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Libro electrónico602 páginas9 horas

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El presente manuscrito contiene un mensaje personal y una invitación de gran interés para todos, pero es una decisión personal recibirlo, darle lectura y atender. Es la señora Vivien, un personaje inolvidable, la encargada de presentarlo a través de un proyecto extraordinario. En el cual expone algunas realidades que, demasiados ignoran, omiten o han olvidado, dando a saber a unos y recordando a otros, incluso, quiénes somos y cuál es el objeto de vivir.
Para realizarlo, la señora Vivien invita a un grupo de personas a participar en él, con la promesa de obtener una recompensa y poder escuchar el mensaje que dará al final. Desde el principio, los invitados reciben varias sorpresas y deben superar algunas pruebas, por parte de unos extraños personajes que se hacen llamar los ejecutivos. Y deberán dar su anuencia a la anfitriona del evento, para que su vida privada sea expuesta a los ojos de todos. Siendo advertidos de que, aceptar esto, los llevará a realizar algo que nadie ha hecho jamás y, a conocer algunos aspectos de su vida, que no habían considerado.
Como parte de la recompensa, la Señora permite a sus invitados hacerle las preguntas que tienen en mente. Sin embargo, al escuchar la respuesta a la primera, sufren un ataque de pánico. Y al escuchar las siguientes contestaciones, se ven envueltos en un torbellino de emociones, verdades y conocimientos, que pueden ser de gran trascendencia en su vida.
El Mensaje es duro y cruel, por momentos, sin ir más allá de la realidad, al dar a conocer algunas situaciones que pudieran estar afectando las condiciones en que se encuentra nuestro planeta y, la vida de todos los que habitamos en él. Y conducirá al lector a una controversial visita a otro punto del Universo. A tener una visión del principio de los tiempos, y de las energías que fueron creadas. Al final, Vivien deja algunas guías y enseñanzas, y hace recuerdo de otras, hechas hace miles de años.
La frivolidad con que están redactadas algunas secciones del manuscrito, son solo ejemplos de la realidad humana. El despierto lo entenderá, de la misma forma que podrá comprender algunas cosas que ha hecho, está haciendo, y la posibilidad de elegir el camino a seguir.
Esta novela con sus personajes, hechos y lugares ficticios, que solo existen en la imaginación del autor, no representan a ninguna persona, cosa, entidad o ideología en particular. Cualquier semejanza con algo o alguien real, será casualidad. Leer este manuscrito te hará merecedor de una recompensa, y tú, en especial, podrás determinar su clase, su valor y su cuantía.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 sept 2023
ISBN9788411813976
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    Mensaje personal - Tarcisio de Santiago V.

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Tarsicio de Santiago V.

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1181-397-6

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    RECONOCIMIENTOS:

    A mi esposa,

    por sus observaciones, su impulso y estar siempre ahí.

    A mis hijas,

    fuentes de motivación y fortaleza.

    A mis hermanos y hermanas,

    que de distintas formas han sido un ejemplo para mí. En especial para el siempre presente, por su apoyo y participación. 1942 – 2021 R. I. P.

    A mi Fuente de vida, inspiración y alegría.

    Por siempre.

    .

    PRIMERA— PARTE

    MENSAJE PERSONAL

    PRIMERA ETAPA

    I

    LA INVITACIÓN

    Martes 9 de octubre, en una gran ciudad de un cercano país, cien personas + tres recibieron una carta, los destinatarios habitaban en distintas zonas, tenían diferentes niveles de estudios, diversas ocupaciones y pertenecían a variados estratos sociales.

    Nadie les hizo entrega de los sobres, misteriosamente los encontraron en sus bolsos, portafolios, mochilas o entre su ropa. Eran de color marfil, como remitente tenían las iniciales C P U, y como destinatario, Sra. o Sr. y el nombre de la persona. Estaban lacrados a la antigua usanza, con un sello de cera roja, con una V dentro de un triple círculo.

    Lo miraban con recelo, sobre todo el sello de cera. Sin mostrarlo, preguntaban a sus familiares, a compañeros en el trabajo y a las personas cercanas, si ellos les habían dejado una carta o sabían quién lo había hecho, al recibir respuestas negativas, pensaban si sería una broma o alguna publicidad.

    Al leer el contenido la mayoría reía y algunos lo guardaban, otros rompían todo y lo tiraban a la basura diciendo, debe ser una nueva forma de estafa.

    Los que conservaron el sobre establecieron una discreta vigilancia, esperando que alguien se delatara y buscaban en las redes sociales. Las cartas que contenían los sobres y las tarjetas adjuntas, eran como las siguientes:

    DINORAH.

    Estás invitada a participar en un proyecto que incluye la filmación de una película, nuestros registros indican que posees el perfil y las cualidades, para dar vida a uno de los personajes. La cita es el próximo sábado 13 de octubre, en la Av. Aire y Fuego No. 42, Distrito Planeta Azul.

    El evento tendrá una duración de dos horas, recepción 8:45 a.m. Inicio 9:00 a.m. Se precisa puntualidad.

    Requerimientos: vestimenta informal, sin accesorios, tener plena intención y atención para el proyecto, y presentarse en ayunas.

    Se servirá un almuerzo, suficiente.

    Personas invitadas, cien + tres. No se realizará casting, en su lugar habrá autoselección, y esta inició en el momento en que comenzaste a leer la presente. Si a pesar de tener las condiciones, no te sientes capaz de vivir esta experiencia extraordinaria, te autoexcluirás. Si aceptas participar y logras llegar hasta el final, podrás estar presente en el mensaje que dará nuestra Anfitriona, para cerrar el evento. Será aún más interesante que la película, te situará dentro y fuera de este mundo.

    El proyecto comprende cinco etapas, y tú, ya estás en la primera, la segunda iniciará con la recepción, antes de hacer el registro de los participantes, recibirás una plática informativa, para que conozcas la logística del evento.

    Participar en todo el proyecto, te hará merecedora de recibir una generosa recompensa. Pero si careces de la fuerza y la convicción necesarias, te autoexcluirás.

    Advertencia, tu conciencia se puede ver afectada.

    Para registrarte deberás presentar la tarjeta adjunta, la tuya es la No. 1/100 + tres.

    C P U.

    La Anfitriona: Señora VIVIEN.

