente, entre otras restricciones, sin la expresa autorización de sus autores o titulares (Potortì, 2005). De hacerlo, el usuario estaría infringiendo derechos de propiedad intelectual y se expondría a recibir una demanda.

    En los años ochenta, Richard Stallman formalizó el concepto de software libre en cuatro axiomas: libertad para ejecutar, libertad para analizar y adaptar, libertad para copiar y libertad para mejorar (De Laat, 2005; Potortì, 2005). Con esto se sentaron las bases de todo el ecosistema de open source. Si bien tienen algunas diferencias, como regla general, cuando hablemos de software open source, nos referiremos a una licencia libre o copyleft.

    De las licencias libres, la más conocida es GNU GPL, creada por el mismo Stallman. Esta licencia comprende los cuatro axiomas de libertad, ya que un software con esta licencia puede distribuirse y modificarse libremente. La obligación que conlleva, por ser del tipo copyleft, es dar crédito al autor del software original y mantener todo desarrollo bajo el mismo tipo de licencia (De Laat, 2005; Potortì, 2005).

    Una licencia libre no copyleft es todavía más permisiva, pues posibilita la modificación y redistribución del software sin la obligación de mantener el tipo de licencia original (Potortì, 2005). Por ejemplo, se podría distribuir un software mínimamente modificado, con una licencia propietaria, y cobrar derechos de autor por ello. Justamente, algo que va en dirección opuesta a la GNU GPL. Como ejemplos, tenemos las licencias BSD, MIT y Apache Software (De Laat, 2005).

    ¿Por qué tanto hincapié en este tema? Porque es importante dotar de nociones básicas sobre licencias al equipo de desarrollo de software de cualquier compañía, incluyendo un negocio de e-commerce. De otro modo, podría ocurrir que un desarrollador importe o use una librería sujeta a la licencia GNU GPL, contamine todo el código fuente del programa en cuestión y tenga que hacerlo público o se corra el riesgo de recibir un reclamo. En un mundo donde la reutilización de código es algo tan estandarizado para los programadores, se vuelve sensato educar para prevenir un mal mayor.

    Algoritmo

    Siguiendo con otro de los temas estrella en el mundo del e-commerce, que, en nuestro ejemplo original, fue el artífice de la selección curada de publicaciones de tostadoras en la búsqueda de nuestro usuario, pasamos a los algoritmos. Un algoritmo es precisamente un set de instrucciones rigurosas (Swinson, 1991) que no permiten la libre interpretación y que, de seguirlas, producen siempre el mismo resultado cuando se les da la información de entrada esperada (Cormen et al., 2001). En otras palabras, un algoritmo es como una receta de cocina. Solo basta conocer los ingredientes y seguir los pasos al pie de la letra para obtener el resultado buscado.

    El siguiente sería un algoritmo simple para entender el proceso de compra en un portal de e-commerce:

    1. agregar productos

    2. finalizar la compra

    3. pagar

    4. ingresar los datos de una tarjeta de crédito

    a. si no es una tarjeta válida, volver a ingresar los datos

    5. recibir confirmación de la orden

    a. esperar el envío

    b. recibir la entrega

    Cualquier usuario, si sigue los pasos de este algoritmo de compra, recibiría su orden en la puerta de su casa.

    Para ser más claros, este algoritmo, en un diagrama, se vería de la siguiente manera:

    Simple, ¿no?

    Volviendo al mundo informático, los algoritmos son la base de los sistemas de recomendación, usados en plataformas líderes de servicios (Smith y Linden, 2017). Dichos algoritmos son los responsables de filtrar y procesar un inmenso número de datos para dar al usuario una experiencia personalizada (Gómez-Uribe y Hunt, 2015).

    Lamentablemente, las formas de protección legal de los algoritmos no son tan robustas, pero los abogados siempre encuentran soluciones. Por ejemplo, se apoyan en el secreto comercial. Los invito a profundizar más sobre este tema en el capítulo de Propiedad intelectual.

    Biblioteca (librería)

    Una biblioteca, conocida en la jerga como library o lib, es un software que se usa para facilitar el desarrollo de más software.

    Una lib aporta algoritmos, funciones y demás a otra parte de código para lograr un proceso específico y facilitarle la vida al programador. En muchas apps, se pueden observar transiciones fluidas entre diferentes pantallas. Por ejemplo, nuestro héroe sin tostadora puede tocar en el botón de algún menú de la app, y una nueva pantalla se desplazará desde el lado opuesto para mostrarle los filtros que podría aplicar en su búsqueda (como verificar si el producto tiene envío gratis). Podría tocar otro botón y seleccionar la opción de envío gratis, luego, otro más, y el menú se escondería para que pueda volver al listado de publicaciones. Muchos de estos comportamientos se deben a librerías específicas para transiciones entre pantallas. El programador las incluye en el código y las llama cuando necesita que su aplicación muestre esta funcionalidad.

    Existen libs de todo tipo, desde las que realizan cálculos matemáticos avanzados, como optimizaciones para que las imágenes de las publicaciones se carguen más rápido a cambio de resignar un poco de calidad, hasta las que manejan animaciones, como los banners de la home de un sitio web. También están las que comprimen archivos, como fotos y videos, y otras que hasta chequean el código escrito por los programadores para reportar errores u omisiones y evitar que nuestro protagonista llegue a una pantalla con un error 404 y no pueda comprar la ansiada tostadora.

    Una lib es, entonces, un tipo de software con funcionalidad específica que se integra para facilitar el desarrollo de otro software (Zaremski y Wing, 1995; De Laat, 2005; Zaimi et al., 2015; Zerouali et al., 2019).

    Si lo pensáramos en términos de superhéroes, imagínense una library como los diferentes gadgets que Batman incluye en su cinturón. Cada uno de estos artilugios, como los batarangs, las batiboleadoras o los batiaerosoles, les darán soluciones frente a problemas puntuales (Fleisher, 1976).

    Front-end

    Después de pedir el café en el bar, al agarrar el celular e intentar comprar la tostadora, lo que hizo nuestro usuario fue interactuar con el front-end de la plataforma de e-commerce. Tipeó para ello lo necesario en la barra de búsqueda de la app.

    El front-end no es más que eso: la parte de una aplicación o de un sitio web con la que interactúa el usuario (Harms, Rogowski y Lo Iacono, 2017). El front-end del bar sería el menú, por ejemplo.

    Back-end

    El back-end es, en cambio, lo que el usuario no ve: las bases de datos, la lógica, las reglas de negocio y más (Harms, Rogowski y Lo Iacono, 2017). El back-end se podría considerar la cocina del lugar.

    De este modo, luego de escribir tostadora y tocar en buscar, el back-end devuelve al usuario todos los resultados relevantes para esa búsqueda tras seleccionarlos entre los millones de productos que el sitio tenga almacenados en sus bases de datos.

    API

    La API (application programming interface) no es más que un mensajero entre el front-end y el back-end, que permite que ambas partes se comuniquen entre sí (Harms, Rogowski y Lo Iacono, 2017).

    Piénsenlo de esta otra manera: cuando nuestro usuario se quedó sin tostadora, cruzó al café de enfrente y, al sentarse en la mesa y consultar la carta (el front-end), eligió lo que quería desayunar. El mozo, la API, tomó el pedido y lo informó al barista en la cocina (el back-end). Este preparó el pedido, y el mozo lo llevó a la mesa para que el protagonista no se quedara sin su café de la mañana.

    Arquitectura (de software)

    Imaginen el mismo bar, pero ahora con veinticinco mesas, todas apretujadas, casi sin

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