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Un Grillo En Times Square: Revised and updated edition with a foreword by Stacey Lee
Un Grillo En Times Square: Revised and updated edition with a foreword by Stacey Lee
Un Grillo En Times Square: Revised and updated edition with a foreword by Stacey Lee
Libro electrónico146 páginas1 hora

Un Grillo En Times Square: Revised and updated edition with a foreword by Stacey Lee

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Una versión actualizada del clásico de todos los tiempos para niños, con un ratón hábil para los negocios, un tierno gato callejero y un talentoso grillo de campo, ahora con un prólogo y revisiones de la autora de literatura juvenil, Stacey Lee.

Tucker es un ratón de ciudad con mucha calle. Pensó que lo había visto todo. Pero nunca ha visto a un grillo, lo cual no es ninguna sorpresa porque, junto con su amigo Harry Gato, Tucker vive en el corazón de la ciudad de Nueva York: la estación de metro de Times Square.

Chester Grillo nunca pensó abandonar su pradera en Connecticut. Seguiría allí de no haber seguido el cautivador aroma de un embutido y acabar en la canasta de picnic de alguien. Ahora, como todo turista en la ciudad, quiere recorrer. Y no puede haber encontrado a dos mejores guías —y amigos— que Tucker y Harry. El trío vive muchas aventuras, desde disfrutar de las imágenes y los sonidos de Broadway hasta escapar de un humeante fuego.

Chester también se hace amigo de alguien más. Es un niño, Mario, que lo rescata de un rincón empolvado de la estación de metro y lo lleva a vivir a la seguridad del quiosco de periódicos de sus padres. Al principio espera poder quedarse con Chester como mascota, pero Mario pronto se da cuenta de que el grillo es más que eso. Porque Chester tiene un talento oculto y nadie —ni siquiera el propio Chester— se da cuenta de que el pequeño grillo de campo tal vez sea capaz de enseñarles alguna que otra cosa hasta a los más duros neoyorquinos.

Un grillo en Times Square es George Selden en su máxima expresión, y las nuevas ilustraciones que complementan el trabajo ilustrativo de Garth Williams hacen de esta una edición verdaderamente excepcional.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 may 2022
ISBN9780374391089
Un Grillo En Times Square: Revised and updated edition with a foreword by Stacey Lee
Autor

George Selden

George Selden (1929-1989) was the author of A Cricket in Times Square, winner of the 1961 Newbery Honor and a timeless children's classic. Born in Hartford, Connecticut, Selden received his B.A. from Yale, where he was a member of the Elizabethan Club and contributed to the literary magazine. He spent three summer sessions at Columbia University and, after college, studied for a year in Rome on a Fulbright Scholarship. People often asked Selden how he got the idea for The Cricket in Times Square. "One night I was coming home on the subway, and I did hear a cricket chirp in the Times Square subway station. The story formed in my mind within minutes. An author is very thankful for minutes like those, although they happen all too infrequently." The popular Cricket series grew to seven titles, including Tucker's Countryside and The Old Meadow. In 1973, The Cricket in Times Square was made into an animated film. Selden wrote more than fifteen books, as well as two plays. His storytelling blends the marvelous with the commonplace realities of life, and it was essential to him that his animal characters display true emotions and feelings.

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    Un Grillo En Times Square - George Selden

    Prólogo de Stacey Lee

    Un grillo en Times Square ha cautivado a los niños durante más de sesenta años con su clásica historia sobre un ratón hábil para los negocios y un amable gato callejero, que ayudan a un grillo de campo a adaptarse a su nuevo hogar en el metro de la ciudad de Nueva York. Cuando yo tenía ocho años, me devoré esta historia llena de amistad y sentido de pertenencia. Cada capítulo traía consigo nuevas complicaciones mientras Mario intentaba convencer a sus padres, dueños de un quiosco de periódicos, que lo dejaran adoptar a Chester Grillo para que fuera su mascota. ¿Qué le ocurriría a Chester luego de comerse sin querer el billete de dos dólares de la familia? Y, ¿podría ganarse con su música el cariño de la madre cascarrabias de Mario? Como no había ningún otro niño chino en millas a la redonda y siempre me sentía fuera de lugar sentí una conexión especial con este grillo que estaba perdido, en especial porque, al igual que Chester, yo también podía tocar música de oído.

    Siempre me llamó la atención que George Selden incluyera a dos hombres chinos en la historia, uno de los cuales le vende a Mario una jaula para grillos. Cuando lo leí de niña, me puso feliz ver personas chinas en un libro. Dentro de mi limitada cosmovisión, simplemente acepté que la representación que hacía el autor de estos dos hombres era la correcta. Pero los estereotipos tienen una manera complicada de reforzarse a sí mismos, y dejan huellas dactilares en las partes blandas de la mente de un niño que, cuanto más se presionan, se calcifican y dejan marcas permanentes.