    P. D. Si aceptas esta invitación tenemos una cita, si la declinas, tenemos otra cita.

    La tarjeta consistía en una mica grisácea, cuadrada, grande y desagradable, tenía bordes ondulados, amarillentos, salvo las esquinas superior izquierda e inferior derecha que eran de color negro. Al centro, con grandes caracteres, estaban escritas las iniciales C P U. A algunos les recordó las tarjetas navideñas, que hasta hace algunos años se acostumbraba intercambiar entre familiares y amigos para expresarse saludos y buenos deseos. A otros les pareció una esquela, que se entregaban en propia mano o eran enviadas por correo, para notificar el deceso de algún pariente o amigo. En cualquier caso, la tarjeta tenía una apariencia macabra, porque en la parte superior izquierda, en letras negras, gruesas, deformes y alargadas, estaba escrito su nombre y en la inferior derecha el número de tarjeta, que daba más la impresión de ser el registro de una cripta o de un sepulcro. Solo le falta la cruz y el R. I. P., pensaban.

    Los destinatarios señalados como + tres, eran tres grupos de personas; en el primero había, algunos editores, y varios productores y directores de cine. En el segundo, comunicadores. El tercero incluía a todos los habitantes del planeta y para estos quedó como una invitación abierta. Las cartas para ellos eran como las siguientes:

    Señora o Señor, y el nombre del destinatario.

    Estás invitada (o) a conocer y participar en un proyecto que incluye; la filmación de una película y la redacción de un manuscrito sobre el evento. Una vez revisados los materiales, una copia de ellos será enviada a tu oficina.

    Si esta invitación está en tus manos es porque tú, en especial, tienes las cualidades, la conciencia y los medios, para apreciar, comprender y hacer lo indicado con el material que recibirás. Es una oportunidad de hacer llegar un mensaje a las personas y a la sociedad en general, sobre las consecuencias actuales y futuras de sus actos.

    Sabemos que tienes la fuerza, esperamos que también la voluntad.

    Hay autoselección para participar y esta inició en el momento en que comenzaste a leer la presente. Si tienes la disposición y la visión, podrás conocer y valorar el mensaje que dará al final nuestra Anfitriona. Será aún más interesante que la película, te situará dentro y fuera de este mundo.

    Si aceptas la invitación, habrá una recompensa para ti y tú podrás determinar su clase, su valor y su cuantía.

    Advertencia, tu conciencia se puede ver afectada.

    C P U.

    La Anfitriona: Señora VIVIEN.

    P. D. Si aceptas esta invitación tenemos una cita, si la declinas, tenemos otra cita.

    Ciudadana, ciudadano del mundo.

    Estás invitada (o) a conocer un proyecto literario que incluye la filmación de una película. Es posible que tú te identifiques con algunas de las vivencias de los personajes, o quizá veas reflejarse las de alguien conocido.

    Requerimientos: tener decisión y criterio para transitar por lo conocido y lo desconocido, y ecuanimidad para oír algunas verdades. Poseer gusto por la lectura, e intención de escuchar.

    Si esta invitación está en tus manos no es una casualidad, es porque tú en especial cumples al menos con algunos de los requerimientos, y tienes las cualidades para conocer y valorar el contenido de este proyecto.

    Si después de leer la presente y a pesar de tener lo necesario, te sientes sin la fuerza para vivir esta experiencia, te autoexcluirás. Pero si te quedas hasta el final, podrás conocer el mensaje de nuestra Anfitriona, que será aún más interesante que la película, te ubicará dentro y también fuera de este planeta.

    La experiencia de esta lectura lleva implícita una recompensa, y tú podrás determinar su clase, su valor y su cuantía.

    Advertencia, tu conciencia se puede ver afectada.

    C P U.

    La Anfitriona: Señora VIVIEN.

    P. D. Si aceptas esta invitación tenemos una cita, si la declinas, tenemos otra cita.

    Los que se interesaban, según releían la invitación fueron manifestando reacciones y actitudes parecidas. ¿Yo en una película? Jamás se me hubiera ocurrido.

    Las mujeres se aseguraban de traer su espejo, y a la menor oportunidad lo utilizaban, para ensayar poses, buscando sus mejores ángulos y practicaban miradas sugestivas, con horror se descubrían hasta la menor imperfección.

    Los hombres hacían viajes más frecuentes al baño, para cuidar su imagen, arreglando con esmero su cabello y su ropa. Y todos en general comenzaron a tener una supuesta actitud sofisticada de artistas, se movían, hablaban y caminaban diferente. Ellas, atentas a observar las reacciones que provocaban, ellos, sin perder ninguna oportunidad de poner a prueba su potencial de galán.

    En su interior todos luchaban con diversos temores, se imaginaban haciendo el ridículo, repitiendo escenas por su culpa y siendo regañados por el director frente a los demás. Algunos, a pesar de saberse feos, ahora se encontraban cualidades antes ocultas. Y no dejaban de pensar en el dinero que podrían recibir, no creían que fuera mucho, pero les atraía la idea de hacer algo distinto y aventurado.

    «Ah, la mente humana —pensó la señora Vivien—, tan volátil, pasa de la alegría a la tristeza, del temor a la esperanza, del ayer al mañana, sin control, viviendo escasos momentos el presente, que es lo único que existe. Pero a pesar de sus reacciones, sé que acudirán los indicados». Y dejó vagar por un momento su mirada, aquella mirada que parecía ser capaz de atrapar el tiempo y lo que en él hubiera.

    Sábado 13, la avenida Aire y Fuego, partía de la glorieta Madre Tierra, y se prolongaba hacia el norte cruzando un sector empresarial, a ambos lados había altos edificios con enormes ventanales, donde se albergaban instituciones financieras, oficinas corporativas, servicios profesionales, etc. Estaba dividida por un camellón de tres metros de ancho con césped al centro, arbustos protegidos por jardineras y espaciados arbolillos de mediano tamaño. Del lado oriente de la avenida, frente al número 42, había una alameda de no más de cien metros por lado, con pasillos adoquinados, grandes árboles, prados verdes, macizos de plantas con flores y dos fuentes, todo armoniosamente distribuido.

    A las 8:30 de esa fresca mañana, el sol ya había iniciado su aparente viaje diario sobre nuestras cabezas, sus rayos invadían las fachadas de los edificios más altos del lado poniente. Los invitados, con precaución, fueron llegando por el lado de la alameda, para observar a distancia la fachada del domicilio. Habían esperado encontrar grandes instalaciones, acordes a una productora cinematográfica, y se extrañaban al ver lo que parecía ser una vivienda, que contrastaba con los edificios aledaños.

    Era una casa de una sola planta, el frente, sin ventanas, medía quince metros y estaba pintado en color azul gris y la franja inferior blanca, al centro había una puerta de cristales esmerilados, con protecciones de hierro forjado negro mate, empotrada un metro dentro de las paredes y cincuenta centímetros sobre el nivel de la acera, tres escalones de cantera gris le daban acceso. El pórtico estaba formado por grandes piezas rectangulares de piedra sin pulir en color verde oscuro con vetas amarillentas y ocre, a cada lado había unas escuadras verdosas de hierro, de sus brazos horizontales con figura de dragón, pendían faroles del mismo material, en medio, de latón brillante, se veían las siglas C P U, y debajo el número 42.

    Sobre del techo se podían ver dos estructuras, destacaban por lo atípico entre sí y con el entorno. Catorce metros dentro, se levantaba una pequeña cúpula con seis ventanas con vitrales, a su alrededor. Detrás de ella se podía observar parte de un domo geodésico, de mayores dimensiones que el frente de la casa, su superficie estaba formada por pirámides hexagonales, una red de hilos brillantes y pequeñas esferas intermedias unían sus vértices, y los paneles triangulares que las formaban según el ángulo de que se observaran, presentaban color negro o plata. En la parte alta, dominando, había una antena semejante a una doble hélice de ADN, girando con lentitud hacia la izquierda, rematada por un aro luminoso que giraba en sentido inverso.

    Ninguno de los presentes se acordaba de haber visto con anterioridad ese lugar, que en parte parecía ser una vivienda, un lugar de oración, un laboratorio o cualquier otra cosa, menos unos estudios cinematográficos.

    Ante ese panorama algunos daban media vuelta, rompían la tarjeta y la arrojaban al primer depósito de basura que encontraban, lamentando su credulidad y pérdida de tiempo.

    Los que permanecían a la expectativa, vieron detenerse frente a ellos un pequeño auto blanco. Bajó de él una señora vestida con pants rositas, se despidió del conductor y desde el borde de la acera volteó a examinar la fachada del domicilio y los edificios de junto, al darse vuelta advirtió que la miraban con curiosidad. De una pequeña cartera blanca sacó el sobre que había recibido, lo mostró y sonriendo saludó a las personas que estaban pendientes de ella.

    —Hola, buenos días, ¿vienen ustedes por una invitación como esta? —Casi todos pensaron, vaya por fin alguien que sabe de qué va la cosa, sacando sus sobres y algunos solo la tarjeta, se acercaron a la señora.

    Uno de los hombres que estaba adelante contestó.

    —Buenos días, señora, ¿nos quiere explicar qué significa esto? La dirección corresponde a esa vivienda.

    La señora se le quedó mirando y abriendo los ojos con gracia contestó.

    —Por supuesto que no, yo recibí la invitación y aquí estoy.

    —Al verla mostrar el sobre y preguntar, pensamos que era usted de la compañía.

    —No es así, yo también soy invitada y vengo a la caza de fama y fortuna.

    Se escucharon varias expresiones, unas de risa otras de desaliento.

    —Y veo pocas personas, pensé que encontraría a noventa y nueve + tres.

    —Algunos se fueron —contestó alguien—, la apariencia del lugar no los convenció, y dudo que alguien más venga, ya estamos sobre la hora, incluso yo estoy pensando en retirarme, esto se ve demasiado raro y desangelado.

    Al ver el desánimo en los rostros de los demás, replicó.

    —No se vayan, ya estamos aquí, aún pueden llegar otros. Llevo cuatro días pensando en esto y ahora faltando unos minutos no voy a desistir, ¿no piensan ustedes así?

    —Tiene razón en lo que dice, pero vea es solo una casa, dígame ¿cómo se puede creer que ahí se vaya a filmar una película? Si fuera un edificio como los de junto vale, en ese lugar ni siquiera cabríamos todos los que fuimos invitados. Siendo positivo esto pinta para ser una broma, pero me inclino por pensar en una estafa o algo peor.

    —Somos más de veinte personas, los que no vengan y los que se fueron es porque no tuvieron la fuerza, como dice la invitación, nosotros estamos aquí porque sí la tenemos, ¿cierto? En grupo nos haremos fuertes. Y supongo que todos avisarían en dónde iban a estar y el tiempo, yo le dije a mi esposo que estuviera alerta por si lo necesito. Sin olvidar que la invitación dice, que nos darán información antes de registrarnos, si no me convence lo que digan, ahí mismo termino con mi carrera de actriz.

    Rieron de buena gana.

    —Les propongo hacer esto, si no abren la puerta a la hora indicada o se ven personas y situaciones sospechosas, nos vamos de inmediato. No sé a ustedes qué los motivó a venir, yo no vengo porque pretenda ser actriz, estoy consciente que no lo soy, ni vengo por la recompensa, dice que será generosa pero no en qué consiste, estoy aquí porque siento que encontraré algo más, diferente.

    —Está bien, señora —dijo un hombre—, esto último que dijo, al menos yo, lo comparto. ¿Qué dicen ustedes, damas y caballeros?

    —Esperemos —contestó una atractiva mujer—, yo también creo que puede ser algo que justifique la venida, tenía otras cosas que hacer.

    Llegaron algunos más, sumándose al ambiente más relajado que había, comentando las posibilidades que imaginaban.

    SEGUNDA ETAPA

    II

    LA RECEPCIÓN

    A las 8:45 en punto, se abrieron las dos hojas de la puerta, sin nadie a la vista, la escasa iluminación interior solo permitía vislumbrar un pasillo amplio. Segundos después, vieron venir la figura blanquecina de una mujer, se detuvo a mitad de la entrada y después de observar al grupo, dio un paso lateral a su derecha, y haciendo una leve reverencia hacia ellos, con su mano izquierda hizo el clásico ademán de invitación a entrar, sin esperar respuesta dio media vuelta y regresó.

    Uno de los hombres comentó.

    —¿Observaron cómo nos invitó? Se dice que las mujeres izquierdas son especiales, van un paso adelante de los demás.

    Alguien contestó.

    —Las mujeres todas, izquierdas o derechas siempre vamos un paso adelante de los hombres. —Rieron todos.

    El grupo de treinta y tres personas, de forma natural esperó a que la señora de los pants rositas tomara la iniciativa, ella volteó y con una sonrisa les dijo.

    —Se ve algo oscuro desde aquí, pero hay una dama esperando, vayamos a escuchar lo que tiene que decir.