    Los jóvenes lectores de hoy en día son pensadores independientes con conciencia social, y contamos con ellos para forjar un futuro más equitativo. Gracias a la generosidad de los herederos de George Selden, tuvimos la oportunidad de rectificar algunas cuestiones de representación que consideramos pondrán a esta nueva edición más al día con los tiempos que corren. Con ese propósito, quitamos los acentos marcados y las reverencias, y hemos creado personajes más auténticos para que compratan la historia con Chester y sus amigos. Esta versión de Un grillo en Times Square contiene la misma historia que todos conocemos y adoramos, con algunos pequeños pero poderosos cambios. Esperamos que convoque a lectores al mundo de Chester por sesenta años más.

    UNO

    Tucker

    Un ratón observaba a Mario.

    El ratón se llamaba Tucker y estaba sentado en la boca de un desagüe abandonado, en la estación de metro de Times Square. Ese desagüe era su hogar, y se abría, unos centímetros más allá, en una especie de cueva que Tucker había llenado con trocitos de papel y tiras de tela recogidos aquí y allá. Cuando Tucker no se dedicaba a buscar cosas en el metro, una actividad que él llamaba vivir de gorra, o a dormir, lo que más le gustaba era sentarse en la entrada de su desagüe a ver pasar el mundo, al menos el mundo que corría de un lado a otro en la estación de metro de Times Square.

    Tucker engulló las últimas migas de una galleta de mantequilla que había encontrado por la tarde, y se lamió los bigotes.

    —¡Es una pena! —suspiró.

    Todos los sábados por la noche, desde hacía casi un año, observaba cómo Mario cuidaba el quiosco de periódicos de su padre. Los días laborables el muchacho tenía que acostarse temprano, pero los fines de semana papá Bellini le permitía ayudar en el negocio familiar. Mario pasaba muchas horas allí, porque papá creía que, si el quiosco permanecía abierto más tiempo, podría atraer la clientela que normalmente acudía a los otros quioscos más grandes. Pero esta noche apenas había clientes.

    —Más le valdría al pobre chico irse a casa —se dijo Tucker, mirando a su alrededor.

    Hacía ya mucho que el trajín del día se había calmado, y hasta los viajeros de la noche, que regresaban del cine o el teatro, habían desaparecido. Sólo de cuando en cuando, alguien bajaba por una de las muchas escaleras que unían el metro con la calle y cruzaba deprisa la estación. A esa hora todo el mundo quería llegar cuanto antes a casa. En el nivel inferior, los trenes pasaban con menos frecuencia y se producían largos períodos de silencio. De vez en cuando se escuchaba un rugido que aumentaba en potencia según se acercaba el tren a la estación de Times Square, y que era seguido por una pausa mientras bajaban unos viajeros y subían otros nuevos. Luego se volvía a escuchar el rugido mientras desaparecía el tren en el túnel oscuro. Entonces se sentía un vacío en el aire, y toda la estación se quedaba esperando por la multitud de personas que necesitaba.

    Tucker Ratón volvió a mirar a Mario. El chico estaba sentado sobre un taburete de tres patas, y tenía delante diferentes revistas y periódicos expuestos con todo el arte del que era capaz. Papá Bellini había construido el quiosco hacía ya mucho tiempo. El espacio que quedaba dentro era suficiente para Mario, pero papá y mamá estaban un poco apretados cuando les tocaba hacer su turno. En uno de los laterales había una repisa, y en ella una radio de segunda mano, una caja de pañuelos de papel (para la alergia de mamá), una caja de fósforos de cocina (para la pipa de papá), una caja registradora (para el dinero, aunque nunca había mucho) y un despertador (por ningún motivo en particular).

    La caja registradora tenía un cajón que siempre estaba abierto. Una vez se había quedado atascado, atrapando dentro todo el dinero que tenían los Bellini en este mundo. Desde ese día papá había decidido no volver a cerrarlo nunca más. Cuando se cerraba el quiosco por la noche, el dinero que se dejaba en él para empezar el día siguien- te estaba seguro, ya que papá también había hecho una cubierta de madera con un cerrojo que protegía todo el quiosco.

    Mario, que había estado oyendo la radio, la apagó. A lo lejos, vio venir el shuttle, la línea que circulaba por el andén más próximo al quiosco. Este tren unía las estaciones de Times Square y Grand Central, y transportaba a la gente del lado este de Manhattan hasta el lado oeste. Mario conocía a casi todos los conductores de esta línea. Eran sus amigos, y entre viaje y viaje se acercaban a conversar con él.

    Con un agudo chirrido, el tren se detuvo al lado del quiosco, levantando una oleada de aire caliente. Tan sólo nueve o diez personas se bajaron de él. Tucker esperó ansioso a que alguna se detuviera a comprar un periódico.

    —¡Las últimas ediciones! —gritó Mario mientras la gente apresuraba el paso—.

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