    Cruzaron la avenida con decisión, por el día y la hora había poco tráfico, subieron los tres escalones, en el interior el pasillo se ampliaba, el piso era de baldosa antigua pulida, con piezas cuadradas rojas y rectangulares negras, el techo alto era sostenido por vigas de madera, las paredes desnudas estaban pintadas de color blanco ostión, circuladas con cenefa azul marino y la franja inferior en rojo óxido, la penumbra que se advertía desde afuera se debía a que solo se recibía la luz de la entrada y la de tres tragaluces en el techo, a cambio imperaba una agradable frescura. Medía el pasillo siete metros de largo por cinco de ancho y terminaba en un arco de cantera sostenido por pilares, cerrado por un pesado cortinaje de color púrpura, frente al pilar izquierdo según se entraba, les esperaba la dama que los había invitado a entrar, era alta, delgada y llevaba un ligero vestido suelto, de organza aperlada, apenas por encima de las rodillas, ceñido a la cintura por un cordón trenzado, dorado y calzaba unas zapatillas color beige. Junto a ella había un atril de madera, encima una tableta electrónica cuadrada y adosada a la pared una pantalla. Frente al pilar del lado opuesto, empotrados en la pared, había cien bloques cuadrados lisos de cuarzo amarillo, de quince centímetros por lado, aunque más pequeños, sugerían ser gavetas para urnas, estaban alineados en diez filas de diez y resplandecían levemente como si tuvieran iluminación interior. Los invitados se acercaron y permanecieron de pie, porque no había sillas ni otros muebles.

    Algunos habían pensado, que la señorita que los invitó a pasar sería una edecán, pero no había nadie más que ella. Tendría algo más de treinta años de edad y su piel era muy pálida, demasiado se dijeron, su rostro era fino y delicado con un cuello alto y delgado, destacaba su boca pintada con labial color rojo quemado, el contraste la hacía parecer una mancha de sangre en un cadáver. Su cabello era negro, sedoso, liso, con un corte abultado a la nuca y puntas proyectadas al frente. Sus ojos eran extraños, más grandes de lo normal, al igual que sus pupilas, que tenían un color negro opaco, como faltos de vida, enmarcados por unas pestañas abundantes, naturales y unas delgadas cejas perfectamente delineadas, en conjunto lucía bella, pero tenía cierto halo inquietante.

    —Acérquense más por favor —dijo, haciendo un movimiento con sus delgadas manos para alentarlos. Ese sencillo ademán tuvo una fluidez y armonía extraordinarias, diríase que sus manos aletearon y el efecto que causaron sus uñas, pintadas del mismo tono rojo que sus labios, en contraste con la blancura de sus manos y el color de su vestido, fue de que salpicara gotas de sangre al aire.

    Enseguida se situó detrás del atril, sobre una pequeña plataforma de madera, desde su posición dominante paseó despacio su mirada por cada uno de los presentes. Mujeres y hombres al encontrarse con sus ojos sentían una intensa atracción, como si hubieran encontrado en ellos algo conocido y deseaban que no los apartara, pero esa sensación era fugaz, enseguida, con distinta intensidad, la sustituía otra de pavor, estremeciéndose, la piel se les erizó y bajaban la vista para evitar aquella mirada, resistiendo apenas el impulso de salir corriendo de ese lugar. Involuntariamente el grupo se hizo más compacto, buscando fortaleza. Después, venciendo su miedo, intentaban comprobar lo que habían percibido, pero se encontraban con unos ojos y una mirada que proyectaban seriedad, decisión y sobre todo vida, dudando si su anterior percepción había sido real o un efecto de la escasa iluminación, pasando del temor a la desconfianza al sentir que era una persona diferente, extraña, sin acudir a su mente una explicación.

    —Esperemos los dos minutos que quedan en el reloj.

    Permanecieron expectantes, observándola, amparados en la penumbra reinante, ella se mantuvo quieta y tranquila con la mirada en la puerta. Al sentirse intimidados, la mayoría estaban deseando escuchar algo inadecuado, que justificara su salida. En absoluto era aquello el ambiente divertido, que habían imaginado sería participar en una película. A menos, se decían, que sea una cinta de terror y el rodaje haya iniciado de forma sorpresiva.

    9:00 a.m., nadie más llegó, a sus espaldas las puertas se cerraron con un chasquido, que en el pasillo semivacío resonó como un disparo. La penumbra se hizo más densa y varios voltearon nerviosos para confirmar que estaban encerrados, se sintieron atrapados con aquella mujer y se lamentaron de no haber tenido la determinación para tomar la salida.

    Con una agradable voz ronquita y cálida, se presentó.

    —Buen día a todos, mi nombre es Doris, a nombre de la Compañía y de la señora Vivien, les doy la bienvenida, y las gracias por aceptar la invitación.

    »Para dar la información, requiero de su atención y que mantengan la tranquilidad, las puertas se han cerrado solo para entrar, siguen abiertas para salir y así permanecerán hasta nuevo aviso, su permanencia en este lugar es voluntaria, tal como lo fue su entrada. Como están enterados, la segunda etapa del proyecto inició con la apertura de la puerta, al terminar la parte informativa contestaré preguntas, si las hubiera. Después procederé a hacer la identificación y registro a través de la tarjeta que deben traer consigo, una vez registrados, cada uno deberá contestar cuatro sencillas preguntas personales, que servirán para conocernos lo indispensable. Enseguida, depositarán en la caja que les corresponda —y señaló a su izquierda—, según su número de tarjeta, todos los objetos ajenos a su vestimenta, en especial los electrónicos.

    »La tercera iniciará con el pase del grupo a la sala comedor que está a mis espaldas, ahí tomarán el almuerzo, siendo atendidos por otro ejecutivo. Al terminar se presentará con ustedes un nuevo ejecutivo, él dará la información que corresponde a esa etapa y contestará preguntas. Después vendrá un momento especial, conocerán a nuestra anfitriona la señora Vivien. Ella les dará la información correspondiente y responderá sus preguntas, para que puedan decidir si pasan a la cuarta etapa. Acceder a esa instancia, significará aceptar el compromiso de continuar en el proyecto hasta el final.

    »La cuarta etapa iniciará con la entrada a la sala de producción. Antes de comenzar la filmación, la señora Vivien, les dará las instrucciones necesarias, y el rodaje de la cinta se hará bajo su dirección.

    »La quinta y última se llevará a cabo en el mismo lugar. La Señora les permitirá hacerle las preguntas que deseen, y contestará las que considere pertinentes, una vez termine dará su mensaje. Finalmente, se hará entrega de la recompensa y tomarán la salida a las 11:00 horas en punto. Si tienen preguntas levanten su mano y háganlas de una.

    Un hombre de treinta y muchos años, alto, corpulento, de cabello negro rizado, rostro pueril, y lentes gruesos levantó la mano.

    —Sí, señor….

    —Dante, mi nombre es Dante. ¿Qué significa C P U? ¿Cómo me ubicaron? ¿Por qué fui seleccionado?

    —Voy a responder a cada una de sus preguntas, esta vez, en adelante usted y los demás sigan mi indicación de hacerlas de una.

    »Significa Compañía Productora Universal.

    »Fue ubicado por su vibración, a través de una visoria.

    »Y fue seleccionado porque su vibración indica, que usted tiene las características para dar vida a un personaje en la película, la invitación lo decía.

    —Nunca había escuchado ese nombre ni me dice nada. Veamos el asunto de la visoria, ¿significa que me estuvieron siguiendo? ¿Que invadieron mi privacidad?

    —No se hizo nada de eso, hay una respuesta técnica, pero corresponde a la siguiente etapa.

    —Dices que mi vibración, no entiendo, yo no sé si la tengo, ni he escuchado que la gente ande comentando, oye ¿cómo está tu vibración? Si acaso que alguien tiene mala vibra, y a mí eso me parece ridículo y fantasioso.

    —Mi respuesta es que sí la tiene, en la siguiente etapa habrá una explicación más extensa.

    —Dime. ¿Cómo es que voy a actuar sin preparación de actor, sin ensayos, sin conocer el libreto? ¿Y se va a completar una película en dos horas? No en dos en menos, porque de aquí a que pasemos tus etapitas y lo del almuerzo con suerte quedará una.

    —¿Es en verdad tan difícil, señor Dante, hacer las preguntas de una?

    Una, dos, tres, cuatro, cinco respiraciones profundas.

    —No soy actor, ¿cómo solucionarán eso?

    —La respuesta podrá escucharla en la etapa tres.

    —¿Cuál es el tema de la película?

    —Lo sabrá en la etapa tres.

    —¿O sea no me vas a dar más información?

    —Le estoy dando toda la información que corresponde a esta etapa, y no estoy dejando de contestar a ninguna de sus preguntas, que las repuestas no sean como usted desea es diferente. Le recomiendo que respete el formato explicado y deje de intentar que la compañía se adapte a sus deseos, si lo hace podrá observar cómo las cosas fluyen. ¿No quedó claro que en cada etapa se dará la información que corresponda? La finalidad del proyecto hace necesaria esta logística.

    —Adelante…

    Mireya es una mujer morena, ojos negros, cabello negro y lacio.

    —Soy Mireya, está bien lo que usted dice, Doris, pero todo este misterio nos ha puesto nerviosos, la información que dio fue mínima, no nos permite enterarnos de los detalles.

    —Terminemos con esto, todo se hará en el orden que mencioné. Yo sigo instrucciones y a ustedes como invitados les corresponde respetar la logística, quien no esté dispuesto a hacerlo puede abandonar, las puertas siguen abiertas. Sí, Dante, lo escucho.

    —A mí me gustan las cosas claras, vine para disipar mis dudas y hasta ahora solo he recibido el nombre de una compañía que no conozco, ni la he visto anunciada en ningún sitio o escuchado su nombre. Después, la forma de invitarme espiándome y picando mi curiosidad, me parece extraña. Y ahora te ves como una persona normal, luces guapa, formal y eficiente, pero hace unos minutos percibí algo en tu mirada, que me causó primero atracción y después verdadero pavor, por las reacciones que hubo creo que todos captaron eso. ¿Qué sucede con tus ojos, grandes, me lo puedes responder, ahora?

    —Con gusto, en mis ojos, en mi mirada, usted y los demás vieron reflejarse, en primera instancia, su conciencia interna, después, la externa o mente, es una característica mía.

    —¿Qué? Ese cuento tampoco me lo trago, pensaba seguirles el juego para ver hasta dónde llegan, pero te pasaste. Te aseguro que sí tengo la fuerza, pero nada de lo que he visto y oído me convence, mejor me iré a hacer algo que sea realidad, que se queden los crédulos. Conciencias reflejadas, patrañas, lo único que veo son patrañas ¡Bah! —Y dio media vuelta para encaminarse a la salida.

    —Qué pena por usted, señor, era un excelente prospecto, podría haber realizado un buen papel, pero su mente se impuso.

    —Tú qué sabes, no me conoces. Hasta nunca, guapa.

    —Hasta la vista Dante, volveremos a encontrarnos, pronto.

    —¿Sabes qué Doris? —Dijo deteniéndose—, no tengo la menor intención de volver a verte, y acabo de comprender por qué me voy, es por tus ojos, no porque reflejen mis conciencias, eso no lo creo. Es porque tus pupilas apagadas me recordaron las de un muerto, ¡qué miedo! Me voy en este mismo instante. Valor y suerte, ex compañeros.

    Asustados, los demás buscaron la mirada de Doris para comprobar lo que acababa de decir el hombre, que ya salía a toda prisa. Pero no pudieron ver el efecto anterior ni otro, tampoco hubo contestación.

    Paseó lentamente su mirada por el grupo, esperando más deserciones.

    Sí las hubo, siete más, cinco hombres y dos mujeres agachando la cabeza, dieron media vuelta y se retiraron con rapidez, aferrando sus teléfonos celulares como si estos pudieran protegerlos.

    Se mantuvo Doris serena y en silencio mientras salían, sin dar muestra de alguna emoción.

    Los que quedaban se removieron en sus lugares nerviosos e indecisos, disminuido, el grupo ya no les ofrecía refugio ante sus miedos recién adquiridos.

    Se levantó una mano.

    —Diga usted, señor…

    —Juan Alberto, a sus pies, bella dama. —Es un hombre bajito, cabello castaño, ondulado, peinado hacia los lados, rostro sonriente, tez blanca, ojos negros semicerrados, y carga en la mano izquierda, encogida, una botella con agua—. Amén de celebrar su belleza, con todo respeto le expreso lo que mi corazón siente, veo la situación tan oscura como la noche, sin referencia a la iluminación, sino al lugar como locación para filmar y al formato de información, en ese orden, me parecen inadecuados e inciertos. Acto seguido tenemos lo de sus ojos, tan bellos como especiales, aunado a las palabras que pronunció el caballero, que recién nos privó de su presencia, me obliga a cuestionarme si estaré en el lugar y momento equivocados. ¿Podría usted derramar un poco de luz sobre este atribulado admirador suyo? Por favor tómelo como una sola pregunta atendiendo la esencia del interrogativo que expresé.

    —Señor Juan Alberto, su forma de expresarse me indica que es usted una persona amante de las letras, poético y sensible. Las cosas son como son, pero pueden ser como usted quiera. Este, es un tema de interés general porque advierto que los demás comparten su forma de pensar. Ver las cosas y situaciones de cierta forma, es una cuestión personal, ustedes haciendo uso de su criterio y sus preferencias, juzgan si son claras u oscuras, buenas o malas, por ejemplo, ¿qué le han parecido mis zapatillas?

    —A decir verdad y suplicando su perdón, confieso que no tuve ojos para ellas.

    —Observarlas no fue de su interés, pero si mis zapatillas hubieran llamado su atención, las hubiera visto y juzgado, y hubieran pasado a ser feas o bonitas según su particular gusto y forma de pensar. Pasa lo mismo con mis ojos, con mi mirada, cada uno los vio desde su propia perspectiva y cada quien hizo su juicio. Con esto quiero decir, que cada quien juzga cómo le son o le parecen las cosas, sin que ello entrañe una realidad.

    —Sus hermosos y adorables labios solo expresan razón, bella dama, sus palabras invadieron mi mente y, habiendo realizado una rápida búsqueda en ella, no encuentro ahora mismo razón alguna que me conduzca a discrepar con su dicho, pero expresando mi real sentimiento, eso no logra tranquilizar mi espíritu, sigo viendo las cosas oscuras y necesito con urgencia luz y claridad, sobre todo en lo futuro, que me lleven a dar un vuelco en mi angustiada percepción y logre apreciar las cosas en su justa y real medida.

    —Su reacción y la de todos de temer a lo desconocido, es normal. En este caso juzgan que, si hay cierta opacidad, debe haber algo malo. En cambio, si quieren ocultarse u ocultar algo, es buena y su mejor aliada, parecen olvidar que para apreciar la luz debe existir la oscuridad y viceversa. La luz del día provoca actividad, trabajo, vida. La oscuridad de la noche, relajación, placer, descanso y todo mundo disfruta de ambas situaciones, o dígame, usted se entrega al oscuro sueño ¿con temor o con placer? Juan Alberto, está usted en el lugar adecuado, aquí hay todos los elementos necesarios para realizar el proyecto al que fue invitado, ¿el momento? Depende de usted. Y mis ojos son como son, solo eso, de su mente, no me hago cargo.

    —Mi corazón queda eternamente agradecido por su elocuente y precisa ilustración, hermosa princesa, pero temer a la oscuridad y a lo desconocido, son viejos atavismos que llevamos en la mente, porque desde niños lo aprendemos. Sus acertados ejemplos me permiten tener otra perspectiva y nuevamente, con el corazón en la mano le reitero mi agradecimiento.

    —Si nadie tiene otra pregunta, pasarán de uno con su tarjeta, en la pantalla, debajo de su nombre aparecerá el número de la caja de seguridad que les corresponda y en la parte inferior verán una onda vibratoria, es la suya, servirá para confirmar su estado de salud actual, el cual previamente se revisó durante la visoria. Las preguntas serán, nombre, edad, estudios y ocupación, al contestar lo hacen en voz alta y vueltos hacia el grupo para ser identificados por los demás. Después de quedar registrados, depositan en la caja asignada sus objetos, los teléfonos deberán estar apagados, para tener acceso a ella, bastará con presentar la palma de su mano izquierda frente a la puerta, sin tocarla, igual para cerrarla.

    —¡Eh! ¿Nos quedaremos sin celular?

    —No vi su mano levantada, señor…

    —Mi nombre es Aarón.

    Aarón es un hombre alto, barriga incipiente, tez blanca, gran bigote, frente despejada, cabello negro ondulado peinado hacia atrás y ojos verdes fulgurantes.

    —Sí, señor Aarón, sin teléfono, hasta que termine su estancia en este lugar.

    —Podrían haberlo informado antes.

    —Lo hice al principio y eso incluía los celulares, me acuerdo de usted usándolo cuando yo daba esta indicación. En los requerimientos que enumeraba la invitación, se solicitó expresamente su atención al proyecto.

    —Pues no estoy de acuerdo, yo necesito estar comunicado todo el tiempo, tengo asuntos que requieren mi atención. Y dejar mi cartera con mis tarjetas e identificaciones y sobre todo mi celular, me parece algo inadecuado, me dejan indefenso.

    —¿Es usted dueño o empleado?

    —Soy empresario y varios negocios dependen de mí.

    —Entiendo su preocupación y le daré una explicación que no era necesaria, el hecho de dejar su teléfono, obedece al tipo de energía que se utiliza aquí, puede resultar afectado, incluso el chip de sus tarjetas, en la caja estarán protegidos. Pero, sobre todo, porque no tendrá tiempo para usarlo. Resulta inadmisible dado su estatus de empresario, no considere la posibilidad de que, si por atender su celular no se entera de lo que aquí se esté diciendo o haciendo, sea necesario detener y repetir cada vez que usted se quede en el limbo, como está sucediendo ahora. Señor Aarón, haga un esfuerzo para ubicarse, usted aceptó una invitación, ahora no está en sus empresas, respete las normas del lugar en que se encuentra. Sabía perfectamente lo que se requería de usted durante dos horas, debió sopesarlo y tomar las previsiones necesarias, si le es imposible hacerlo no se hubiera presentado. Y dijo que se quedaría indefenso, aquí no hay nada de que defenderse. ¿O tal vez sí? ¿Qué tal de su propia mente que no lo deja en paz unos minutos y lo engaña haciéndole creer que es usted indispensable? ¿Que sus negocios se van a ir a la quiebra en dos horas, si usted no interviene?

    —Me agradas, Doris, sabes hablar fuerte, pero yo no estoy dispuesto a que se retrasen mis asuntos y perder dinero por estar aquí atendiendo, aún no se bien qué. La verdad imaginé algo diferente, que actuaría un rato y mientras otros lo hacían yo podría hacer mis llamadas y divertirme con lo que se hiciera. Como veo que las cosas no van a ser así, y sin mi celular a la mano prefiero retirarme, gusto en conocerte. Si un día necesitas trabajo búscame, no creo que te sea difícil encontrarme, tienes mi vibración.

    —Adelante, señor, deseo que le vaya como le corresponda. Siga el llamado a sus negocios y al dinero, es lo que le está ordenando su mente y veo que lo tiene bien sujeto. Y no hablé fuerte, solo dije la verdad, pero hacerlo suele tener esos efectos en quienes la escuchan, con frecuencia se incomodan o se ofenden, y no creo que le gustaría mucho volver a encontrarse conmigo pronto.

    —Claro que me voy, mis asuntos son míos y no quieras tú manejarme a mí, yo soy como quiero ser. Hablas cosas raras, eso me resulta misterioso e interesante, pero te equivocas al decir que no me gustaría volver a encontrarme contigo, realmente me encantaría.

    —Tenga cuidado con lo que desea, se le puede volver realidad.

    Dos hombres más y una mujer dieron media vuelta y se fueron también, sintiéndose liberados.

    —¿Alguna otra pregunta?

    Nadie levantó la mano.

    — Comencemos el registro, al terminar los pasaré al comedor, donde el almuerzo ya estará servido, pero el ejecutivo que los atenderá puede satisfacer sus necesidades.

    La primera fue Eleonora, una mujer delgada de apariencia frágil, cabello lacio, castaño claro y suelto hasta los hombros, cejas delineadas, ojos inteligentes, atractiva en conjunto.

    Doris colocó la tarjeta sobre la pantalla de la tableta cuadrada, que se iluminó al instante con una luz verde líquida, la tarjeta se volvió un remolino de signos que se fundió en ella y desapareció. En el monitor apareció el número 47, su nombre y debajo una banda ancha, ondulada y vibrante de color verde. Doris la invitó a dar sus datos, ella volteó hacia los demás y dijo en voz alta:

    —Eleonora, 40 años, administración de empresas, asesora. —Según hablaba los datos se registraban en la pantalla. Fue hacia la pared opuesta y presentó la palma de su mano izquierda frente al cuarzo donde se había iluminado el número 47, se deslizó sin producir ruido, mostrando una caja, depositó dentro su bolsa y su celular apagado, presentó la palma y cerró tan suavemente como había abierto. De la misma forma y sin contratiempos fueron pasando los otros veinte invitados que se atrevieron a continuar.

    Rebeca, 36 años, educadora, maestra de kínder.

    Dinorah, 39 años, licenciada en comunicación, reportera.

    Celeste, 33 años, 2° semestre ingeniería, actriz y altruista.

    Miguel, 40 años, licenciado en educación, maestro.

    Maximiliano, 37 años, ingeniero, empresario.

    Antonieta, 50 años, educadora, retirada.

    Evelina, 45 años, primaria, empleada doméstica.

    Sara, 41 años, bachillerato, ama de casa.

    Porfirio, 42 años, 4° semestre leyes, político.

    Ma. Fernanda, 37 años, médico cirujano, consultorio propio.

    Enriqueta, 38 años, educadora, maestra de primaria.

    Esteban, 41 años, estudios religiosos, presbítero.

    Mireya, 36 años, preparatoria, política.

    Katherine, 34 años, doctora, trabajo en el hospital de papá.

    Juan Alberto, 39 años, poeta y escritor, independiente.

    Sandino, 35 años, estudios básicos, exconvicto.

    Lotario, 48 años, abogado, tengo un despacho.

    Marco, 37 años, pasante de contador, empleado bancario.

    Carlos, 40 años, estudios secundarios, comerciante.

    Felipe, 38 años, primaria, tablajero.

    TERCERA ETAPA

    III

    EL ALMUERZO

    Abrió Doris la cortina para que pasaran, el comedor era circular y estaba pintado igual que el pasillo, la cúpula que habían visto lo dominaba e iluminaba, otro arco en la parte opuesta indicaba la salida. Los ojos de los invitados se dirigieron de inmediato al único mueble a la vista, una robusta pero sencilla mesa de madera, ubicada al centro de la estancia, era de color roble oscuro, sin sillas. Sobre ella había veintiún servicios, cada uno constaba de un plato plano, a la izquierda un cuenco, a la derecha una copa, frente al plato un vaso, todo sobre un mantelillo de tela roja, y al lado una servilleta blanca de lino. No había cubiertos, el plato y el cuenco eran de cerámica blanca, el vaso era alto y liso, la copa ancha, todo con el borde negro.

    El almuerzo estaba servido, en cada plato, perfectamente alineadas, había seis mitades de nuez, tres cuartos de manzana y dos mitades de limón, en el cuenco miel, y en el vaso y la copa agua.

    Se miraron unos a otros, sorprendidos y desencantados.

    Sin que lo percibieran, de alguna parte se había hecho presente el ejecutivo.

    Al notar su presencia se dirigió a él, Sara.

    —A ver usted, señor…

    —Mi nombre es Morris —contestó, con una voz extraordinariamente profunda y sonora—, ¿le puedo servir en algo, señora Sara? —Ella se había quedado aturdida ante la vista del nuevo personaje y más al escuchar su voz.

    Morris era un hombre pequeñajo, el tiempo lo había encorvado, tenía el cabello negro e hirsuto, el rostro rugoso con una nariz afilada, conservaba su dentadura completa, los ojos inyectados, pero con extraordinaria viveza, sus pies eran demasiado grandes y mantenía los brazos doblados hacia adelante a la altura de los codos en actitud de servicio, con las uñas perfectamente recortadas y laqueadas. Podía tener un siglo de edad y la ropa no lo ayudaba, de su cuerpo esquelético colgaban un traje gris, una camisa blanca y una corbata azul. A su favor, lucía impecablemente aseado, los zapatos negros relucientes.

    Impresionada, Sara logró decir.

    —Señor Morris. ¿Me podría informar cómo está esto del almuerzo? Con lo que veo servido, no sé cómo proceder.

    Con su voz impresionante que quitaba la atención a su persona, el hombre contestó.

    —Con todo gusto, señora, y me explico para todos. El agua de la copa es para que aseen los dedos de sus manos, sobre todo porque tomarán los alimentos con ellos, no usamos cubiertos, norma de la compañía y los pueden consumir en el orden que deseen, pero me permito sugerirles comenzar con la nuez, continuar con los trozos de manzana, después el limón bañado en la miel y para terminar el agua. ¿Alguna otra duda?

    —No, no, yo me refería a que si el verdadero almuerzo lo servirán enseguida.

    —Todo está servido, pero si alguien desea otro poco de agua no tiene más que pedirlo.

    —¿Es una broma verdad?

    Los demás miraban con desánimo los alimentos y porciones servidas, y con desconfianza al viejo.

    Con la mayor seriedad y su voz extraordinaria contestó.

    —Los alimentos están servidos por completo, la invitación indicaba un almuerzo suficiente y lo es, créanme que lo es.

    —Sí lo dijo Doris, pero también que usted estaría a cargo, si necesitábamos algo.

    —Y es cierto, ella nunca miente, está en su naturaleza decir siempre la verdad. Con toda confianza pueden pedirme información o un poco más de agua.

    —¿Agua? ¿O sea que ni siquiera puedo pedir más nueces y manzana?

    —No, señora, yo estoy para servirles, y veo que su necesidad es de información, si ustedes lo desean se las proporcionaré con todo gusto.

    Haciendo un gesto de exasperación y enseguida otro de paciencia forzada volteando los ojos hacia arriba.

    —Don Morris, discrepo con usted sobre lo que necesito, yo esperaba disfrutar de una variedad de: bocadillos dulces y salados, quesos, ensaladas, carnes frías, jugo de naranja, café y pastel, al menos. Estos alimentos y la falta de cubiertos y sillas me hacen dudar de sus finanzas, yo pensaría que están en la quiebra. Y dice usted que nos puede proporcionar información, con palabras podrían intentar llenar mi cerebro, pero no mi estómago. ¿Por qué no consulta, por favor, con la señora Anfitriona y le hace saber nuestra inconformidad? A menos que sea una broma de la producción, si es así ya caí.

    —Señora Sara, aquí no acostumbramos las bromas, no hay tiempo para ello. Y no me es posible consultar a la Señora, porque todas las instrucciones que necesitaba para cumplir con mi trabajo, me fueron dadas previamente. La información les sería de gran beneficio.

    —Está bien —intervino Katherine, con cierto enfado—. Si es lo que nos puede dar, hágalo.

    Katherine es una mujer guapa, tez blanca, ojos negros grandes, cabello rizado, alta y de fuerte personalidad.

    —Gracias, señora Katherine, confíen, tomen sus alimentos con buena disposición, disfrutándolos. Encontrarán que todo lo que está servido es extraordinariamente rico, nutritivo y energético, quedarán satisfechos, muy ligeros y despiertos. Les garantizo que después de hacerlo, no tendrán necesidad de alimento ni bebida, durante las próximas cuatro horas.

    De mala gana se lavaron los dedos y comenzaron a probar. Las nueces resultaron ser las mejores que habían comido nunca. La manzana estaba deliciosa, dulce y jugosa. El limón untado en la miel, resultaba en una combinación fresca y agridulce que satisfacía. El agua tuvo un efecto extraordinario, les produjo la sensación de hidratar cada célula de su cuerpo, según los consumían se fueron sintiendo satisfechos, al terminar nadie deseaba más, ni siquiera agua.

    Pero no todos lo hicieron, viendo el agrado y la satisfacción de los compañeros, dos de ellos no los tocaron, por la misma idea; quizá tengan alguna droga, se ven demasiado contentos, prefiero guardarme y estar bien despierto para lo que viene. Y cubrieron su plato con la servilleta.

    Observando Morris que habían terminado, les indicó.

    —Aguarden aquí, enseguida estará con ustedes otro ejecutivo.

    —Don Morris —dijo Sara—, le pido una disculpa por lo que dije antes, de verdad me siento ligera y satisfecha.

    —No tiene que disculparse, su reacción y sus palabras fueron lógicas, estoy para servirle.

    Mientras esperaban, algunas de las mujeres empezaron a comentar.

    —No tuve tiempo de nada y el corte que traigo no me favorece, me hace ver mayor.

    —A mí, el tinte se me ve horrible, no sé por qué escogí este tono.

    —Yo espero que en mi camerino se presenten unos estilistas de primera o mejor aún, unos magos, vaya que los necesito.

    Los demás sonreían al escuchar sus ocurrencias, pero algunos pensaban igual.

    Se abrió la cortina del lado opuesto, entró un hombre y se instaló sobre la base de madera que había dispuesto Morris. Era la versión masculina de Doris, tenía un rostro regular, tez blanquísima y cierto grado de rudeza, el cabello castaño, lacio, corto a los lados y con un peinado descuidado, sus manos muy blancas se veían fuertes y nervudas con algo de vello. Vestía ropa casual, camisa blanca, pantalón skinny de color gris, un cinturón con las iniciales de la compañía en la hebilla, saco sport azul marino y botines puntiagudos impecables, sus ojos azul claro tenían pupilas casi tan grandes como las de Doris, y parecían estar congeladas. Por lo del almuerzo ya todos habían olvidado el pasaje anterior. Al toparse con su mirada, cada uno volvió a experimentar primero la atracción, después, con distinta intensidad el hielo en la sangre. Empavorecida, Antonieta se revolvió, y atropellando a otros logró colarse más atrás.

    Antonieta es de rostro alargado macilento, labio inferior grueso, colgante, casi sin barbilla, ojos cafés claros, acuosos, cabello lacio, ralo y corpulenta.

    El grupo se compactó, para sentir un poco de fortaleza y protección. Evadían la mirada, pero enseguida volvían a buscarla, tratando de comprobar si su percepción era realidad.

    Después de repasarlos uno a uno, el hombre bajó la vista unos segundos estudiando sus botas, al levantarla ya se había disipado de sus ojos aquel efecto.

    —Hola a todos, mi nombre es Yulian y celebro que estén aquí. Mi compañera Doris ya los puso en antecedentes y sé que hubo algunas deserciones, normal. Estamos en la tercera etapa, la información que les daré será breve, pero útil para disipar algunas dudas.

    —En referencia al almuerzo, espero que esté cumpliendo con lo prometido por el señor Morris, aunque las porciones de los alimentos eran pequeñas, contenían lo esencial para que su cuerpo funcione perfecto y se mantenga en el equilibrio exacto, que necesitarán para desempeñarse en la cuarta etapa. Si todo sale bien, una vez terminemos esta sesión, tendrán un momento para reflexionar, previo a que se presente la señora Vivien nuestra Anfitriona, ella les proporcionará más información, responderá preguntas y tendrán la última oportunidad para salir de aquí.

    Lotario, que se encontraba detrás de otros tratando de evitar la mirada de Yulian, a pesar de ser ahora amistosa, levantó la mano.

    Lotario es de cabeza alargada, rostro delgado, duro, tez morena, ojos negros chicos, alto y con cuerpo atlético.

    —Sí Lotario, ¿licenciado verdad?

    —Ciertamente, es mi profesión —contestó con firmeza—. Se le hicieron algunas preguntas a Doris, obteniendo pocas respuestas. Debido a eso varias personas se retiraron y le puedo anticipar con seguridad, que lo mismo haremos algunos más o quizá todos,

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